Casi siempre, en aquellas películas de aventuras de nuestra infancia que transcurrían en parajes remotos, había un “mapa del tesoro” que permitía a los protagonistas guiarse por montañas y

valles o llegar hasta escondidas cuevas o playas secretas donde se ocultaba un cofre lleno de joyas y monedas de oro. El mapa era la clave sin la que no era posible encontrar el tesoro buscado. Sin embargo, a veces,
el auténtico tesoro es el mapa. Este es el caso de
aquel fragmento de la Tabula Rogeriana de al-Idrisi, conservado en Oxford, aquel en el que Jerez, la “Šeriš” musulmana aparece -quizás por primera vez- en un mapa fechado a mediados del siglo XII.
El que hoy destacamos es también un documento muy singular, otro “tesoro de mapa” tanto por la valiosa información que contiene, como por la forma en la que ha sido “rescatado” y restaurado digitalmente para el disfrute de todos. Nos referimos a lo que sin duda podemos calificar como una auténtica “joya” de la cartografía histórica jerezana: el “
Plano del Término Municipal de Jerez de la Frontera”. Como figura en su leyenda, fue
Arreglado a la escala de 1/100.000 para la Guía de Jerez de 1897, por Antonio Lechuga y Florido.
Hace tiempo que ya teníamos referencias de él a través de las citas de A. Góngora y del
Catálogo de Cartografía Histórica de Cádiz (1), sin embargo, hasta hace unos años no

habíamos podido tener acceso a copias con la calidad suficiente para su estudio.
Las imágenes que ofrecemos sobre este plano, cuyo original en color tiene unas dimensiones de 54 x 78 cm. y del que también se conserva un ejemplar en la Biblioteca Nacional, han llegado hasta nosotros gracias a la generosidad del profesor e investigador don
Francisco de B. Zuleta Alejandro. En el enlace
http://www.gigapan.com/gigapans/44987 (2) los lectores interesados tienen la oportunidad de consultarlo detenidamente. Podremos admirar así el magnífico trabajo realizado

en 2010 por F. Zuleta, en el que se reproduce fielmente un original de la colección de don
Emilio Lustau Ortiz de Latierro, que ha sido reconstruido digitalmente con partes de otro original de su propiedad. Estos documentos forman parte de los proyectos de Investigación Histórica e Información Geográfica del
Seminario Agustín de Horozco de la Universidad de Cádiz que dirige el Dr. Lázaro Lagóstena Barrios. A todos ellos agradecemos desde aquí su amabilidad y las facilidades

mostradas para poder consultar y ofrecer este interesante Plano.
Antonio Lechuga y Florido, un curioso personaje.
El autor de este plano-mapa de nuestro término municipal fue el “polifacético” periodista jerezano
Antonio Lechuga y Florido, hombre curioso y activo, movido por múltiples inquietudes políticas, culturales y comerciales. A modo de ejemplo de sus numerosas colaboraciones en la prensa escrita baste recordar que en 1889 fue el primer director de
El Defensor de Jerez, “diario independiente” de orientación republicana. Entre 1890 y 1897 fue redactor del diario
Jerez. Dos

años más tarde, en 1899, firma también como colaborador en
El Eco de Jerez, “periódico de intereses locales y generales”, y en ese mismo año será también director del diario local
El Mensajero. (3)
Lechuga y Florido fue miembro destacado de diferentes asociaciones culturales de la ciudad, como el
Ateneo Científico, Literario y Artístico, fundado en 1897, y en el que al año siguiente de su creación ya forma parte como secretario de la Sección de Literatura y Lenguas. En 1905 se incorpora también a la Junta Directiva de la
Academia de Bellas Artes de Santo Domingo (4). En el plano político, Antonio Lechuga fue
concejal del Ayuntamiento de Jerez en 1910.
Juan de la Plata traza un perfil biográfico de este singular personaje y nos informa que “
…fue periodista en ejercicio desde 1878 y escribió de todo, bajo las formas de artículos políticos o
literarios, crónicas, poesías, novelas cortas, narraciones, criticas, con o sin seudónimo, o con su propio nombre, en los periódicos locales 'El Defensor de Jerez' y 'Jerez'; y colaborando en periódicos de Sevilla, de Córdoba, de Santander, de Madrid, de Cádiz, de San Fernando y de Málaga. Pero a pesar de tanto multiplicarse escribiendo, se decía que nunca consiguió reunir dos pesetas. Hombre que tenía tanto de periodista por fuera, como por dentro; desaliñado en el vestir,
barbudo y soñador; confesándose políticamente, él mismo: "Yo he sido siempre y soy republicano; me he significado públicamente en todos los actos de mi partido y atenderé con preferencia el culto de esos ideales por encima de todas mis conveniencias.
Lechuga sirvió de joven, durante cuatro años, como voluntario, en la Marina, entre la Capitanía General de San Fernando y el Ministerio, en Madrid, y al término de su
compromiso militar, estuvo de dependiente de un importante comercio; haciéndose más tarde comerciante en vinos y viajando luego a todas las provincias españolas. Su vida la consagró por entero al trabajo y al estudio; admiraba a Cervantes y a Campoamor; a Ribera y a Velázquez; se deleitaba con Mozart y se entusiasmaba con Castelar…” (5).
El “Plano del Término Municipal de Jerez de la Frontera” de 1897.
El Plano “se repartió como regalo a los suscriptores de la
Guía de Jerez por
D. Miguel de Bustamante, correspondiente al año
1897”, siendo muy apreciado en la ciudad al representar, por primera vez en un formato de medianas dimensiones y con buen número de detalles, todo el término municipal a escala 1:100.000 (6). En su elaboración, Lechuga aprovechó sin duda trabajos anteriores, realizando una completa y más que aceptable labor de síntesis de la información topográfica disponible hasta el momento.
Por esta razón ofrece una valiosa información sobre los elementos más relevantes de nuestro territorio, su “ordenación” y, en especial, sobre una rica toponimia que se ha ido perdiendo

paulatinamente a lo largo del último siglo y con la que, gracias
al Plano, nos reencontramos. Y todo ello en una fecha clave, cuando sólo faltan 3 años para el cambio de siglo, por lo que este documento constituye un testimonio gráfico de gran valor al retratar el marco geográfico del Jerez del siglo XIX.
En el Plano puede apreciarse, por ejemplo, la incipiente red de
carreteras existente a finales del XIX, donde sobresale la de
Cádiz a Madrid. Esta vía mantiene aún el

trazado original del antiguo Camino Real que pasaba por El Portal hasta que se adaptó el tramo alternativo por Matajaca, siguiendo el viejo camino de
La Trocha del Puerto, que también recoge el mapa. Las carreteras de Sanlúcar, Arcos o Trebujena figuran también como tales, no así las de Cortes o de Medina, está última señalada como camino. El mapa da cuenta también de la
línea férrea Madrid-Cádiz, junto a la que se ubica la
Estación Telegráfica de El Portal, hoy

desaparecida. De la misma manera nos ilustra sobre la traza del
ferrocarril Jerez-Sanlúcar-Bonanza, donde figura el apeadero de las Tablas que fue desmantelado hace casi cuatro décadas. Como dato curioso, el Plano aún permite conocer los puntos en los que existieron las torres del
telégrafo óptico existente a principios del siglo XIX incluyendo dos curiosos topónimos como el de “
Telégrafo de Montegil” o el de “
Viña del Telégrafo”. Entre las obras públicas que se representan destaca el “Canal cubierto de Tempul” como se denomina al acueducto, cuyo recorrido podemos seguir cruzando el término de Este a Oeste.

De gran interés es también la pormenorizada red de
cañadas, caminos de herradura y caminos carreteros que ofrece, imprescindible para conocer el trazado de nuestras vías pecuarias, muchas de las cuales se han perdido por usurpación de las fincas colindantes o por asentamientos ilegales. En este sentido, el Plano aporta información relevante sobre algunas de estas cañadas, caminos y descansaderos que no figuran ya en el “
Proyecto de clasificación de
las vías pecuarias existentes en el término municipal de Jerez”, elaborado en 1948 por el Perito Agrícola
D. Enrique Gallego del Fresno para la Dirección General de Ganadería, por lo que hay que deducir que se perdieron ya en aquellas fechas. Por citar sólo algunas, en el Plano se resalta la importancia que como vías de comunicación en el Jerez rural tuvieron cañadas como la del
Alamillo (actual carretera de La Ina a Torrecera), la de
Cuartillos cuyo

trazado sigue en buena parte la actual carretera de Cortes, la
Cañada Ancha, que comunicaba con Mesas de Asta o las de
Espera,
Bornos,
Las Cabezas o
Lebrija, cuyo trazado se mantiene aún parcialmente cien años después.
Barcas, pasadas, vados, lagunas… que desaparecieron.
Cuando los caminos y cañadas llegan hasta los ríos y arroyos, los cruzan por
vados y
vaderas,
pasadas o
barcas, de los que el
Plano nos ofrece también algunas pistas. Se mencionan así la del Alamillo, junto al actual Puente de El Torno, la de La Florida, la del Boyal, la de Berlanguilla, la de Tempul, en el Majaceite… Los únicos
puentes que cruzan el río son el de Cartuja y el del acueducto de Tempul, que el Guadalete arrastraría veinte años más tarde, en 1917.
El mapa es también testigo mudo de la desaparición de algunos
humedales y en él se da

cumplida información sobre
ríos,
arroyos (“vertientes”),
lagunas y “
pantanos”, en referencia a las amplias zonas de marismas de nuestro término. Así, por ejemplo, puede observarse el emplazamiento de lagunas como las de la
Isleta (en las Pachecas), de
Bocanegra (en las Quinientas), de
Rajamancera (junto a La Ina), de
Mesas de Asta o de “
Torroz”, total o parcialmente desaparecidas en la actualidad.

La toponimia y los emplazamientos referidos a
pozos,
fuentes,
manantiales,
abrevaderos,
pozas y otros lugares relacionados con el agua y sus formas de captación y almacenamiento son muy numerosos, como no podía ser menos en un término en el que abundan los grandes terrazgos dedicados a la agricultura y a la ganadería. De la misma manea son muy abundantes las referencias al poblamiento rural de nuestro vasto alfoz delatado en el mapa por la

presencia de muchas construcciones aisladas, diseminadas por todo el término. En este sentido se incluyen infinidad de datos sobre
chozas,
casas perdidas en el monte,
ranchos,
cabrerizas,
zahúrdas y
zahurdones,
cortijos,
casas de viñas,
estancias,
ventas en los cruces de caminos (La Florida, Zumajo),
molinos harineros y de aceite (Cartuja, La Compañía, Espartinas, El Rizo, ),
molinetas (la de Ortela, por ejemplo),
caleras (El Mojo, Torremelgarejo),
palomares (como el de Zurita)… ya desaparecidos muchos, pero conservados a través de la toponimia en la “memoria geográfica” de nuestro territorio.
Los alrededores de la ciudad y las viñas.

Una mirada detenida merecen los
alrededores del casco urbano en los que el lector descubrirá un Jerez limitado hacia el Este por el trazado de la vía férrea y, sobre todo, una amplia referencia toponímica de espacios y lugares, de pagos y haciendas integrados ya en nuestra trama urbana. Como curiosidad, se indica la situación del antiguo
Hipódromo,… frente al actual Circuito de Velocidad. De la misma manera, el
Plano supone un instrumento de primer orden para conocer la extensión del
viñedo jerezano en todo el término ya que

los pagos y fincas dedicada a viñas están destacados (en verde) para su mejor identificación.
Los
castillos y torres más relevantes de nuestro término o las
ermitas rurales (El Valle, El Mimbral, La Ina), figuran también en el Plano de Antonio Lechuga. Como dato curioso, el Monasterio de la Cartuja aparece en el mapa como “
Convento ruinoso”, delatando así

su estado de conservación en estos años finales del siglo XIX.
No queremos terminar sin destacar el gran valor que el
Plano del Término de Jerez de la Frontera aporta para investigadores y, en general, para las personas interesadas en conocer mejor nuestra tierra. De todo ello el lector curioso podrá obtener una detallada información accediendo virtualmente al mapa (en “tamaño real”) a través del referido enlace gracias al magnífico trabajo realizado por
F. Zuleta Alejandro. Que ustedes lo disfruten.