Ahorcado primero y decapitado después, arrastrado mal
herido en un serón hasta el patíbulo… Este fue el trágico final de Rafael de
Riego. Un final cuya cuenta atrás empezaría tres años antes con aquel “Marchemos
francamente, y yo el primero, por la senda constitucional”, con el que Fernando
VII se reía del pueblo español al “jurar en falso la Constitución de 1812.
Pero esta de hoy es otra historia… Es la historia del día en el que aquél coronel, hace ahora 201 años, se ponía al frente en La Cabezas de San Juan de un pronunciamiento con el que
perseguía que el rey se sometiera a la voluntad del pueblo…


Lo primero que llama la atención en este cortijo son sus curiosas y llamativas torres almenadas. Dispuestas en ambos extremos de su fachada principal, flanqueando su entrada, dan a toda la construcción un cierto aspecto de fortaleza. Se trata de las torres de contrapeso de un antiguo molino de aceite, que contaban con sendas prensas de viga, ya que El Peral fue durante muchos años una hacienda de olivar, aunque ahora esté rodeado de cultivos de cereal y girasol y los olivos más cercanos los hayamos dejado en las cercanas laderas de Macharaví.




A este “patio de labor” se abren también las nuevas caballerizas y almacenes de aperos y maquinarias, así como otras dependencias que acogieron las gañanías, a ambos lados de la puerta trasera del edificio, que da al campo.




Un cortijo con historia: El Peral, centro de operaciones de Riego.
Las tierras de El Peral aparecen ya reseñadas a finales del siglo XVII como “dehesa de baldío”. A mediados del XVIII cuentan ya con olivares y se menciona también la existencia aquí de un molino de dos piedras propiedad del colegio de Santa Catalina de Arcos.

Sin embargo, será de la mano de Rafael de Riego, en 1820, cuando este cortijo-hacienda escriba sus páginas más singulares. Recordemos brevemente aquellos días.
Al objeto de hacer frente a los movimientos independentistas de las colonias americanas, se fueron

Ante el descontento muy extendido en amplios sectores de la milicia por la situación política, un grupo de oficiales habían decidido aprovechar esta ocasión para organizar un pronunciamiento con el que obligar a Fernando VII a proclamar la Constitución de 1812 y situar a los liberales en el gobierno. Uno de ellos era el teniente coronel Rafael de Riego, quien al frente del Batallón de Asturias, acuartelado en la localidad sevillana de Las Cabezas de San Juan, encabezó la rebelión liberal frente a los absolutistas el 1 de enero de 1820, proclamando la Constitución de 1812.


Los hermanos De Las Cuevas, en su monografía sobre Arcos, nos dicen lo que vino después: “A las tres de la tarde del 1-1-1820, con el Batallón de Asturias, emprende la marcha desde Las Cabezas. Llovía a todo llover. A las 2 de la mañana, en El Peral, enciende hogueras para secarse; en el barro, perdiéronse muchas botas. Riego montaba un caballo blanco”. (4)



Al día siguiente, tras pasar la noche en El Peral, se entregarán a Riego en Arcos el general Calleja, los generales Fournas y Sánchez Salvador y el Brigadier Gavani, siendo trasladados a El Peral, que se convertirá por unas semanas en centro de operaciones de Riego y en prisión improvisada de quienes no quisieron secundar el pronunciamiento liberal. Tras proclamar la Constitución en Arcos, Riego enviará una columna a

El pronunciamiento se extenderá progresivamente por otras ciudades hasta que el 10 de marzo de 1820, los acontecimientos obligan a Fernando VII a mostrar su apoyo a la Constitución de 1812 con aquel famoso “Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional”. Comenzará así el Trienio Liberal que había encendido su primera llama una noche lluviosa de enero en las hogueras que Riego manda hacer en El Peral para que pudieran secarse sus fatigadas tropas. Después vendrían los Cien Mil Hijos de San Luis y la ejecución de nuestro personaje, acusado de alta traición, apenas tres años después de los hechos de Las Cabezas y El Peral.
Cada vez que pasamos por El Peral, nos gusta recordar que aquí estuvo Riego, el máximo exponente de quienes defendían las libertades civiles en nuestro país y que en reconocimiento a ello, su retrato ocupa un lugar destacado en las Cortes Generales.

En El Peral nada recuerda su paso. Bien podría ponerse una placa, un monolito o, tal vez, sembrarse un olivo en su memoria, a propósito de que se ha cumplido el bicentenario de aquellos hechos.

Pese al olvido, quedan las palomas. Las mismas palomas que cada tarde regresan a sus hermosos palomares pintados de almagre. Y las torres… que continúan allí, altivas, alzando sus almenas como faros en el mar de trigales de la campiña.
Para saber más:
(1) VV.AA.: Cortijos, haciendas y lagares. Arquitectura de las grandes explotaciones agrarias en Andalucía. Provincia de Cádiz. Junta de Andalucía. Consejería de Obras Públicas y transportes. 2002. pp. 311-312.
(2) VV.AA.: Cortijos, haciendas y lagares… p. 312.
(3) Pérez Regordán, M.: Comentario estadístico, geográfico, histórico y etimológico al nomenclátor del término municipal de Arcos Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 03/04/2016 de la Frontera (1999). Publicación del Excmo. Ayuntamiento de Arcos de la Frontera.
(4) De las Cuevas J. y J.: Arcos de la Frontera. Diputación de Cádiz. 1985. p. 50 y 79. El texto recogido por estos autores procede de “Recuerdo de R. de Riego”, de M. Chaves, p. 110.
(5) De las Cuevas J. y J.: Arcos de la Frontera…. P. 79.
Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto. Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.
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