El Guadalete se desborda. Crónica de una inundación.




Durante los meses de diciembre de 2009 (hace ahora dos años) y hasta febrero de 2010, se registraron grandes precipitaciones en la región que ocasionaron numerosas inundaciones en buena parte de los ríos y arroyos de nuestra provincia.

Quienes hacemos este blog, “entornoajerez”, recorrimos entonces la cuenca del Guadalete realizando una serie de reportajes en los que tratamos de captar los impactos de aquellas intensas lluvias en los paisajes que tantas veces habíamos visitado.

A modo de introducción general escribimos una primera crónica, casi periodística -'El río que nos lleva'- donde en un rápido itinerario por la campiña dábamos información de los primeros efectos del temporal. En los siguientes días nos fuimos ocupando de los distintos rincones de la cuenca del Guadalete y de sus afluentes principales en su curso medio: el Majaceite y los Salados de Espera, Paterna y Caulina donde los desbordamientos causaron graves inundaciones. Del pantano de Los Hurones al puente del Picao, siguiendo el curso del Majaceite pudimos comprobar la gran subida que experimentó el nivel de las aguas en la presa de Guadalcacín, que cerca estuvo de rebosar por el aliviadero, como lo hizo semanas después el embalse de Zahara, tal como pudimos captar en las imágenes que entonces ofrecimos. De Villamartín al pantano de Bornos continuamos registrando las inundaciones de la campiña y el desembalse de esta presa.

Por la ribera del Guadalete en Arcos recogimos también el momento en el que las compuertas se abrían, ocasionando una gran crecida del río a los pies de la Peña de Arcos que dejaba bajo sus aguas los recién restaurados azudes de los molinos del Algarrobo y de San Félix. De la Barca de la Florida al Puente de Cartuja, el Guadalete inundó toda la vega baja –como mostramos en el reportaje fotográfico- al sumar a sus aguas las del Majaceite, las del Salado de Paterna en Torrecera y las de Salado de Caulina, junto al Monasterio de La Cartuja, inundando los Llanos y cortando la autopista Sevilla-Cádiz. Las cadenas nacionales de televisión desplazaron sus unidades móviles hasta el puente de Cartuja y Las Pachecas, donde el desbordamiento del río ocasionó los mayores daños. En su último tramo, en la Corta, Río Viejo y El Portal, el Guadalete provocó también grandes inundaciones de las que dejamos constancia en una crónica en la que se mostraban los efectos en El Portalillo, una de las zonas más castigadas.

Apenas dos semanas después, cuando ya habían remitido las lluvias, en un reportaje que titulamos “Paisaje después de la tormenta”, volvimos a visitar algunos de los puntos más afectados, comprobando el gran impacto que las crecidas, desbordamientos e inundaciones habían causado y de las que dejamos también constancia gráfica.

Con el título de El Guadalete se desborda agrupamos después la docena de capítulos de aquellas crónicas a los que incorporamos nuevas entradas cuando las lluvias de febrero de 2010 pudieron de nuevo en alerta a toda la campiña con nuevas inundaciones.

Apenas dos años después, para recordar de manera gráfica aquel episodio, hemos elaborado el documento que a modo de revista les presentamos ahora, en el que se recopilan los reportajes que realizamos. En esta publicación hemos incluido también imágenes de esos mismos paisajes, meses después de las inundaciones, para que el lector pueda apreciar el “antes” y el “después” de aquel lluvioso episodio de las navidades de 2009-2010.

Con nuestros mejores deseos para el 2012, que tengan ustedes un feliz año.
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Otros enlaces relacionados:
-El Guadalete se desborda
-Río Guadalete
-Algunas avenidas e inundaciones históricas del Guadalete.


El esplendor literario del Jerez andalusí


El poeta Abū l-Hakam al-Šidūnī, quien vivió en nuestra ciudad a caballo entre los siglos IX y X, elogia a su paisano Abū Jālid Yazīd b. Asbāt al-Majzūmī, también poeta y alfaquí que dirigía la oración en Jerez, con los siguientes versos:

¡Oh Abū Jālid, lucero de las tribus beduinas, gala del mundo y adorno de los almimbares!
¡Oh luna de la religión, cuya luz resplandece; oh estrella de la ciencia, no tienes parangón!


Estas palabras de admiración con las que, hace más de mil años, un poeta que reside en Jerrez ensalza la figura de otro sabio diciendo de él que es lo más esmerado y exquisito entre quienes predican en los púlpitos de las mezquitas, no son sino una hermosa muestra de la producción literaria del Jerez andalusí, estudiada por Miguel Ángel Borrego Soto en un libro de reciente publicación. Su título, -para el que toma prestadas las palabras de Abū l-Hakam- no puede ser más sugestivo ni su subtítulo más acertado, ya que anuncian con claridad el contenido de la obra que ahora presenta este arabista jerezano, uno de los más notables investigadores de nuestra herencia árabe.

Miguel A. borrego Soto“Gala del mundo y adorno de los almimbares. El esplendor literario del Jerez andalusí”. Es algo más que un libro de historia y literatura: es, ante todo, un estudio fundamental para conocer el esplendor de la cultura de al-Andalus en nuestra ciudad y su significado dentro del contexto histórico de la época.

En su prólogo, el profesor Fernando Velázquez Basanta resalta que “esta obra encantará a los jerezanos, pues en ella se hace un riguroso análisis científico y literario de la ciudad de Jerez desde su fundación allá por los siglos IX ó X hasta su postrer momento de gloria bajo el poder de la dinastía almohade, ya entado el siglo XII.” Y no le falta razón a este maestro de arabistas ya que la lectura del libro de M.A. Borrego Soto nos hace descubrir las facetas más sobresalientes de aquel Jerez andalusí, de la mano de las producciones literarias de sus sabios y poetas, algunos de los cuales bien pueden clasificarse ya como clásicos de la literatura andalusí.

Río GuadaleteEn la introducción, el autor ofrece una valiosa síntesis histórica en la que se apuntan importantes datos acerca de los primeros momentos de la fundación del Jerez andalusí, Šarīš, y sobre el origen probable de su nombre, así como de su posible vinculación con el Ceret o Cerit romano. En los primeros capítulos del libro, se abordan la producción intelectual en Jerez entre los siglos X y XIII y se pasa revista a las obras, maestros y discípulos más destacados. El capítulo tercero se ocupa de la difusión en Jerez de las Maqāmāt de al-Harīrī –en las que nos detendremos-, y el cuarto a la poesía y poetas del Jerez andalusí, ofreciéndose información de los autores más renombrados y de sus obras. Un capítulo final, dedicado a conclusiones, cierra este libro que se completa con un valioso apéndice en el que se recoge la nomina bibliográfica de personajes del Jerez andalusí, así como con las fuentes documentales y referencias bibliográficas en las que M.A. Borrego Soto se ha apoyado para la elaboración de sus trabajos.

Una de la aportaciones más relevantes de este libro es sin duda el estudio que el autor realiza sobre la difusión de las Maqāmāt, tal vez “la contribución más señalada de Jerez a la producción erudita de Al- andalus”, como señala el propio autor, quien estima que la llegada a nuestra ciudad de Abū l-Qāsim ʽĪsà b. Ibrāhīm b. ʽAbd Rabbih b. Ŷahwar al-Qaysī, procedente de Talavera a comienzos del siglo XII, supone el comienzo de una etapa de esplendor intelectual para el Jerez andalusí. Conocido como Ibn Ŷahwar, este sabio había oído en Bagdad las Maqāmāt de su propio autor, al-Harīrī, hacia el año 500 (=1106-7). A su regreso, no sólo introduce, junto a otros ulemas, el estudio de esta obra en al-Andalus, sino que inicia una importante cadena de transmisión (isnād) de la misma en Jerez. Estas Maqāmāt, obras literarias en las que se describen escenas picarescas, encontraron en nuestra ciudad un importante foco de difusión. El término maqāmā derivado del verbo qāmā, “estar de pie”, se refiere a cualquier encuentro Alcazar de Jerezinformal o fortuito que se tiene de pie. Ya en un contexto literario, hace referencia a cualquier sesión poética en la que se incluyen ejemplos para ilustrar las enseñanzas.

Como escribe M.A. Borrego, “la ciudad contó con sabios especializados en disciplinas diversas, sobre todo gramática y bellas letras. En estas últimas sobresalieron en la ciudad Abū l-ʽAbbās Ibn ʽAbd al-Muʼmin al-Šarīšī, autor del más celebrado comentario de las Maqāmāt de al-Harīrī y los Alcazar de Jerezpoetas Abū ʽAmr Ibn Giyāt, Abū l-Ḥasan Ibn Lubbāl y Abū l- ´Abbās Ibn Šakīl, que ocuparon un lugar de excepción en el parnaso andalusí.” En las páginas que dedicamos al estudio toponímico de los Llanos de La Ina, hemos traído a estas páginas de entornoajerez algunos de los hermosos poemas que Ibn Giyāt o Ibn Lubbāl, dedican a estos parajes.

'Gala del mundo y adorno de los almimbares” ha sido publicado por EH Editores que inicia con este título la colección EH Al-Andalus. Y para ello nada más acertado que haber elegido esta deliciosa obra del arabista Miguel Ángel Borrego Soto que nos descubre el esplendor literario del Jerez andalusí.

Nota: La ilustración sobre la Maqāmāt se ha obtenido de http://www.oceansbridge.com/oil-paintings/product/98410/maqmtversammlungendesalharrszeneabzaydpredigtindermorscheevonsamarkand28maqmt

En Publicaciones se referencian otras obras relacionadas con nuestro entorno.

Al lentisco de la Venta de La Perdiz, “in memoriam”.
Evocación de un árbol singular.




A comienzos de la década de los noventa del siglo pasado, cuando con un grupo de profesores realizábamos un cursillo para conocer sobre el terreno la geografía provincial, hicimos un alto en la conocida Venta de La Perdiz. Veníamos de Arcos, donde habíamos parado al pie de la Peña para observar su estructura geológica y nos dirigíamos al manantial de Tempul, pasando por Algar.

La Perdiz es una barriada rural, situada a los pies de la Sierra de Aznar, un llamativo mogote calizo que guarda en su cumbre las ruinas de un asentamiento romano. Aquí se conservan los restos de un singular castellum aquae, con grandes cisternas para el almacenamiento, decantación y distribución del agua de los manantiales serranos. A medio camino ente Arcos y Algar, La Perdiz fue creciendo en torno a una pequeña venta que se ubicaba en un cruce de carreteras secundarias. No parábamos allí para descansar un rato o para disfrutar de los estupendos desayunos que se preparan con ese pan tan característico, elaborado en horno de leña. Lo que en esa ocasión atraía nuestro interés era un árbol muy especial, o mejor dicho un arbusto, un peculiar arbusto con un formidable porte arbóreo: el lentisco de La Perdiz.

Como es conocido, los lentiscos suelen presentar casi siempre aspecto arbustivo, con buena parte de sus ramas pegadas al suelo formando una mata muy ramificada y leñosa, reconocible por su forma semiesférica o por el verde intenso que muestra su follaje perenne. Por su abundancia en nuestros montes y en los terrenos incultos que vemos en tantos parajes de la campiña, es una planta fácilmente identificable, conocida y hasta familiar, utilizada tradicionalmente como adorno en los belenes.

Sin embargo, el lentisco de la Venta de La Perdiz era un caso aparte. Lo que lo hacía singular y único era sin duda su espectacular aspecto de árbol, acostumbrados como estamos a que esta especie presente siempre porte achaparrado. Cuando se contemplaba desde la carretera o cuando lo veíamos desde unas decenas de metros, su fuste recto y elevado, que se ramificaba casi a tres metros del suelo, nos hacía pensar en una encina, como las que aún se conservan en las cercanías de la venta. Sólo al acercarnos descubríamos con asombro que sus hojas compuestas nos resultaban familiares y que este curioso árbol, era en realidad un lentisco, un lentisco muy peculiar. Su copa, en forma de parasol, de un follaje lustroso y denso, ofrecía permanentemente una generosa sombra de la que se beneficiaban en verano quienes paraban en la venta. Al preguntar a los lugareños por el árbol nos decían que “siempre” había estado allí y que, años atrás, crecía en sus proximidades, también junto al arcén de la carretera, otro pie de similares proporciones que “se perdió”.

Su relevancia no pasaba inadvertida para quienes sabían de lo valioso de este árbol. No es de extrañar por ello que los técnicos de la Consejería de Medio Ambiente, que en 2003 realizan los trabajos de campo para el Inventario dedicado a la provincia de Cádiz que se publicó al año siguiente. Nos llenó entonces de alegría ver a nuestro “viejo conocido”, el lentisco de la Venta de La Perdiz, elevado a la categoría de “árbol singular”, un reconocimiento “institucional” que le garantizaba, tal vez, un futuro de protección y, acaso, la mirada de admiración de cuantos parasen junto a la venta o circularan por la carretera y lo contemplase allí, al pie del camino donde había crecido, cuidado y respetado por varias generaciones.

De la ficha técnica que se elaboró entonces, rescatamos los datos incontestables que lo confirmaban como árbol singular: “…altura total: 6,75 m, altura del fuste: 2,75 m, perímetro (medido a 1,30 m del suelo) 1,30 m, perímetro del tronco en la base: 3,10m…”. El diámetro de su copa rondaba los 8 m y la superficie de sombra que proyectaba su frondoso follaje se acercaba a los 45m2 todo un record que se quedaba pequeño al lado de su mayor mérito: ser, en su modestia, un auténtico monumento natural con el que se identificaba al núcleo rural de La Perdiz. Cuando preguntábamos por su edad, la respuesta de los vecinos siempre era la misma: “yo lo he conocido ahí toda la vida”. Por nuestra parte, pudimos comprobar que en las imágenes áreas del conocido como “vuelo americano”, de 1956, cuando todavía en La Perdiz no se adivinan apenas más que unas cuantas pequeñas casas, la copa del lentisco ya se aprecia allí, densa y rotunda, junto a la carretera.

En diciembre de 2004, cuando realizamos dos de las fotografías que acompañan este reportaje, lo descubrimos rodeado por el asfalto con el que se había cubierto el pequeño talud en el que crecía, junto a la carretera. Ya entonces apreciamos los primeros síntomas de sequedad en algunas de sus ramas que nos hacían temer lo peor… justo cuando empezaba a estrenar su reconocimiento como “árbol singular”. Unos años después, en la primavera de 2009, al pasar una tarde camino de Algar, echamos en falta su inconfundible estampa. En el pavimento aún podía verse el pequeño círculo en el que creció un día su tronco. Los vecinos nos dijeron que se había secado… Aún pudimos recoger en imágenes el reducido espacio que suelo que se le dejó para vivir en sus últimos años, una secuencia que puede también descubrirse en las imágenes del satélite tomadas en 2004 y 2010.

Desde entonces, cada vez que pasamos por La Perdiz, como ha sucedido hoy, no podemos sino volver la mirada al lugar donde crecía aquel hermoso árbol. El pequeño alcorque que se le dejó en torno a su tronco terminó por ser también pavimentado y pasa ya desapercibido en el aparcamiento... Hoy, que evocamos con nostalgia su recuerdo, proponemos “a quien corresponda” que allí mismo, junto a la venta, se plante también un pequeño lentisco al que veamos crecer y hacerse grande, y guardar la memoria de aquel otro al que hemos querido rendir un sencillo homenaje.

Para ver más árticulos sobre Foto denuncia "entornoajerez"...
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Nota: La fotografía del Lentisco de la Venta de la Perdiz se ha obtenido de la obra Inventario de árboles y arboledas Singulares de Andalucía, pág. 85.

 
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