
(Continuación de la entrada anterior)
En el lecho del Bocaleones.
Salvo en épocas de lluvia, el lecho del Bocaleones suele estar seco y puede recorrerse con facilidad hasta la Cueva de la Ermita. Las verticales paredes que conforman la Garganta Verde, separadas en algunos tramos tan sólo


Antes de seguir hacia la gruta haremos un alto en el camino para dejarnos sorprender por la singular belleza del desfiladero. Sentados sobre los grandes cantos de caliza que salpican el cauce o descansando bajo las copas de las adelfas arborescentes que crecen en las orillas, podremos admirar la majestuosidad de esta garganta, techada por la estrecha tira azul a la que se reduce el cielo visible desde aquí, entre las hojas de las higueras, de las adelfas o los laureles que filtran la luz creando una atmósfera irreal, casi mágica.

El silencio se salpica de misteriosos sonidos tras los que se esconden las aves de roca que habitan los cantiles, un auténtico paraíso para la avifauna. Lejos quedan ya los tiempos en los que el quebrantahuesos era inquilino habitual de estos paredones, donde vinieron a buscarlo los naturalistas ingleses Walter J. Buck y Abel Chapman en los primeros años del siglo XX. En 1901, visitan el lugar y describen después el camino de descenso en su libro “La España Inexplorada”: “…el escobio conocido como la Yna de la Garganta no puede dejarse a un lado, aunque nuestras palabras no puedan expresar la espléndida naturaleza de este lugar, un abismo que hiende verticalmente la corteza terrestre hasta profundidades invisibles desde arriba; y oscurecido por circundantes paredes






Apenas habremos andado unos doscientos metros cuando hallamos en la pared izquierda del cañón, en la concavidad de un pequeño meandro, la sorprendente gruta conocida como Cueva de la Ermita o Ermita de la Garganta. Y entonces… simplemente debemos pararnos a admirar este singular paraje.
En la Cueva de la Ermita con naturalistas, viajeros y poetas.
La “cueva” que tiene forma de cuarto de esfera, sorprende por sus dimensiones: 50 x 25 m. Nos llama también la atención la suave coloración verde y rosada de sus paredes,

No es de extrañar por ello que José María Pérez Lara, el botánico autor de la “Florula gaditana”, quien la visita durante el último tercio del siglo XIX, deja escrito en su “Bosquejo físico geográfico de la provincia de Cádiz” que “…al rebasar la entrada, la impresión que produce la perspectiva de esta concavidad se asemeja al que se recibe cuando se entra en el patio de un teatro en el momento de estarse celebrando un gran espectáculo”(3).

Buck y Chapman nos describen así en 1901 el mismo escenario: “Nuestra bajada a las invisibles profundidades se vio recompensada, a pesar de un terrible descenso -parte del camino con cuerdas- por el descubrimiento de una mágica cueva llena de estalactitas y estalagmitas






Pero dejemos que sea Juan Gavala Laborde, el insigne geólogo que visita la Garganta en 1917, quien nos lo cuente:
“El desfiladero de la Garganta Verde es un ejemplo curioso de cómo las aguas ejercen su acción en los macizos de calizas, pues aunque esta grieta gigantesca, no se debe al trabajo de las aguas meteóricas, sino a una falla, tanto en el fondo del barranco como en sus paredes han dejado bien marcadas las huellas de su paso las corrientes superficiales y subterráneas, pudiéndose presentar como modelo de disolución de las calizas por las aguas la famosa gruta denominada Iglesia de la Garganta, situada en la margen izquierda del arroyo; tiene proporciones gigantescas y esta toda ella llena



Junto a la explicación del científico queremos traer aquí, mientras sentados frente a la cueva disfrutamos de la paz de este lugar, el testimonio de los poetas. Pedro Pérez Clotet, poeta de Villaluenga relacionado con las figuras clave de la generación del 27, dice de la cueva: “es como una iglesia y también como un teatro. Con su techo decorado con polícromas filigranas calcáreas que recuerdan los artesonados arábigos. Con su ambiente solemne y recogido, que diríase está pidiendo los alados espíritus del verso y de la música”. José y Jesús De las Cuevas abundan en esta misma idea: “El color es

Y nosotros añadimos poco más. Avanzamos aún por el lecho de la Garganta otros doscientos metros hasta donde unos grandes bloques nos impiden seguir ya que, como se indica en una inscripción junto a la Cueva “a partir de este lugar el arroyo se torna peligroso y sólo puede realizarse con técnicas y material propio de escalada, por lo que su recorrido requiere de una autorización especial”. Y desandamos nuestros pasos, dejando atrás este incomparable lugar, y mientras nos alejamos pensamos ya en volver de nuevo a disfrutarlo.
Para saber más:
(1) Chapman, A. y Buck, W.J.: La España Inexplorada. Junta de Andalucía y Patronato del Parque Nacional de Doñana. Sevilla, 1989. p. 384-
(2) Bel Ortega, Carlos y García Lázaro, Agustín (1990): La Sierra Norte. Guías naturalistas de la Provincia de Cádiz. Diputación Provincial de Cádiz, pp. 165-174.
(3) Pérez Lara, J. María: Bosquejo físico geográfico de la provincia de Cádiz. Imp. El Guadalete. Jerez, 1918
(4) Chapman, A. y Buck, W.J.: La España Inexplorada… p. 385.
(5) Gavala y Laborde, Juan.: Descripción geográfica y geológica de la Serranía de Grazalema. (del Boletín del Instituto Geológico de España, tomo XIX, 2ª serie). Madrid, 1918, pp. 20-22
(6) De las Cuevas, José y Jesús (1979): Zahara. Instituto de Estudios Gaditanos. Diputación Provincial de Cádiz, pp. 33-35. Las referencias a Pérez Clotet, están tomadas de este libro.
Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto. Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.
Otros enlaces que pueden interesarte: Por la Garganta Verde. Un sorprendente cañón tallado por el Bocaleones., Geología y paisaje, Flora y fauna, Parajes naturales, Rutas e itinerarios.
Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 6/12/2015