Por los Llanos de La Ina
Los paisajes del Jerez andalusí.



A nuestra amiga Mónica Castellet, siempre trabajando por La Ina.
Oh cuán agradable es El Llano (Iŷŷāna), en primavera o en otoño.
Los arroyos de agua parecen plata sobre guijarros, que se esparcen
en el fondo como perlas relucientes…

Con estos hermosos versos se expresa el poeta andalusí Ibn Lubbāl, que vivió en el Jerez del siglo XII. “Iŷŷāna“, ese idílico paraje donde los arroyos “parecen plata” y los guijarros “perlas relucientes” podría corresponderse con los actuales Llanos de La Ina. Eso es lo que sugiere el arabista jerezano Miguel Ángel Borrego Soto, el mejor conocedor de aquel Jerez andalusí cuyas huellas perviven aún en nuestros paisajes y han perdurado en el tiempo a través de la toponimia.

A mediados del siglo XII, con la dominación almohade, Jerez es una gran ciudad en la que los primeros arrabales se extienden ya fuera de su recinto murado. Más allá de la zona de olivares que rodea la población, debieron existir casas de campo, huertas y almunias, en dirección al río Guadalete, destinadas a la producción agrícola y también al recreo de sus habitantes. Vergeles y “jardines” cantados por los poetas de la época que ensalzan en sus versos el deleite y la vida placentera. Como lo hace Ibn Lubbāl.



Esa es la visión que nos ha llegado también de la mano de Ibn Said al-Maghribí, quien en el siglo XIII describe a Jerez como una “ciudad cargada de ornato, con parterres floridos”. Ibn Said, aporta también algunos datos que nos ayudan a conocer mejor el Jerez andalusí y sus alrededores y, así nos informa que:
“Jerez es una de las ciudades de al-Andalus más graciosas por fuera y por dentro que he visitado y, con frecuencia, paseado. Cuenta con edificaciones y medios de subsistencia copiosos, con gentes principales y con ricos, y, en fin, con grandes comodidades…” (1)



Para Laureano Aguilar (2), la zona del alfoz comprendida entre la ciudad y el río, pudo ser ese rincón cubierto de huertos, jardines y espacios de recreo, pertenecientes tal vez a las “gentes principales y ricos” que Inb Said menciona en sus textos. Ya en las proximidades del río, el paisaje está dominado por las alamedas, a las que también se refiere este autor.
… Entres sus alamedas figura una llamada al-Ŷāna, de hermosa vista sobre el río (Guadalete)…
Allí están también la pradera del Brocado (marŷ al-Sundusīya) y el río Guadalete (nahr Lakk) que es un río placentero con jardines y bellos paisajes que diríase compendio del río de Sevilla.



Este paraje de sotos y arboledas, próximo al río, del que ha escrito M. Ángel Borrego Soto “En la Tierra de Sidueña” es conocido -según distintas fuentes- como Aŷŷāna, Iŷŷāna o al-Ŷāna, vocablo que, para este autor “es una probable arabización del romance "El Llano" y que, se identificaría con el paraje que actualmente conocemos como Llanos de La Ina.



A describir los encantos de este lugar han dedicado hermosos versos algunos poetas andalusíes. El ya mencionado Ibn Lubbāl, (en traducción de Borrego Soto) dice en una casida, a propósito de estas alamedas:
Oh cuán agradable es El Llano (Iŷŷāna), en primavera o en otoño.
Los arroyos de agua parecen plata sobre guijarros, que se esparcen en el fondo como perlas relucientes.
Cuando su arena no está empapada de agua, nos gusta ir allí y prescindir del ámbar y los aromas.
Y hay unos higos que parecen pezones; pechos de vírgenes negras en sus pecheras.
Diríase que hay allí alcobas fulgurantes con novias reposando sobre estrados de seda. (3)



Casi un siglo más tarde, el poeta andalusí, Ibn Giyāt (m. 619 ó 620/1222 ó 1223) abunda en otra casida en imágenes que asociamos a la vida placentera y al disfrute, como leemos en traducción de Fernando Velázquez Basanta:
Acude temprano al al-Ŷāna, de buen talante,
y echa allí un trago a los sones del laúd.
¡Cuán excelente es! Diríase una novia que aparece
arrebujada en almaizares que no han tejido los dedos.
El Sol indica ya que la mañana está avanzada,
pues el rocío se confunde con los hilos de las perlas.
Es un vergel que no por nada los camaradas frecuentan,
y me buscan, pues nadie más que yo los apiña.
Que al-Ŷāna haya enseñado al grupo de enamorados
quién es el íntimo de los bellos es un buen augurio.(4)

Los Llanos de La Ina: toponimia, historia y geografía.



Una de las tesis más sólidas es la expuesta anteriormente, que hace derivar la actual denominación de “Llanos de La Ina” del vocablo “al-Ŷāna”, probable arabización del romance “El Llano”. Junto a ello, no faltan tampoco autores que, como el profesor Emilio Martín (5),
estiman que procede del árabe dialectal “ayn”, con el significado de “fuente”, o “nacimiento de agua”.

En esta misma línea se pronuncia Vicente García de Diego en su obra Toponimia de la zona de Jerez de la Frontera, donde señala que este nombre de “La Aina”, “… se supuso de origen árabe, de ain, “las fuentes”, castellanizado”. En relación a su evolución hasta la forma actual explica que “La Aina está siempre en peligro de ser mal separada por la sinalefa e interpretarse La Ina”.(6)

Conviene recordar como los topónimos derivados del árabe “´ayn” (fuente, manantial) son bastante frecuentes en distintos puntos de nuestra geografía, como, por ejemplo en la toponimia menor granadina (Martinez Ruiz) o almeriense (Bustamante Costa y Abellán Pérez). Este último autor menciona en la localidad de Albox topónimos como Aynalbir, Aynatarfa, Anacata, Aygamique… que dan nombre a otras tantas fuentes(7). En un entorno más cercano, Martínez Ruiz, en su interesante estudio sobre Toponimia gaditana del siglo XIII, recoge en fuentes árabes algunos topónimos como ´ayn al-sajra (“fuente de la peña”, hoy arroyo Jara, próximo a Alcalá de los Gazules). Este mismo autor, estudiando los documentos de amojonamiento de los términos de Vejer, Jerez y Tempul (siglos XIII y XIV), menciona otros topónimos con el mismo origen, como “…la fuente que dicen de Aain cara” (fuente del calvo, del tiñoso), o el cerro de Ynarrimacaba”, donde descubrimos también otra “yna, o ´ayn”: una fuente que da nombre a un monte. (8)



En menor medida, otras opiniones sostienen que “La Ina” pudiera derivar del vocablo “al Yanna” (el jardín, el vergel). La identificación, con las alamedas del río y los parajes de huertas y cultivos de Los Llanos, haría igualmente factible esta derivación que encuentra, por otra parte, más dificultades en la posterior evolución lingüística para traerla en el tiempo hasta la forma actual.

Como hemos tratado de mostrar, el topónimo que en la actualidad da nombre a los Llanos de La Ina, ha conocido distintas versiones hasta que se ha fijado tal como lo conocemos hoy. Desde los siglos medievales y hasta nuestros días, y por limitarnos sólo a las reflejadas en la cartografía, mencionaremos algunas de estas variantes.

La Ina en la cartografía histórica.

En el mapa de Francisco Zarzana (1787), uno de los primeros que abarca el término de Jerez, figura la “Ermita de Ayna, e Infantado”. En el de José Cardano (1809), puede leerse el topónimo de “Bega de Laina”. El mapa provincial de Francisco Coello (1868) sitúa en este lugar la “Ermita de la Aina” y en el que unos años más tarde realizará Angel Mayo en 1877 para el trazado del acueducto de Tempul, se menciona como “Ermita de Aina”. Unas décadas después (1897) el mapa de Lechuga y Florido vuelve a nominarla como “Laina”.

Ya en el siglo XX, el Plano Parcelario de A. López Cepero (1904) lo recoge como Llanos de Aina (sin artículo). En el primer mapa topográfico del Instituto Geográfico nacional (1918), puede leerse “Ermita de Laina”, como en el de Lechuga y Florido. Sin embargo, aún habrá que esperar a la edición de 1968 de este mismo mapa para que se fije el nombre con el que conocemos ahora este paraje: “Llanos de la Ina”. Siempre, y en todo caso, ligado a la conocida Ermita de Nuestra Señora de Aina, a la que otro día volveremos para contar las andanzas de Diego Fernández de Herrera en el Siglo XIV.



Sea como fuere, lo mejor es que este paraje, próximo a las alamedas y sotos fluviales del Guadalete, sigue conservando el mismo encanto que hizo exclamar a Ibn Lubbāl:
Oh cuán agradable es El Llano (Iŷŷāna), en primavera o en otoño...


Para saber más:
-(1) y (4) Abellán Pérez, J.: El Cádiz islámico a través de sus textos. Cádiz, 1996. Pg. 79-80. Traducción de Fernando Velázquez Basanta.
(2) Aguilar Moya, L.: Jerez Islámico, en “Historia de Jerez de la Frontera. De los orígenes a la época medieval”. Tomo 1. Diputación de Cádiz. 1999, p. 40-41.
(3) Borrego Soto, M. A. (2008): "Poetas del Jerez islámico", Al-Andalus Magreb, 15: 41-78
(5) Martín Gutiérrez, E.: “Análisis de la toponimia y aplicación al estudio del poblamiento: el alfoz de Jerez de la Frontera durante la Baja Edad Media”, HID, 30 (2003), 257-300. Pag. 277. Cita los trabajos de los profesores Bustamante Costa y Abellán Pérez sobre toponimia hispanoárabe y mozárabe del Libro de Apeo de cantoría (Almeria)
(6) García de Diego, V.: Toponimia de la zona de Jerez de la Frontera. Centro de Estudios Históricos Jerezanos. Gráficas del Exportador. Jerez, 1972.
(7) Abellán Pérez, J.: Toponimia Hispano-Árabe y Romance: fuentes para la historia medieval. Cádiz, 1999. Pgs. 18-25.
(8) Martínez Ruiz, J.: “Toponimia gaditana del siglo XIII”, en Cádiz en el siglo XIII, Actas de las Jornadas conmemorativas del VII centenario de la muerte de Alfonso X el Sabio. Cádiz, 1983, 93-121.

Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto.  Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

Puedes ver otros artículos relacionados en nuestro blog enlazando con Paisajes con Historia, El paisaje en la Literatura, y Río Guadalete.

Y, en particular:

Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, 21/12/2013

1 comentario :

Anónimo dijo...

Que reportaje más bonito. Paso a menudo por La Ina pero no sabía estas cosas, sólo lo de la ermita. Ahora mirare estos llanos con otros ojos. Lucy

 
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