
Publicada el 4/1/2014
Ahora que la Torre de Melgarejo lleva unos años que amenaza ruina, recuperamos parte de su historia, tal como la escribimos hace ahora unos años:
A veces, de manera inesperada, la literatura puede ser una fuente de primer orden para el conocimiento de nuestros paisajes y de su historia. Así, de la mano de ciertos textos literarios descubrimos el aspecto que ofrecían en el pasado parajes y rincones de nuestro entorno, edificios o monumentos que, alterados en la actualidad por el inexorable paso del tiempo, o

Es lo que sucede en la visita que hoy les proponemos. Nuestra guía en esta ocasión es la célebre escritora Cecilia Böhl de Faber y Larrea, más conocida por su seudónimo de Fernán Caballero. El lugar elegido para este paseo literario por la historia y la literatura es el Castillo de Melgarejo y sus alrededores. Estamos en 1852 y hemos salido de Jerez en dirección hacia Arcos. El carruaje que traslada a nuestra autora discurre entre los palmitares de los dilatados y monótonos Llanos de Caulina y, poco antes de subir la cuesta hacia el camino de la Sierra, hace una parada. Un viejo torreón llama

“Saliendo de Jerez en dirección á los montes de Ronda, que se van escalonando gradualmente, como para formarle un adecuado pedestal al bien denominado San Cristóbal, se atraviesa una extensa llanura, que lleva el nombre de Llanos de Caulina. El uniforme y desnudo camino, después arrastrarse dos leguas por entre palmitos, hace alto al pié de la primera elevación de terreno, donde se tiende al sol un perezoso arroyo, que en verano se estanta (sic) y trueca sus aguas en fango.

Vese á la derecha el castillo de Melgarejo, que es de las pocas construcciones moriscas, que no han llegado á destruir el tiempo y la impericia, su fiel auxiliadora en la destrucción. El tiempo

Flanquean los ángulos del castillo cuatro torres cuadradas, las cuales, así como las murallas de todo el recinto, están coronadas de bien formadas almenas, que se alinean uniformes, firmes y sin mella, como los dientes de una hermosa boca”.
El castillo de Melgarejo
El castillo de Melgarejo, obra tal vez del siglo XIV, cumplía un importante papel en el control territorial de este sector del alfoz y, especialmente, de los llanos de Caulina y de los caminos que conducían a la sierra por

En esos mismos años en el que lo retrata Fernán Caballero, mediando el siglo XIX, otro ilustre personaje, Pedro de Madrazo y Kuntz, escritor, pintor y crítico de arte, repara también en el castillo de Melgarejo cuando se encuentra recorriendo la provincia preparando su libro “Sevilla y Cádiz”, que verá la luz en 1856. Su descripción del castillo –al que nombra como Margarejo- es más detallada que la que apunta Fernán Caballero, no en balde está destinada a una guía sobre las provincias de Cádiz y Sevilla, que forma parte de un amplio proyecto editorial: “España, sus monumentos y artes, su naturaleza y su historia”. Madrazo nos deja en ella estas precisas referencias:



En 1901, el historiador arcense Miguel Macheño retrata ya el deterioro del castillo y las primeras grandes modificaciones que sufre su edificio que se acentuarán a lo largo del siglo XX: “sobre una no muy elevada eminencia que domina la extensa planicie de Caulina, se levanta el morisco castillo.

Una imagen bastante aproximada del aspecto de la fachada principal del castillo que


Ya más cerca de nuestro tiempo, Manuel Esteve, en su ya clásica obra Jerez de la Frontera. Guía Oficial de Arte (1953), nos apunta otras descripción del castillo, ya bastante deteriorado destacando que “… su gran patio de armas y torre cuadrada que en su planta superior se


Un siglo y medio después, aunque el castillo conserva todavía su estampa altiva, poco queda ya de sus torres cuadradas y de sus


Una leyenda para un castillo.
Pero sigamos el relato de Fernán Caballero en “Lucas García” con la leyenda que guardan estos muros y que, ya para siempre, formarán parte de él:
“Este castillo fue denominado de Melgarejo, por haber sido conquistado por un caballero jerezano de este nombre. La manera como llevó á cabo esta hazaña, es tan curiosa que no resistimos al deseo de referirla, para aquellos que no estén al cabo de las hazañas parciales de que abundan los anales de Jerez.



Conseguido esto, reunió Melgarejo sus parciales, los disfrazó de moros, haciéndoles cubrir sus caballos con mantas blancas, y una noche que habían salido los defensores del castillo, se dirigió con los suyos hacia él. Los que estaban esperando á los moros, vieron acercarse esta

Este fuerte castillo, -por el que ha pasado el tiempo destrozador sin dejar mas huella que la que dejaría la pisada de un pájaro,- transpone á uno con tal fuerza de ilusión á lo pasado, que se extraña no ver tremolarse en sus torres el pendón de la media luna, y se echa de menos detrás de cada almena, un blanco turbante. ¡Qué sitio tan á propósito es este para la representación de un simulacro ó de un torneo entre moros y cristianos!” (1)
Aún se cuenta sobre La Torre otra leyenda, la de la “Amarga Cena” (que da también nombre a la calle que está junto al castillo) y que, a diferencia de la anterior, es la que popularmente está asociada a sus muros. Escribía Juan Pedro Simó hace unos años que el relato se remonta a los tiempos de Alfonso X El Sabio. “Perdida la ciudad de Jerez, los moros se retiraron. En su huida, moros

disfrazados rebanaron el pescuezo al conde y a mandos cristianos que celebraban en ese momento una cena en la estancia principal de la torre. La historia dice que este acontecimiento fue conocido por 'Melgarejo', que en su traducción al castellano significaba 'Cena amarga'“ (7). Esta es también la versión del guarda de la finca y de los vecinos de Torremelgarejo. Como ven, demasiado cruenta y un tanto desvariada en cuanto a la “traducción”…

Nosotros preferimos quedarnos con la de Fernán Caballero y cada vez que pasamos por Torremelgarejo volvemos la vista hacia su castillo coronado con la “media luna” de la veleta que, como queriendo satisfacer los deseos de Doña Cecilia, se colocó en lo más alto de la torre. Sobre las almenas no se ven “blancos turbantes” pero no faltan nunca las negras siluetas de las grajillas y, sobre todo, el aleteo de las palomas bravías, auténticas señoras del torreón.
Para saber más:
(1) Hemos extraído los fragmentos entrecomillados del cuento “Lucas García”, de Fernán Caballero, incluido en su obra “Cuadros de costumbres” pp. 209-210), editada en Leipzig, 1865, disponible en internet.
(2) Pedro de Madrazo.:. Recuerdos y bellezas de España. Sevilla y Cádiz, Imprenta de Cipriano López, 1856. p.586. Otra edición de esta misma obra puede consultarse en Ed. Daniel Cortezo y Cª. Barcelona, 1884, p.803.
(3) Mancheño y Olivares, Miguel: Antigüedades del Partido Judicial de Arcos de la Frontera y pueblos que existieron en él. Imprenta del Arcobricense, 1901, pp. 147-148.
(4) Romero de Torres, Enrique.: Catálogo de los monumentos históricos y artísticos de la provincia de Cádiz. 1908, Tomo VIII. Manuscrito con fotografías.
(5) Esteve Guerrero, Manuel.: Jerez de la Frontera. Guía Oficial de arte. Segunda Edición refundida y ampliada. Jerez Gráfico, 1952, p. 203.
(6) De las Cuevas J. y J.: Arcos de la Frontera. Diputación de Cádiz. 1985. Pg 13
(7) Simó J.Pedro.: La soledad de La Torre. Diario de Jerez, 02/05/2010
(1) Hemos extraído los fragmentos entrecomillados del cuento “Lucas García”, de Fernán Caballero, incluido en su obra “Cuadros de costumbres” pp. 209-210), editada en Leipzig, 1865, disponible en internet.
(2) Pedro de Madrazo.:. Recuerdos y bellezas de España. Sevilla y Cádiz, Imprenta de Cipriano López, 1856. p.586. Otra edición de esta misma obra puede consultarse en Ed. Daniel Cortezo y Cª. Barcelona, 1884, p.803.
(3) Mancheño y Olivares, Miguel: Antigüedades del Partido Judicial de Arcos de la Frontera y pueblos que existieron en él. Imprenta del Arcobricense, 1901, pp. 147-148.
(4) Romero de Torres, Enrique.: Catálogo de los monumentos históricos y artísticos de la provincia de Cádiz. 1908, Tomo VIII. Manuscrito con fotografías.
(5) Esteve Guerrero, Manuel.: Jerez de la Frontera. Guía Oficial de arte. Segunda Edición refundida y ampliada. Jerez Gráfico, 1952, p. 203.
(6) De las Cuevas J. y J.: Arcos de la Frontera. Diputación de Cádiz. 1985. Pg 13
(7) Simó J.Pedro.: La soledad de La Torre. Diario de Jerez, 02/05/2010
Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto. Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.
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Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, 4/01/2014
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