
A comienzos del siglo XX la sociedad jerezana estaba embarcada en una serie de grandes proyectos de obras públicas. Se pretendía con ello intentar paliar la crisis provocada por la plaga de la filoxera que a finales del XIX había arruinado el viñedo y con él, la principal fuente de

La carretera de Cortes: un sueño hecho realidad.
Antonio Gallegos, quien fuera ingeniero director de la presa de Guadalcacín, expresaba en una de las conferencias que sobre estas cuestiones organizó el Ateneo Jerezano en 1916 la necesidad de construir esta carretera, de “interés excepcional para la ciudad… al ser la arteria central que en dirección de Occidente a Oriente ha de cruzar el extenso término municipal, desarrollando un

El tramo más dificultoso, por lo abrupto del terreno era el comprendido entre este último lugar y el Mojón de la Víbora. A este respecto, el ingeniero apuntaba que “…por último, entre el Puerto de Galis y el límite del término habrán de construirse otros 10 km á lo largo de la Loma de la Novia, en la sierra de la Gallina; y es tal el deseo y el interés que por

Consciente de las dificultades, pero también de la necesidad de la obra para el progreso de una extensa zona de la provincia, Gallegos era

Cien años después les invitamos a recorrer este último tramo de la carretera de Cortes, el comprendido entre El Puerto de Galiz (o Galis) y el Mojón de la Víbora, en los límites de los términos de Jerez, Cortes y Ubrique, una ruta de apenas 20 km que, a nuestro juicio, pasa por ser una de las carreteras secundarias con mayor “encanto” de la provincia. ¿Nos acompañan?
En el Puerto de Gáliz.

Nuestra ruta comienza en el Puerto de Gáliz (pk. 20), donde hemos dejado atrás su conocida Venta en el cruce donde confluyen los caminos de Jimena, Ubrique y Alcalá de los Gazules, junto a la singular mole rocosa del Peñón de Ballesteros.
El peñón, una enorme roca de arenisca que destaca, aislada, entre los prados que se abren en el alcornocal, es un hito natural de primer orden, todo un monumento geológico al que la erosión ha dado formas redondeadas. A su lado se construyó el primer ventorrillo de estos parajes que hoy nos muestra sus ruinas y que hace apenas dos décadas regentaba el entrañable “Juan el Igualeja” junto a su esposa Catalina.


Dejamos atrás el Peñón (que debe su nombre al general Francisco Ballesteros quien anduvo por estos parajes combatiendo a los franceses en la Guerra de la Independencia) para tomar la carretera en dirección a Ubrique. En su primer tramo discurre por un trazado paralelo al que llevaba el antiguo camino que unía esta población serrana con Alcalá y que se conserva aún parcialmente como vía pecuaria. Desde los primeros kilómetros, el


Apenas hemos recorrido un par de kilómetros, la carretera atraviesa una zona más despejada que deja a la vista, frente a nosotros, el caserío de El Marrufo que se adivina entre las arboledas y los prados que descienden, ladera abajo, hasta la Garganta de la Sauceda. El Marrufo (pk. 17) es una gran explotación de 1.000 hectáreas de superficie y uno de los más singulares cortijos del término,

Sus edificios, visibles desde la carretera, se organizan en torno a un amplio patio central, muy abierto, donde se aprecian las estancias del señorío, las viviendas y gañanías, así como su peculiar capilla de estilo neogótico, coronada por una curiosa espadaña de cantería. Tras la edificación se aprecian tres naves gemelas construidas con muros de mampostería de piedra vista, dedicadas a almacenes, cuadras y estancias.

Siempre que pasamos por este lugar, hacemos un alto en el camino frente a la capilla, en recuerdo de las mujeres y niños de la cercana aldea de La Sauceda, que en noviembre de 1936 fueron aquí

Entre bosques de alcornoques.
Dejando atrás El Marrufo, veremos a la izquierda sendas cancelas que dan paso a pistas forestales que se internan en el bosque. La primera,
Seguimos nuestra ruta, dejándonos llevar por una carretera que traza por aquí curvas cerradas y que, a tramos, parece techarse por las



José María Sánchez, Ingeniero de Montes, buen conocedor del Parque de Los Alcornocales, nos explica el origen de este curioso “bosque de los números” que tiene su origen en la práctica de marcar ciertos árboles con el último dígito del año en el que ha sido descorchado. Así, nos informa que, tradicionalmente, “las fincas corcheras tienen organizadas los “tramos” de descorche con límites fácilmente identificables, de tal modo que sus gestores saben que la pela correspondiente a tal año acaba -o comienza- en tal arroyo, divisoria o camino. No obstante, en algunas ocasiones se pueden producir confusiones. Por ejemplo, si un

Por lo general, el descorche tiene lugar cada nueve años, pero “suele ser habitual que las explotaciones de gran extensión no descorchen todos los árboles de un mismo sector a la vez y repartan las pelas en años sucesivos. Con esta práctica no se expone toda la finca a la vez a los riesgos de daños graves tras un descorche (por incendios, sequías, plagas...), dado que el árbol queda temporalmente sin defensas. A ello hay que sumar también las ventajas económicas ya que al dividir la cosecha en distintos años se reparten los ingresos y se equilibran los precios de venta, que pueden variar mucho de unos años a otros”.




Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto. Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.
Por si te interesa, también hemos publicado en este blog otros temas relacionados con el que aquí se trata. Puedes verlos en Carreteras con encanto, En el Puerto de Gáliz. Un recuerdo a Juan “el Igualeja”, El Peñón de Ballesteros. En el Puerto de Gáliz con el general Ballesteros y Del Puerto de Gáliz al Mojón de la Víbora. Por Los Alcornocales (2).
Nota: La fotografía de Antonio Gallegos ha sido tomada del blog de Antonio Mariscal Trujillo
Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 28/12/2014