Foto denuncia.
Museo Arqueológico de Jerez: ¡reapertura ya!


Museo Arqueológico de Jerez
En abril de 2005 se cerraron las puertas del Museo Arqueológico de Jerez, con la finalidad de realizar las obras de construcción de un nuevo edificio en el solar colindante a su sede de la Plaza del Mercado. Se pretendía con ello ampliar sus espacios expositivos y dotar al Mueso de otras instalaciones complementarias (almacenes, talleres, salas de restauración…) al objeto de atender las necesidades de expansión demandadas por esta institución dedicada a la investigación y a la divulgación de nuestro patrimonio histórico y arqueológico. A pesar de los retrasos surgidos en la obra, el nuevo edificio situado entre las calles Liebre y Justicia se terminó ya hace casi dos años, pese a lo cual, su reapertura se ha visto retrasada en diferentes ocasiones, ante las dificultades para llevar a cabo -por falta de fondos- el nuevo proyecto museográfico que requiere una nueva reordenación de los espacios dedicados a la exposición de la colección arqueológica, incrementada con nuevas piezas.

A lo largo de estos dos últimos años se ha anunciado en diferentes ocasiones la reapertura del Museo sin que ese momento acabe de llegar. A juzgar por las últimas manifestaciones de los responsables del Área de Cultura, aún habrá que esperar meses para que eso ocurra y, mucho nos tememos, que el próximo abril, cuando se cumpla un lustro desde su cierre temporal, sus puertas seguirán cerradas. De seguir así, desde su inauguración en su actual sede de la Plaza del Mercado en 1993, el Museo habrá permanecido casi un tercio de su corta vida cerrado. Un dato tan elocuente como triste.

Nadie duda a estas alturas que el trabajo de los técnicos municipales y del equipo científico del Museo no ha cesado en estos años. A la vista están trabajos como la Carta Arqueológica Municipal y la permanente presencia de los arqueólogos del Museo en cuantas obras se realizan en el casco antiguo y en otros aquellos puntos del término donde se llevan a cabo constantes controles. A la vista están sus publicaciones científicas y sus trabajos por paliar, en parte, este cierre que ya se prolonga más de la cuenta. Uno de ellos, presentado recientemente, ha sido la renovación de su página web, que nos permite visitarlo virtualmente y admirar las nuevas piezas incorporadas a la colección arqueológica del Museo. Esta magnífica ventana que el Museo ha abierto para que no nos olvidemos de él, nos sabe a poco, porque lo que queremos de verdad es que, de una vez, se reabran sus puertas.

En estos años, muchos ciudadanos han dirigido escritos al Ayuntamiento y a los medios de comunicación solicitando que no se retrase ya por más tiempo la reapertura del Museo. Lo mismo han hecho, a través de distintos comunicados, grupos políticos municipales o colectivos como la Asociación de Amigos del Museo Arqueológico, el Ateneo Jerezano o el Centro de Estudios Históricos Jerezanos, por citar sólo algunos.

Sabemos de las dificultades económicas por las que viene atravesando el Ayuntamiento, pero ha de entenderse con claridad que la cultura es también fuente de riqueza. No es preciso extenderse en la labor insustituible que el Museo Arqueológico de Jerez ha venido desempeñando en la difusión de nuestro patrimonio histórico y arqueológico, en su papel como instrumento pedagógico de primer orden, en su importancia como referente para el turismo cultural y aún como elemento dinamizador de un sector de nuestro casco histórico, menos vivo ahora, sin el Museo. No es preciso insistir en que el Museo es, en buena medida, el auténtico “centro de interpretación” de nuestra ciudad y nuestro término, de nuestra historia y nuestro patrimonio, de lo que hemos sido y somos como pueblo. El Museo es la representación material de “nuestro ADN histórico”.

No es preciso insistir en estas cosas. Lo que es preciso es que el Museo Arqueológico de Jerez vuelva a abrir sus puertas cuanto antes, sin más aplazamientos. ¡Reapetura ya!.


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Un pueblo asomado a un río...


Arcos de la Frontera
A Pepe Bejines y Loli Carmona, arqueños de pro.

La imagen que de un pueblo o de una ciudad transmiten los viejos grabados y dibujos, o las antiguas fotografías, es reconocible por la constancia de algunos elementos singulares: las torres de las iglesias, un edificio notable, algún aspecto relevante del paisaje… Son hitos que permanecen casi inalterables en el tiempo y que nos permiten afirmar que, a pesar del paso de los siglos y de las grandes transformaciones que se hayan podido producir en la fisonomía urbana, el pueblo, o la ciudad siguen siendo el mismo. Esto, que cada vez es más difícil de afirmar en la mayoría de los pueblos y ciudades de nuestro entorno, tiene, tal vez, una clara excepción: Arcos de la Frontera.

Gustavo Doré: Arcos de la FronteraLa estampa de Arcos, la imagen gráfica que ha perdurado de este hermoso pueblo gaditano, ha permanecido casi invariable, gracias a su peculiar enclave en un impresionante lomo rocoso de arenisca, “la peña”, sobre el que invariablemente, se desparrama su blanco caserío entre el que despuntan las siluetas del Castillo y las iglesias de Santa María y San Pedro. Y a los pies de esta espectacular composición, ciñendo las paredes verticales de “la peña”, el lento discurrir del Guadalete. Siglo tras siglo, con muy ligeras variaciones, esta es la imagen que el viajero tiene de esta ciudad, cuando la descubre después de subir la cuesta de Valdejudíos procedente de Jerez. Una de las más bellas y armoniosas vistas de cuantas pueden contemplarse en nuestro entorno cercano.

Rico: Arcos de la FronteraNo pretendemos ahora recrearnos en esta escena, a la que volveremos en otra ocasión para comentar lo que escritores, poetas y viajeros han dicho de esta ciudad que se asoma al Guadalete. Hoy nos vamos a limitar, con el apoyo de algunos grabados y fotografías entre los que median 150 años, a comprobar el paso del tiempo y sus huellas en un paisaje que, a pesar de todo reconocemos en lo sustancial.

La primera de las imágenes corresponde a un dibujo de uno de los mejores ilustradores y grabadores del siglo XIX, el francés Gustavo Doré, quien dejó para siempre testimonio gráfico de su paso por Arcos y de cómo lo percibió en 1861. Acompañando al barón Jean Charles Grabado de Arcos de la FronteraDavillier, escritor e historiador del arte, viajará por toda España encargándose de ilustrar las crónicas que éste escribe “por entregas” para la revista de viajes "Le tour du Monde", que por entonces publica la editorial francesa Hachette. Las crónicas serán un éxito y se recogerán unos años después en un libro con el título “l’Espagne". Este “Viaje por España” como será conocido en su versión española, incluía casi 500 ilustraciones de Gustavo Doré, entre las que no podía faltar la de uno de los pueblos más pintorescos y singulares: Arcos de la Frontera.

Arcos de la FronteraEl grabado de Doré nos muestra en primer plano las alamedas de un Guadalete que debe cruzarse aún por un puente de madera. Pese a que el arquitecto Hernán Ruiz el Joven había dejado diseñadas las trazas de un puente sobre el Guadalete (1544-1567), aún hay que esperar unos años, hasta que Arcos vea en su río un puente de piedra. Doré se recrea en los perfiles del castillo y de Santa María, y nos muestra una “peña” con laderas menos verticales y en las que no se aprecia apenas la vegetación que la cubre en su parte más baja.

Un grabado posterior, realizado más de veinte años después, nos muestra la ciudad desde una perspectiva distinta, pese a lo cual seguimos percibiendo sus marcados perfiles. Este grabado, basado en una obra de “autor anónimo” fue realizado por Rico y acompañaba una crónica de Eusebio Martínez de Velasco para La Ilustración Española y Americana (1883), sobre los sucesos de la Mano Negra y la detención en la cárcel de Arcos de varios jornaleros. La escena nos ofrece la imagen del Arcos del último cuarto del siglo XIX, apenas veinte años después de que Dore realizase su dibujo, y en ella se aprecian ya algunos signos de cambios. En primer plano aparece el puente de piedra de San Miguel, de tres arcos, inaugurado unos años antes, en 1868, como queriendo resaltar este nuevo elemento del paisaje urbano del que la ciudad se sentía orgullosa. Las obras de este puente se eternizaron, como queda recogido en una copla popular: “como a la puente de Arcos te tiene que suceder, que trajeron cal y cantos y se quedó sin hacer”. No es de extrañar por ello que el puente se representara en grabados e ilustraciones de la época cómo el elemento más destacado de la ciudad y que, orgullosos de él, una nueva coplilla dijera que: “tres cositas tiene Arcos que no las tiene Jerez, Santa María, San Pedro y el puente de San Miguel”. La alegría duró hasta 1917, en el que fue derribado por una avenida del río. En la imagen se aprecia también el gran desarrollo urbano del Barrio Bajo, en plena expansión, así como los diferentes caminos de acceso a la población.

Tras un salto en el tiempo de casi medio siglo, nos detenemos en otra escena de este mismo paisaje. Es la que se nos muestra en una fotografía realizada a mediados de la década de los veinte del siglo pasado, que hemos tomado de un curioso folleto editado en 1932 por la Imprenta y Litografía de Sucesores de M. Hurtado de Jerez. El folleto, que incluye otras fotografías del río a su paso por Arcos, fue sufragado, con fines benéficos, por D. Genaro Socii García de Veas, y dedicado a D. Miguel Primo de Rivera con motivo de la inauguración de las obras del Ferrocarril de la Sierra en Arcos. Lo más sobresaliente de las imágenes de la ciudad son, sin duda, los caudales crecidos de las aguas del Guadalete, que rebosan con una impresionante lámina de agua por el azud del Molino del Algarrobo que puede verse en el centro de la imagen, reflejado en el río. Se aprecian en esta vista de Arcos las laderas de la peña más cubiertas de vegetación y se adivinan las chumberas que crecían por las laderas. Como hoy.

Las últimas imágenes nos muestran, casi ochenta años después, en 2008, como el tiempo ha hecho mella en las laderas de “la peña”, de la que se han desprendido importantes fragmentos y como, pese a la aparición de nuevos hitos en los perfiles de la ciudad (el parador y el balcón-mirador, por ejemplo), aún persisten, con la misma fuerza de siempre, el Castillo, Santa María, San Pedro y el rio. El mismo río en el que se han comenzado a reforestar las riberas y en el que se ha restaurado el azud del molino del Algarrobo. El mismo azud que quedaba oculto en 1932 por las aguas de un Guadalete que ya nunca será el mismo.

Para saber más:
- De las Cuevas José y Jesús.: Arcos de la Frontera. Diputación de Cádiz,1985. pgs. 10-23.
- El grabado de G. Dore, ha sido tomado de Diccionario Geográfico Estadístico Histórico MADOZ. Tomo CADIZ. Edición facsímil. Ámbito Ediciones. Salamanca, 1986. pg. 50. Una de las versiones más conocidas es la recogida en “Viaje por España”, edición de 1949, pg. 350.
- El grabado con el viejo puente de piedra de San Miguel fue publicado en La Ilustración Española y Americana en 1883.
- El grabado que muestra en primer plano el azud rebosante del molino del Algarrobo, ha sido tomado de un folleto editado en 1932 por la Imprenta y Litografía de Sucesores de M. Hurtado, Jerez.


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Los sifones de la Junta de los Ríos.
Galería de imágenes


Como complemento a la entrada anterior, puede visitarse la galería de imágenes que hemos preparado sobre los sifones del Guadalete y Majaceite en las que podremos apreciar algunos detalles de la estructura de estas obras hidráulicas, así como del paraje donde se encuentra:

  1. Vista de la barriada rural de la Junta de los Ríos (Arcos) desde el Sifón del Guadalete.
  2. Río Guadalete aguas arriba del sifón. Vista desde el aparcamiento de la Venta Junta de los Ríos.
  3. Instalaciones de la Confederación Hidrográfica.
  4. Sifón del Guadalete entre la alameda.
  5. Accesos al sifón del Guadalete.
  6. Detalles del sifón del Guadalete.
  7. Detalles del sifón del Guadalete.
  8. Escalera y barandilla de acceso.
  9. Castillete de la clave del sifón protegiendo la ventosa.
  10. Perfiles de la sombra del sifón del Guadalete sobre las copas de los sauces y álamos en otoño.
  11. El sifón del Majaceite visto desde el del Guadalete.
  12. Vista del Majaceite aguas abajo del sifón.
  13. El sifón del Majaceite visto desde su estribo izquierdo.
  14. Escalera de acceso al sifón del Majaceite.
  15. Detalles de las escaleras y barandillas del sifón del Majaceite.
  16. Detalles de las escaleras, barandillas y ventosa del sifón del Majaceite.
  17. El sifón del Guadalete visto desde el castillete del sifón del Majaceite.
  18. Perfiles del sifón del Majaceite sobre las copas de los álamos a finales de verano.
  19. Vista del sifón del Majaceite.
  20. Detalle del estribo del mismo.
  21. Detalle de la válvula de desagüe.
  22. Canal y boca del sifón. Compuertas.
  23. Canal de salida de los sifones en la Junta de los Ríos.
  24. Granja Escuela Buenavista, antiguo Vivero de Obras Públicas.


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Endrinas



En nuestros paseos otoñales “en torno a Jerez”, buscamos en este tiempo los frutos que árboles y arbustos nos muestran ya en su madurez, listos para ser recolectados. En los espacios forestales o en los setos de los caminos, en las dehesas o en las riberas, en las vallonadas umbrosas o entre los roquedos…, en todos los rincones de nuestro entorno rural y natural el otoño se manifiesta con los colores cambiantes de las hojs de los árboles y con sus frutos. Hace unos días, en Parauta, el suelo se llenaba de castañas, mientras que los quejigos y alcornoques en La Sauceda nos daban ya su generosa cosecha de bellotas. Azufaifos y membrillos en los huertos de Zahara, majoletos, moras de zarza, algo tardías y madroños, muchos madroños… han salido también a nuestro encuentro en muchos rincones. Pero entre todos los frutos del otoño sentimos especial predilección por las endrinas con las que tratamos de hacer, sin conseguir grandes logros, nuestro pacharán Este año, aunque las endrinas nos habían llegado, a través de los amigos Charo y Vicente, desde Guadalajara, queríamos traer aquí un reportaje sobre este curioso fruto. Andábamos preparándolo cuando vimos el post que José Manuel Amarillo había colgado en su magnífico blog. Y como no podíamos hacerlo mejor le pedimos que, abusando de su generosidad, nos dejara contarlo con sus palabras y sus imágenes. Aquí están, junto a nuestro agradecimiento a su autor:

Licor de endrinas (Hecho en casa)

Hace unas semanas, todavía en pleno verano, me comentan en Grazalema que ya se están recolectado las bayas de los endrinos (Prunus spinosa) mas cercanos al pueblo. En la tienda (Casa Guillermo) me entero que ya se han vendido unos cuantos litros de aguardiente. Como hace bastante calor (esto lo escribo a mediados de octubre y todavía pasamos en Jerez de los 30º) me levanto temprano y subo a las laderas mas cercanas de la Sierra del Endrinal, de toponimia mas que evidente. Sudo para llegar a los espinos mas escondidos esperando recoger los bruños(*) suficientes para preparar mi licor casero. Para mi es ya una tradición anual y además, llegado el momento, nos encanta invitar a la familia y amigos que pasan por el pueblo a una copita de "pacharán" de la casa cuando llegan los frios. Aquí os muestro unas fotillos de los endrinos y detalles de la maceración en aguardiente que ya se ha teñido de rojo una semana despues de la preparación. La receta es fácil: Aguardiente, endrinas, canela en rama y granos de café.








(*) me comenta el amigo Manolo Barea que los viejos del lugar llaman bruños a los frutos del endrino; puede ser una deformación del latín prunus (ciruela) y es que el endrino pertenece a este género de plantas; buscando en la R.A.E. aparece así como tal.

Texto y fotografías:
José Manuel Amarillo
http://josemanuelav.lacoctelera.net/

 
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