Buscando el Guadalquivir
Por la “carretera del Calvario” (I)




Como cada año, en estos días en los que se realiza la peregrinación anual a la Ermita del Rocío en Almonte, los romeros jerezanos y los de otras poblaciones cercanas, cruzan las tierras de la campiña buscando el Guadalquivir. Sin embargo, la pandemia ha truncado en esta ocasión la más popular de las romerías de nuestro país. Para recordar este "camino jerezano" al Rocío, vamos a recorrerlo virtualmente. ¿Nos acompañan?

La ruta habitual seguida por los rocieros atraviesa en su tramo
inicial por un hermoso rincón del término municipal de Jerez habiendo tenido a lo largo del tiempo diferentes nombres. Denominada popularmente como “carretera del Calvario”, por salir de la ciudad junto a esta antigua capilla, se la conoce también como “carretera de las viñas” ya que durante buena parte de su recorrido se cruzan antiguos pagos de viñedos que se cuentan entre los más afamados del marco.

Mucho antes de que la romería tuviese el protagonismo del que hoy goza, este “Camino del Rocío jerezano” fue también nombrado como “carretera de El Barroso”, “camino de Bonanza”, o como “camino antiguo de Sanlúcar” como se refleja en los mapas y planos de finales del siglo XIX y comienzos del XX (1).



Y lo era porque, junto a la carretera de Sanlúcar, esta fue la vía principal de acceso a ese embarcadero que, junto a otros de la Bahía, se utilizó para el comercio y embarque de nuestros vinos.

Sea como fuere, la ruta que proponemos bien pudiera llamarse “camino del Guadalquivir”, en recuerdo de esa querencia histórica, de esa búsqueda natural que desde hace siglos, llevó a nuestra ciudad a trazar distintas vías hacia el encuentro con el gran río andaluz en las tierras de Sanlúcar, en Bonanza, en Alventu o en Trebujena. Así, el embarcadero de Alventos o Alventu (topónimo que pudiera derivar del Adventus (2) latino: “lugar de llegada”) está bien documentado en la Edad Media como punto al que mercaderías y viajeros de nuestra ciudad iban y venían utilizando esta ruta fluvial. El profesor Juan Abellán (3), al estudiar las rutas de comunicación durante la dominación musulmana, señala como desde Jerez existía una vía que llegaba hasta el Guadalquivir, al embarcadero (marsa) de Trebujena (Tirbixena). De la misma manera el puerto de Bonanza jugó un papel importante para el comercio de nuestra ciudad y a mediados del siglo XIX, de la mano del crecimiento de la vitivinicultura en la campiña, se proyectó una línea férrea, destinada fundamentalmente al comercio del vino, que comunicó Jerez y Bonanza y se mantuvo en funcionamiento entre 1867 y 1965. Sea como fuere, volvemos a recorrer hoy estos viejos caminos en torno a Jerez, cargados de historia, para acercarnos hasta el Guadalquivir, admirando el hermoso paisaje de estos rincones la campiña.

Una parada en Las Salinillas.

Salimos de la ciudad por la “Carretera del Calvario” pasando junto a la conocida Capilla y al parque Zoológico. Tras dejar atrás la zona comercial Área Sur y Luz Shopping y cruzar el paso elevado sobre la Ronda Oeste, la carretera presenta a ambos lados grandes llanadas que llegan a encharcarse temporalmente en épocas de lluvias. A la derecha veremos los silos de cereal de la Cooperativa de San Dionisio. A la izquierda, un camino conduce al paraje de Las Salinillas donde se forma una pequeña laguna salobre los años más lluviosos. Este singular humedal se forma con carácter estacional junto a la carretera y ocupa los terrenos bajos a los pies de los cerros de Santiago y Corchuelo, en cuyas laderas se ubican los famosos pagos de viña del mismo nombre.

En este lugar, tan transitado en tiempos pasados, confluyen también las cañadas del Moro, de La Loba o de Guadajabaque y la Hijuela del Corchuelo (frente a la Cooperativa San Dionisio), por la que se llega hasta Las Salinillas. Este mismo camino continúa entre viñedos para unirse a la Hijuela de Rompeserones que nos lleva a la viña de Vistahermosa, donde se alzan las renombradas Bodegas Luis Pérez cuyo llamativo edificio vemos dominando el cerro de El Corchuelo.

Hasta Las Salinillas llegan las aguas de los pequeños arroyos que drenan el rincón noroeste de la campiña jerezana. El principal de ellos, el del Amarguillo, viene de las laderas de poniente del pago de Macharnudo y ya delata en su nombre el carácter salobre de sus aguas. El Arroyo del Zorro, que se une a él en las cercanías de este lugar, arranca en las faldas de los "cerros del Carrascal y Capirete, y forma también pequeños lagunazos y aguazales a los pies del Cerro de Santiago.

Desde Las Salinillas, donde en invierno se remansan las aguas formando una laguna de escasa profundidad, el curso resultante toma ya el nombre de Arroyo de La Loba o el de Guadajabaque. Este arroyo atraviesa la Ronda Oeste bajo un paso construido recientemente y rodea el perímetro del centro comercial Luz Shopping y Área Sur para dirigirse hasta la nueva Laguna de Torrox por cuyo aliviadero se conducen finalmente sus aguas al Guadalete.



No faltan en los alrededores de Las Salinillas, los años en los que no se labra y siembra su superficie, las típicas especies de la vegetación acompañante de estas lagunillas salobres, entre las que destacan las salicornias (Salicornia ramosissima) que se mantienen verdes y carnosas aún en los días más calurosos del verano. En las laderas del arroyo crecen también tarajes, carrizos, juncos…

En los meses más calurosos, el paseante curioso podrá también detenerse a observar las formas caprichosas que adoptan los tallos secos de la vegetación perilagunar, revestidos de sal, o las curiosas figuras que se forman en el lecho cuarteado de la laguna veladas por una delicada capa blanca que, por un momento, se nos antoja como cubierto por una tenue nevada. La sal forma también pequeños grumos sobre las margas que rodean el vaso de la laguna y se deposita sobre las huellas que dejan los animales que merodean por este lugar o sobre las pisadas de los visitantes. Algunos años, la cubeta de este pequeño humedal de Las Salinillas se rotura y se siembra de cereal, no pudiendo disfrutar entonces del llamativo contraste de colores entre el verde intenso de los viñedos circundantes y el blancor de la fina capa de sal que cubre su lecho.

Por la “carretera de las viñas”.



Retomamos nuestro camino que se adentra en terrenos de suaves colinas cubiertos de viñedos. A la derecha, sobre el Cerro de Santiago llaman la atención las viñas de Cerro Viejo y Cerro Nuevo, esta última reconocible por la inconfundible fila de cipreses que escoltan su camino de acceso. Algo más cerca queda la viña de La Constancia, con sus lagares y bodegas sobresaliendo entre las laderas cubiertas de cepas. En este lugar, a la derecha, arranca la antigua Cañada del Amarguillo que tiene su continuación a la izquierda con la de Cantarranas. Algo más adelante, la carretera pasa junto a la conocida Viña Los Monos y deja a sus lados otras muchas (Cartera, La Salud, San José, Los Cedros, Verdejo, La Tonelera, La Palma…) que justifican sobradamente otro de los nombres con el que se conoce a esta ruta: “carretera de las viñas”.



Poco antes de llegar a un puertecillo (Puerto de los Olivos), despunta a la izquierda, sobre el Cerro de Orbaneja, el caserío de la Viña Santa Bárbara. Restaurado y ampliado hace apenas una década, aún conserva su sabor de construcción tradicional habiéndose mantenido el almijar, la antigua nave del lagar o el fogarín, con un gran chimeneón que asoma sobre los tejados.

La carretera inicia desde aquí un suave descenso que nos llevará hasta el cortijo de El Barroso, a la vez que el horizonte se va abriendo a la campiña. A la izquierda una cancela cierra el paso a una antigua casa oculta entre los viñedos. Se trata de la Casa de las Postas, como puede leerse en la reja. El lugar se encontraba hace un siglo al pie del antiguo camino de Sanlúcar, y es de suponer que, en tiempos pasados, se apostaban aquí las caballerías para que los tiros de las carretas pudiesen ser renovados en sus idas y venidas de Jerez a Sanlúcar y Bonanza, al Olivillo, Prunes y Ventosilla, a Pozuela y Tabajete.

En el Higuerón tras las pistas de una antigua inscripción romana.



Al llegar al llano, la carretera deja a su izquierda la Casa del Higuerón, poco antes de cruce que conduce a Añina y Las Tablas. Las tierras de El Higuerón, hoy dedicadas a cultivos de secano, lo fueron también de viñedos, como puede verse en el Plano Parcelario de Adolfo López Cepero de 1904. Uno de los sectores de esta finca, el que se encuentra colindante con el cruce de la carretera de Las Tablas, tiene el curioso nombre de Haza del Mármol, como se refleja en el citado Plano. El llamativo topónimo hace alusión a un hallazgo arqueológico del que solamente ha llegado a conocerse una pequeña parte. El viajero que circula por la carretera podrá observar aquí, entre los cultivos, dos antiquísimos pozos con abrevaderos, en un lugar que fue desde antiguo cruce de caminos donde existió un descansadero de ganado. Nuestro amigo el historiador Jesús Caballero Ragel nos informó que junto a estos pozos se descubrió en 1893 una importante inscripción romana de la que sólo pudo extraerse un fragmento, tal como se relata en el escrito que el entonces archivero municipal de Jerez, D. Agustín Muñoz y Gómez, remite a Fidel Fita, presidente de la Real Academia de la Historia relatando el hallazgo. En su carta, nuestro archivero informa de una "preciosísima reliquia epigráfica del siglo IV con calco”, señalando también que ”…existe otra parte, pero es muy difícil recuperar". Al parecer, había tenido conocimiento de ella en una visita a casa de Don Juan Fadrique Lassaletta y Salazar, su descubridor, en cuya finca de El Higuerón los trabajadores encontraron la inscripción (“el mármol”) que localizaron aproximadamente “…en el vallado… frente al pozo del cortijo del Barroso”. Lamentablemente sólo pudieron tomar de ella un pequeño fragmento ya que, como recuerda Muñóz y Gómez en su carta a Fita: “Respecto á la importante lápida cristiana de “Hasta Regia”…al excavar para reformar el vallado, salió en lo más hondo de la excavación la piedra; comprendiéndose que, no pudiendo los operarios quitarla, por lo grande, procuraron partirla de cualquier modo; hecho que se comprueba con decir que la fractura del trozo salvado cuando él lo llevó de noche á su casa, era reciente; y sin interposición de tierras u otros cuerpos, que indicasen rotura antigua entre los trozos que la componían”. Según nuestro archivero, el texto legible en el fragmento de lápida recuperada decía lo siguiente: “(Roma) la Sacra Roma, dióle la vida, el aliento y nombre: Así el (Dios) uno y trino conceda gozar del cielo...

Dejamos el Higuerón para continuar nuestro camino pensando que, enterrada en algún lugar en las cercanías de los pozos, guarda aún parte de su secreto una lápida, “un mármol”, que tal vez un día nos aporte pistas de esa familia cristiana romana, poseedora de tierras en las cercanías de Asta Regia, distante tan sólo7 km de este enclave.

Algo más adelante, en un recodo que se abre a la derecha de la carretera, encontramos la entrada de la Cañada del Amarguillo, que se abre camino en los bajos que se forman entre el Cerro Pelado, el Cerro del Hinojal y los Cerros de Macharnudo y Santiago.

La próxima semana, en nuestro recorrido “buscando el Guadalquivir”, nos detendremos momentáneamente en este rincón de la campiña. En él visitaremos hermosos parajes de viñedos y nos acercaremos a curiosas historias de canales que pudieron haber comunicado el Guadalete y el Guadalquivir. Lugares con nombres tan curiosos como Puerto Escondido o Cerro y Casa del Barco, han sido objeto de sugerentes hipótesis por parte de algunos historiadores. No se las pierdan.

Para saber más:
(1) Como “carretera del Barroso” (primer tramo) y “camino antiguo de Sanlúcar” (segundo tramo) aparece en el Plano Parcelario… de A. López Cepero (1904) y como “camino de Sanlúcar” y “Trocha a Jerez”, en el Mapa Topográfico Nacional, I.G.N., primera edición, 1917. El Plano del Término Municipal de Jerez de A. Lechuga y Florido lo recoge como “Camino de Sanlúcar a Jerez” (1897).
(2) Martín Gutiérrez, E.:Análisis de la toponimia y aplicación al estudio del poblamiento: el alfoz de Jerez de la Frontera durante la Baja Edad Media”, HID, 30 (2003), 257-300, p. 259.
(3) Abellán Pérez, J.: La cora de Sidonia, Málaga, 2004, p. 30.
(4) Agradecemos a nuestro amigo, el historiador Jesús Caballero Ragel, la transcripción del documento titulado "Carta de A. Muñoz y Gómez donde informa a F. Fita del hallazgo de una "preciosísima reliquia epigráfica del siglo IV" con calco; existe otra parte, pero es muy difícil recuperar", donde se da cuenta de los restos encontrados en El Higuerón en 1893. Puede consultarse en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

.La fotografía de la Viña Santa Bárbara nos ha sido facilitada por nuestro amigo Faly Fajarro. La imagen de la Capilla del Calvario (1890) ha sido tomada de una aportación de Manuel Jesús Garzón al grupo de Facebook "Cosas de Jerez que se han perdido con el tiempo".

Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto.  Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

Otros enlaces que pueden interesarte: Carreteras secundarias, Paisajes con historia, El Paisaje y su gente, Rutas e itinerarios, Por la “carretera del Calvario”. (II) Buscando el Guadalquivir.

Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, 1/06/2014


Con San Isidro Labrador por la campiña de Jerez


Cada año, a mediados de mayo, se celebra en muchos lugares de España la fiesta de San Isidro Labrador. La conocida vinculación del santo con el campo hace que, de alguna manera, también esté presente en nuestra tierra y que la suya sea una de las imágenes más repetidas de los azulejos devocionales que encontramos junto a las puertas de muchos cortijos de la campiña.

Por poner sólo algunos ejemplos, traemos aquí el bonito y colorista panel cerámico de doce piezas que luce en la fachada del cortijo de Mesas de Santiago en la que se representa al santo en actitud orante, mientras los ángeles aran la tierra con sus bueyes y el agua brota a los pies de la pala o cayado que sostiene entre sus brazos. Tras el santo aparece también, genuflexo, su señor, Iván de Vargas.

Otra imagen de San Isidro, con similar repertorio iconográfico, puede verse junto a la puerta del cortijo de La Matanza en una composición de veinte azulejos obra de Cerámica Montalván, de Sevilla. Se repite aquí el milagro de los bueyes mostrándose al santo con una pala.

En el conjunto de azulejos que adornan la fachada principal, del cortijo de La Mariscala encontramos otra escena dedicada al San Isidro, donde aparece orando en primer plano, tras el cual, un ángel se encarga de labrar el campo. Se repite también en este azulejo el milagro del agua que brota de la tierra donde el santo clava su pala.


San Isidro dio también nombre a diferentes fincas y viñas de las cercanías de Jerez, como puede rastrearse en la cartografía sobre nuestro término, si bien, la mayoría ya se han perdido. Estos son los casos de la antigua viña San Isidro que estuvo situada entre El Zorro, El Corregidor viejo y La Recovera, junto a la Hijuela de los Manzanillos, hoy ya desaparecida.



O el de la antigua hacienda San Isidro, que ocupaba una parte de los terrenos que en la actualidad acogen al Campus, y que estuvo ubicada junto a la carretera de Arcos y el Camino de Albadalejo.



Otra viña, de nombre San Isidro, se mantuvo tan solo hasta hace unos años junto a la cañada del Amarguillo, en el paraje de Puerto Escondido. Su caserío remozado todavía se conserva si bien sus vides han sido sustituidas por olivos.





Por último, el nombre del santo goza de gran predicamento en toda la zona rural de Jerez y, especialmente en los poblados de colonización donde protagoniza buena parte de las romerías. Como es bien conocido, una de las localidades pedáneas (EATIM) que ocupó -entre otras- las tierras del cortijo de Revilla, lleva desde su creación en 1956 el nombre de San Isidro de Guadalete




LLUEVE: los paisajes del agua en torno a Jerez.
Un paseo por “Los canales de Jerez”.




A Alberto M. Cuadrado Román, in memoriam

Estos días en los que las persistentes lluvias han llenado de grandes balsas de agua muchos lugares de la ciudad y la campiña, nos han recordado recientes episodios de intensas lluvias como los que tuvieron lugar hace apenas dos años y de los que publicamos el siguiente reportaje:

"Las lluvias de estos días han cubierto con extensas láminas de agua muchos parajes próximos al casco urbano, y con ellas hemos vuelto a recuperar, siquiera por unos días los paisajes de nuestra geografía antigua en los que, como acreditan distintas fuentes documentales, los esteros penetraban hasta las cercanías de la ciudad. Y como no podía ser de otro modo, hemos recordado los trabajos del añorado compañero, Alberto Manuel Cuadro Román, miembro del Centro de Estudios Históricos Jerezanos. En uno de ellos, titulado “Los canales de Jerez” (1) recreaba algunos de estos enclaves marcados por los antiguos cursos fluviales, por los esteros y marismas en torno a Jerez. Como un sencillo homenaje a sus documentadas aportaciones, hemos recorrido algunos de estos parajes.

Por el Arroyo del Carrillo.

Los lectores que en estos días pasados hayan circulado por la autovía Jerez-El Puerto habrán reparado, a buen seguro, en las grandes balsas de agua que se formaban a ambos lados de la carretera, poco antes de llegar a la cuesta de Matajaca. Su “causante” es el Arroyo del Carrillo, también conocido como Mata Rocines, un modesto tributario del Guadalete al que se une en las inmediaciones de Puerto Franco y del Cortijo de San Felipe, frente a las Calandrias.

Con apenas 10 km de recorrido, recoge las aguas de varios cursos menores que, desde las laderas de los cerros de La Carrahola y El Calderín, se unen en los Llanos de Mirabal y Santa Isabel. En este lugar, a los pies del Cerro Colores, donde se encuentra el Colegio y Residencia Escolar de Sordos, se forma una gran laguna, a la derecha de la carretera, en la antigua llanura de inundación del arroyo que, como hemos comprobado, tiene incontrolables crecidas.



El arroyo del Carrillo cruza bajo la autovía por dos grandes tubos de desagüe que apenas pueden dar salida a los extraordinarios caudales embalsados por los terraplenes de esta obra.




Desde aquí, el arroyo atraviesa la antigua Trocha de El Puerto, pasando por el viejo puente de Mata Rocines del que se tiene constancia de su existencia en el s. XVIII (2). Su rosca de ladrillo se ha visto casi superada en estos días por los crecidos caudales del arroyo que han




inundado los llanos colindantes al cortijo Espanta Rodrigo, convertidos en una inmensa laguna donde el agua ha llegado a cortar el camino de acceso al mismo en los momentos de mayor crecida.




Desde este lugar, el arroyo del Carrillo discurre por la amplia vaguada que se extiende a los pies de la Sierra de San Cristóbal, al sur, y que limitan al norte los cerros de Torrox y Parpalana.

La Cañada del Carrillo, que corre en paralelo a su curso, se llegó a inundar totalmente durante varios días, ya que la anchura ocupada por la lámina de agua ha sido en muchos puntos de decenas de metros, impidiendo el paso a las fincas colindantes, como ha recogido los medios de comunicación. Los diques sobre los que cruzan estos llanos la conducción del acueducto de los Hurones, camino de los Depósitos de San Cristóbal, han represado también la gran balsa de agua que se extendía junto a las instalaciones del Rancho de la Bola, inundando la totalidad de la cañada.



En el cruce con la carretera que desde El Portal va hasta El Puerto, el desbordamiento del arroyo cubrió con una extensa lámina de agua el bosquete de eucaliptos que se extiende a los pies de la Sierra de San Cristóbal, como podían ver los viajeros que circulaban por esta vía, dejando tras de sí una gran capa de lodo.



Desde las cumbres de esta sierra pudimos tomar fotos panorámicas del desbordamiento del Arroyo del Carrillo, que mostraba a las claras una amplia banda de terreno inundado entre la Ronda Oeste y el Guadalete, descubriendo ante nosotros lo que en tiempos remotos fue un amplio estero que, en comunicación con el río, estaba sometido al influjo de las mareas.



Por el tramo final de este arroyo, hasta su confluencia con el punto donde se ubicó la conocida Barca de Puerto Franco (3), se proyectó el arranque del canal que en el siglo XVII pretendía unir el Guadalete con el Guadalquivir (4)

Por el Guadajabaque.

Estos días de lluvia han servido también para recordar que un antiguo río, el Guadajabaque, maltratado y transformado por el crecimiento urbano hasta su casi total desaparición, seguía estando presente en las cercanías de Jerez, mostrándose activo tratando de recuperar su antiguo cauce en muchos rincones.

Este curioso topónimo, rescatado hace apenas dos décadas para dar nombre a las nuevas urbanizaciones levantadas junto a la laguna de Torrox, da desde siglos nombre a un río que, con apenas 12-13 km. de recorrido, es tributario del Guadalete al que se unía en las cercanías del antiguo embarcadero de El Portal. Su nombre, de origen árabe (Wadt as-sabak o “río de las redes”) apunta ya a su antigua conexión con un estero del Guadalete que en el Jerez andalusí era utilizado para la pesca (5).

En los siglos medievales aparece ya con diferentes variantes como Guadaxabaque, Guadajabaque, Guadabajaque y Guadabaxaque, todas ellas con referencias en las fuentes documentales (6).



Este río ya “desaparecido” por las grandes transformaciones de su cauce en el pasado siglo, tiene su origen en la confluencia de los arroyos del Amarguillo y del Zorro (o de la Loba, que pasa a los pies del cerro de Santiago).



A partir del paraje de Las Salinillas, en las proximidades de Área Sur, discurre en paralelo a la antigua Cañada de la Loba (también llamada de Guadajabaque, Corchuelo y Moro) cruzando la autovía de Sanlúcar y bordeando la zona trasera de las bodegas de Williams & Humbert.



Desde este paraje, donde aún mantiene algunos sotos de tarajes y pozas encharcadas buena parte del año, es canalizado bajo la autovía de El Puerto, para ser conducido a la nueva “laguna de Torrox”, desde la que un aliviadero subterráneo conduce sus aguas hasta el Guadalete.





Antiguamente recibía las aguas del arroyo de Curtidores que tenía su origen en pleno casco histórico. Desde finales del siglo XIX se le conoció también por el nombre de arroyo de Morales y con la construcción del Polígono Industrial El Portal en la década de los sesenta del pasado siglo, se canalizó su curso con un colector subterráneo, olvidándose hasta su nombre (7).

Sin embargo, cuando las grandes lluvias hacen su aparición, el antiguo Guadajabaque “resucita”, mostrándose como un arroyo de violentas crecidas que recoge las aguas de una cuenca de más de 4.500 hectáreas del sector noroccidental que rodea a la ciudad.

Y para “verlo en acción” fuimos a su encuentro a las proximidades de la carretera del Calvario, donde el arroyo del Amarguillo se desbordaba en las proximidades de La Constancia. A los pies de Cerro Nuevo y Cerro Viejo, el arroyo del Zorro o de La Loba bajaba también muy crecido, y juntos los dos, en las inmediaciones del camino que conduce a las Bodegas de Luis Pérez, transformado ya su curso en el Guadajabaque, inundaban el paraje de Las Salinillas desaguando bajo la Ronda Oeste en una gran laguna que desde el centro comercial de Área Sur se extendía hasta la carretera de Sanlúcar, rozando sus aguas el tablero de los puentes construidos sobre su modesto cauce, ahora desbordado.

Junto a la Bodega de Williams & Humbert, el Guadajabaque bajaba rebosante, con el brío que tuvo en tiempos pasados, antes de que transformaran su antiguo cauce. Sus aguas turbulentas, cargadas de los lodos que arrastra en su curso, se depositarán en la laguna de Torrox, aterrando poco a poco su vaso. Para verlo en perspectiva, aún subimos hasta el Olivar de Colores, desde el que pudimos contemplar buena parte de su recorrido y desde el que,



viéndolo vivo, como el río que fue, pudimos recordar aquellos viejos proyectos por los que, a través de su cauce, se proyectó ya en el siglo XVII un canal de casi 34 km. por el que unir el Guadalete y el Guadalquivir (8).

Por el Salado y La Catalana.

Procedente de las laderas de la sierra de Gibalbín que miran al sur, diferentes cursos menores se unen en la cabecera de Caulina dando lugar al arroyo Salado de Caulina. Su tramo final corre en paralelo a la vaguada de la autopista Sevilla-Cádiz, desembocando en el Guadalete entre Viveros Olmedo y La Cartuja.

El valle de este arroyo, de origen tectónico, se estrecha entre La Cartuja y Lomopardo, ensanchándose en una amplia llanura conocida como Llanos de Caulina. Esta depresión aluvial en la que se encaja el Salado fue durante el Plio-Pleistoceno, dos millones de años atrás, un brazo del Guadalquivir que, a través del Caño de Casablanca y el arroyo de Romanina, se unía por el valle del Salado con el estuario del Guadalete en las cercanías del actual monasterio de La Cartuja. Durante el Cuaternario, hace aproximadamente 1,5 millones de años, nuevas fallas y pliegues crearon la actual divisoria entre ambas cuencas, al norte de Caulina, abandonándose este brazo del Betis que funcionó hasta su progresivo aterramiento, como un estero, con penetración marina desde el Guadalete (9).

Con esta historia geológica, no es de extrañar que, cada vez que se producen grandes lluvias, buena parte de los Llanos de Caulina se inunden en muchos puntos junto a las riberas del Salado, a pesar de los canales de drenaje que se practicaron en la segunda mitad del siglo pasado. Hace sólo unos años, en el invierno de 2009-2010, el arroyo se desbordó anegando buena parte de los Llanos y cortando la autopista (10).



Con las últimas lluvias, se ha podido ver el Salado rebosante a su paso por el puente de la carretera de Cortes en Estella, junto a la Venta La Cueva, habiéndose desbordado en algunos puntos aguas arriba de este lugar.



Algo más abajo, en los Llanos de la Catalana, se han formado grandes balsas de agua y una enorme lámina en la zona conocida como Las Salinillas (10), por la que cruzan las conducciones del acueducto de Tempul y de los Hurones, a sólo 6 m. sobre el nivel del mar.



El arroyo de La Canaleja, tributario del anterior con el que se une en las proximidades de la barriada de La Teja, se desbordó también en estos días, pudiendo verse junto a la rotonda nº 5 de la Ronda Este una enorme lámina de agua que llegaba casi hasta la autopista. Hay que recordar que este arroyo es el que recoge las aguas pluviales que caen sobre buena parte de la ciudad, canalizando las escorrentías que, desde la zona norte, bajan por las calles Porvera, Honda y Arcos hasta las barriadas de la Asunción y Zafer.



En las inmediaciones de este barrio, a la altura del antiguo acueducto de La Canaleja, los colectores subterráneos afloran a la superficie formando, aguas abajo del puente que cruza la Ronda Este, grandes balsas de agua por desbordamiento, como las que pudimos captar el pasado sábado 10 de marzo.

Por Tabajete y las Mesas de Asta.

Otro punto sensible, cuando se suceden episodios de grandes lluvias, es el entorno de Mesas de Asta, hasta donde nos desplazamos en los días posteriores.

Viniendo de Jerez, desde las cercanías del cortijo de Romanitos, se apreciaba ya a nuestra izquierda la antigua marisma de las Mesas cubierta por las aguas. Poco antes de llegar, la carretera cruza el caño de drenaje de Tabajete, que desde las cercanías de este cortijo (que dejamos a nuestra izquierda) lleva las aguas de estos llanos hasta el Guadalquivir atravesando también la



marisma de El Bujón
. El caño, rebosante de agua, desbordado ya en muchos puntos, canaliza los caudales de los pequeños arroyos que cruzan los pagos de San José de Prunes, El Barroso, Pozuela…




Estas zonas bajas de Tabajete y Mesas de Asta, situadas a unos 4 m. sobre el nivel del mar, formaban parte de los antiguos esteros que rodeaban a la histórica ciudad de Asta Regia y de los que ya encontramos referencias en las fuentes clásicas, en autores como Estrabón, Plinio el Viejo o Marciano de Heraclea, entre otros (11). A la entrada de Mesas de Asta, asomados a la marisma, pudimos ver anegadas las tierras que en otros tiempos estuvieron ocupadas por los esteros del Betis, recordando lo escrito en el cambio de Era por el geógrafo griego Estrabón: “los indígenas, conocedores de la naturaleza de la región y sabiendo que los esteros pueden servir para lo mismo que los ríos, han construido sus poblados y ciudades sobre aquellos, tal y como hacen en las riberas de los ríos.



Así fueron levantadas Asta, Nabrissa, Onoba…
” (12). En días como estos, en los que una inmensa lámina de agua cubre todos los bajos en torno a Mesas de Asta llegando hasta las tierras del cortijo de Espartinas, al otro lado de la marisma, resulta fácil dar un salto en el tiempo y adivinar la antigua imagen que estos parajes debieron tener hace 20 o 25 siglos.

Desde esta barriada rural nos acercamos, siguiendo el curso embarrado y casi intransitable de la Cañada Ancha, hasta las cercanías del cortijo del Rosario. A lo lejos, en esos dilatados horizontes que se abren hasta el Guadalquivir, pudimos divisar los grandes lagunazos que anegaban buena parte de las marismas de Rajaldabas, colindantes con las tierras de Casarejo y del término de Sanlúcar.

En las marismas de Casablanca.

Para terminar nuestro periplo, tomamos la carretera de Morabita, antiguo Camino de Lebrija, desviándonos por el puerto de Capita, hasta el borde mismo de la marisma de Casablanca. Las lluvias de estas últimas semanas habían transformado estos parajes en un inmenso aguazal, con Gibalbín como telón de fondo (mirando hacia el este), y en el que el gran edificio del silo de trigo de la Estación de El Cuervo, parecía un gran navío sobre el espejo de las aguas que todo lo cubrían.

Ya de regreso a Jerez hicimos un alto junto al Cortijo de Casablanca (13) para recrearnos en esta hermosa marisma, que figura en el Inventario de Humedales de Andalucía (14) y que había recobrado la vida en estos días de marzo. Aún volvimos a parar en el Alto de Montegil para disfrutar de las inigualables vistas que desde allí



se contemplan sobre este territorio, de nuevo inundado tal como podía verse en la antigüedad y como nos recreaba en sus trabajos el recordado Alberto M. Cuadrado Román.

Para saber más:
(1) Cuadrado Román, A.M.:Los canales de Jerez”. Revista de Historia de Jerez, 14-15, 2008/09, pp. 67-90.
(2) García Lázaro, J. y A.: Viejos puentes en viejos caminos, Diario de Jerez, 11 y 18 de octubre de 2015.
(3) García Lázaro, J. y A.: Al pasar la barca. Una pequeña historia de las barcas que cruzaban el Guadalete (1), Diario de Jerez, 29 de mayo de 2016.
(4) Díaz Blanco, J.M.: Presión monárquica y resistencia municipal: Jerez de la Frontera contra el gobierno de Felipe IV. Studia Histórica: Historia Moderna, 34, 2012, pp. 303-304.
(5) Martín Gutiérrez, E.: La organización del Paisaje Rural durante la Baja Edad Media. El ejemplo de Jerez de la Frontera. Universidad de Sevilla-Universidad de Cádiz. 2004. Pg.308. Esta misma denominación puede verse en Abellán Pérez, J.: Poblamiento y administración provincial en al-Andalus. La cora de Sidonia. Ed. Sarriá, Málaga, 2004. p. 145.
(6) Gutiérrez, Bartolomé.: Historia del estado presente y antiguo de la mui noble y mui leal ciudad de Xerez de la Frontera, Edición facsímil. BUC. Ayuntamiento de Jerez, 1989, Vol I Pg. 48. Este autor apunta que el nombre podría aludir a las pesquerías que se realizaban en este río al que, en la época medieval, llegaría a través del Guadalete el influjo de las mareas.
(7) García Lázaro, J. y A.: Tras las huellas del Guadajabaque y del arroyo de Morales, publicado en http://www.entornoajerez.com/2012/10/la-laguna-de-torrox-2-tras-las-huellas.html, 9 de octubre de 2012
(8) Díaz Blanco, J.M.: Presión monárquica… obra citada, pp. 3303-304.
(9) González Rodríguez, R. y Ruiz Mata, D.: “Prehistoria e Historia Antigua de Jerez”, en Caro Cancela, D. Coord.: “Historia de Jerez de la Frontera. De los orígenes a la época medieval”. Tomo 1. Diputación de Cádiz. 1999, p. 22.
(10) García Lázaro, J. y A.: El Guadalete se desborda. Imágenes de las inundaciones de febrero de 2010, publicado en: http://www.entornoajerez.com/2010/02/imagenes-de-las-inundaciones-de-febrero.html, 26 de febrero de 2010. Ver también I.G.M.E.: Mapa Geológico de España, Hoja 1048, Jerez de la Frontera, 1988, p. 32.
(11) González Rodríguez, R. y Ruiz Mata, D.: “Prehistoria…”, obra citada, p.p. 114-115.
(12) Ibidem.
(13) García Lázaro, J. y A.: Topónimos curiosos en torno a Jerez, Diario de Jerez, 4 de marzo de 2018.
(14) Inventario de humedales de Andalucía: Marisma de Casablanca, Consejería de Medio Ambiente, 2008


Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto. Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

Para ver más temas relacionados con éste puedes consultar: El Guadalete se desborda, Lagunas y humedales, Paisajes con historia.

Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 18/03/2018

 
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