Por los Llanos del Valle y el Puerto de las Palomas.
Una carretera secundaria con “encanto” (y II)

A nuestro amigo Agustín Cuello Gijón, maestro de maestros y “Picachero”.



Retomamos el recorrido que iniciamos la semana pasada por la carretera que desde San José del Valle conduce hasta el Puerto de las Palomas, a los pies del Picacho y que cruza por un paraje de singular “encanto”: Los Llanos del Valle. Después de un pequeño paseo por los alrededores de la Boca de la Foz, continuamos nuestro camino.



A la altura del km 8, la ruta va cambiando de orientación para buscar el Puerto de las Palomas. En este lugar cruza la carretera la antigua Vereda de Alcalá de los Gazules (que queda a la derecha) y viene a unirse a la vía pecuaria conocida como Vereda de la Boca de la Fox, que atraviesa la garganta hacia las tierras de Tempul y de Algar, caminos centenarios que no pueden perderse.



Frente a la Boca de La Foz, esta vereda, discurre paralela al Arroyo de Bogas, entre las tierras del Rancho de Calvo (izquierda) y del Cortijo de Cortés (derecha). En este lugar, donde podremos parar un rato para contemplar el paisaje circundante y los perfiles de la sierra y la garganta, veremos los primeros carteles que señalizan los límites del Parque Natural de Los Alcornocales, en cuyo territorio acabamos de entrar.



Frente a nosotros, llaman también la atención en este lugar, los vallados, del Cortijo de Cortés Alta (Casa de la Cortés, figura ya en el mapa del IGN de 1917), cuyo renovado caserío se divisa en las laderas de la Loma de los Poyales. En la entrada puede verse un panel cerámico obra del conocido pintor jerezano Rodrigo Báez.

Desde el “Llano de Cortés”, antiguo descansadero, la carretera inicia un suave descenso siguiendo el trazado de la antigua cañada dejando a la izquierda, a lo lejos, las laderas occidentales de la Sierra de Las Cabras sobre los que crece un espeso monte arbolado. En las faldas se adivinan los caseríos de algunas fincas, perdidos entre el bosque y que pertenecen a las Dehesas de Los Dornajos y de Los Caños.



Junto a la carretera (que fue un camino sin asfaltar hasta 1997), corre el arroyo Garganta de la Toma y, a juzgar por las barranqueras que se aprecian en algunos puntos, debe bajar nutrido de aguas en época de lluvias. Por muchos lugares veremos los carteles que nos indican los contornos del Parque Natural así como los que anuncian el paso de animales silvestres o ganados ya que, a diferencia de las fincas que hemos dejado atrás en los Llanos del Valle, de clara vocación agrícola, las que ocupan las faldas de estos montes están dedicadas a la ganadería y a usos forestales y cinegéticos. A la altura del km 12, podemos ver a la derecha un gran cercado en el que, con frecuencia, pueden observarse de cerca los toros de lidia de la Dehesa de Los Caños.

Tras los vallados destaca el llamativo perfil del Cerro de La Cuna, con dos cumbres gemelas separadas por un pequeño collado, a cuyos pies nace el río Fraja, afluente del Barbate.



La berrea: el sonido del bosque.



Desde mediados de septiembre, estos escondidos parajes de la Sierra de las Cabras, son un lugar privilegiado para observar a los ciervos en las proximidades de la carretera. Los machos están entonces en su periodo de celo, la berrea, y es fácil escuchar sus profundos berridos en el silencio de estos rincones poco transitados de los Llanos del Valle. Cuando la carretera se adentra entre la zona de mayor densidad de vegetación es posible sorprender a los ciervos que bajan desde las laderas arboladas de la Sierra de las Cabras, desde la Loma de los Poyales, desde la Dehesa de Puerto Frontino y, algo más adelante, ya en las cercanías del Puerto de las Palomas, desde los cerros abruptos y boscosos de Montifarti, en los Montes de Jerez. Cuando se inicia el otoño, a la caída de la tarde, nos gusta venir a estos solitarios parajes de los Llanos para salir al encuentro de los venados en celo o, cuando menos, para escuchar sus berridos que resuenan en las espesuras forestales dejando a las claras que estos grandes ciervos son, por si quedara duda, los “reyes” del bosque.



A partir del km 14 el paisaje vuelve a cerrarse y la carretera inicia un suave ascenso entre cerros poblados de acebuches, algarrobos, encinas… En los lugares orientados a exposiciones de umbría y en las vaguadas más frescas no faltan tampoco los quejigos, los espinos, los madroños, muy abundantes en las laderas y hondonadas con más humedad. Un cartel nos sale al paso y nos indica que abandonamos el término municipal de San José del Valle para internarnos en el de Jerez, mientras la carretera asciende por una estrecha garganta. A nuestra izquierda se aprecia ya el extremo sur de la Sierra de las Cabras, “el Puntal”, a cuyos pies la ruta cambia bruscamente de orientación para rodear las faldas de esta sierra.



Apenas pasamos el km 15, en el horizonte se apunta la cima piramidal del Picacho, una de las más notables de las que conforman la cercana Sierra del Aljibe. Al poco, en un recodo a la izquierda de la carretera y al pie del extremo sur de la Sierra de las Cabras, en un hermoso y escondido paraje, se encuentra la vieja Casa de las Palomas, ejemplo de arquitectura popular de estos rincones de las sierras gaditanas. La casa está enclavada en la finca de Montifarti, que forma parte de los Montes de Propios de Jerez y a la que pertenecen las tierras que se atraviesan en este tramo de nuestra ruta como nos indican varios monolitos que podremos ver junto al camino.



Hacia el Puerto de Las Palomas.



Al poco de pasar el Km 16 llamará nuestra atención, a la derecha, junto a la cuneta, la Fuente de los Pastores, cuyo caño alimenta un gran pilar, reformado en 1959, y donde podremos parar para refrescarnos y admirar el paisaje que se abre frente a nosotros. La Sierra de las Cabras nos muestra aquí las faldas de su extremo meridional, a cuyos pies se encuentra la Cueva de las Palomas, gran cavidad en la que halló refugio el hombre prehistórico.


En las proximidades de estos parajes próximos a la Fuente de los Pastores y la punta de Las Palomas, tuvimos ocasión de “tropezarnos” en 1997 con los escenarios de rodaje del primer documental que National Geographic realizó en España, dedicado íntegramente al Parque de los Alcornocales: “El latido del bosque”.

Dejamos la fuente para continuar subiendo las rampas que la carretera presenta en este tramo, camino del Puerto de Las Palomas. Atravesamos por un pinar de repoblación y a la derecha dejamos la entrada de la finca Chaparro Dulce siempre con la presencia, frente a nosotros, de la imponente silueta del Picacho. Algo más adelante, otra cancela conduce a la Dehesilla de Alba, para llegar, pasado el km. 18 a un paraje abierto: el Puerto de las Palomas, fin de nuestro camino.



En el Puerto se ha instalado un mirador en el que encontraremos también paneles informativos y desde donde podremos apreciar un soberbio paisaje que tiene como telón de fondo las cumbres de la Sierra de las Cabras, las más lejanas de los Montes de Jerez y de la Sierra de Grazalema y las más cercanas, a nuestra derecha, del Picacho.




Desde aquí podremos optar por seguir la carretera que conduce a Alcalá de los Gazules o continuar por la que nos lleva hasta el Puerto de Gáliz.

Carreteras secundarias. “Carreteras con encanto” por las que otro día volveremos para disfrutar del paisaje de nuestra tierra.

Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto.  Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

Puedes ver otros temas relacionados en nuestro blog enlazando con Entornoajerez. Rutas y Paseos y Por los Llanos del Valle

Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 27/09/2015

La virgen de la Merced.
Un recorrido por los azulejos devocionales de la campiña




En diferentes ocasiones nos hemos ocupado en ENTORNOAJEREZ de los azulejos devocionales y paneles cerámicos que encontramos en los cortijos, casas de viña y antiguas haciendas de olivar que se reparten por todos los rincones de nuestro término municipal o de otras poblaciones cercanas. Por sus valores artísticos, muchos de ellos constituyen notables muestras de los tradicionales talleres de artesanos ceramistas sevillanos y trianeros de los siglos XIX y XX y deben considerarse como elementos que forman parte del rico patrimonio disperso en nuestro entorno rural.

En última instancia, estos cuadros, paneles o retablos cerámicos, no son sino un testimonio de la devoción de los antiguos propietarios de los lugares donde los encontramos, representándose en ellos escenas muy variadas en las que no faltan imágenes de Cristo, de distintos Santos y, especialmente de la Virgen María. Hoy, día en el que se celebra la Virgen de la Merced, patrona de Jerez, hemos querido ofrecer a los lectores una muestra de algunos de esos azulejos devocionales dedicados a esta imagen.



Entre todos ellos, queremos destacar el panel cerámico que se encuentra en la fachada de la Capilla de los Caminantes de la Cartuja de Jerez. Instalado hace unos años, junto a otro del Cristo de la Defensión, está formado por 99 azulejos que tienen como motivo central la "Milagrosísima imagen de María Santísima de la Merced Patrona de la ciudad de Xerez de la Frontera", como puede leerse en el texto que figura al pie. En torno a esta imagen central se disponen 12 escenas en las que se relatan otras tantas intervenciones milagrosas de la Virgen.


Más modestos son los paneles que encontramos en el Cortijo de Campo Real, en las proximidades de Jédula, o en el de Las Pitas, en los Llanos de Caulina. El primero, obra de los afamados talleres sevillanos Mensaque  Rodríguez y Cía.,  tiene como leyenda "Ntra. Sra. de las Mercedes"  y está integrado por 12 azulejos rodeados por una orla. El segundo, más sencillo, lo componen tres azulejos y está firmado por los célebres artesanos trianeros de Cerámica Santa Ana


Entre otros de similares características, encontramos también representaciones de la Virgen de la Merced en distintos cuadros cerámicos enmarcados por hornacinas, como el retablo que puede verse en una de las estancias del cortijo de Bolaños, integrado por treinta y cinco piezas enmarcadas por una orla. El conjunto, es obra de los talleres de Cerámica Santa Ana, en las primeras décadas del siglo XX y se completa con una repisa cerámica y está cubierto por un pequeño tejaroz.


Por su simplicidad y belleza, traemos aquí la imagen de Ntra. Sra. de la Merced que puede verse en la fachada del cortijo La Mariscala, en la carretera de Trebujena, formada por tres azulejos (Cerámica Santa Ana). Más elaborada es la que se muestra en el hermoso panel cerámico que puede apreciarse en el cortijo de Martelilla, formado por 25 piezas.


Como se ha indicado, la variedad de representaciones, formatos y composiciones de los azulejos devocionales dedicados a la Virgen de la Merced que encontramos en el entorno rural es muy amplia. Como contraste sirvan una de las más modernas y una de las más antiguas. La primera, corresponde a la zona central del retablo de la Capilla de los Caminantes de la Cartuja, dedicado a la Virgen. Obra de mediados de los 80 del siglo pasado, fue realizado por el Taller  Águilas 25, de  Sevilla y firmado por el ceramista Juan Aragón Cuesta, nos ofrece, en treinta y cinco piezas, una elaborada composición. La segunda, todo un prodigio de sencillez y armonía, se conserva en la fachada del cortijo de Mesas de Santiago. En un cuidado dibujo de sutiles y delicados trazos, nos ofrece una preciosa imagen en dos azulejos salidos de la afamada Cerámica Santa Ana.



También de Cerámica Santa Ana, y para cerrar esta muestra de azulejos devocionales que tienen como motivo central la imagen Nuestra Señora de la Merced, destacamos el panel de 12 azulejos del cortijo de Cabeza de Alcaide, rodeado por una hornacina y realizado en 1952 y una magnífica composición integrada por 68 piezas que puede admirarse en la pequeña capilla del cortijo de Tabajete.



¡Buen día de La Merced!

Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto.  Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 24/09/2015


Por los Llanos del Valle.




Las carreteras secundarias, esas “carreteras con encanto”, poco transitadas, por las que podemos circular a velocidad moderada o parar en cualquier recodo del camino para disfrutar del paisaje, han tenido siempre para nosotros una especial atracción. Hoy les proponemos pasear por la que desde San José del Valle conduce al Puerto de las Palomas a través de un hermoso rincón: los Llanos del Valle.



Se trata de la CAP-0567, una carretera que hasta 1997 apenas tenía asfaltados cuatro kilómetros y que fue remodelada como alternativa a los caminos que quedaron inundados tras la entrada en servicio de la presa de Guadalcacín II. La ruta sigue, en su mayor parte, el trazado de una antigua vía pecuaria: un ramal de la Cañada de Albadalejo y Cuartillos conocido como “Cañada Real del Boquete o Llanos del Valle".

El Boquete y la Garganta del Valle.



La conocida Venta de “El Boquete” es la puerta de entrada a estos apartados parajes de los Llanos del Valle. En sus primeros kilómetros la carretera discurre por un terreno quebrado a través de la angostura que ha labrado el Arroyo del Valle entre los Cerros de El Boquete (izquierda) y Gurugú (derecha). Este arroyo, también conocido como Garganta del Valle o arroyo Jondo (en el mapa de Tomás López, 1787), es tributario del Majaceite y se forma por la unión de las aguas de otros cauces menores que discurren por los pequeños valles que se abren entre las sierras cercanas: arroyos de La Mirla, de Bujalance, de los Toreros, del Moro, del Majadal, de los Llanos del Valle…



Los topónimos de “El Boquete”, y de “Garganta del Valle” pueden estar relacionados con la estrechez del paso entre estos montes en cuyas laderas, junto a la cuneta de la carretera, afloran en muchos puntos los estratos rocosos de materiales cretácicos, fuertemente fracturados y plegados, que han dado lugar a estos relieves y que han sido erosionados por las aguas de estos pequeños cursos fluviales y quedan al descubierto.

Apenas hemos recorrido dos kilómetros cuando a la izquierda dejamos la entrada del hotel y restaurante El Acebuchal, donde se ha instalado también un campo de tiro. Se trata de nuevas actividades que van dando forma a la oferta de turismo rural a la que San José del Valle se está incorporando desde hace unos años. Frente a él, quedan las tierras del antiguo Rancho del Contrabandista. Por estos parajes veremos diseminadas entre el monte adehesado casas de labor, “ranchos”, pequeños cortijos...




Si hasta aquí el camino ha discurrido por entre lomas cubiertas de monte bajo, a partir del km 3 el paisaje se abre, especialmente en la margen derecha de la ruta, donde aparecen las suaves laderas de Sierra Labrada, topónimo que nos apunta el ya antiguo uso agrícola de estas tierras.

A la altura del Km. 4, llama nuestra atención a la derecha de la carretera, la entrada a la finca de Los Llanos del Valle.

En los pilares de la cancela, unos curiosos azulejos en los que puede leerse “Llanos del Valle, 1918”, dan pistas claras del origen de esta explotación agropecuaria, cuyo caserío se encuentra algo más alejado del camino, en las laderas de la Loma de los Poyales. Como dato significativo diremos que en el primer mapa topográfico de la zona editado en 1917 por el I.G.N., no figuran ni las casas ni el topónimo de esta finca que da nombre a todo el valle.


La carretera discurre ahora por un paisaje abierto, una gran llanada, que justifica el nombre de la Dehesa de Los Llanos del Valle. En ambos lados, y en especial a la derecha, en las faldas de la Loma de los Poyales, crecen extensos prados sobre los que pasta el ganado. Entre los km. 5 y 6 junto al camino, algunas casas de los colonos que tiempo atrás residían estas tierras, resisten el natural deterioro del paso del tiempo y guardan el sabor propio de la arquitectura popular. Décadas atrás, el antiguo IRYDA realizó parcelaciones en los Llanos para mejorar la explotación agrícola de estos terrazgos como indican los carteles, ya oxidados y descoloridos, que aún pueden verse junto a la carretera.

Por las faldas de Alazar.

En los pequeños cerros que por este lugar salpican el paisaje no faltan algarrobos, acebuches, lentiscos, o encinas, así como la vegetación propia del monte mediterráneo entre la que pueden verse también, criándose entre los prados y las arboledas, vacas, caballos, ovejas, cabras o toros de lidia. Estos últimos llamarán a buen seguro la atención del viajero al pasar junto a los campos de la Dehesa del Romero, (a la altura del km. 7, a la izquierda) donde un buen número de reses pastan entre acebuches y encinas entre las que se adivina también un tentadero.



A la altura del Km. 8 reclama nuestra mirada, a la izquierda de la carretera, una estrecha garganta que se forma entre las faldas de la Sierra de la Sal (cuyo nombre original era Alazar) y la de Las Cabras.



Se trata de dos formaciones calizas de edad jurásica cuya línea de cumbres es prácticamente horizontal debido a la peculiar disposición de los estratos rocosos que las constituyen. La Sierra de la Sal nos ha venido acompañando a la izquierda desde los inicios de nuestro recorrido, mientras que la de La Cabras nos escoltará a partir de este punto hasta las cercanías del Puerto de Las Palomas.



La garganta se conoce con el nombre Boca de la Foz (o de la Fox), angosto desfiladero labrado por el Arroyo de Bogas entre los estratos calizos de este gran lomo rocoso en forma de arco, que ha sido cortado a pico por las aguas. Llegados a este punto hacemos un alto en la carretera, junto a la entrada de las casas del antiguo cortijo de La Cortés Baja donde arranca la Cañada de Bogas o de Boca de la Foz.



Aprovechamos así para disfrutar del paisaje y dar un corto paseo de apenas un kilómetro por esta vía pecuaria que cruza toda la garganta y que en tiempos pasados era la vía de comunicación entre la Ermita del Mimbral (nudo de confluencia de otros caminos rurales) y Alcalá de los Gazules.



La cañada sirve de límite al Parque Natural de los Alcornocales, como indican los carteles que encontraremos en su recorrido, y que encierra en su perímetro el macizo rocoso de la Sierra de las Cabras, que queda frente a nosotros a la derecha.



Paseando por este antiguo camino, entre encinas y acebuches, cruzaremos el arroyo por antiguas “pasadas” y llegaremos hasta un descansadero donde aún se conserva el Pozo de la Fox, con sus tradicionales pilares labrados en piedra. En sus inmediaciones afloran los estratos calizos que nos revelan la naturaleza geológica de esta sierra y cuya orientación, casi vertical, dan a estos relieves su carácter abrupto.

A partir de este punto la vegetación se hace más densa y a medida que nos aproximamos a la angostura de la garganta apreciamos ya los farallones pétreos que se alzan en las paredes de la Boca de la Foz, donde no es extraño observar grandes rapaces y buitres sobrevolando estos parajes.

(Continuará...)

Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto.  Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

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Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 20/09/2015

 
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