Las carreteras secundarias, esas vías poco transitadas por las que se puede circular a velocidad moderada y que nos permiten parar en cualquier recodo del camino para contemplar el paisaje, han tenido siempre para nosotros una especial atracción. Podríamos denominarlas también como “
carreteras con encanto”, porque al recorrerlas, disfrutamos de sus valores paisajísticos, de la riqueza de su entorno, de su vinculación con la historia, la literatura o la naturaleza.
Hoy les proponemos pasear o recorrer en su vehículo por una ruta muy singular, la que conduce hasta la
presa de los Hurones. Arranca esta vía como un ramal de la
carretera de Jerez a Cortes, en el punto kilométrico 56, donde encontraremos una desviación a la izquierda a la altura del
cortijo de Rojitán. Tras un corto recorrido de algo más de
7 km., llegaremos al
Poblado de los Hurones, al pie de la presa, fin de nuestro camino.
Pero vayamos despacio, recreándonos en los parajes por los que discurre y parando cuantas veces sea necesario para disfrutar de los muchos puntos de interés que este privilegiado entorno nos ofrece.
Caminos centenarios: por la antigua Cañada de Rojitán.
La carretera de los Hurones sigue, en la mayor parte de su recorrido, el trazado del antiguo camino conocido como
Cañada de Rojitán, Charco de los Hurones y Ubrique. Se trata de una vía pecuaria que ponía en comunicación las rutas que venían desde la campiña de Jerez y las tierras de Alcalá de los Gazules y Tempul con la Sierra de Cádiz siguiendo el valle del Majaceite. Desde mediados de la década de los cuarenta del siglo XX existía ya en el mismo lugar una “carretera particular” que conducía hasta la
Dehesa de La Alcaría.
Su trazado fue mejorado y ampliado con motivo de la construcción de la presa de los Hurones, a comienzos de la década de los cincuenta del siglo pasado. En estas fechas se realizaron

también algunas de las obras que pueden verse a lo largo del recorrido, como la canalización del acueducto de los Hurones y los sifones de esta misma conducción, el puente sobre el Arroyo del Astillero y el poblado para los trabajadores de la presa que aún se conserva (1). Junto a ello, se construyeron también algunas viviendas para la guardería de montes, hoy abandonadas, que encontramos a pie de carretera en diferentes puntos. También se llevó

a cabo una repoblación con pinos y eucaliptos en distintos parajes para la defensa de los taludes y laderas colindantes con la carretera llegando a techarla en la actualidad en algunos tramos con sus copas entrelazadas.
La ruta arranca en un paraje abierto y despejado, donde despuntan grandes eucaliptos, y por el que fluye el
arroyo de Las Palas que nos habrá acompañado a lo largo

de nuestro camino por la carretera de Cortes. Este lugar fue un antiguo
descansadero de ganado, conocido como
Rodeo de Cartuja, topónimo el de “rodeo” que hace alusión a un lugar donde se reúne el ganado mayor, así como a sus primitivos propietarios. Desde este punto partía hacia el sur, siguiendo la carretera de Cortes, la
Cañada de la Jarda, buscando el Puerto de Gáliz y, hacia el norte, la antigua
Cañada de Rojitán (por donde discurre nuestra “carretera

con encanto”), camino del
Charco de los Hurones y de las tierras de la villa medieval de Cardela y de Ubrique.
Lo primero que llama la atención del viajero, apenas toma la carretera, es el caserío del
Cortijo de Rojitán, restaurado hace unos años y en la actualidad transformado en alojamiento rural que gestiona el Ayuntamiento de Jerez. Las tierras de este cortijo son las que se extienden a ambos lados del camino en los tres primeros kilómetros, alternándose suaves laderas ocupadas por pastizales, con un monte adehesado en las que pasta el
ganado vacuno.

Las faldas de estos
cerros de arenisca y sus rincones más abruptos, están ocupados por bosquetes de
quejigos y alcornoques, donde se desarrolla en todo su esplendor la vegetación natural propia del monte mediterráneo. Estos parajes se agregaron a los
Montes de Propios de Jerez en 1991, cuando las fincas de
Rojitán y
La Gordilla (colindante con la primera) pasaron a ser de propiedad municipal. Curiosamente, estas tierras habían pertenecido tradicionalmente al
común de Jerez, que las vendió siglos atrás. Rojitán fue

adquirida por el conocido
marqués de Villapanés quien la compró en 1755 cuando el ayuntamiento tuvo que desprenderse de ella para financiar diversas obras públicas. (2)
Por los Montes de Propios de Jerez.
Continuando nuestra ruta, la carretera deja a ambos lados, los pastizales y dehesas de los
Montes de Propios de Jerez. A la izquierda la perspectiva se abre mostrándonos los
Cerros de la Penitencia y el
Peñón de la Becerra, donde destacan las grandes lajas o tajos, constituidos por los estratos verticales de la roca conocida como “
arenisca del Aljibe”, que nos acompañará durante todo el camino formando riscos, cortados y pequeñas paredes entre las que a veces se encajona la carretera y el río. En distintos puntos veremos las conducciones del acueducto de los Hurones y las casetas de un sifón que cruza bajo la calzada.

A partir del km. 3, la carretera se interna en un paisaje más cerrado y abrupto y, en muchos lugares, discurre techada por las copas de los árboles que crecen en sus cunetas. A la izquierda de la ruta, el viajero verá los llamativos tajos pétreos de
Los Bermejales, a cuyos pies se adivinan los sotos de
sauces y fresnos que acompañan al
río Majaceite formando en algunos tramos de sus riberas hermosos bosquetes. Junto al camino encontramos diferentes puertas de acceso a las fincas colindantes que nos alertan de la presencia de ganado bravo.

En las proximidades del Km. 4, en un sombrío recodo de la carretera, a la izquierda, veremos las ruinas de una casa que perteneció a la guardería de los Montes de Propios, como nos lo recuerda uno de los muchos
monolitos que, en diferentes puntos, señalizan la propiedad municipal de estas tierras. Algo más adelante, también a la izquierda del camino, veremos otra casa construida en la década de los cincuenta del siglo pasado, que estuvo destinada a la guardería. En sus cercanías, una gran cancela señala el carril que conduce al “Parque Forestal de los Hurones”, paraje al que podremos acceder cómodamente por otro lugar.
Poco antes de llegar al punto km. 5, veremos a la izquierda de la calzada la caseta de uno de los mayores
sifones del acueducto de los Hurones y algo más adelante, a la derecha, el camino

que conduce a la Casa del astillero y a la finca de
La Alcaría, uno de los más hermosos cortijos de la provincia de Cádiz, dedicado a la ganadería, la explotación forestal y las actividades cinegéticas y al que visitaremos en otra ocasión. Su nombre, de resonancias árabes, común en otros puntos de nuestra geografía, deriva de la voz al-Qarya, que alude a la existencia de una aldea, caserío o “alquería”, en tiempos de la dominación musulmana de estos parajes. Por este camino se accede a uno de los itinerarios que se han habilitado para la práctica del senderismo en los Montes de Jerez: el de
La Albina.
En el Puente del Astillero.

Al poco de pasar el km. 5, la carretera cruza el
Arroyo del Astillero por un sólido puente en el que se apoya también la canalización del acueducto de los Hurones. El nombre del arroyo (que en algunos mapas, aparece erróneamente, como del
Artillero), nos recuerda la vinculación de estos montes a la Armada ya que, especialmente en el
siglo XVIII, los veedores de la Marina escogían en estos bosques los mejores ejemplares de quejigo y alcornoque para utilizar su madera en la construcción naval. (3)

En el entorno del puente se instaló hace más de dos décadas una zona recreativa, el
Parque Forestal de los Hurones, que se encuentra hoy día en estado de total abandono. Ecologistas en Acción ha denunciado en diferentes ocasiones los riesgos ambientales que suponen mantener sin los equipamientos y la vigilancia forestal adecuada este espacio que, conviene recordar, se encuentra enclavado en pleno
Parque Natural de Los Alcornocales. Con todo, este paraje de gran valor paisajístico, merece un paseo ya que en sus proximidades el Arroyo del Astillero se une al río
Majaceite, que aparece aquí escoltado por un frondoso bosque en galería de gran interés.
Al retomar el camino, después de una parada, veremos a la derecha de la carretera la caseta de salida del
sifón de los Hurones, hasta donde llega la conducción procedente de la cercana presa, cruzando la montaña través del
Túnel de la Alcaría, de casi tres kilómetros de longitud (3).

A partir de este punto, y en los dos kilómetros siguientes hasta el poblado de los Hurones, la carretera se interna en una garganta excavada por el Majaceite, que corre a la izquierda y nos acompañará ya hasta la presa. En distintos puntos, podremos observar las paredes y pequeños tajos que forman las lajas de arenisca. En algunas de ellas es fácil
observar buitres, en sus tradicionales posaderos.
En los lugares en los que la anchura del arcén lo permite, podremos parar para bajar hasta la orilla del Majaceite, escoltado por sauces, fresnos y adelfas, que forma en estos lugares
pozas, remansos y playas de guijarros de gran belleza.

La carretera continua, sombreada la calzada por las copas de los árboles que en todo momento escoltan sus orillas.
A la derecha de la ruta, una
pequeña hornacina que alberga una fuentecilla incluida en el catálogo de Fuentes y Manantiales de Andalucía, nos anuncia que, a la vuelta del camino, nos espera el Poblado de los Hurones (4) donde podremos terminar nuestro recorrido con una visita a la presa y un refrigerio en la conocida “Venta El Pantano”.
Los detalles de la visita al poblado y la presa los dejamos para otra salida.