Sobre azulejos devocionales y otros temas relacionados con el Patrimonio en el medio rural "entornoajerez" hemos publicado...


nuestra geografía, ampliando así el catálogo de la flora gaditana. También se ilustran por primera vez algunas especies raras o endémicas de las que, hasta donde sabemos, no existen fotografías publicadas”.

Majarabrahen, pago ubicado “en Los Cuartillos”, que alude a la existencia de un Majar o Maysar árabe (una casa de campo, un cortijo) asociado al antropónimo Abrahen, haciendo constar que “…en el Repartimiento Urbano, Abrahen Adarhi, recibió casas en la Judería, por lo que es posible sostener que, tal y como ocurre en Sevilla, esta explotación se tratase de uno de los Treinta Donadíos concedidos por Alfonso X en 1269”. De estar en lo cierto, y de tratarse de la misma persona, bien podría ser uno de los primeros propietarios de tierras y estancias en Cuartillo y, en ese caso, del primero al que podemos atribuir (si se nos permite el guiño) el gentilicio de “cuartillero”.

rio desde la llamativa portada de tres arcos, que anuncia el acceso a los Depósitos de San Cristóbal, donde podremos dejar nuestros vehículos. Apenas iniciado el camino, atraerán enseguida nuestra atención las huellas de las espectaculares canteras de arenisca calcárea, hoy Planta de Reciclaje de Residuos de Obras y Demolición (Aresur) que bien merecen una detenida visita. Junto a estas explotaciones a cielo abierto, la sierra guarda en sus entrañas las viejas canteras, las “cuevas”, de las que se extrajo la piedra para la Catedral de Sevilla y muchos de los templos y casas señoriales de la zona. De su historia y sus curiosidades puede el lector obtener cumplida información en el libro Obra y Cantera de J.C. Rodríguez Estévez.
Camino del poblado, unas viejas tuberías delatan el lugar de acceso a estas cavidades para lo que es necesario permiso. Las “cuevas” (“de la Mujer”, “del Gigante”, “de la Luz Divina”) visitadas por Alfonso XIII en 1930, pese a los escombros con que han sido “profanados” algunos de sus rincones, aún sorprenden por su monumentalidad y por la grandiosidad de sus espacios. La luz del sol que se filtra por los viejos respiraderos, tamizada por las hojas de las higueras que casi los ciegan, crea un ambiente mágico e irreal y proporciona a la arenisca un color dorado difícil de olvidar. Cuando a finales de los ochenta el arquitecto canario Cesar Manrique visita la Sierra de la mano del arqueólogo Diego Ruiz Mata, queda impresionado por las posibilidades del lugar en el que sueña realizar “el proyecto de su
vida”. Su muerte y la falta de un apoyo decidido por parte de las instituciones a los planes de Ruiz Mata, frenaron la creación en San Cristóbal de un “Arqueódromo”, a modo de “parque temático” arqueológico y paisajístico con el que recuperar y conservar la zona, dejando aparcado lo que a buen seguro constituiría un reclamo turístico y cultural de primer orden que sigue esperando tiempos mejores y políticos más sensibles..., si antes las cuevas no terminan por destruirse o llenarse de escombros y basura.
los conocidos “pocillos”, configuran una singular cascada escalonada que podremos contemplar a vista de pájaro desde las proximidades del Centro Emisor de Retevisión, mirando hacia Jerez.
Pero las crestas de la Sierra aún guardan más sorpresas: el Poblado de las Cumbres. Lugar estratégico como pocos un panel nos anuncia la presencia en la zona de un Yacimiento Arqueológico, donde se excavó un poblado indígena del Bronce Final, hoy enterrado para su preservación, aunque escasamente protegido y seriamente amenazado por quienes utilizan este paraje como circuito de motocross. En estas alturas, por su privilegiado enclave entre Jerez y el mar, debió asentarse también, tal como lo atestigua Fray Esteban Rallón en su Historia de la ciudad de Xerez de la Frontera donde afirma “el castillo y atalaya, árbitro del océano y de la tierra, índice de la paz y de la guerra que con sus fuegos y albarradas avisa a nuestra ciudad y su comarca de lo uno y lo otro”. Siguiendo el paseo, llegaremos desde aquí hasta un frondoso pinarillo que desciende
por la ladera y desde el que obtendremos curiosas vistas de los meandros del Guadalete, de las obras del nuevo Azud y de lo que queda del Rancho de La Bola.

Otros autores durante los siglos XVIII y XIX mencionan que el Guadalete nace en las sierras de la malagueña Ronda, tomando así como cauce principal el que arranca desde la cabecera del arroyo Trejo en Setenil o el del río Guadalporcún, en Alcalá del Valle. El tramo del actual Guadalete comprendido entre su nacimiento y su unión con el Guadalporcún es , por esta razón, nombrado a veces como río Zahara, convirtiéndolo de esta manera en afluente del Guadalporcún, que aparece así como río principal. En los “Anales de Obras Públicas”, editados por la Dirección General de O.P. (1877) se apunta otro curioso lugar de nacimiento: la Sierra de Lijar, en Algodonales, tal vez por la persistencia de los manantiales que alimentan los cursos de agua que bajan hasta el Guadalete desde la citada sierra.
En relación a ésta última hipótesis, el Atlas de Andalucía o el Mapa Provincial de Cádiz (1:200.000), nombran como río Setenil al arroyo que proviene de la Sierra de las Salinas (Arriate, Málaga), mientras que para el Servicio Cartográfico del Ejército (Hoja 14-43, 1:50.000) este primer tramo del río Setenil figura con el nombre de río Peña. Como arroyo o río Trejo (y Guadalporcún) es también conocido el tramo entre Setenil y Torre Alháquime, localidad a partir de la cual se le denomina Guadalporcún hasta su unión con el Guadalete, a los pies de Sierra Vaquera. En este punto, aguas arriba, el recorrido que realiza el “río de los muchos nombres” es de mayor longitud que el seguido por el Guadalete desde el Puerto del Boyar, justificándose así algunas propuestas que fijaban el nacimiento del Guadalete en tierras malagueñas.

