Como las ondas del mar.
El escudo de Jerez: un recorrido histórico e iconográfico (1).




Como cada año, en el marco del ciclo festivo de otoño, cobra un especial protagonismo el 9 de octubre, día de san Dionisio, en el que se conmemora la incorporación de Jerez a la corona castellana de la ciudad tras su conquista por las tropas de Alfonso X en 1264.

De un tiempo a esta parte, esta fecha se han puesto en cuestión por diferentes historiadores (1) y así, por ejemplo, el arabista jerezano M.A. Borrego Soto apunta en un reciente estudio (2) la del 3 de octubre de 1267, como la que más se ajusta a los hechos históricos, según ha podido documentar en sus investigaciones. Sea como fuere, lo cierto es que la tradición ha vinculado desde antiguo la celebración del 9 de octubre, Día del Patrón, a la toma de Jerez por el Rey Sabio.

Uno de los actos que en recuerdo de aquellos episodios históricos, se viene celebrando desde hace años, es el traslado del pendón de la ciudad que, de modo simbólico, representa al que portara Alfonso X.



En nuestros días es llevado por el concejal más joven del Ayuntamiento, acompañado por la alcaldesa y los demás miembros de la corporación municipal, en una procesión que cruza la Plaza de la Asunción desde la sede del antiguo Cabildo hasta la vecina iglesia de San Dionisio.

Sobre el pendón de Jerez, su significación, su origen, y en especial, sobre su desaparición hace unos años, se han escrito ríos de tinta. De manera recurrente, se abre cada otoño el debate de lo oportuno o inoportuno de este acto y, especialmente, de la lamentable e inexplicable pérdida de uno de los principales símbolos de la ciudad y de una de las piezas más antiguas y significativas de nuestro patrimonio. Sin embargo, asociado también a los mismos hechos históricos, pasa más desapercibido otro de los emblemas representativos de la ciudad: el escudo heráldico. Para conocer sus orígenes y su evolución, les proponemos hoy un recorrido histórico e iconográfico por algunos de los escudos más llamativos y curiosos repartidos por toda la ciudad. ¿Nos acompañan?

El escudo oficial de la ciudad.

Aunque en la actualidad y desde hace unos años, el escudo de Jerez ha adoptado una forma simplificada en aras del diseño, asemejándose más bien a un logotipo, conviene recordar que el escudo oficial de la ciudad, se aprobó formalmente por el Consejo de Ministros del 10 de marzo de 1967, publicándose en el B.O.E. del Estado del día 3 de abril el texto del Decreto 671/1967 por el que se autoriza al Ayuntamiento de Jerez de la Frontera (Cádiz) para la rehabilitación de su escudo heráldico municipal.

El mismísimo Francisco Franco, y el entonces Ministro de la Gobernación Camilo Alonso Vega, firman esa disposición que da naturaleza legal a nuestra insignia local: “El Ayuntamiento de Jerez de la Frontera, de la provincia de Cádiz, a tenor de lo dispuesto en las vigentes disposiciones legales y en uso de las atribuciones que le están conferidas, acordó solicitar la correspondiente rehabilitación y legalización oficial del Escudo de armas que desde tiempo inmemorial viene utilizando como propio de aquel Municipio, a fin de perpetuar a través del mismo y de un modo gráfico y expresivo los hechos históricos más relevantes de la localidad. A tal efecto elevó el oportuno proyecto y Memoria descriptiva correspondiente. Tramitado el expediente en forma reglamentaria y emitido el preceptivo dictamen por la Real Academia de la Historia, favorable a que se acceda a lo solicitado. En su virtud, a propuesta del Ministro de la Gobernación y previa deliberación del Consejo de Ministros en su reunión del día diez de marzo de mil novecientos sesenta y siete, DISPONGO : Articulo único. -Se autoriza al Ayuntamiento de Jerez de la Frontera, de la provincia de Cádiz, para rehabilitar su Escudo heráldico municipal, que quedará organizado en la forma siguiente, de acuerdo con el dictamen de la Real Academia de la Historia:



Forma española. Ondas de azur y plata, con bordura componada de Castilla y León, esto es, castillos de oro en campo de gules y leones de gules en campo de plata. Timbrado de corona real.

Así lo dispongo por el presente Decreto, dado en Madrid a dieciséis de marzo de mil novecientos sesenta y siete
” (3).

De la misma manera, al amparo de la Resolución de 30 de noviembre de 2004, de la Dirección General de Administración Local de la Junta de Andalucía, el Escudo heráldico de Jerez, como símbolo de la ciudad quedó inscrito en el Registro de Entidades Locales de Andalucía (4). En su diseño, adopta en la actualidad la forma “española” (la de los escudos tradicionales) o la ovalada. La web municipal expone también una sucinta explicación oficial de sus distintos elementos. Así, “la corona real abierta de su parte superior se utiliza por el hecho de haber sido Jerez antigua plaza realenga. Las ondas del mar, en colores azur y plata, simbolizan las veces alternativas en que Jerez estuvo en manos de moros y cristianos durante la Reconquista. Los escaques con las armas de Castilla y León provienen de haber sido el rey de Castilla y León el que conquistara la ciudad en el año 1264”. (5)

Sin embargo, tras la frialdad de las disposiciones oficiales que todo lo regulan, tras la descripción formal del escudo de la ciudad, hay una hermosa historia que nos lleva a aquellos días, siete siglos y medio atrás, en los que el Rey Sabio entraba victorioso en Jerez, una ciudad insegura en la frontera de dos reinos.

Como las ondas del mar.

Las noticias documentales más antiguas que tenemos acerca de las armas concedidas por Alfonso X a Jerez datan del Privilegio dado en el “Real cerca de Toro” en 22 de agosto de 1269 a Gonzalo Matheos (6). En él se alude, entre otras cuestiones, “… a todo lo que se puede decir del escudo de las armas de nuestra ciudad, que no sólo se dio a Gonzalo Mateos, sino a otros muchos linajes que pintan las ondas en los escudos” (7). A partir de aquí, la historiografía tradicional jerezana ha recogido diferentes versiones introduciendo curiosos matices, sobre el origen del emblema, que fuera otorgado directamente por Alfonso X a los primeros defensores de la ciudad.

Una de las primeras versiones es la que figura en el Libro del Alcázar, escrito en el siglo XV, considerado como la más antigua Historia de Jerez que se conserva. En él se narra cómo tras la conquista de la ciudad por el Rey Sabio, después de una intervención militar para someter a los pobladores musulmanes que se habían apoderado del alcázar venciendo a la guarnición cristiana que lo custodiaba, el rey concede armas a los jerezanos: “(…) y porque esta çibdad quedava tan apeligro y en tanta frontera de los moros, enemigos e nuestra santa fe catolica, por más obligados a los que en ella quedavan y animalos que toviesen en poco los trabaxos y acaeçimientos que les biniesen, dióles por armas las ondas de la mar que tan çerca tenían, a quien conparó esta çibdad por la inquietud y poco reposo que por la guerra avía de tener que siempre y cada día era conquistada, así por mar como por tierra, así de África como del reyno de Granada, y así quedó esta çibdad encomendada a Dios y al bienaventurado San Dionisio, cuya fiesta cada año hasta agora esta çibdad faze…” (8).

En 1484, como recuerda el historiador Bartolomé Gutiérrez, se comenzó a anotar en los libros capitulares de esta ciudad “noticia de sus sucesos, conquistas y memorias la qual permaneciese en sus libros para testimonio de la posteridad” (9). Se incluye así un Memorial que el cabildo mandó redactar, atribuido al escribano Juan Román de Cuenca, en el que se relatan también estos primeros sucesos y que guardan una gran similitud con lo descrito en el Libro del Alcázar, como ha puesto de manifiesto el historiador Juan Abellán.



En el citado Memorial no podía faltar el relato de los hechos acaecidos en el Alcázar. Este es el fragmento donde se menciona lo relativo al escudo de armas: “El rey don Alfonso, décimo deste nonbre, que se llamó el Sabio, ganó a esta çibdad de Xerez que se dio a pleytesía la primera vez, a tal condiçión que los moros quedasen en ella con todo lo suyo, mudigeles, e puso en el alcáçar un alcayde de alta sangre e con el çient fidalgos escogidos de la mayor sangre que avía en Castilla e León, e el alcayde e los cavalleros pydieron armas, e el Rey gelas dio, e por armas tomaron las ondas del mar porque es cosa que syempre conbate que asy como ellos quedavan con sus enemigos conbatiendo sus malos pensamientos que asy fueses sua armas, e el Rey les fizo promesa e duio su fe que dentro de quinze días que lo llamasen les socorrería e para en seguridad de aquello les dio en fe sus armas reales que fuesen anparo e çerca de las desta çibdad” (10).

Como pude observar el lector, la principal novedad que se introduce con respecto al texto anterior radica aquí en la justificación de, cómo la orla con los castillos y leones que rodea las ondas del mar, tienen la significación del amparo que las armas reales –el Rey- dan a las de los jerezanos. Una alianza mutua, tan necesaria en aquellos años iniciales de la conquista en los que la ciudad y sus repobladores estaban sujetos a los embates, a las idas y venidas, al desasosiego constante que producen los permanentes ataques de los musulmanes. Como el movimiento incesante de las ondas del mar.
Continuará

Para saber más:
(1) Borrego Soto, M.Á.: "Nuevas ideas sobre la fecha de la conquista cristiana de Jerez y la redacción de El Libro del Repartimiento". Revista de Historia de Jerez, 18 (2015), Centro de Estudios Históricos Jerezanos, Jerez, pp. 13-39.
(2) Borrego Soto, M.Á.: “La conquista de Jerez y la revuelta mudéjar (1261-1267)”, pp. 132-133 en, Estudios sobre patrimonio, cultura y ciencias medievales, 18 (2016), pp. 131-194
(3) DECRETO 671/1967, de 16 de marzo, por el que se autoriza al Ayuntamiento de Jerez de la Frontera (Cádiz) para la rehabilitación de su escudo heráldico municipal. B.O.E. nº 79 de 3 de abril de 1967 pg. 4425.
(4) RESOLUCION de 30 de noviembre de 2004, de la Dirección General de Administración Local, por la que se admite la inscripción en el Registro Andaluz de Entidades Locales de los símbolos de éstas, aprobados con anterioridad a la entrada en vigor de la Ley 6/2003, de 9 de octubre, de símbolos, tratamientos y Registro de las Entidades Locales de Andalucía, B.O.J.A. Nº 246 de 20 de diciembre de 2004, pg. 28.986.
(5) http://www.jerez.es/ciudad/estadistica_y_demografia/simbolos_de_la_ciudad/el_escudo_de_jerez/, consultada el 05/10/2016
(6)Alude a él Muñoz y Gómez, A.: Calles y Plazas de Xerez de la Frontera. Edic. Facsímil 1903, BUC. P. 241-243, y Gutiérrez, B.: Historia de la Muy Noble y Leal Ciudad de Xerez de la Frontera, (Jerez, 1886 edición facsimilar de 1989, t. III, pp. 168-169. Se cita también en Símbolos de las Entidades Locales de Andalucía. Dirección General de Administración Local. Consejería de Administración Local y Relaciones Institucionales, Junta de Andalucía, 3ª Edición, 2010, p. 138.
(7) Rallón, E.: Historia de la ciudad de Xerez de la Frontera y de los reyes que la dominaron desde su primera fundación, Edición de Ángel Marín y Emilio Martín, Cádiz, 1997, vol. I, p. 282.
(8) El Libro del Alcázar, ed. Juan Abellán Pérez, E.H. Editores, 2012, p. 29
(9) Gutiérrez, B.: Historia de la Muy Noble y Leal Ciudad de Xerez de la Frontera, (Jerez, 1886 edición facsimilar de 1989, t. II, p 119.
(10) El Libro del Alcázar, ed. Juan Abellán Pérez, E.H. Editores, 2012, pp. 8-9..


Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto.  Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

Para ver más temas relacionados con éste puedes consultar Paisajes con Historia, El paisaje y su gente, http://entornoajerez.blogspot.com/2009/07/patrimonio-en-el-medio-rural.html

Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 9/10/2016


50 años de azucareras y maños en Jerez




A los maños y azucareros de Jerez.

El pasado 9 de octubre, día de San Dionisio, tuvo lugar la entrega anual de los premios Ciudad de Jerez que este año distinguían con su Premio Especial, a los trabajadores aragoneses de las azucareras, con motivo del 50 aniversario de su llegada a nuestra ciudad. Sirvan estas líneas como homenaje a la “comunidad maña” y a todos los azucareros.

Una historia que comienza hace más de un siglo.

Por elegir una fecha relevante, la historia de las azucareras en Jerez (1) puede empezar a contarse a partir del 15 de noviembre de 1897, cuando la Gaceta de Madrid anunciaba la subasta pública para la “Concesión de un canal de riego derivado del Río Guadalete”. Con un presupuesto inicial de 1.227.968 pesetas, este proyecto tenía como finalidad la construcción de una presa o azud en el “Vado de los Hornos” -lugar que acabaría siendo conocido como “La Corta”-, para poner en riego las vegas cercanas a El Portal (2).



Toda la comarca, y en especial la ciudad de Jerez, atravesaba entonces por una grave crisis marcada por el paro y los conflictos sociales que se había visto acentuada por la plaga de filoxera, desatada en 1984, y que terminaría por arruinar en poco tiempo todo el viñedo. No es de extrañar por ello que en estos años se alzaran voces pidiendo buscar alternativas al monocultivo de la vid.

Las propuestas pasaban, invariablemente, por la puesta en regadío de las mejores tierras del término (3). La construcción del Pantano de Guadalcacín, que habría de esperar aún más de una década, estuvo precedida por una iniciativa más modesta: los regadíos, de unas 2000 hectáreas, en las vegas de los Villares, El Torno, las Quinientas, El Palmar y El Portal. Promovida por la Sociedad Agrícola Industrial del Guadalete (4) supuso la construcción del azud de La Corta, una estación elevadora a vapor y una amplia red de canales y acequias para poner en riego 2000 hectáreas (5). En definitiva “un proyecto netamente modernizador de carácter agroindustrial que significaba un cambio muy apreciable” (6). Y todo con el propósito de introducir en las vegas del Guadalete el cultivo de la remolacha, para lo que se levantó también la primera fábrica de azúcar de nuestra provincia, la Azucarera Jerezana, en El Portal.

Iniciada su construcción en 1899, la vida de aquella azucarera fue muy corta. Pese a la puesta en regadío de una amplia vega, el contenido en azúcar de la remolacha cultivada ofrecía bajos porcentajes. El auge de esta industria en otras zonas del país (Zaragoza, León, Granada…) (7) y las dificultades económicas de la Sociedad promotora llevaron al cierre de la factoría en 1906 (8). La nave central y muchas de sus dependencias aún siguieron en pie durante varias décadas, sufriendo en algunas ocasiones, las crecidas del Guadalete que inundaban parcialmente sus instalaciones. Su maquinaria fue desmontada progresivamente y vendida a otras azucareras que, en esos años, habían iniciado también su andadura o realizaban ampliaciones.



Y aquí, en una de esas curiosas idas y venidas de la pequeña historia de las azucareras entra en juego un técnico mecánico, D. Nicolás Moliner Gallego, a quien encontramos en el mes de noviembre de 1919 desmontando en El Portal una de estas máquinas de la Azucarera Jerezana para trasladarla a la Azucarera del Jalón, en Épila (Zaragoza), donde trabaja. Su hijo, Salvador Moliner Ortega –quien se empleará años más tarde en la misma empresa- nacerá en Jerez durante la estancia temporal de su familia que regresará, cumplida la tarea, a la localidad aragonesa. Cincuenta años después, por esas paradojas de la vida, la Azucarera de Épila se cerrará y parte de su maquinaria se desmontará para ser trasladada a la nueva Azucarera de Jédula.

Arruinadas sus techumbres, la vieja Azucarera Jerezana mantiene aún en pie sus viejos muros. Las elegantes arcadas de ladrillo de su nave central y los restos de almacenes y dependencias, resistieron más de medio siglo para ser testigos de la vuelta de la industria azucarera a Jerez. Veamos a grandes rasgos como sucedió.



La vuelta de las azucareras a Jerez: medio siglo atrás.

Tras el abandono casi en su totalidad del cultivo de la remolacha en los campos gaditanos, será partir de los años 50 cuando vuelve a aparecer para sustituir parcialmente al algodón en los secanos de la provincia. Los agricultores que se aventuran de nuevo con este cultivo se ven obligados a transportar la remolacha a las azucareras de Granada (provincia que desde 1878 fue



pionera en estas industrias), a la sevillana de Los Rosales o a la cordobesa de Villarubia. Muchas son las voces que a lo largo de estos años insisten en la necesidad de construir una azucarera en Jerez, destacando sobre todas ellas las de Fermín Bohórquez Gómez, impulsor de la azucarera de Guadalcacín (9).

Así las cosas, el panorama cambiaría cuando en 1965 la compañía Ebro adquiere en Pozoalbero, junto a la pedanía de Guadalcacín, una finca de 33 hectáreas para construir una planta azucarera ante el empuje del cultivo en la provincia. Habría que esperar para ello a 1967, año en que se autorizó el cierre y el traslado de la Azucarera del Gállego (Zaragoza). Procedente de esta planta, en ese eterno ir y venir de los ingenios industriales sobre el que ya hemos hablado, llegó a Guadalcacín buena parte de su maquinaria (secaderos de pulpa y azúcar, calderas, molinos, tachas...), si bien la flamante instalación fabril, conocida primero como de Guadalcacín y desde 1969 como “Azucarera de Sevilla”, se dotaría de nuevos equipos que la convertirían en la más moderna y la de mayor capacidad de molturación de su época. En poco más de un año, Guadalcacín vio levantarse la planta azucarera que fue inaugurada el 9 de julio de 1968 por el ministro de Industria, D. Gregorio López Bravo, y el alcalde de Jerez D. Miguel Primo de Rivera. Ese mismo verano realizó ya su primera campaña de producción molturando casi 300.000 toneladas de remolacha a razón de 4.000 de media diaria. Todo un récord para la época. (10)



Al año siguiente, en 1968, Jerez contaría con una nueva factoría, la Azucarera del Guadalete, instalada en el flamante Polígono Industrial “El Portal”, junto a la vía férrea. Perteneciente a la Sociedad General Azucarera, la planta se creó tras el cierre y el traslado de la azucarera oscense de Monzón de Cinca, así como de otras pequeñas azucareras del Valle del Ebro, muchos de cuyos trabajadores, como sucedió con la de Guadalcacín, se vieron obligados a trasladarse a Jerez. Su primera campaña de molturación, en 1969, vino acompañada por el gran crecimiento de los cultivos de remolacha en todos los rincones de la campiña. Hasta 203 trabajadores, trasladados de otras azucareras del país, formaron su plantilla en la que no faltaron los maños de Monzón de Cinca (24 trabajadores), Alagón (7 t.), La Puebla de Híjar (3 t.) o Zaragoza (15 t.). La historia de esta azucarera ha sido objeto del interesante libro del historiador, investigador y azucarero Manuel Ramírez López, “Azucarera de Guadalete. 50 años en Jerez” un trabajo indispensable al que remitimos a los lectores para conocer la evolución del sector azucarero en Jerez (11).



El triángulo de las azucareras se cerraría un año más tarde con la construcción de una nueva planta en Jédula a la que llegaba un ramal del antiguo Ferrocarril de la Sierra que, aunque nunca llego a funcionar, estuvo activo hasta esta fábrica. La Azucarera de Jédula, perteneciente a la Compañía de Industrias Agrícolas (C.I.A.), inició su construcción a lo largo de los años 1968 y 1969 y llevaría a cabo su primera campaña en 1970. Una parte importante de su maquinaria y de su plantilla, procedía de la Azucarera del Jalón, industria pionera en España que había iniciado su andadura en 1904 en la localidad zaragozana de Épila y que fue hasta su cierre el mayor complejo industrial azucarero del país con una plantilla que llegó a contar con 1400 operarios. Desde Épila y la cercana localidad de Lumpiaque, casi cien familias se trasladaron a residir en Jerez formando una de los más nutridos grupos de maños de Jerez.



Azúcar amargo: de la época dorada al cierre de azucareras.

Las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado son también las del auge de la remolacha y de las azucareras en las campiñas gaditanas. Son los años en los que el cultivo alcanza su mayor expansión, llegando a superar en sus momentos culminantes las 50.000 hectáreas de superficie, que situaban a la provincia de Cádiz a la cabeza nacional llegando a concentrar el 25% de la



producción española y el 60% de la andaluza (12). En esta “época dorada” de las azucareras, las producciones de remolacha provienen por orden de importancia, de los términos de Jerez, Arcos, Medina, Vejer, Conil y Villamartín, recibiéndose también de municipios de la provincia de Sevilla. En estos años de gran producción llegó incluso a proyectarse la ubicación de una nueva planta en el cruce de Las Cabezas. Sin embargo, el mismo Estudio apunta ya problemas preocupantes en la década de los 80: “El exceso de oferta existente, tanto a nivel nacional como europeo, hace que este cultivo, de gran trascendencia en la economía gaditana, se encuentre contingentado, fijándose objetivos de producción a nivel nacional mediante cupos. participa en un 15%-20% de la producción nacional de remolacha, consiguiéndose actualmente, y a través de múltiples negociaciones cupos extras, incluso en detrimento de los de otras provincias” (13).

Las azucareras y el cultivo de la remolacha trajeron trabajo y prosperidad, pero también hubo contrapartidas negativas derivadas, fundamentalmente, del grave impacto ambiental que causaron en sus primeros años (14). Ya en el verano de 1969, los vecinos de El Portal y el Ayuntamiento de El Puerto de Santa María denunciaban como la contaminación de las aguas del río, a las que vertía la Azucarera del Guadalete, habían ocasionado un grave daño en la fauna piscícola que no llegó a recuperarse pese a la instalación de balsas de decantación y sistemas de depuración que, al parecer, no llegaron a funcionar correctamente.



Los malos olores propios de estas instalaciones se denunciaron también en Jédula y en Guadalcacín, cuya azucarera se vio obligada a trasladar sus balsas a un paraje aislado en las cercanías de las Mesas de Asta, ocupando el vaso de la antigua Laguna de Las Mesas, en plena marisma, como lo hiciera la Azucarera de Guadalete en la laguna de Las Quinientas. Ambos espacios naturales quedaron destruidos si bien hoy se encuentran ya en vías de recuperación (15).

Desde hace casi dos décadas, la pequeña historia de las azucareras, la “dulce” historia del cultivo de la remolacha y de la industria del azúcar comenzó a amargarse. Las políticas agrarias comunitarias (PAC), las regulaciones del mercado y de producciones, la OCM, la asignación de cupos, las bajadas de precio de la remolacha, las fusiones empresariales, los intereses de las multinacionales de la alimentación… trajeron como consecuencia el declive y el cierre de las plantas de Jédula (2001) y de Guadalcacín (2007), siendo desmantelada a lo largo de 2008.



Cincuenta años después de la instalación de las azucareras en la campiña de Jerez, el futuro es, cuando menos, incierto. La Azucarera del Guadalete, única factoría superviviente del “glorioso” pasado azucarero jerezano, pasó a ser propiedad en 2009 del grupo británico ABF, quien ha realizado una gran renovación de la planta jerezana incorporando en 2011 una nueva refinería de azúcar y consolidándose como una de las más importantes azucareras de España. De la misma manera, el declive de la industria ha traído también como consecuencia el de los cultivos, un horizonte que nadie hubiese previsto hace cincuenta años, cuando la campiña era un “mar de remolacha” y las azucareras empleaban directamente, durante sus largas campañas estivales a más de mil trabajadores. Cincuenta años después, el azúcar se vuelve un poco amargo en el recuerdo.

Para saber más:
(1) Para conocer a fondo la historia de las azucareras en Jerez hay que consultar el magnífico trabajo de Manuel Ramírez, historiador, investigador y azucarero quien además de una seré de artículos sobre el tema ha publicado recientemente: Ramírez López, M.: Azucarera de Guadalete. 50 años en Jerez, Tierra de Nadie editores, 2018.
(2) “Concesión de un canal de riego derivado del Río Guadalete”, Revista de Obras Públicas, 1897, Tomo II, nº 1157, pp. 587-590. De esta publicación hemos obtenido los datos más relevantes que se exponen en el artículo.
(3) Historia y Geografía del hábitat rural de Jerez, Asociación para el Desarrollo Rural de la comarca de Jerez, 1999, pp. 14-16
(4) Peñuela Jiménez, A.:Sociedad Agrícola Industrial del Guadalete”, en Aportes para una Historia de la Banca en Andalucía. 1780-1936. Disponible en:
https://bancaandalucia.blogspot.com.es/search/label/Sociedad%20Agr%C3%ADcola%20Industrial%20del%20Guadalete, consultado el 10/10/2019.
(5) García Lázaro, J. y A.:La corta. Breve historia de un antiguo azud que está siendo demolido”, Diario de Jerez, 8 de abril de 2018. También puede consultarse en http://www.entornoajerez.com/2018/04/la-corta-breve-historia-de-un-antiguo.html
(6) Montañés, E.: Transformación agrícola y conflictividad campesina en Jerez de la Frontera (1880-1923), Biblioteca de Urbanismo y Cultura, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 1997, p. 103. Sobre esta cuestión, puede consultarse también Boletín de la Cámara Agrícola de Jerez, mayo de 1897.
(7) Biel Ibáñez, M.ª Pilar.: "El patrimonio industrial remolachero en Aragón: estado de conservación, catalogación e intervención.", en Patrimonio cultural, remolacha y nuevas tecnologías. Castillo Ruiz, J. y Romero Gallardo, A., (Coords), Universidad de Granada 2018, pp. 163-165
(8) Sobre las diferentes razones que llevaron a cerrar la Azucarera Jerezana pueden consultarse Ramírez López, M.: Azucarera de Guadalete…, pp.:35-49; Romero Rodríguez, J.J. y Zoido Naranjo, F.: Colonización agraria en Andalucía: estudios sobre las actuaciones para la transformación del espacio rural en las provincias de Cádiz y Córdoba., Secretariado de Publicaciones de la Universidad, Sevilla, 1977, p. 51; Montañés, E.: Transformación… p. 160; Commercial Relations of the United States with Foreign Countries, Volumen 1, 1909, p. 392.
(9) Simó, J.P.: “Azúcar amargo”, Diario de Jerez, 3 de febrero de 2008
(10) Simó, J.P.:Azúcar amargo” …; García Lázaro, J. y A.:Azúcar amargo: breve recorrido por un siglo de azucareras en la campiña”, Web Entorno a Jerez, 08/08/2013 y Ramírez López, M.: Azucarera de Guadalete…, pp.:54-60.
(11) Ramírez López, M.: Azucarera de Guadalete. 50 años en Jerez, Tierra de Nadie editores, 2018
(12) Zoido, F. (Dir.). Cádiz y su provincia. Ediciones Gever. Sevilla 1984, pg. 150.
(13) Estudio Económico de la Provincia de Cádiz. Análisis descriptivo y diagnóstico de la situación actual. Diputación de Cádiz. 1983. pg. 98-99.
(14) Clavero Salvador, J.: Guadalete, río del olvido, Pliegos de Opinión, nº 0, Jerez, junio de 1985, pp. 15-16.
(15) García Lázaro, J. y A.:Por la laguna de Las Quinientas. Un antiguo humedal en vías de recuperación”, Diario de Jerez, 11 de febrero de 2018.

García Lázaro, J. y A.:Azúcar amargo: breve recorrido por un siglo de azucareras en la campiña”, Web Entorno a Jerez, 08/08/2013, http://www.entornoajerez.com/2013/07/azucar-amargo-breve-recorrido-por-un.html. El presente artículo, está basado, con las oportunas modificaciones en este trabajo anterior que citamos.


Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto.  Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

Puedes ver otros artículos relacionados en nuestro blog enlazando con El medio y sus productos, El paisaje y su gente, Miscelánea.

Por los Llanos del Valle y el Puerto de las Palomas.




Retomamos el recorrido que iniciamos la semana pasada por la carretera que desde San José del Valle conduce hasta el Puerto de las Palomas, a los pies del Picacho y que cruza por un paraje de singular “encanto”: Los Llanos del Valle. Después de un pequeño paseo por los alrededores de la Boca de la Foz, continuamos nuestro camino.



A la altura del km 8, la ruta va cambiando de orientación para buscar el Puerto de las Palomas. En este lugar cruza la carretera la antigua Vereda de Alcalá de los Gazules (que queda a la derecha) y viene a unirse a la vía pecuaria conocida como Vereda de la Boca de la Fox, que atraviesa la garganta hacia las tierras de Tempul y de Algar, caminos centenarios que no pueden perderse.



Frente a la Boca de La Foz, esta vereda, discurre paralela al Arroyo de Bogas, entre las tierras del Rancho de Calvo (izquierda) y del Cortijo de Cortés (derecha). En este lugar, donde podremos parar un rato para contemplar el paisaje circundante y los perfiles de la sierra y la garganta, veremos los primeros carteles que señalizan los límites del Parque Natural de Los Alcornocales, en cuyo territorio acabamos de entrar.



Frente a nosotros, llaman también la atención en este lugar, los vallados, del Cortijo de Cortés Alta (Casa de la Cortés, figura ya en el mapa del IGN de 1917), cuyo renovado caserío se divisa en las laderas de la Loma de los Poyales. En la entrada puede verse un panel cerámico obra del conocido pintor jerezano Rodrigo Báez.

Desde el “Llano de Cortés”, antiguo descansadero, la carretera inicia un suave descenso siguiendo el trazado de la antigua cañada dejando a la izquierda, a lo lejos, las laderas occidentales de la Sierra de Las Cabras sobre los que crece un espeso monte arbolado. En las faldas se adivinan los caseríos de algunas fincas, perdidos entre el bosque y que pertenecen a las Dehesas de Los Dornajos y de Los Caños.



Junto a la carretera (que fue un camino sin asfaltar hasta 1997), corre el arroyo Garganta de la Toma y, a juzgar por las barranqueras que se aprecian en algunos puntos, debe bajar nutrido de aguas en época de lluvias. Por muchos lugares veremos los carteles que nos indican los contornos del Parque Natural así como los que anuncian el paso de animales silvestres o ganados ya que, a diferencia de las fincas que hemos dejado atrás en los Llanos del Valle, de clara vocación agrícola, las que ocupan las faldas de estos montes están dedicadas a la ganadería y a usos forestales y cinegéticos. A la altura del km 12, podemos ver a la derecha un gran cercado en el que, con frecuencia, pueden observarse de cerca los toros de lidia de la Dehesa de Los Caños.

Tras los vallados destaca el llamativo perfil del Cerro de La Cuna, con dos cumbres gemelas separadas por un pequeño collado, a cuyos pies nace el río Fraja, afluente del Barbate.



La berrea: el sonido del bosque.



Desde mediados de septiembre, estos escondidos parajes de la Sierra de las Cabras, son un lugar privilegiado para observar a los ciervos en las proximidades de la carretera. Los machos están entonces en su periodo de celo, la berrea, y es fácil escuchar sus profundos berridos en el silencio de estos rincones poco transitados de los Llanos del Valle. Cuando la carretera se adentra entre la zona de mayor densidad de vegetación es posible sorprender a los ciervos que bajan desde las laderas arboladas de la Sierra de las Cabras, desde la Loma de los Poyales, desde la Dehesa de Puerto Frontino y, algo más adelante, ya en las cercanías del Puerto de las Palomas, desde los cerros abruptos y boscosos de Montifarti, en los Montes de Jerez. Cuando se inicia el otoño, a la caída de la tarde, nos gusta venir a estos solitarios parajes de los Llanos para salir al encuentro de los venados en celo o, cuando menos, para escuchar sus berridos que resuenan en las espesuras forestales dejando a las claras que estos grandes ciervos son, por si quedara duda, los “reyes” del bosque.



A partir del km 14 el paisaje vuelve a cerrarse y la carretera inicia un suave ascenso entre cerros poblados de acebuches, algarrobos, encinas… En los lugares orientados a exposiciones de umbría y en las vaguadas más frescas no faltan tampoco los quejigos, los espinos, los madroños, muy abundantes en las laderas y hondonadas con más humedad. Un cartel nos sale al paso y nos indica que abandonamos el término municipal de San José del Valle para internarnos en el de Jerez, mientras la carretera asciende por una estrecha garganta. A nuestra izquierda se aprecia ya el extremo sur de la Sierra de las Cabras, “el Puntal”, a cuyos pies la ruta cambia bruscamente de orientación para rodear las faldas de esta sierra.



Apenas pasamos el km 15, en el horizonte se apunta la cima piramidal del Picacho, una de las más notables de las que conforman la cercana Sierra del Aljibe. Al poco, en un recodo a la izquierda de la carretera y al pie del extremo sur de la Sierra de las Cabras, en un hermoso y escondido paraje, se encuentra la vieja Casa de las Palomas, ejemplo de arquitectura popular de estos rincones de las sierras gaditanas. La casa está enclavada en la finca de Montifarti, que forma parte de los Montes de Propios de Jerez y a la que pertenecen las tierras que se atraviesan en este tramo de nuestra ruta como nos indican varios monolitos que podremos ver junto al camino.



Hacia el Puerto de Las Palomas.



Al poco de pasar el Km 16 llamará nuestra atención, a la derecha, junto a la cuneta, la Fuente de los Pastores, cuyo caño alimenta un gran pilar, reformado en 1959, y donde podremos parar para refrescarnos y admirar el paisaje que se abre frente a nosotros. La Sierra de las Cabras nos muestra aquí las faldas de su extremo meridional, a cuyos pies se encuentra la Cueva de las Palomas, gran cavidad en la que halló refugio el hombre prehistórico.


En las proximidades de estos parajes próximos a la Fuente de los Pastores y la punta de Las Palomas, tuvimos ocasión de “tropezarnos” en 1997 con los escenarios de rodaje del primer documental que National Geographic realizó en España, dedicado íntegramente al Parque de los Alcornocales: “El latido del bosque”.

Dejamos la fuente para continuar subiendo las rampas que la carretera presenta en este tramo, camino del Puerto de Las Palomas. Atravesamos por un pinar de repoblación y a la derecha dejamos la entrada de la finca Chaparro Dulce siempre con la presencia, frente a nosotros, de la imponente silueta del Picacho. Algo más adelante, otra cancela conduce a la Dehesilla de Alba, para llegar, pasado el km. 18 a un paraje abierto: el Puerto de las Palomas, fin de nuestro camino.



En el Puerto se ha instalado un mirador en el que encontraremos también paneles informativos y desde donde podremos apreciar un soberbio paisaje que tiene como telón de fondo las cumbres de la Sierra de las Cabras, las más lejanas de los Montes de Jerez y de la Sierra de Grazalema y las más cercanas, a nuestra derecha, del Picacho.




Desde aquí podremos optar por seguir la carretera que conduce a Alcalá de los Gazules o continuar por la que nos lleva hasta el Puerto de Gáliz.

Carreteras secundarias. “Carreteras con encanto” por las que otro día volveremos para disfrutar del paisaje de nuestra tierra.

Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto.  Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

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Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 27/09/2015

 
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