
En nuestro camino desde El Puerto de Gáliz hacia el Mojón de la Víbora, cruzando por estos inigualables parajes del Parque Natural de Los Alcornocales, hemos dejado atrás los pinares de pino negral que flanquean la calzada. Entre los pk 14 y 13 la carretera discurre por las laderas forestales del
Cancho de las Caretas. Los pequeños muretes que la acompañan en algunos tramos están formados por bloques de piedra de la roca conocida como

“
arenisca del Aljibe”, principal constituyente de estos montes que descubrimos por sus llamativos colores. En ocasiones el bosque se salpica con grandes bloques rocosos, con peñas o mogotes que emergen entre la arboleda. En las zonas en las que el alcornocal es menos denso, o donde se encuentra más aclarado, el suelo se cubre con un espeso
brezal que desde finales del invierno se cubre ya con sus diminutas flores rosadas y blancas.
Escobones,
aulagas,
jara
pringosa,
helechos … son algunas de las muchas especies que abundan también, junto a los
brezos, en los lugares más abiertos. Junto a la carretera, en los linderos del bosque, no faltan tampoco ejemplares de
madroños,
quejigos,
labiérnagos… Aunque no es frecuente, los animales que pueblan el bosque se “asoman” de vez en cuando a las orillas de la carretera y, a modo de ejemplo, en nuestro último recorrido pudimos ver ciervos, meloncillos y una salamandra de buen tamaño que cruzaba “imprudentemente” sin reparar en riesgos.
Avanza nuestro camino entre curvas y mogotes de arenisca. A la derecha queda la cancela que da acceso a las casas de la
Loma de Gamí (pk. 14) y que desciende hasta las hondonadas por donde fluye el
Arroyo del Parrón y de las Casas del Abanto. Un pinar de repoblación sube aquí, a nuestra izquierda por las laderas del Cancho de las Caretas.
Como el viajero habrá podido adivinar, las diferentes
especies de pinos que crecen en estos montes han sido introducidas y son por tanto, ajenas a estos parajes. Junto al pino piñonero,

destaca también el
pino de Monterrey, que hemos podido ver en los primeros tramos de nuestro recorrido poblando las faldas y cumbres de La Gallina. Con todo, el más abundante es el
pino negral o resinero, que constituye estos pinares cercanos a la carretera. Esta especie es la mejor adaptada a la naturaleza acidófila y pobre del substrato silíceo al que da lugar la “arenisca del Aljibe”, sobre el que se desarrolla con éxito, llegando a competir con el alcornoque al que

puede dificultar su regeneración y normal crecimiento. El viajero podrá comprobar como la densidad de estos pinarillos de pino negral es tan alta que apenas crecen bajo su espesa sombra otras plantas. El sotobosque es aquí bastante pobre y su suelo está cubierto por un grueso manto de acículas secas, conocidas como pinocha o pinaza, que, como se alerta en la “
Guía de los Montes de Propios”, “
…representan un alto riesgo de incendio por su contenido en compuestos inflamables. Solamente algunas plantas del alcornocal pueden neutralizar los efectos inhibitorios de estas condiciones, especialmente madroño y brezos, cuyos ejemplares algo ahilados crecen entre los troncos de los pinos”.

Entre el los km 13 y 12 el paisaje se abre en algunos tramos y nos deja ver, a la derecha, el valle de la
Garganta de los Corcitos y, algo más lejos, los mogotes de roca caliza que constituyen el
Cerro de las Motillas, a cuyos pies corre el arroyo de
Pasada Blanca. Este cerro, al que volveremos otro día, encierra en su interior un sistema de cuevas y galerías de gran interés geológico y arqueológico. En los lugares donde el boque se hace

menos denso el sotobosque está dominado por el helecho común, que se extiende como un tapiz herbáceo. Si en el otoño nos ofrece sus hojas rojizas y ocres, en primavera despliega sus grandes hojas divididas llenando de verdor los alcornocales y pinares y creciendo hasta los bordes mismos de la carretera. Nuestro camino pasa ahora junto a la
Casa de los Canchos en cuyas cercanías crece otro pinar de repoblación con un denso rodal de altísimos árboles de

porte ahilado.
A partir del pk.12, el paisaje se torna más despejado y en algunos trechos podremos ver en la lejanía, a nuestra izquierda, los perfiles de la sierra de Grazalema y las lomas de Cerro Verdugo en las que se adivina el caserío de
Prado del Rey. Nos acompañan ahora las faldas de
Loma de La Novia. En las proximidades del pk. 11 queda, a la izquierda, la
Casa de los Barracones, sede de la guardería forestal de la
Dehesa del Toronjil (Montes de Propios de Jerez), que encierra parajes de gran belleza y a la que se accede desde este lugar.
Algo más abajo, una curva cerrada en la carretera se traza sobre un puentecillo cuyos pretiles

han derribado la fuerza de las aguas de un torrente. A la altura del pk. 10, despunta, a la izquierda de la ruta, el Cerro o
Peñón del Jabato, uno de los llamativos mogotes de arenisca que jalonan este tramo. Algo más adelante llamará la atención del viajero otro de estos peñones: la
Piedra de la Novia. Entre ambos puntos la carretera describe un arco de más de un km. en cuyo seno nace la
Garganta de la Miel, uno de los típicos “
canutos” de estas montañas del Parque Natural de los Alcornocales donde es posible observar la vegetación acompañante de estos arroyos.
Pasado el pk. 8, queda a nuestra izquierda el
Cerro de la Novia y algo más adelante, la carretera se abre camino ente una pared rocosa en una de cuyas peñas se ha tallado un arco para facilitar el paso. Estamos ahora en las proximidades de la
Dehesa del Cándalo (pk. 7), cuya casa queda a la derecha. Algo más adelante, reclama nuestra atención una gran roca, que se alza en forma de aguja junto a la cuneta izquierda de la carretera (pk. 6).

Muchas de estas llamativas peñas o rocas aisladas tienen (o tenían) nombre propio por constituir auténticos “hitos” naturales y visibles, que jugaron un importante papel para orientarse en los confusos caminos del bosque. Aunque algunos de ellos han pervivido en el tiempo, de otros sólo nos quedan referencias escritas o las que aportan viejos mapas y planos como el Parcelario de
Adolfo López Cepero (1904). En él aún podemos ver como tan sólo en el tramo de

algo más de 6 km. comprendido entre la citada Casa de los Barracones (pkm 11) y la de
Ventalleja (pkm. 5) se suceden junto a la carretera la
Piedra del Cuchillo, el
Peñón del Jabato, la
Piedra de la Novia,
Piedras Aspadas,
Piedra Mojón,
Piedra de la Cruz,
Piedra del Selladero,
Piedra de la Salinilla…
Tras dejar atrás las tierras de la Dehesa del Cándalo, y un poco antes de llegar al pk. 5, podemos ver a la derecha un cerrado valle por el que corre la
Garganta del Enemigo flanqueada por

una hermosa
aliseda. Al poco, un claro se abre a la izquierda de la carretera y en un pequeño llano se alza la casa de
Ventalleja (la Venta de Lleja, como era conocida tiempo atrás). Desde este lugar se accede a los caminos que conducen a
Garganta Millán y
Peñón de Merino, parajes situados en los límites de los términos de Ubrique y Jerez, ya en las proximidades de la depresión en cuyo seno se encuentra el embalse de los Hurones.

Entre los pk 4 y 3, la carretera bordea el
Cerro del Enemigo y el
Bujeo del Cuerno (a la derecha) en cuyas laderas crece un magnífico alcornocal con un sotobosque aclarado por el pastoreo de cabras, ovejas, cochinos de montanera... El camino asciende suavemente hasta el Puerto del Cuerno y nos ofrece, a la izquierda curiosas vistas de las
sierras de Grazalema y
Ubrique, de los perfiles de la
Sierra de la Silla, del macizo de las cumbres del
Endrinal, del blanco caserío de
Benaocaz, -que se nos

antoja desde aquí como colgado en la montaña-, de las cumbres del
Albarracín, de la
crestería del Pinar… Más cerca de la carretera, también a nuestra izquierda, queda el valle de
Garganta Millán, que se pierde a lo lejos entre una masa continua de alcornoques y quejigos.
A partir del pk.3 se inicia un suave descenso. A la izquierda quedan los prados del cerro de
Majar Alto (pk.2), donde pastan rebaños de ovejas y cuyas laderas nos ofrecen

hermosas y “bucólicas estampas pastoriles”. A la derecha, una cancela da paso a una pista que se interna en el alcornocal del cortijo y
Dehesa de La Fantasma, como se conoce este paraje. Al poco, veremos en la lejanía, frente a nosotros, mientras nos dejamos llevar por la la carretera en un suave descenso, la cumbre aislada del
Peñón del Berrueco y Ubrique, que queda a la izquierda, a los pies de la sierra.
Las
Casas del Mojón de la Víbora, nos anuncian ya el final de nuestro recorrido y, antes de acercarnos hasta la
Venta a reponer fuerzas, hacemos un alto en el camino para deleitarnos con las vistas panorámicas que nos ofrece el
Mirador del Mojón de la Vibora.
La sierra de Grazalema se nos presenta aquí en toda su magnitud con el telón de fondo de la mole caliza del
Pinar coronada por el
Torreón. A la izquierda, la
Sierra de la Silla nos muestra el espolón rocoso sobre el que se alzan las ruinas del
Castillo de Fátima o Cardela, asomado sobre el Charco de los Hurones. A la derecha, la
sierra de Ubrique exhibe sus llamativos paredones rocosos donde se aprecian imponentes saltos de falla. Frente a nosotros, ocupando la posición central de esta inigualable vista,
Ubrique, cuyo caserío se nos antoja desde aquí más blanco que nunca.

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1 comentario :
que bonitos paseos se hace usted, no lo tendrias para meterlo en el gps no? me gustaria hacerlo con la mujer en la moto. saludos
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