Por el Charco de los Hurones.
El encanto de las carreteras secundarias.




Las carreteras secundarias, esas vías poco transitadas por las que se puede circular a velocidad moderada y que nos permiten parar en cualquier recodo del camino para contemplar el paisaje, han tenido siempre para nosotros una especial atracción. Podríamos denominarlas también como “carreteras con encanto”, porque al recorrerlas, disfrutamos de sus valores paisajísticos, de la riqueza de su entorno, de su vinculación con la historia, la literatura o la naturaleza.



Hoy les proponemos pasear o recorrer en su vehículo por una ruta muy singular, la que conduce hasta la presa de los Hurones. Arranca esta vía como un ramal de la carretera de Jerez a Cortes, en el punto kilométrico 56, donde encontraremos una desviación a la izquierda a la altura del cortijo de Rojitán. Tras un corto recorrido de algo más de 7 km., llegaremos al Poblado de los Hurones, al pie de la presa, fin de nuestro camino.



Pero vayamos despacio, recreándonos en los parajes por los que discurre y parando cuantas veces sea necesario para disfrutar de los muchos puntos de interés que este privilegiado entorno nos ofrece.

Caminos centenarios: por la antigua Cañada de Rojitán.



La carretera de los Hurones sigue, en la mayor parte de su recorrido, el trazado del antiguo camino conocido como Cañada de Rojitán, Charco de los Hurones y Ubrique. Se trata de una vía pecuaria que ponía en comunicación las rutas que venían desde la campiña de Jerez y las tierras de Alcalá de los Gazules y Tempul con la Sierra de Cádiz siguiendo el valle del Majaceite. Desde mediados de la década de los cuarenta del siglo XX existía ya en el mismo lugar una “carretera particular” que conducía hasta la Dehesa de La Alcaría.



Su trazado fue mejorado y ampliado con motivo de la construcción de la presa de los Hurones, a comienzos de la década de los cincuenta del siglo pasado. En estas fechas se realizaron también algunas de las obras que pueden verse a lo largo del recorrido, como la canalización del acueducto de los Hurones y los sifones de esta misma conducción, el puente sobre el Arroyo del Astillero y el poblado para los trabajadores de la presa que aún se conserva (1). Junto a ello, se construyeron también algunas viviendas para la guardería de montes, hoy abandonadas, que encontramos a pie de carretera en diferentes puntos. También se llevó a cabo una repoblación con pinos y eucaliptos en distintos parajes para la defensa de los taludes y laderas colindantes con la carretera llegando a techarla en la actualidad en algunos tramos con sus copas entrelazadas.

La ruta arranca en un paraje abierto y despejado, donde despuntan grandes eucaliptos, y por el que fluye el arroyo de Las Palas que nos habrá acompañado a lo largo de nuestro camino por la carretera de Cortes. Este lugar fue un antiguo descansadero de ganado, conocido como Rodeo de Cartuja, topónimo el de “rodeo” que hace alusión a un lugar donde se reúne el ganado mayor, así como a sus primitivos propietarios. Desde este punto partía hacia el sur, siguiendo la carretera de Cortes, la Cañada de la Jarda, buscando el Puerto de Gáliz y, hacia el norte, la antigua Cañada de Rojitán (por donde discurre nuestra “carretera con encanto”), camino del Charco de los Hurones y de las tierras de la villa medieval de Cardela y de Ubrique.

Lo primero que llama la atención del viajero, apenas toma la carretera, es el caserío del Cortijo de Rojitán, restaurado hace unos años y en la actualidad transformado en alojamiento rural que gestiona el Ayuntamiento de Jerez. Las tierras de este cortijo son las que se extienden a ambos lados del camino en los tres primeros kilómetros, alternándose suaves laderas ocupadas por pastizales, con un monte adehesado en las que pasta el ganado vacuno.



Las faldas de estos cerros de arenisca y sus rincones más abruptos, están ocupados por bosquetes de quejigos y alcornoques, donde se desarrolla en todo su esplendor la vegetación natural propia del monte mediterráneo. Estos parajes se agregaron a los Montes de Propios de Jerez en 1991, cuando las fincas de Rojitán y La Gordilla (colindante con la primera) pasaron a ser de propiedad municipal. Curiosamente, estas tierras habían pertenecido tradicionalmente al común de Jerez, que las vendió siglos atrás. Rojitán fue adquirida por el conocido marqués de Villapanés quien la compró en 1755 cuando el ayuntamiento tuvo que desprenderse de ella para financiar diversas obras públicas. (2)

Por los Montes de Propios de Jerez.

Continuando nuestra ruta, la carretera deja a ambos lados, los pastizales y dehesas de los Montes de Propios de Jerez. A la izquierda la perspectiva se abre mostrándonos los Cerros de la Penitencia y el Peñón de la Becerra, donde destacan las grandes lajas o tajos, constituidos por los estratos verticales de la roca conocida como “arenisca del Aljibe”, que nos acompañará durante todo el camino formando riscos, cortados y pequeñas paredes entre las que a veces se encajona la carretera y el río. En distintos puntos veremos las conducciones del acueducto de los Hurones y las casetas de un sifón que cruza bajo la calzada.



A partir del km. 3, la carretera se interna en un paisaje más cerrado y abrupto y, en muchos lugares, discurre techada por las copas de los árboles que crecen en sus cunetas. A la izquierda de la ruta, el viajero verá los llamativos tajos pétreos de Los Bermejales, a cuyos pies se adivinan los sotos de sauces y fresnos que acompañan al río Majaceite formando en algunos tramos de sus riberas hermosos bosquetes. Junto al camino encontramos diferentes puertas de acceso a las fincas colindantes que nos alertan de la presencia de ganado bravo.



En las proximidades del Km. 4, en un sombrío recodo de la carretera, a la izquierda, veremos las ruinas de una casa que perteneció a la guardería de los Montes de Propios, como nos lo recuerda uno de los muchos monolitos que, en diferentes puntos, señalizan la propiedad municipal de estas tierras. Algo más adelante, también a la izquierda del camino, veremos otra casa construida en la década de los cincuenta del siglo pasado, que estuvo destinada a la guardería. En sus cercanías, una gran cancela señala el carril que conduce al “Parque Forestal de los Hurones”, paraje al que podremos acceder cómodamente por otro lugar.



Poco antes de llegar al punto km. 5, veremos a la izquierda de la calzada la caseta de uno de los mayores sifones del acueducto de los Hurones y algo más adelante, a la derecha, el camino que conduce a la Casa del astillero y a la finca de La Alcaría, uno de los más hermosos cortijos de la provincia de Cádiz, dedicado a la ganadería, la explotación forestal y las actividades cinegéticas y al que visitaremos en otra ocasión. Su nombre, de resonancias árabes, común en otros puntos de nuestra geografía, deriva de la voz al-Qarya, que alude a la existencia de una aldea, caserío o “alquería”, en tiempos de la dominación musulmana de estos parajes. Por este camino se accede a uno de los itinerarios que se han habilitado para la práctica del senderismo en los Montes de Jerez: el de La Albina.

En el Puente del Astillero.



Al poco de pasar el km. 5, la carretera cruza el Arroyo del Astillero por un sólido puente en el que se apoya también la canalización del acueducto de los Hurones. El nombre del arroyo (que en algunos mapas, aparece erróneamente, como del Artillero), nos recuerda la vinculación de estos montes a la Armada ya que, especialmente en el siglo XVIII, los veedores de la Marina escogían en estos bosques los mejores ejemplares de quejigo y alcornoque para utilizar su madera en la construcción naval. (3)

En el entorno del puente se instaló hace más de dos décadas una zona recreativa, el Parque Forestal de los Hurones, que se encuentra hoy día en estado de total abandono. Ecologistas en Acción ha denunciado en diferentes ocasiones los riesgos ambientales que suponen mantener sin los equipamientos y la vigilancia forestal adecuada este espacio que, conviene recordar, se encuentra enclavado en pleno Parque Natural de Los Alcornocales. Con todo, este paraje de gran valor paisajístico, merece un paseo ya que en sus proximidades el Arroyo del Astillero se une al río Majaceite, que aparece aquí escoltado por un frondoso bosque en galería de gran interés.

Al retomar el camino, después de una parada, veremos a la derecha de la carretera la caseta de salida del sifón de los Hurones, hasta donde llega la conducción procedente de la cercana presa, cruzando la montaña través del Túnel de la Alcaría, de casi tres kilómetros de longitud (3).

A partir de este punto, y en los dos kilómetros siguientes hasta el poblado de los Hurones, la carretera se interna en una garganta excavada por el Majaceite, que corre a la izquierda y nos acompañará ya hasta la presa. En distintos puntos, podremos observar las paredes y pequeños tajos que forman las lajas de arenisca. En algunas de ellas es fácil observar buitres, en sus tradicionales posaderos.



En los lugares en los que la anchura del arcén lo permite, podremos parar para bajar hasta la orilla del Majaceite, escoltado por sauces, fresnos y adelfas, que forma en estos lugares pozas, remansos y playas de guijarros de gran belleza.



La carretera continua, sombreada la calzada por las copas de los árboles que en todo momento escoltan sus orillas.

A la derecha de la ruta, una pequeña hornacina que alberga una fuentecilla incluida en el catálogo de Fuentes y Manantiales de Andalucía, nos anuncia que, a la vuelta del camino, nos espera el Poblado de los Hurones (4) donde podremos terminar nuestro recorrido con una visita a la presa y un refrigerio en la conocida “Venta El Pantano”.





Los detalles de la visita al poblado y la presa los dejamos para otra salida.



Para saber más:
(1) Jiménez Blanco, José Ignacio.: Privatización y apropiación de tierras municipales en la Baja Andalucía. Jerez de la Frontera 1750-1995. Ayuntamiento de Jerez, 1996.
(2) El lector curioso podrá encontrar una relación de las principales especies maderables de nuestros montes, en las que tenía interés la Marina, en los trabajos de J. Espelius (1760) “Carta Geographica, o Mapa General de los Pueblos, Montes, y sus Prales. arboledas y extenciones, justicias, guardas q. los custodian, vecindarios, matriculads. y embarcacs., q. comprenn. la Prova. de Marina de Sn. Lucar de Barrameda según la inspecn. del año 1754, una de las que compon. la Yntena. Gl., d'Cadiz Execudo. cn. Rl. apron. pr. el Yngro. Extrio., D., S., M., Dn., Jph. Espelius.”, disponible en internet.
(3) C.H.G.: El abastecimiento de agua a la Zona Gaditana, 1957-1982. M.O.P.U. 1982.
(4) “Las obras hidroeléctricas de la provincia de Cádiz”.Tirada aparte de la Revista Ibérica, 1956

Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto.  Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

Otros enlaces que pueden interesarte: Patrimonio en el mundo rural, Mapas en torno a Jerez, Carreteras con encanto, Rutas e itinerarios.

Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, 13/04/2014

Paisaje con ciudad al fondo.
La vista de Xeres de la Frontera de Joris Hoefnagel (S. XVI).




Un hombre lleva sobre sus espaldas un pesado odre. Camina con dificultad detrás de unos arrieros que conducen una recua de mulos cargados de sacos hacia la ciudad que se nos muestra cercana, extendida en el horizonte sobre las lomas de la campiña. Ocupando el centro de la escena, en primer plano, un distinguido personaje, vestido con ricos atuendos, sujeta por la empuñadura su espada envainada mientras tiende la mano a una dama. En sus cercanías dos jinetes, portando lanzas y escudos, escaramuzan junto al “camino para el Puerto de S. María y para Cádiz”. Al fondo del grabado, cercada de muros, una ciudad nos muestra su dilatado caserío en el que despuntan las torres de sus iglesias. Una ciudad, Jerez, que es ya a mediados del siglo XVI una de las más pobladas del reino. Esta es la estampa que ofrece Hoefnagel en su vista de Xeres de la Frontera realizada entre 1563 y 1567. (1)

Jerez en el primer atlas moderno.

Esta ilustración forma parte de una magna obra que con el título de Civitates Orbis Terrarum, vio la luz entre 1572 y 1617 editada por el impresor Georg Braun y en la que se incluían también grabados del cartógrafo y pintor Franz Hogenberg. Concebida como complemento al atlas del mundo de Abraham Ortelius (Theatrum Orbis Terrarum), en esta obra monumental colaboraron más de un centenar de cartógrafos, dibujantes y pintores paisajistas que dejaron testimonio de numerosos rincones de todos los continentes conocidos, lo que nos ha permitido retener en imágenes muchos aspectos relevantes de la vida cotidiana y la fisonomía de las ciudades del siglo XVI.

Uno de estos colaboradores que viajó por diferentes países europeos dibujando y pintando vistas fue el artista flamenco Joris Hoefnagel, quien pudo visitar Jerez entre los años 1563 y 1567, dejando así testimonio gráfico de Jerez con este singular grabado de gran valor histórico, que ha quedado ya como una de las primeras estampas en las que se aprecian muchos detalles de cómo era nuestra ciudad a mediados del siglo XVI. Esta vista de Xeres de la Frontera será incluida en la selección de 480 ciudades de todo el mundo que integrarán la colosal obra Civitates Orbis Terrarum.

Algunos autores mantienen que el trabajo de Hoefnagel pudo estar inspirado en uno anterior realizado por el dibujante paisajista flamenco Anton Vanden Wyngaerde, quien recorre España desde 1561 por encargo de Felipe II para dibujar una colección de 62 vistas de las ciudades más notables del reino, y quien dedica también varios de sus dibujos a Jerez (2). Si bien las vistas de “Antonio de las Viñas” (como se conoce también a Wyngaerde, y de quien nos ocuparemos en otra ocasión) son más detallistas y meticulosas, las de Hoefnagel son más espectaculares y luminosas, más coloristas y escenográficas. Como esta de Jerez que comentamos. O como las dedicadas a Conil, Vejer, Setenil, Bornos, Zahara, Los Palacios, Las Cabezas, Lebrija y otras muchas ciudades andaluzas que se deben también a su mano.



El Jerez del XVI: una gran ciudad en expansión.

En estos años en los que Hoefnagel visita Jerez, entre 1563 y 1567, la ciudad cuenta con numerosas iglesias y conventos y las obras de la Cartuja están ya muy avanzadas. Son los años en los que se termina la Cruz de la Defensión y en los que el puente del Guadalete en el Vado de Medina lleva ya dos décadas prestando sus servicios. Los Hospitalarios de San Juan de Dios de instalan en el Llano de San Sebastián, actual Alameda Cristina. Como cuenta Rallón (3), el cabildo planea construir una calzada desde la ciudad a El Portal, para facilitar el transporte de vinos hasta el embarcadero, así como de mejorar el camino hasta el convento agustino de Guía. De la misma manera, se estudian los proyectos de acercar el río hasta la Puerta Nueva presentados por ingenieros holandeses, o los que pretenden traer el agua desde la fuentes de Badalejo y Pedro Díaz como propone el licenciado Bravo. Rallón nos recuerda que en 1567 “florecía en esta ciudad un siervo de Dios llamado Juan Pecador” que pretendía hacer un hospital para los pobres necesitados y enfermos… Pero volvamos a la vista de Hoefnagel.

Manuel Mª González Gordon, en su conocida obra Jerez, Xerez, Sherish, nos aporta un valioso testimonio de aquel Jerez reflejado el grabado de Hoefnagel: la traducción de algunos fragmentos del texto latino que figuraba al dorso del grabado, en el atlas en el que fue publicado en 1565, traducidos por D. Teodoro Molina Escribano quien fuera abad del la Colegiata de Jerez. En él se afirma que Jerez es una “…ciudad conspicua por lo espaciosos de su asiento y amplitud de sus muros…Sus campos, plantados de viñedos y cereales, feraces en vinos, aceite, trigo y todo género de frutos, de tal suerte son productivos que se muestran en cualquier tiempo, contra la credulidad de los hombres, como en una perenne primavera y perpetuo verdor que matiza sus variadas mieses y sus vastísimos prados, cubiertos y vestidos del verdor de sus granos y flores, constituyen el encanto de quien los contempla… De aquí proceden los famosos vinos que son exportados hasta las gentes de la India, y Alemania, Francia, Inglaterra, Escocia, Holanda y a todas las regiones del Universo son exportados todos los años… Es tal la cantidad de vino que anualmente produce este territorio a sus cultivadores, que apenas bastan para almacenarle 40.000 vasijas de tres anas cada una, y alguna vez se ha comprobado que el número de estas vasijas de madera pasó de 80.000. Esta región produce prestantísimos caballos entre todas las regiones de España, principalmente de carrera… son educados por nobles con una industria admirable divirtiéndose grandemente con sus carreras en los hipódromos cuando celebran combates a caballo en los que mutuamente se ejercitan con cañas en vez de lanzas, a la manera como los moros suelen manejar las lanzas y arrojarlas contra los enemigos. En la lengua patria estos juegos se llaman “Juegos de Cañas”. (4)

La vista de Xeres de la Frontera.

A nadie escapa que las vistas de ciudades aportan una valiosa información para el estudio del paisaje urbano, de su entorno natural y del medio físico donde se enclavan. Por esta razón cuando observamos detenidamente estos primeros grabados de Jerez que han llegado hasta nuestros días y, en especial los realizados en el siglo XVI, hace ya 450 años, podemos conocer también algunas claves del contexto geográfico, político, económico y comercial de nuestra ciudad.

Así, en la escena que nos ofrece Hoefnagel aparecen ya los rasgos definitorios del paisaje de la campiña tal como hoy pueden contemplarse todavía, destacando las suaves lomas que rodean de la ciudad en las que ya ha desaparecido la vegetación natural que ha sido sustituida por cultivos. Entre ellos destacan especialmente los viñedos, que alternan en la imagen con lo que posiblemente podrían ser campos de cereal y con prados que llegan hasta los mismos muros. Son las tierras de los pagos de Torrox, Anaferas, Gibalcón… que desde las faldas de San Cristóbal se extienden hasta las cercanías de la ciudad. El casco urbano se adapta también a esta topografía irregular de la que la imagen de Hoegnagel ha sabido captar sus rasgos más llamativos. En el extremo de la derecha se aprecia el punto más elevado ocupado por el Alcázar, reflejándose también el pequeño valle del Arroyo de Curtidores, cuyas laderas condicionan la disposición del muro y el caserío.

La imagen muestra también algunas construcciones relevantes en los extramuros de la ciudad, apreciándose en el centro, en segundo plano, la ermita de “Nuestra Señora de Guía junto a la que hay también otras edificaciones. En estos años, este lugar es un monasterio agustino del que los frailes se trasladarán en 1643 al que fuera Hospital del Pilar. De la misma manera se refleja también en la escena el antiguo camino de “los Puertos y Cádiz”, a la izquierda de la imagen, que partía de la ciudad por la Puerta del Arroyo, abierta en 1500. El grabado lo señala explícitamente con la leyenda “Camino para el Puerto S. María y para Cádiz”, y es normal que así se destaque ya que era una de las vías de comunicación más importantes y transitadas de nuestro entorno, que cruzaba el mencionado arroyo por una alcantarilla situada junto a la Ermita de Guía, como parece reflejarse en el grabado. Algunos de los caminos que bajan de la Sierra de San Cristóbal se aprecian también en la imagen, así como una curiosa cuesta muy empinada que nos recuerda, por su situación a los pies del Alcázar y del barrio de extramuros de San Miguel, a la actual “Cuesta de la Alcubilla”.

Hoefnagel ha reflejado como rasgo de identidad de nuestra imagen urbana, el recinto murado, apreciándose detalles de los lienzos de muralla, de la barbacana, de las torres, de la Puerta de Rota, del Alcázar… Entre el caserío destacan las torres y los edificios de algunas iglesias como la de San Salvador, San Mateo, tal vez San Marcos…, distinguiéndose lo que al parecer son casas palaciegas y otras construcciones de mayor envergadura, muy posiblemente bodegas. En las afueras de la ciudad se aprecian ya los barrios de extramuros de Santiago (izquierda) y San Miguel (derecha). Lo que pudiera ser una pequeña ermita con su espadaña se dibuja también en las cercanías del Alcázar, a la izquierda del camino que sube hacia la ciudad.

Las claves simbólicas del grabado de Hoefnagel.

Los profesores Javier Navarro Luna y Antonio García Gómez (5), en un interesante estudio titulado Las vistas de ciudades. Una imagen geográfica de las ciudades andaluzas en el siglo XVI, aportan algunas claves de análisis que nos ayudan a interpretar mejor este grabado



de Xerez en sus aspectos simbólicos. A su entender, como sucede también en las vistas de otros lugares, el autor quiere destacar aquí la actividad económica más significativa de la ciudad centrada en el cultivo de la vid y la producción y comercialización de vino “… y es la principal imagen que trata de transmitir el grabado de Hoefnagel, donde con gran minuciosidad se dibuja un paisaje de suaves lomas cubiertas de viñedos, en ordenadas parcelas”. En el libro original, el grabado de Jerez aparece junto al de Conil, donde, como en Jerez, también se muestra la principal actividad económica de esta villa: la pesca del atún en almadrabas y las diferentes fases de su elaboración y preparación.

Pero la vista de Xerez aporta otras muchas claves y junto al paisaje modificado por la actividad humana nos habla también de sus pobladores. Como señalan acertadamente los mencionados autores, “…la imagen presenta dos grandes planos. El primero recoge escenas y personajes costumbristas, a un lado dos caballeros luchando, símbolo quizás de su posición fronteriza – de ahí su nombre- durante muchos años entre los reinos cristiano y nazarí, seguidos de dos personajes cuyos ropajes los identifican como los dos grandes poderes de la ciudad, el uno eclesiástico y el otro nobiliario. Por último, aparece el pueblo llano en las figuras de trabajadores que dirigen una recua de mulas hacia la ciudad, y otro que carga un saco a sus espaldas y los sigue”. En relación a las dos figuras centrales otros autores, como Ferrán Soldevila (6), interpretan que los personajes centrales son “una dama y un caballero”. Sea como fuere Hoefnagel deja constancia de los diferentes estamentos de la ciudad y los representa, de manera estereotipada si se quiere, realizando aquellas actividades que cabe esperar de su posición social, vestidos y ataviados con las indumentarias propias de su rango.

Y como decorado de fondo, Jerez: “Al fondo aparece la ciudad rodeada de un imponente lienzo de murallas dado su carácter fronterizo. A lo largo del perfil urbano, que ocupa todo el frontal del fondo, se nos muestra un caserío muy concentrado, entre los que destacan las siluetas de los grandes edificios religiosos – iglesia de San Salvador- y civiles –casas palacio y bodegas- Aunque apenas se vislumbra `por la perspectiva adoptada, indicar que el paso de la ciudad islámica a la cristiano supuso una transformación radical ni en las viviendas, ni en la morfología urbana”.

En estos días fríos que anuncian ya el invierno hemos querido volver a las afueras de la ciudad para situarnos en el lugar aproximado que Joris Hoefnagel debió escoger hace 450 años para realizar su vista de Jerez. En la fotografía se refleja lo que hemos contemplado. Ni que decir tiene que nos quedamos con la imagen de nuestro dibujante flamenco.


Para saber más:
(1) Enlace con la “Vista de Xeres” de J. Hoefnagel: http://historic-cities.huji.ac.il/spain/jerez/maps/braun_hogenberg_II_6_2.html
(2) Marías, Julián.: Las ciudades de Antonio de las Viñas ABC de Madrid. 08/05/1987.
(3) Rallón, Esteban.: Historia de la ciudad de Xerez de la Frontera y de los reyes que la dominaron desde su primera fundación. Edición de Ángel Marín y Emilio Martín, Cádiz, 1997, vol. III P 151-162.
(4) González Gordon, Manuel Mª.: Jerez-Xerez-Sherish. Ed. Gráficas del Exportador. Jerez. Edición de 1970. Pg. 53.
(5) Navarro Luna. Javier y García Gómez, Antonio.: Las vistas de ciudades. La imagen geográfica de las ciudades andaluzas en el siglo XVI. Dpto. de Geografía Física y A.G.R. Univ. De Sevilla. 2009
(6) Ferrán Soldevila.: Historia de España. Volumen 3. Ediciones Ariel, 1952. pg. 182

Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto.  Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

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Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, 30/11/2013

Patrimonio hidráulico en torno a Jerez .
Un recorrido por los “paisajes del agua” y su patrimonio.




Los grandes “proyectos de ciudad” que Jerez ha tenido en los últimos siglos, han estado relacionados, de una u otra manera, con el agua. Desde los siglos medievales, el gran reto de dotar a los jerezanos de un abastecimiento de agua potable que le hiciese perder su dependencia de los pozos, conoció múltiples intentos de captaciones, conducciones y aprovechamiento de fuentes y manantiales, la mayoría de los cuales no llegaron a materializarse. Habrá a que esperar al s. XIX a que las aguas del manantial de Tempul pudieran, finalmente, responder a esta ansiada demanda.

Lo mismo sucedió con otro de los grandes sueños: conectar la ciudad con el mar. Desde el siglo XVI se sucedieron diferente proyectos que pretendían unir la ciudad con la Bahía de Cádiz a través del río Guadalete y sus tributarios; o unir el Guadalete con el Guadalquivir mediante la construcción de un canal, iniciativas que se mantuvieron vivas hasta bien entrado el siglo XX sin que pudieran realizarse.

Mejor suerte corrieron los proyectos de utilizar las aguas del Guadalete y el Majaceite para regar las vegas del río y los Llanos de Caulina, con la construcción de distintos azudes (como el de La Corta) y del pantano de Guadalcacín en los primeros años del s. XX.

De todas estas empresas tendremos oportunidad de hablar en nuestra ponencia del próximo miércoles 19 de enero a las 19:00 en el Ateneo de Jerez, que podrá seguirse on-line por las personas interesadas. La charla se presentará a modo de un recorrido visual por los “paisajes del agua” de nuestro término municipal, centrándonos en el patrimonio material ligado a ellos. Para este acercamiento, hemos estructurado nuestra intervención en cuatro grandes bloques.

El primero de ellos estará dedicado al ABASTECIMIENTO, y en el abordaremos los siguientes contenidos:

- Acueducto romano de Tempul-Gades.
- Pozos y manantiales (E. Media-Moderna).
- Acueducto de la Alcubilla (E. Moderna).
- Acueducto de Tempul (s. XIX).
- Abastecimiento a la Zona Gaditana (s. XX).



En el segundo nos ocuparemos de los paisajes e infraestructuras de REGADÍO y de los recursos patrimoniales que han dejado en la campiña, centrándonos especialmente en:

- Los regadíos de La Corta.
- Los regadíos del Guadalcacín.
- Presas y embalses de la cuenca.




En el tercer bloque repasaremos las INFRAESTRUCTURAS SINGULARES que forman parte de nuestro patrimonio hidráulico ocupándonos de:

- El Puente de Cartuja.
- Antiguos puentes y alcantarillas.
- Puentes de Hierro.
- Nuevos puentes y viaductos.
- Azudes.

Por último, trataremos de algunos ejemplos de elementos del PATRIMONIO HISTÓRICO, CULTURAL Y ETNOGRÁFICO vinculados con el agua y el río como:

- Pozos y abrevaderos.
- Molinos.
- Baños…

En última instancia, con este recorrido por los “paisajes del agua” y el patrimonio hidráulico queremos llamar la atención sobre su gran diversidad y apostar por su preservación y puesta en valor. ¡Os esperamos!




 
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