El ombú de Faín.
Árboles singulares.




Junto a la entrada de una antigua hacienda de olivar, el Cortijo de Faín, “resiste” al pie de la carretera que une Arcos con Algar uno de los árboles más excepcionales de cuantos podemos ver en la provincia de Cádiz: el Ombú de Faín.

El ombú (Phytolacca dioica L.), también conocido como bella sombra, es un árbol originario de Argentina y otros países de América del Sur, una especie “exótica” en nuestro territorio, lo que acrecienta su singularidad. De gran tamaño y de rápido crecimiento, estos árboles son muy longevos, pudiendo alcanzar los 15-20 metros de altura, si bien este ejemplar apenas sobrepasa los 5 m. El ombú suele tener un tronco corto y grueso y como sucede con el que crece en Faín, se ramifica desde la base en varios troncos muy anchos. En este caso, algunos de ellos se han dañado, habiéndose formado en el interior de su tronco un gran hueco donde se aprecia su deterioro. Desde la base emergen sin embargo numerosas varas y pequeños troncos que aseguran nueva vida a este viejo ejemplar. Su madera es relativamente blanda, por lo que sus ramas se desgajan con facilidad y, como puede observarse, su tronco se ha ahuecado pudiendo llegar a pudrirse parcialmente.

Su gran tamaño y la peculiar forma de su base confieren a este árbol su singularidad, por lo que no es de extrañar que fuera incluido en el Catálogo de Árboles y Arboledas singulares de Andalucía. Sus dimensiones bastarían para considerarlo como uno de los árboles mas destacables de la provincia, presentando un perímetro de tronco, medido a 70 cm. del suelo, de más de 10 metros. Si tomamos como referencia las medidas del tronco en su base, el perímetro supera entonces los 14 metros. La copa del ombú es extendida, con una proyección (superficie de “sombra”) que supera los 50 m2. Sus hojas son simples y alternas, de un lustroso e intenso color verde, de forma ovalada y borde liso, pudiendo alcanzar los 10 cm. de longitud. En ellas llama la atención el nervio central, muy marcado. El follaje de la copa, por lo general, presenta un aspecto denso. La gran incógnita es la edad aproximada del árbol, que puede remontarse al siglo XIX.

Junto al árbol se levantó un monolito con una sencilla cruz y en los últimos años se han ajardinado sus alrededores, por lo que se ha ocultado parcialmente su vista desde la carretera. Sin embargo, no será difícil localizarlo ya que se encuentra junto a la entrada del Cortijo de Faín, una magnífica hacienda rodeada de olivos, de cuya existencia se tiene noticia documentada ya en el siglo XVII y que ha sido remozada recientemente como hotel rural. La visita al ombú de Faín, singular por tantos motivos, podrá así complementarse con un recorrido por el cortijo y sus alrededores.

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Los últimos lobos de nuestros montes.
Toponimia (3)


Montes de Jerez
Tras la desaparición del oso en el siglo XVIII, el lobo era el mayor de los carnívoros que poblaba nuestros montes y como tal, constituía la principal amenaza para los ganados. Existen numerosos testimonios desde el siglo XIV que nos informan de la existencia de lobos en la mayor parte del territorio provincial y, en especial, en las serranías de Grazalema y en en las sierras del sur y el este de la provincia.

Se tiene constancia documental de la presencia de lobos en numerosos puntos del término municipal jerezano y otros colindantes, al menos hasta bien entrado el siglo XIX. En los trabajos de J. Diego Pérez Cebada se da cuenta de las Ordenanzas municipales para la persecución en nuestros montes de “animales nocivos” y de los premios del Concejo a los cazadores que cobraban piezas calificadas como “alimañas”: zorros y, especialmente, lobos. Hasta el primer tercio del siglo XIX se organizaban batidas (poco efectivas) y se utilizaban también otros métodos para tratar de darles caza como trampas, cebos con agujas, lazos o cebos conocidos como “matalobos”, envenenados con nuez vómica, que se dispensaba en las droguerías y las boticas. Pérez Cebada recoge en sus estudios que en el último registro de animales nocivos conservado en nuestra zona (1945-48), aparecen águilas, zorros, turones y comadrejas pero ya no figuran lobos entre las piezas cobradas por lo que, como máximo en estas fechas, puede darse por extinguido tras el acoso permanente al que fue sometido. Aunque los datos son imprecisos, según algunas fuentes el lobo desapareció de la provincia de Cádiz en la década de los veinte del siglo pasado. Otros testimonios orales cuentan que, el que tal vez fuera el último lobo de estos territorios, fue cazado por monteros de Ubrique en el Canuto de Las Palas, un paraje enmarcado en los Montes de Propios de Jerez. El caso es que, desde hace casi cien años, no se han vuelto a tener noticias de la existencia de lobos en nuestros montes.

Hoy sin embargo, como testigo de aquella presencia y del temor reverencial que los habitantes del mundo rural y los ganaderos y pastores mostraban hacia estos animales, se mantiene su recuerdo en la toponimia y muchos parajes, arroyos, puertos, cañadas, ranchos cerros y lomas están relacionados con los lobos, dejando claro así quién era el protagonista principal de aquellos lugares. En las cercanías de la ciudad (junto a la carreteras de Sanlúcar y la zona comercial de Área Sur e Ikea), la Cañada de la loba nos recuerda que no solo los parajes agrestes de las serranías contaban con la presencia de este animal, sino que las campiñas también eran marco de sus correrías. El Arroyo de la loba, próximo a esta cañada, también lo confirma. Ya en zonas más agrestes de nuestro territorio, en las sierras al este del término y en los Montes de Jerez, “viven” aún muchos lobos en la toponimia. La Cañada del moro y de la loba o el Cerro del lobo guardan esta presencia en nuestras sierras, al igual que la Casa de los lobos o la Loma del Puerto del lobo, espacios escarpados y forestales en el interior de la finca de los Montes de Propios donde encontramos también el Arroyo del Puerto del lobo.

En otros puntos de la provincia, y en especial en las sierras del sur cubiertas de alcornocales, se conservan también topónimos que revelan la presencia del lobo. Tal vez sea el término de Los Barrios el que, tras el de Jerez, guarde más ejemplos como los de el paraje deCañada de 'La Loba' (Jerez) El lobo, la Loma de la loba, el Rancho de la loba, el Puerto del lobo (Los Barrios) o el Rancho, Cabeza y Cortijo del Puerto del lobo. En los montes de Algeciras pervive también un Cerro del lobo, el Arroyo del lobo o el paraje de El lobo, que también encontramos en Jimena. En Tarifa se conserva todavía el Cortijo lobote y en Alcalá de los Gazules el Cerro, Tajo y Puerto del lobo. En la localidad serrana de Olvera está el Arroyo de la loba, en la de Setenil el Arroyo de los lobos, en Benaocaz, el Arroyo del Puerto del lobo, que vierte a Los Hurones; en las de La Línea y San Roque, el paraje de Valdelobillos. Sin embargo, como ya se ha visto, los lobos no habitaban sólo parajes montuosos y alejados y, como prueba de ello perviven la Huerta del lobo, en el término de Arcos, o La lobita, en Conil.

Para saber más:
- Clavero Salvador, J. y otros.: Enciclopedia de Cádiz y su provincia. Ed. Gever. Sevilla 1984. Tomo I. p. 257
- Pérez Cebada, J.D. (2002): La regulación de la caza y la persecución de los “animales nocivos” en los montes de Jerez (SS. XV-XIX). X Congreso de Historia Agraria. Sitges, 23, 24, 25 de enero de 2002; pp. 25-40.
- Pérez Cebada, J.D. (2009): Regulación cinegética y extinción de especies. Jerez, siglos XV-XIX. En Revista de Historia de Jerez nº 14-15, 2008/2009. pp. 209-224.


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Torres y castillos en torno a Jerez.
Galería de Imágenes

Como complemento al texto de la entrada anterior sobre las torres, atalayas y castillos repartidos por las cercanías de Jerez, se ofrece a continuación una galería de imágenes:


Foto denuncia:
paso libre por las riberas


Puertas en el campo
Las presiones más preocupantes a las que se encuentra sometido el Dominio Público Hidráulico en el río Guadalete son, junto a los vertidos, las derivadas de la ocupación, usurpación y degradación de las riberas. Salvo en unos pequeños tramos, no se ha realizado el deslinde del DPH y la mayoría de las riberas del recorrido del Guadalete por nuestras campiñas, se encuentran seriamente amenazadas por múltiples agresiones. Entre todas ellas, destacamos hoy en nuestra foto-denuncia, la instalación de vallas, alambradas, cancelas y rejas que impiden la libre circulación por las riberas, las márgenes, la zona de servidumbre o el mismo cauce del río, incumpliendo así lo dispuesto en la Ley de Aguas.

A modo de ejemplo, mencionaremos las cancelas y vallas que obstaculizan el paso al camino que discurre por la parte superior de la mota situada junto al Puente de La Greduela y que lleva hasta los pies del cerro de la Sierrezuela. Esto mismo sucede en el sendero que discurre junto al río hasta el cortijo de La Greduela, cerrado también con unas puertas metálicas. En otros casos, las alambradas permanentes impiden el paso por la zona de servidumbre, como sucede por ejemplo, en el sendero que discurre sobre la mota que desde el Puente de La Herradura conduce hasta la zona trasera de la azucarera de El Portal, cortado en varios puntos. Más llamativo e intolerable es el cercado que cruza totalmente la ribera, hasta introducirse en el cauce y en la lámina de agua del río, y que puede verse entre la zona de Salto al Cielo y los llanos de La Greduela, al pie del Cerro de La Sierrezuela.

Vallados de corrales y huertos que ocupan la ribera y han eliminado la arboleda del río se ven por todas partes en Lomopardo, La Corta, El Torno o La Barca. Junto al Puente de Cartuja, otras alambradas dificultan e impiden el paso por las márgenes, al igual que en la zona de la confluencia del Arroyo Salado de Caulina. A los pies del nuevo puente de la Autovía de los barrios, se ha levantando una alambrada que obstaculiza el paso a la ribera, al igual que sucede en la zona trasera de las balsas de la Azucarera o junto al Vivero de la Consejería de Medio Ambiente en Majarromaque. Como se decía en uno de los carteles que los participantes en el Paseo Ciudadano por la recuperación del Río Guadalete instalaron el pasado 14 de febrero en El Portal : ¡Queremos un río sin alambradas!.


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Flores en las cunetas


Flores en las cunetas
Entrado ya el invierno, después de las lluvias, las cunetas se llenan de brotes verdes y hacen su aparición las primeras flores. Entre las muchas especies que se adelantan a la primavera traemos aquí a dos de ellas, presentes en muchos rincones de nuestras campiñas.

NarcisosPor sus hermosas flores de pétalos blancos y por sus vistosos estambres amarillos, los narcisos (Narcissus papyraceus Ker-Gawler) llaman poderosamente nuestra atención en los bordes de los cultivos o en las orillas de los caminos. Suelen crecer en suelos húmedos y arcillosos y los hemos visto en muchos lugares de nuestros campos como en los alrededores de la Laguna de Medina, en Las Piletas, en las inmediaciones del Castillo del Berroquejo o junto a la carretera que une El Portal con la Fábrica de Cemento, donde los fotografiamos hace unos días. El nombre de la especie alude a la bráctea que protege las flores (que recuerda en su textura al papel) y que puede verse antes de que éstas se abran. Pero sin duda, una de los rasgos distintivos de estas flores, que crecen en densos ramilletes, es su olor, su penetrante e intenso olor (desagradable para algunos) del que probablemente deriva su nombre vulgar: “meado de zorra” o “meado de burro”. Nosotros preferimos llamarlos por otros de los nombres con los que también se les conoce: “narcisos blancos” o “narcisos de papel”.

BorrajasMás humildes en apariencia y mucho más abundantes que los narcisos, son las borrajas (Borago officinalis L.). Aunque se cultiva en distintas regiones para su consumo como verdura, nuestras borrajas pasan aquí inadvertidas y crecen silvestres en los bordes de los carriles, caminos y carreteras y en los linderos de los campos. Son fácilmente reconocibles por los característicos pelillos que cubren sus hojas y tallos y, especialmente, por las vistosas flores de color azulado que exhiben en estos días del invierno. A diferencia de otras especies que son recolectadas en estado silvestre para su consumo (espárragos, tagarninas, cardillos…), las abundantes borrajas no cuentan en nuestra comarca, por lo que parece, del prestigio culinario del que gozan en otros puntos del país, como Aragón o Navarra, donde son una de las verduras más solicitadas. Esto nos permite, eso sí, poder admirar la humilde belleza de sus flores en tantos lugares de nuestro entorno.

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Un nuevo encuentro con la Historia de Jerez.


El pasado 12 de Febrero se ha presentado en el Salón de actos de la Fundación Caballero Bonald una nueva edición de la Revista de Historia de Jerez -los números 14 y 15 correspondientes a 2008/09- que en esta ocasión, ha sido dedicada a recordar la figura y la obra del profesor e historiador Antonio Cabral, del que se cumplen diez años de su muerte. En buena parte de los artículos que integran la Revista se deben a distintos autores que compartieron con A. Cabral tareas de investigación sobre historiografía agraria y son también, en gran medida, un homenaje a sus trabajos. En la Primera Parte, tras una emotiva evocación de F.A. García Romero, “Antonio Cabral en nuestro recuerdo”, el lector encontrará artículos de Diego Caro Cancela, Josep Fontana, Manuel González Jiménez, José Ignacio Jiménez Blanco, Javier Maldonado, Enrique Montañés, Fernando Romero, Julio Perez Serrano, Alejandro Román, Laureano Rodríguez…

Javier Martinez, compañero de A. Cabral en el IES Sta. Isabel de Hungría, hace en su artículo un recorrido por el Museo de Tecnología Agraria “Antonio Cabral”, de visita obligada para quienes quieran conocer el proceso de renovación tecnológica llevado a cabo en la agricultura del Marco durante los dos últimos siglos. Por su parte, Juan D. Pérez Cebada nos presenta un interesante trabajo sobre la “Regulación cinegética y extinción de especies” que nos aporta datos reveladores, entre otros, sobre la persecución y eliminación de “animales nocivos” (zorros, lobos…) en los montes y espacios rurales el entorno de la ciudad entre los siglos XV y XIX. En un completo y revelador estudio, Manuel Cuadrado Román aborda en “Los canales de Jerez” la reconstrucción histórica del paisaje del entorno de la ciudad y, en especial, el relacionado con antiguos canales y conexiones entre los ríos Guadalete y Guadalquivir, Los esteros de Asta, el canal de Guadabajaque, el estero de Doña Blanca, el canal que se extendería por las tierras de la actual Cañada de la Loba… son estudiados y documentados en este artículo.

En la Segunda Parte de la Revista, dedicada a Historia, Arte y Documentos, encontraremos trabajos de F.J. Barrionuevo, J. Luis Jiménez y A. de la Rosa, J. A. Moreno Arana, J. Jácome, J. Antón, J.M. Moreno, F. Espinosa de los Monteros o J.A. Patrón. De gran interés son también las aportaciones de F. Sánchez -que rescata la historia de aquel “Ferrocarril de Jerez a Sanlúcar de Barrameda y Bonanza. 1875-1965”- y de M. Ángel Borrego Soto, que nos acerca a la figura de “El sabio jerezano Abu Ishaq Al-Bunasi”. Una publicación, en suma, de gran utilidad para quienes quieran conocer mejor nuestra Historia que, gracias una vez más a la labor que desarrolla el Centro de Estudios Históricos Jerezanos, se pone a disposición de todos.


Índice de contenidos

El canal de La Tapa.
La unión del Guadalete y el San Pedro.



Desde el siglo XVI, de manera recurrente, la ciudad de Jerez anduvo embarcada en dos grandes proyectos: la traída de aguas y la canalización del Guadalete y su unión con el Guadalquivir. Si bien el primero de ellos vio la luz bien avanzado el XIX, la mejora de la navegación por el Guadalete y, el sueño de acercar el río a los pies de la ciudad ha conocido tantas frustraciones como proyectos se han sucedido en todos estos siglos. Junto a ellos, otro ansiado sueño, unir el Guadalete con el San Pedro para conseguir una salida navegable más directa a la Bahía de Cádiz sin pasar por El Puerto, llegó a materializarse aunque tuvo un curioso y accidentado final.

Entorno de La TapaCuando el Guadalete abandona el término municipal de Jerez camino de su desembocadura en El Puerto cruza una gran llanura formada por los sedimentos de su antiguo estuario. Estas tierras, antiguas marismas, fueron puestas en cultivo por el Instituto Nacional de Colonización al levantarse el Poblado de Doña Blanca, tras la desecación de amplios sectores inundables y el trazado de una amplia red de canales de drenaje. En estos parajes persiste el llamativo topónimo de “La Tapa”, estrechamente vinculado con aquel viejo proyecto de unir el Guadalete con el Río San Pedro.

Cuenta el padre Rallón en su Historia de la Ciudad de Xerez de la Frontera, que ya en 1622 el concejo de Xerez había acordado realizar una obra que uniese ambos ríos para buscar así una salida más directa a los barcos que desde la ciudad se dirigían a la Bahía de Cádiz y evitar las dificultades que ocasionaba la barra de la desembocadura del Guadalete. El proyecto se retomó con más fuerza con ocasión de la epidemia de peste de 1648 y su aparición en la vecina ciudad Río Guadaletede El Puerto,”… tan cercana a Xerez, que pudo juzgar que la tenía dentro de su casa. Inquietóse el común y comenzó a sentir su daño. Cerró del todo la comunicación con ella y ella, que disimulaba el mal y se juzgaba sana, se quiso valer de la violencia, quitando por fuerza el bastimento que pasaba por sus ríos a la ciudad de Cádiz, ocasionando la discordia entre las dos ciudades; daño que se sentía y no se podía remediar por lo preciso de haber pasar por sus puertas con la provisión que llevaban a Cádiz para despachar en ella sus frutas en que Xerez tenía muchos interesados, los cuales quisieron buscar remedio para este daño, quitando la ocasión de llegar a las manos y mudando el tránsito por otro lado”.

Entorno de La TapaLa necesidad de dar salida al comercio que seguía la vía fluvial rumbo a la Bahía, que había quedado obstaculizado por la aparición de la peste, hizo retomar el viejo proyecto del concejo jerezano. “Se trataba de romper el istmo de tierra que había entre Guadalete y un caño, que desde la bahía entra por el término de Xerez y se llamaba el Salado de Puerto Real. Considerose que si se rompiese el pedazo de tierra y se le hiciese madre, para que sus aguas se comunicasen con Guadalete, se podría por el pasar a Cádiz sin tocar en El Puerto y evitar a ocasión de discordias éntrelas dos ciudades y guardar mejor de la muestra del contagio que se tenia. El medio aunque eficaz era dificultoso, así por las muchas expensas que se necesitaban para conseguir su efecto, como por no poderse hacer sin autoridad publica y sin licencia del rey. El daño iba creciendo cada día y todos temían que no se les apestasen sus casas, con que la clerecía se determino a ejecutarlo, juzgando que la necesidad dispensaba en esta ocasión con todas las leyes y que hecho una vez, se tendría el rey por servido reconociendo la utilidad de la comunicación de estas aguas…”.

La obra comenzó a hacerse de inmediato con el apoyo decidido del clero jerezano y cuenta Rallón que “…fue abrazada y aplaudida de todo el común y aún de todos los lugares de la comarca, menos de El Puerto y del Duque de Medinaceli, su señor, a quien estaba mal que el comercio con Cádiz no fuese por allí. Pusieron todo el conato posible en que no se pasase adelante con la obra, que cada día iba tomando mejor forma, porque todos accedieron a ella con las personas y con las haciendas. Hízose la clerecía cargo de ello y en breve tiempo se formo en aquel campo un real de chozas y tiendas como un buen lugar, proveído de todas las cosas necesarias para la prosecución de la obra, que iba muy a prisa, juzgando que el remedio de aquel daño se cifraba en la brevedad.”

Enterado de la obra, el duque de Medinaceli se presentó en Xerez ante el cabildo y solicitó del corregidor Don Pedro de Contreras que, puesto que se carecían de los oportunos permisos, se paralizase. “Y él lo puso en ejecución, enviando ministros que estorbasen la obra. Más ella había tomado tal fuerza que no se atrevieron a más de la autoridad de la justicia por ser eclesiásticos y a todos los que andaban en la obra y porque se vieron que el común no se inquietase porque muchos estaban a la vista para favorecer la clerecía en caso que se quisiese hacer alguna violencia, por lo cual les hicieron muchos requerimientos y suspendieron las demás diligencias. Viendo el duque el estado del negocio, tomo testimonio de lo que pasaba y lo remitió al concejo. Lo mismo hizo el corregidor y con el dio cuenta el arzobispo para que envíe al juez que procediese contra la clerecía para que constase que la ciudad no cooperaba en la acción. Las diligencias prosiguieron muy vivamente y los obreros no se descuidaban en acabar su obra. El arzobispo envió su visitador, a instancia del duque, para que reprimiese la clerecía y el concejo dio orden a don Jerónimo Pueyo, regente de la Audiencia de Sevilla, para que viniendo a Xerez, el uno con la potestad real y el otro con la eclesiástica, detuviesen aquel torrente de pueblo que con toda instancia proseguía la obra comenzada”.

Cuenta Rallón que “el negocio se redujo a juicio civil” y que mientras duraban los pleitos, se terminó de abrir el canal, “…habiendo roto más de mil baras de tierras y dejando el río Guadalete con dos bocas al mar, recibiendo por esta nueva tanta agua salada que lo hizo más caudaloso y subió más de una legua arriba. De modo que no pudo ser de provecho para el abrevadero de los ganados y hubieron de hacer pozos para que bebiesen, con que se reconoce que no se le quitó ningún caudal, antes se lo añadió y lo hizo más navegable. Pero como la autoridad del duque era tanta, pudo vencer esta verdad de que hacía demostración la misma experiencia, fundado su pretensión en que faltaba agua en el brazo que iba por El Puerto para poder navegar las galeras que tienen en el su surgidero. Y tuvo sentencia a favor para que se volviesen a cerrar..y don Jerónimo del Pueyo mandó que se cerrase el nuevo canal..”.

Río San PedroLa ciudad obedeció y se iniciaron las obras para realizar “la tapa” del canal abierto, al que se bautizó con el nombre de río San Pedro, pero no debía ser tarea fácil ya que como afirma Rallón “...la violencia del agua era tanta que lo que hacían cincuenta hombres con azadas y espuertas en doce horas que duraba la marea, lo destruía la creciente con tanta violencia que parecía que no se le había echado una espuerta de tierra". Ante la imposibilidad de poder cerrar materialmente el canal se optó por otra solución: sancionar a los barqueros que lo utilizasen. Estas medidas no debieron surtir mucho efecto y, según cuenta Bartolomé Gutierrez, en sus “Anales de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Xerez de la Frontera” en 1649, “deseando evitar los fraudes de las Reales rentas, con una galera que echaron a pique, creyeron ver lograda la pretensión; pero no surtió el efecto que se deseaba por entonces aunque contuvo algo”.

El pleito se resolvió finalmente a favor de El Puerto y Jerez fue condenado a las costas del cerramiento el cual, a decir de Rallón “...para que se hiciese con obra permanente se determinó que se atajase con un taco de cantería haciendo una azuda a satisfacción de la parte”. Bartolomé Gutiérrez confirma estas dificultades para cerrar el canal abierto y añade que en 1654 “…no pudiendo estorbar el paso a los barcos, citaron las dos ciudades, para que con Ingenieros reales concurriesen en aquel sitio, y dieren forma y modo de estorbar esta navegación; y en efecto el día 9 de marzo concurrieron en el citado lugar con sus Diputaciones y los Ingenieros con ellas para efecto tan deseado, en que convinieron para su ejecución”. El padre Rallón da cuenta de que tampoco surtió efecto esta obra de “la tapa” y las mareas socavaron los estribos del azud de sillares de cantería que se construyó, volviendo a unirse el San Pedro con el cauce del Guadalete, con tanta fuerza “... que hoy puede navegar por él un navío”. Todavía en 1699 no se había conseguido solucionar el problema y de nuevo en los “Anales…” se menciona que “... se volvió a trabajar sobre cerrar el río de S. Pedro, pero no se consiguió”.

Zona de marisma en La TapaLos proyectos de canalización y las diferentes cortas que se llevaron a cabo en el Guadalete en los siglos XVIII y XIX (de los que nos ocuparemos en otra ocasión) modificaron el cauce del río y acabaron definitivamente con aquella conexión que durante el buena parte del siglo XVII permitió a los barcos navegar de Jerez a Cádiz (sin pasar por El Puerto de Santa María), cruzando las tierras del rincón de La Tapa por aquel estrecho canal que comunicaba directamente con el cauce del Salado de Puerto Real, el Río San Pedro. Ese canal que tanto costó “tapar” por el trabajo obstinado y permanente de la mareas y que hoy imaginamos, por un momento abierto de nuevo cuando paseamos por las soledades de las marismas de La Tapa, tan cercanos el Guadalete y el San Pedro.

Para saber más:
- Gutiérrez, B.: Historia y Anales de la muy noble y muy leal ciudad de Xerez de la Frontera, Edición facsímil. Tomo II. BUC .Jerez, 1989, vol I, pp. 216, 220 y 258.
- Rallón, E.: Historia de la ciudad de Xerez de la Frontera y de los reyes que la dominaron desde su primera fundación, Edición de Ángel Marín y Emilio Martín, Cádiz, 1997, vol. IV, pp. 18-19 y 99-100.


La Viña de Alcántara


Casa de la Viña de Alcántara
La casa de la Viña de Alcántara es, por muchos motivos, una construcción singular ya que, a diferencia de la mayoría de las que se encuentran repartidas entre el viñedo del Marco de Jerez, fue concebida como “casa de recreo” cuando se edificó a finales del siglo XIX.

Arboleda junto a la viñaUbicada al pie de la vieja carretera de Jerez a Arcos, -habilitada actualmente como vía de servicio de la nueva Autovía – el viajero llegará hasta ella al poco de pasar la Torre de Melgarejo en dirección a Arcos. A la derecha del camino llamará entonces nuestra atención la frondosa arboleda de un antiguo jardín rodeado de cultivo y viñas. Por el magnífico porte de sus árboles y la densidad con la que en este lugar se presenta la vegetación, se nos antoja que este enclave bien pudiera calificarse de “bosque-isla”.

Casa de la Viña de Alcántara: jardinesLa Casa de la Viña de Alcántara fue construida en 1890 como lugar de descanso y recreo de sus propietarios, destacando por su especial fisonomía, con detalles al gusto del cambio de siglo que nos recuerdan en parte a un chateau francés, y en la que destacan su entrada principal -escoltada por dos añosas encinas- y la armonía de sus fachadas que dan al conjunto una singular estampa. Pero sin duda, lo más llamativo de la casa es su jardín, con más de dos hectáreas de arboleda, que se extienden en su parte trasera limitado por viñedos y cultivos y por el camino que une este lugar con el Cortijo de Alcántara. Son muchas las casas de viña que cuentan con espacios ajardinados y con árboles y conjuntos vegetales singulares. Ninguno, sin embargo, como el que nos ocupa, donde se combinan parterres y sectores exquisitamente cuidados (los alrededores de los patios o la piscina, por ejemplo), con rincones casi salvajes, donde se entremezclan las especies cultivadas con otras propias de la vegetación natural que ha colonizado setos, linderos y claros. Pinos, cipreses, palmeras, encinas… unen sus copas Casa de la Viña de Alcántara: jardinesformando un espeso dosel vegetal en el que también crecen lentiscos, acebuches, sanguinos, durillos, mirtos… Entre ellos no faltan trepadoras como madreselvas zarzaparrillas o hiedras que se enredan entre las copas de los cipreses y las palmeras. Otras muchas especies ornamentales pueden ser vistas en torno a la casa, como brachichitos, acacias blancas, mimosas, jacarandás, casuarinas, laureles…, destacando algunos ejemplares de encinas, como los que se encuentran al inicio del camino de Alcántara o a la entrada de la casa.

Hace unos años, esta vieja y hermosa casa de campo de dos plantas fue totalmente remozada para su transformación en alojamiento rural en la línea de los pequeños hoteles con encanto (Hotel Viña de Alcántara) y si bien ha conservado su fachada y aspecto exterior, el interior ha sido totalmente remodelado.

Antigua Casa de PostasJunto al atractivo de su jardín, los alrededores de la casa bien merecen también una visita. Junto a ella se conserva la antigua Casa de Postas, al pie del antiguo camino de Jerez a Arcos. En este lugar, que se encuentra a mitad de camino de ambas poblaciones, paraban las diligencias para renovar el tiro de caballos y para descanso de los viajeros.

Junto a la casa arranca un camino que, tras cuatro kilómetros de recorrido ente lomas y cerros de viñedos y campos de cultivo, nos lleva al Cortijo de Alcántara.

Camino a tierras de laborEn las cercanías se encuentran también la Torre de Melgarejo y los cortijos Montecorto, La Peñuela y La Cartuja de Alcántara entre los que, a decir de Madoz, se extendía a mediados del siglo XIX el gran olivar que fuera de la Cartuja con más de “cuarenta mil plantas”. Aún hoy se conserva en este último cortijo, visible en un cerro cercano junto a la carretera, los restos de una antigua almazara hidráulica, ya en desuso, que nos recuerda el pasado olivarero de estos parajes de la campiña..


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Por la ribera del Guadalete.
El Portal – Embarcadero de La Marina. Galería de imágenes


Antigua Azucarera Jerezana
Como apoyo al Paseo Ciudadano previsto para el próximo sábado 14 de Febrero, y en el que se tiene previsto recorrer el tramo comprendido entre El Portal y el antiguo Embarcadero de La Marina, se ofrece una galería de imágenes en la que se muestran distintos puntos de este recorrido así como algunos de los problemas que afectan al Río Guadalete en este tramo. La mayoría de las fotografías pertenecen al Estudio de Impactos Ambientales del Río Guadalete elaborado por Ecologistas en Acción.


"Paseo Ciudadano" por el Río Guadalete: El Portal 14-F



Con el permiso de José Luis Sampedro, tomamos el título de uno de sus libros para decir aquí aquello de que el Guadalete, nuestro Guadalete, es “El río que nos lleva”. Marca nuestro paisaje, es fuente de riqueza para nuestra tierra, lleva nuestra historia, y lleva también, en sus aguas y en sus orillas nuestro olvido y nuestro desprecio que adopta los nombres de “vertidos”, de “destrucción de la vegetación de ribera”, de “usurpación del dominio público hidráulico”, de “explotación de graveras”, de “contaminación de las aguas”, de “eliminación de la fauna”, de “destrucción de paisajes ribereños”…

Dando continuidad a la campaña iniciada el pasado año en defensa del río Guadalete, Ecologistas en Acción Jerez, junto a la Asociación de Vecinos “El Portal” e Izquierda Unida, han convocado para el próximo 14 de febrero un “Paseo Ciudadano” al que invitan a toda la ciudadanía para conocer directamente sobre el terreno los problemas que afectan a nuestro río. El Paseo, que se iniciará a las 10,30 de la mañana en El Portal, recorrerá las riberas partiendo de la vieja azucarera, y siguiendo la traza, ya en desuso del ferrocarril, para llegar hasta la orilla del río en el punto donde confluyen el desagüe del aliviadero de la Laguna de Torrox, el canal de salida de la Depuradora de Jerez y las Balsas de la Azucarera del Guadalete. En este lugar tendrá lugar una plantación de árboles de ribera. Desde aquí el paseo continuará por la margen derecha del río hasta el puente de La Herradura, siendo necesario sortear diferentes vallados que cortan el paso por la ribera. Junto al puente tendrá lugar una recogida de basura en el bosque de tarajes de El Portal y, posteriormente, se retomará la marcha por la parte superior del nuevo dique que se está construyendo en esta zona y que ha duplicado prácticamente la anchura del cauce del río convirtiéndolo en un canal, habiéndose arrasado con la obra la vegetación de ribera.

El Paseo continuará hasta El Portalillo, donde se denunciará la edificación en zonas inundables y seguirá hasta el azud provisional, donde los participantes podrán comprobar las nefastas consecuencias que para las riberas está teniendo la construcción del nuevo azud. Finalmente, se marchará hasta el cercano embandero de La Marina, donde se reivindicará el uso recreativo y lúdico del río y las riberas. Desde este lugar se regresará hasta El Portal siguiendo la antigua traza del ferrocarril para la que se solicita su adaptación como “vía verde”, sendero peatonal y carril bici. A lo largo de todo el recorrido se colocarán carteles reivindicativos denunciando los problemas detectados. Para terminar, tendrá lugar una “comida popular”. (Ver mapa con el recorrido del Paseo).


Ver mapa más grande

El objetivo último de la marcha es reclamar la adopción de medidas que aborden la solución a los problemas denunciados en el Informe de Diagnóstico de Impactos Ambientales elaborado por Ecologistas en Acción el año pasado y, junto a otros colectivos y ciudadanos, solicitar a las distintas administraciones el compromiso de que el Guadalete llegue a ser un río “Verde y Azul”.

Foto denuncia:
zonas arqueológicas sin protección


Sierra de San Cristóbal. Yacimiento de 'Poblado de las Cumbres'
De la mano del vandalismo y la expoliación, los nuevos piratas del patrimonio, armados con detectores de metales y azadas y esos otros aventureros a lomos de sus motos de trial o de sus quads, están causando serios daños, (irreversibles algunos) en importantes yacimientos arqueológicos de nuestro entorno. Y todo ello, en muchas ocasiones, debido a la falta de medidas para garantizar una adecuada protección de estos enclaves, cuando no a la pasividad de quien debiera velar por salvaguardarlos.

Yacimiento arqueológico 'Mesas de Asta'La normativa reguladora de la protección y fomento del patrimonio histórico de Andalucía incluye entre los bienes inscritos con carácter específico en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, las Zonas Arqueológicas, asignando a sus propietarios la obligación de su conservación, mantenimiento y custodia. La base de datos del patrimonio inmueble del Instituto andaluz de Patrimonio Histórico, incluye un buen número de yacimientos en los alrededores de Jerez entre los que figuran asentamientos, construcciones funerarias, edificios agropecuarios e industriales, infraestructuras hidráulicas, sitios con útiles líticos… pertenecientes a diferentes épocas históricas desde el Paleolítico a la Edad Media pasando por la Edad del Cobre, la Época romana o la Alta Edad Media. Hoy queremos llamar la Yacimiento arqueológico 'Mesas de Asta'atención, entre otros muchos ejemplos del deterioro de nuestro patrimonio, de dos de estas Zonas Arqueológicas que se encentran entre las más relevantes y que destacan por su desprotección: Asta Regia y el Poblado de Las Cumbres.

No hace falta abundar en la importancia del yacimiento de Asta Regia, ubicado en la barriada rural de Mesas de Asta, que duerme el sueño de los justos desde 1956, año en el que D. Manuel Esteve llevara a cabo la última campaña de excavaciones. Con presencia ininterrumpida desde el Neolítico hasta el periodo califal de la época islámica, la Zona Arqueológica de Mesas de Asta es un enclave de primer orden para conocer nuestra propia historia. El Foro Asta Regia, que agrupa a un buen número de personas y colectivos entre los que se encuentra el Centro de Estudios Históricos Yacimiento arqueológico 'Poblado de Las Cumbres'Jerezanos y los propios vecinos de Las Mesas de Asta, ha llamado en numerosas ocasiones la atención acerca del expolio continuado del yacimiento así como de la ausencia de protección del mismo. La situación ha sido denunciada de manera recurrente en los medios de comunicación, sin que se tomen medidas eficaces para proteger adecuadamente este enclave, en espera de que puedan realizarse nuevos estudios y excavaciones.

A diferencia de lo que sucede con el Yacimiento de Doña Blanca, que cuenta con un recinto vallado y vigilancia permanente, el Poblado de Las Cumbres, ubicado en lo más alto de la Sierra de San Cristóbal y vinculado estrechamente a aquél, carece de toda protección. Excavado por Ruiz Mata entre 1985 y 1991, este poblado de época turdetana, ocupado desde Sierra de San Cristóbalfines del siglo IV y durante todo el siglo III a.n.e. (época en la que al parecer se abandonó por sus moradores), fue de nuevo cubierto tras su excavación, ante la imposibilidad de garantizar su protección. Las vallas y puertas que se instalaron en su día pronto se perdieron y desde hace uno años se utiliza como “pista de motocross” y “campo de pruebas” de quads o bicicletas de montaña ante la pasividad de todos. En ocasiones hemos visto automóviles en este mismo lugar, al que acceden a través de la Cañada del Carrillo y de un antiguo camino de la vieja cantera de arenisca, llegando hasta lo más alto de la Sierra y contribuyendo al deterioro de lo que queda del “yacimiento”.


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El taraje del puente de La Barca.
Árboles singulares.




El taraje del Puente de La Barca de La Florida es un ejemplar singular por muchos motivos, entre los que destacan la gran altura de su copa, el notable calibre de los cinco troncos que brotan de una misma cepa y su magnífica estampa que se dibuja con el puente metálico del Guadalete como fondo. Este ejemplar pertenece a la especie Tamarix africana que junto a Tamarix canariensis (muy parecida) forman parte de la vegetación acompañante de muchos de nuestros ríos, arroyos y lagunas. Magníficos ejemplares de tarajes pueden verse a lo largo del curso del Majaceite o del Guadalete (ribera de Lomopardo, pies del cerro de La Sierrezuela, Haza del Calvo...) y en la práctica totalidad de las lagunas. En algunos lugares llegan a constituir masas espesas, casi boscosas, como en el Tarajal de El Portal, amenazado actualmente por las obras de ensanchamiento del cauce del Guadalete. Es habitual ver también ejemplares aislados de tarajes o en pequeñas formaciones en hileras, escoltando muchos cursos de arroyos y desagües naturales que se conservan entre las lomas y cerros cultivados de la campiña y donde ponen una nota de color en la otoñada, cuando sus copas verdes se tornan ocres y amarillas hasta perder las hojas. A modo de ejemplo, pueden verse magníficos ejemplares aislados en el Torno de Carranza, en La Quinientas o en el Arroyo Salado de Caulina, por citar sólo algunos lugares.

Sin embargo, el taraje del Puente de La Barca, merece, por méritos propios, formar parte de ese selecto catálogo de Árboles y arboledas singulares de la provincia de Cádiz. Si habitualmente los tarajes apenas superan los cinco metros de altura, este ejemplar sobrepasa los diez, descollando su copa sobradamente por encima del tablero del puente y confundiéndose con las celosías de la estructura de sus grandes arcos metálicos. Podemos llegar hasta él de manera cómoda, ya que se encuentra ubicado en la zona recreativa habilitada junto al Puente de La Barca y nos será fácilmente reconocible por el gran tamaño de su copa que ofrece una "sombra" o proyección de casi 150 m2. Pero sin duda, lo más llamativo es su enorme cepa de la que crecen cinco gruesos troncos, uno de ellos casi horizontal, con un calibre aproximado de medio metro de diámetro. A sus pies se ha instalado un merendero que, lamentablemente, supone un elemento de riesgo para este singular taraje que merecería mejor protección y una adecuada señalización.

Con el paso de las estaciones, el taraje del Puente de La Barca, muda su aspecto. Así, en primavera sus ramas desnudas se cubren de pequeñas flores de pétalos blancos que se agrupan en racimos erectos, ofreciendo por unos días un aspecto muy llamativo. Su copa se cubre pronto de pequeñas hojas verdes en forma de escamas, presentando por ello su follaje un aspecto ligero y grácil. En otoño e invierno, y hasta que la copa se desnuda, pasan sus hojas por las distintas tonalidades del ocre, naranja y amarillo mostrándolo aún más hermoso. El contexto en el que el árbol crece es también de gran interés por la proximidad de las alamedas del Guadalete y por el telón de fondo que en el vado de La Florida ponen la silueta del puente metálico, del arco de hormigón del Acueducto de los Hurones y del puente atirantado que construyera Torroja para el Acueducto del Tempul. Por todas estas razones, bien merece una visita.

Actualización (2 de abril de 2009)
“Poda salvaje” de un árbol singular

Hace unas semanas dedicábamos la entrada sobre árboles singulares de nuestro entorno al Taraje del Puente de La Barca. Destacábamos sus valores (anchura de la copa, altura, densidad de su follaje…) y apuntábamos que uno de los principales motivos por los que fue declarado en su día como “árbol singular” residía en lo cinco gruesos troncos que nacían de un mismo pie. Y decimos nacían, en pasado porque ya no quedan más que dos. La “singularidad” le ha durado poco a este magnífico ejemplar de taraje incluido en el Catálogo de Árboles y Arboledas Singulares de Andalucía. Como denuncia Ecologistas en Acción de Jerez, a finales de febrero se ha llevado a cabo “una poda salvaje” (nosotros hablaríamos, después de ver como ha quedado, de una “tala parcial”). Como señala Ecologistas en Acción, la singularidad de este ejemplar… “no ha bastado para que, quienes debieran velar por su protección, hayan destruido parcialmente este magnífico ejemplar mostrando desconocimiento o desprecio por los valores que el Taraje del Puente de La Barca “poseía” Este taraje era un ejemplar singular por muchos motivos, ente los que destacan la gran altura de su copa, el notable calibre de los cinco troncos que brotaban de una misma cepa y por su magnífica estampa que se dibujaba sobre el puente metálico del Guadalete como fondo”.

Según hemos podido comprobar en una reciente visita al lugar, todo parece indicar que as labores de poda llevadas a cabo en todo el arbolado del parque fluvial de La Barca, no se han andado con “miramientos” y han afectado también a este ejemplar de taraje, que por su magnifico porte y especiales características había sido reconocido como “Árbol Singular”.

Como ya ha denunciado Ecologistas en Acción “…lamentablemente de todo ello hablamos ya en pasado ya que a finales de febrero se han talado tres de sus cinco troncos (uno de los motivos de su singularidad) y se ha practicado una poda abusiva en toda su copa que ha quedado enormemente reducida. Quien ordenó la poda (casi una tala) debiera explicar porqué no se respetan ya ni a los árboles reconocidos a nivel andaluz como SINGULARES, uno de los pocos de nuestra campiña, que, lamentablemente, ha dejado de serlo”.

¿Alguien dará explicaciones por ello?.


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