Vandalismo en el puente de Cartuja


En estas últimas semanas, el puente de Cartuja, donde desde hace unos años se han realizado importantes obras de mejora, ha aparecido con pintadas.

A quienes desprecian de tal manera el patrimonio de todos, además de las sanciones oportunas si es que acaso fuesen sorprendidos, hay que sumar también la reprobación social que estos incalificables hechos merecen. No añadimos más palabras porque todas caben en una sola.







Cuando el bosque no deja ver los árboles.
Árboles singulares en torno a Jerez.




Es conocido el viejo refrán que afirma sabiamente que “los árboles no dejan ver el bosque”. Pero con frecuencia sucede lo contrario: es el bosque el que no deja admirar los árboles que encierra, los hermosos ejemplares que oculta, aquellos que atesoran algunas características más notables que los hacen destacar sobre los demás.

Desde hace unos años, sin embargo, están siendo posibles las dos cosas a la vez: disfrutar de los bosques y admirar los árboles más sobresalientes que albergan. Y ello gracias a una serie de publicaciones de la Consejería de Medio Ambiente que nos descubren los Árboles y Arboledas Singulares de Andalucía, con monografías dedicadas a cada provincia. Esta interesante iniciativa divulgativa se complementa con una práctica aplicación informática en la que se va actualizando los inventarios, incluyendo nuevos ejemplares que no aparecían en los libros editados años atrás.

Arrimándonos a los buenos árboles.

Sentimos desde siempre una especial fascinación por los árboles. Por esas encinas cuyas raíces se agarran a los peñascos calizos de las sierras más abruptas, allá en Benaocaz o Grazalema; por los pinos que se asoman a los acantilados en La Breña; por las robledillas que crecen, azotadas por el viento, en lo más alto del Aljibe; por los pinsapos que brotan con nuevos bríos en las paredes empinadas de la sierra de Zafalgar;



por los enebros marítimos acorralados en los acantilados de Roche, por los eucaliptos centenarios repartidos por tantos rincones de la campiña de Jerez; por los viejos y nudosos acebuches que custodian, como si de un lugar mágico se tratase, la entrada de la Cueva de las



Palomas, a los pies de la Sierra de las Cabras... Y es que nos gustan los árboles, en general y sin excepciones, sean grandes o pequeños, los de porte soberbio y majestuoso y los más discretos y humildes. Por esa razón, en nuestros recorridos por las campiñas y serranías en torno a Jerez siempre nosatraen las arboledas, los sotos ribereños, los “bosques isla” que se conservan en muchos lugares.



Hoy, sin embargo, reclamamos su atención sobre algunos de los más notables que, por su especial relevancia o destacada singularidad, reúnen todos los requisitos para ser considerados como emblemas de nuestro patrimonio natural (“Bienes de Interés Natural”, podríamos denominarlos, a imitación de los BIC) y que están siendo ya reconocidos al incluirse en inventarios y catálogos que garanticen su protección.



Como se recoge en la presentación del Inventario de Árboles y Arboledas Singulares de Andalucía, “un árbol es considerado singular cuando destaca del resto de los ejemplares de su misma especie, bien sea por adoptar una forma poco habitual, tener una avanzada edad, poseer dimensiones excepcionales, adquirir un alto valor paisajístico, localizarse en lugares poco habituales para su especie,por su historia o tradiciones populares, o sencillamente por su rareza”.

Árboles singulares en torno a Jerez: lo mejor de nuestros bosques y dehesas.

De los 56 ejemplares que figuraban en el primer Inventario de Árboles Singulares de la provincia de Cádiz, se ha ido ampliando la lista hasta incluir los 80 actuales. Y aunque no están todos los que son, si puede afirmarse que son todos los que están. Como puede imaginarse, en esta acertada selección repartida por toda la geografía provincial, figuran los representantes más sobresalientes de las especies propias de nuestros ecosistemas (acebuches, alcornoques, encinas, enebros, lentiscos, pinsapos, quejigos, pinos…), pero también otros de especies foráneas (eucaliptos, ombúes, naranjos...) o



de algunas de escasa o rara presencia en nuestro territorio (arces, tejos…).

En el entorno de la campiña se encuentra un buen número de estos árboles y, si tuviésemos que elegir alguno de los que crecen en el término municipal de Jerez, destacaríamos el alcornoque de Rojitán, un soberbio ejemplar que crece en el paraje conocido como Llanos de



La Jarda, en terrenos pertenecientes a la finca de Rojitán que forma parte de los Montes de Propios de Jerez. El viajero que desde Jerez o Algar se dirige hacia el Puerto de Gáliz por la carretera de Cortes, fijará a buen seguro la vista en este magnífico alcornoque que por la armoniosa composición de su copa y su porte aparasolado, llama la atención aislado en un prado en las proximidades del punto kilométrico 58. Alcornoques singulares son también los de Berlanguilla (entre La Barca y San José del Valle) o el del Camino de las Playeras, en Arcos.

Los acebuches, que tanto abundan en nuestras campiñas y sierras, cuentan con ejemplares sobresalientes, como los de Berlanguilla o Los Cuquillos. El primero de ellos, sobresale entre un cultivo de algarrobos, destacando por su equilibrado porte y por las curiosas oquedades y hendiduras que se forman en la base del tronco y el fuste. El de Los Cuquillos, cercano al manantial del Tempul, es de mayores dimensiones. Ubicado en el paraje conocido como Majal de San Pedro, en una ladera junto a la carretera de Cortes, con el embalse de Guadalcacín y la Sierra de Aznar como telón de fondo, tiene más de 10 m. de perímetro de su base y una espectacular copa aparasolada que cubre una superficie cercana a los 350 m2. En tiempos pasados, cuando la finca fue propiedad de José Berdún Lorenzo, bajo su sombra se cobijaba el rebaño de 400 ovejas que pastaba en estos prados, según nos contaba su hijo Rafael.



Menos conocido, pero no menos hermoso ni destacable, es el taraje del Puente de La Barca de La Florida, un ejemplar singular por muchos motivos, ente los que destacan la gran altura de su copa, el notable calibre de sus troncos que brotan de una misma cepa y su magnífica estampa que se dibuja con el puente metálico del Guadalete como fondo. Aunque hace unos años se “podaron” algunos de sus troncos, el taraje supera los 10 m. de altura, descollando su copa por encima del tablero del puente y confundiéndose con las celosías de la estructura de sus grandes arcos metálicos.



De más difícil acceso para el viajero curioso son otros árboles singulares de nuestro entorno que, por encontrarse en puntos alejados de las carreteras o en el interior de fincas privadas, son menos conocidos. Son los casos del madroño de La Ventalleja, el tejo de El Marrufo, el piruétano de Berlanguilla o el mesto del Encinar de Vicos. Este último es un curioso ejemplar, híbrido entre alcornoque y encina, de más de



15 m. de altura que sobresale entre el bosque adehesado del Encinar de Vicos. Su formidable copa proyecta una sombra de casi 600 m2.

Por su porte arbóreo y sus notables dimensiones, llaman la atención varios ejemplares de singulares lentiscos, especie que habitualmente presenta porte arbustivo. Destacamos aquí los lentiscos del Pinar de Coy (o Coig), junto a la antigua carretera de Jerez a El Puerto, con alturas que superan los 6 m. Otro notable ejemplar es el lentisco de la Cañada de los Sotillos, vía pecuaria entre San José el Valle y Arcos. El lentisco se halla junto a la cañada, en las proximidades de la finca El Chaparral y de las centrales Termosolar y Térmica. Forma parte de un frondoso seto vegetal destacando por la formidable altura de su copa.

Otros árboles singulares de nuestro entorno son el conocido Pino de la Vereda (Chipiona), de inconfundible silueta, o el eucalipto del Pinar de La Algaida, magnífico ejemplar de más de 40 m. de altura que sirvió antaño de puesto de observación para los forestales que velaban en verano por el control de incendios. Presenta la particularidad de tener incrustados en su tronco unos aros metálicos, a modo de escalera, para acceder a la “torre de vigilancia natural” que fue en su día.

Entre nuestros árboles singulares favoritos, se encuentra también el conocido Ombú de Faín, que resiste el paso del tiempo y los embates de la voracidad urbanizadora, a los pies de la carretera que une Arcos con Algar. Junto a la entrada de una antigua hacienda de olivar, el Cortijo de Faín, este árbol originario del Cono Sur americano, llama la atención por el gran calibre de su tronco. Aunque ya se encuentra muy deteriorado y



su copa se ha reducido, el perímetro de su tronco en la base supera los 14 m. y medido a 70 cm. del suelo, los 10 m.

Aunque algo más alejado de nuestro territorio, no queremos dejar de referirnos a un auténtico Monumento Natural, figura de protección de la que gozan sólo algunos de los más sobresalientes árboles singulares. Se trata una encina centenaria: el Chaparro de la Vega, que podemos admirar en la localidad sevillana de Coripe, junto a la Vía Verde de la Sierra. Ubicado en un paraje de fácil acceso conocido como La Vega, el Chaparro domina, con su imponente silueta, una amplia zona de prados abiertos entre los cerros circundantes. Lo primero que sorprende al visitante es el diámetro de su tronco, próximo a 1,20 m. En la base, su perímetro supera los 4,50 m. y medido a 1,30 m. del suelo, se aproxima su contorno a los 4 m., lo que da idea de la regularidad del fuste que se divide en gruesas ramas secundarias a una altura aproximada de 2,50 m. Si nos situamos bajo su copa, que llega en su punto más alto hasta los 13 m. de altura, podremos admirar la poderosa estructura que componen sus ramas que, armoniosamente distribuidas, dan lugar a un inmenso parasol de casi 30 m. de diámetro. No es de extrañar que la encina proyecte una superficie de sombra próxima a los 600 m2 bajo la que, como presumen los vecinos de Coripe, cabe literalmente todo el pueblo. Estas considerables



dimensiones se ven superadas por la belleza y armonía de sus formas que hacen de esta gran encina un Monumento Natural incomparable.

No queremos terminar sin lamentar aquí las pérdidas de algunos de los árboles singulares catalogados. Unos, por los efectos del viento, que desgajó sus ramas, como el viejo madroño de El Gato (San José del Valle), otros, como el conocido lentisco de La Perdiz por el asfaltado de su entorno que acabó con el mínimo espacio que necesitaba para seguir viviendo.

Finalizamos este rápido recorrido por algunos de nuestros árboles singulares solicitando también, a ”quien corresponda”, la inclusión en este inventario de otros ejemplares, tal vez más modestos pero no menos valiosos, como los pinos de Cuartillo, el ombú de Gigonza, los lentiscos de Santa Teresa o de la Viña de Las Tablillas , los acebuches de la Cueva de las Palomas, los piruétanos del Cerro del Viento, el ciprés de Zarpa… Pero de ellos nos ocuparemos en otra ocasión.

Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto.  Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

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Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, 26/10/2013

Vientos.
Un recorrido por los paisajes del viento en nuestra campiña.




De nuevo soplaba el viento de Levante. Hacia el mediodía se paró el tiempo y comenzó un minuto eterno de polvo y arena. Los eucaliptos, las faldas y los toldos cobraron de repente una nueva vida, alada e inquieta…” Así, con el Levante, arranca la novela “Del Viento al Infinito”, obra del escritor jerezano Sebastián Rubiales (1), con ese mismo Levante que nos recuerda que, en muchas ocasiones y sin esperarlo, el viento se hace presente en nuestra tierra con una fuerza arrolladora para recordarnos que esta es la provincia del viento.

El viento modela nuestros paisajes.

Más que ningún otro meteoro, si hay un hecho climático que caracterice a la provincia de Cádiz, ese es el viento, especialmente en el sur y en la costa atlántica, donde sopla con fuerza todo el año. Y es que el viento, con su terquedad y persistencia, ha condicionado no pocos aspectos de nuestra existencia cotidiana: el urbanismo de algunos de nuestros pueblos y ciudades con su peculiar estructura de callejas estrechas e intrincadas, la agricultura, los modos de vida, la preservación del litoral de la fachada sur atlántica de la provincia, la vegetación y los paisajes, el ocio y el turismo... (2).



El incansable trabajo constante del viento ha construido las barras arenosas y las dunas de muchos parajes costeros (Caños de Meca, la Algaida, Valdevaqueros, Punta Paloma, Trafalgar, Valdelagrana,…) y ha sido también quien ha frenado la voracidad inmobiliaria y la especulación urbanística y depredadora del territorio en muchos rincones de nuestro litoral y así, gracias al viento aún podemos disfrutar de espacios naturales en relativo buen estado de conservación.

El viento ha posibilitado las explotaciones salineras y ha remodelado así los paisajes marismeños, condicionando también el uso del suelo y la agricultura. Buena parte de las regiones costeras y de la mitad sur de la provincia, las conocidas “campiñas con Levante” han debido orientarse hacia la ganadería ante los frustrados intentos de desarrollar cultivos, siempre limitados por la acción del viento de Levante, que termina por asurar las cosechas en los secanos.



Ante su fuerza de poco sirven las pantallas vegetales de cipreses, de cañas o de “transparentes” que vemos en La Ina, Río Viejo, Malabrigo o Magallanes, por citar sólo algunos lugares de nuestra campiña más cercana en cuyos campos se libra esta singular batalla.

Poniente y Levante.



Los vientos dominantes en nuestro territorio son, principalmente, los conocidos como Poniente y Levante (3). El Poniente, de procedencia atlántica, se desplaza de Oeste a Este y suele ser húmedo y fresco, siendo el viento predominante en el Marco de Jerez y la campiña. A los vientos de poniente debemos principalmente las precipitaciones en nuestras comarcas, que aumentan en las zonas interiores de la provincia a medida que las masas nubosas, condicionadas por el relieve, ascienden y se condensan al enfriarse. El poniente veraniego tiene además un efecto benéfico en nuestros viñedos a los que aporta humedad en los meses más secos del estío, en un momento crucial para que los frutos consigan la maduración deseada. De la misma manera que para las cepas, es también beneficioso para la crianza de los vinos, mediante la “flor” o flora microbiana en las bodegas por su carga de humedad. Como indica García del Barrio, sin el viento de Poniente, “puede decirse que no existiría el vino de Jerez, y sobre todo los vinos tipo “fino”, que tienen crianza biológica”.



Por contraposición al viento de levante, este autor señala que el de poniente tiene por principales características el ser un viento “húmedo, menos fuerte, frío y que sopla también en verano, que es cuando produce los máximos beneficios”. (4).

Y luego está el Levante. Procedente del Sureste (y no del Este, como muchos piensan) y originado en las tierras continentales africanas, alcanza su máxima velocidad en la zona próxima al Estrecho de Gibraltar. En nuestras campiñas puede también soplar con gran fuerza, siendo por lo general un viento seco y de efectos negativos para la agricultura a la que condiciona y limita especialmente, cuando sopla abrasador y persistente en verano. No en balde está considerado el “mayor azote agrícola” de la provincia, impidiendo los cultivos de cereal en el sector de la provincia más castigado por el viento. En el viñedo de nuestra campiña, su presencia hace disminuir enormemente la humedad ambiental que puede llegar hasta el 30% de humedad relativa del aire (más propia de climas desérticos), teniendo en cuenta que el promedio existente al mediodía, cuando el fruto está en sazón es de un 50% y del 75% durante la noche (4).

Isidro García del Barrio, menciona como las principales características del Levante el ser “seco, cálido, fuerte y veraniego” (5) y para ilustrar el poder que tienen la velocidad y el efecto secante de este viento, cuenta como anécdota que “la antigua laguna de la Janda, que tenía profundidades de hasta tres metros, se ha visto desecar en unas semanas con un temporal de viento de levante, incuso durante el invierno” (6).

Aunque hacia el interior los vientos de Levante pierden relevancia, se hacen también presentes y, pese a la dominancia anual del Poniente, la “personalidad” del Levante marca también nuestro territorio y nos afecta, de una u otra manera, a todos.



Como acertadamente apunta un dicho popular “no se pueden ponen puertas al Levante”, a su carácter indómito y rebelde que sólo parecen entender y sobrellevar las veletas. Lo expresa magistralmente Sebastián Rubiales en su novela: “El Levante aparecía, de cuando en cuando, dejando señales de su capricho por trastocarlo todo, como una voluntad superior y despiadada”.

Junto a ellos, otros vientos están también presentes en nuestro territorio, si bien no cobran la importancia de los anteriores. Así, los vientos del Suroeste que penetran por el Golfo de Cádiz (por el “tercer cuadrante”) son los que traen los grandes temporales de lluvias, el Norte, que baja las temperaturas y apenas se deja sentir en nuestra comarca, o el viento del Este, que muchos confunden con el Levante, y que se deja sentir con más fuerza en el sur de la provincia y en el Estrecho.



El viento como fuente de riqueza. Los nuevos paisajes del viento.

Si el viento condiciona, como se ha dicho, buena parte de nuestros modos de vida, de la actividad agropecuaria o de los usos del litoral, gracias a él se han desarrollado en las últimas décadas otras fuentes de riqueza. Así, el auge de algunos deportes náuticos que atraen tantos turistas a nuestras playas, la denominada invasión “surfera”, no sería posible sin el viento, el mismo viento que –paradojas de la vida- las desalojaba de bañistas cada vez que hacía su aparición e impedía su desarrollo urbanístico…



De la misma manera, de la mano de la abundancia de vientos, nuestro territorio ocupa un puesto de vanguardia en la producción de energía eólica. Lejos quedan los tiempos en los que la fuerza del viento movía las aspas de los molinos harineros de Vejer (donde aún se conservan algunos ingenios), Medina, Paterna o Jerez, donde todavía existe en la parte más elevada del barrio de San Miguel la calle Molino del Viento, para recordarnos el emplazamiento de un antiguo molino en nuestro casco urbano.



Los vientos soplan ahora a favor de las energías renovables y conviene recordar a este respecto, que si Andalucía ha experimentado un importante crecimiento eólico en la última década al multiplicar por casi 10 la potencia instalada, la provincia de Cádiz ha sido la de mayor crecimiento, contando a finales de 2015 con 67 parques eólicos en funcionamiento, disponiendo de un total de 1.308,99 MW, casi el 40% de la potencia eólica instalada en Andalucía (7). Tras Tarifa, Jerez es el segundo municipio andaluz con mayor potencia instalada, contando en la actualidad con 11 parques eólicos en los que hay funcionando un total de 162 aerogeneradores. Estos nuevos “molinos de viento”, de dimensiones colosales, levantados en torres de entre 80 y 90 m de altura, llaman la atención por sus enormes góndolas en las que giran tres grandes palas que, en el caso de las instaladas en los parques eólicos de la campiña, tienen entre 35 y 45 m de longitud. A diferencia de los primeros “molinos” de Tarifa que producían apenas 100 kilovatios cada uno, los nuevos aerogeneradores ofrecen por término medio entre 1,5 y 2 megavatios de potencia.



Entre los parques de nuestra campiña destacan el denominado Jerez (en el Mojo), con 42,50 MW de potencia y 27 “molinos” instalados, el de Doña-Benita-Cuellar, próximo al anterior, con 32 MW y 16 aerogeneradores, o el de Chorreaderos Bajos, con 30 MW y 16 molinos, cercano a Gigonza y Paterna.



En este mismo sector se encuentran también los dos parques de Los Isletes y el de Chorreaderos Altos, entre las lomas de las carreteras que unen Torrecera y San José del Valle con Paterna.



Por su ubicación en una planicie elevada sobre la campiña, destaca el parque de Bolaños, situado como el de Roa la Bota al sur de la ciudad, visibles desde la carretera de Medina en el paraje conocido como Mesas de Bolaños donde entre ambas instalaciones suman 31 molinos. Por último, situados al oeste del casco urbano, visibles desde las carreteras de Rota y Sanlúcar, se emplazan los parques de La Rabia, junto a la antigua viña de La Esperanza, el de Alijar (en tierras del cortijo del mismo nombre), y El Olivillo, cercano este último al paraje de La Ventosilla, en la carretera del Calvario, y próximo al antiguo estuario del Guadalquivir (8).

La riqueza generada por estas fuentes de energía alternativa y no contaminante, posibles gracias al viento, ha tenido como contrapartida el gran impacto visual que los aerogeneradores y las líneas de conducción eléctrica causan en muchos rincones de nuestro territorio.



Es el tributo de un paisaje redibujado con los perfiles de estos nuevos molinos de viento que ya de manera permanente van a estar presentes en los horizontes de la campiña.

Para saber más:
(1) Rubiales, S.: Del viento al infinito, Pre-Textos, 2000.
(2) García del Barrio, I. y otros: Mapas Provinciales de suelos. Cádiz. Ministerio de Agricultura. 1971. pp.119-124.
(3) Sousa Alaejos, R.: Notas para una climatología de Jerez de la Frontera. Instituto Nacional de Meteorología. Madrid. 1998. pp. 33-38. De este trabajo hemos tomado la ilustración de la rosa de los vientos anual de Jerez: p, 35
(4) García del Barrio, I.: La tierra del vino de Jerez, Sexta, S.A. , 1979, p, 81.
(5) García del Barrio, I.: La tierra… p, 80
(6) García del Barrio, I. y otros…, p, 119.
(7) Informe de Infraestructuras energéticas. Provincia de Cádiz. Actualización a 31 de diciembre de 2015. Agencia Andaluza de la Energía. Consejería de Empleo, Empresa y Comercio, 2015, p, 2.
(8) Informe de Infraestructuras energéticas… pp, 22-23.


Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto.  Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

Para ver más temas relacionados con éste puedes consultar Miscelánea, Veletas en la campiña. Un paseo por las veletas en torno a Jerez.

Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 13/03/2016

 
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