Se cumple en estas fechas el veinte aniversario de la declaración de doce lagunas de la provincia de Cádiz como Reservas Naturales. Junto a los diferentes actos conmemorativos que con carácter institucional se están llevando a cabo para celebrar esta iniciativa, la Consejería de Medio ambiente ha editado un libro que, con el título Humedales de Cádiz: veinte años de conservación, pretende dar a conocer la riqueza de estos espacios naturales, sus problemas y las perspectivas de futuro que les aguardan.
Los Complejos Endorréicos de El Puerto de Santa María, Chiclana, Espera y Puerto Real, junto a la Laguna de Medina y las Lagunas de las Canteras y El Tejón, conforman las Reservas Naturales de las Lagunas de Cádiz, un conjunto de humedales que con una superficie de 391 hectáreas (ascienden a 2558 si se incluyen las zonas periféricas de protección) están reconocidas como Reservas Naturales desde 1989. Junto a su valor ecológico, estos espacios ubicados en la mayoría de los casos en zonas de campiña cuentan con una gran riqueza en lo que a la avifauna
acuática se refiere, albergando unas 120 especies entre las que predominan las limícolas, ardeídas y anáticas.
Tras la Presentación, el libro ofrece un primer capítulo en el que Juan Manuel Fornell Fernández propone Un paseo por las Lagunas de Cádiz a modo de introducción general. En él se aportan
datos básicos sobre nuestros humedales y se destacan las especies vegetales y animales más significativas, con especial hincapié en las aves acuáticas, que utilizan estos espacios tanto como zona de nidificación, invernada o como puntos de escando durante las migraciones. El Plan de Ordenación de los Recursos Naturales (PORN) que en la actualidad se está tramitando, se apunta como el instrumento necesario para que estos espacios naturales sigan manteniendo y mejorando sus valores ambientales.
De gran interés es el capítulo dedicado a Biodiversidad de los Humedales Gaditanos en el que diferentes especialistas (Ricardo Reques, Pablo García Murillo. Juan Manuel Pleguezuelos, Mónica Feriche, Manuel Cabaco, José Cabral…) aportan valiosos datos acerca de los Macrofitos, Anfibios, Reptiles y Aves presentes en las Lagunas de Cádiz. Cada uno de estos apartados está ilustrado
con magníficas fotografías y complementado con tablas y listados de especies que aportan a las descripciones un gran valor didáctico. Dentro de este mismo capítulo destaca el estudio dedicado a las Malvasía cabeciblanca, en el que José A. Torres Esquivias apunta curiosos datos de carácter histórico, ofreciendo un recorrido por las vicisitudes de esta especie en nuestras lagunas.
En el capítulo dedicado a Conservación y Perspectivas de futuro se pasa revista a las actuaciones que la Consejería de Medio Ambiente ha venido realizando en las dos últimas décadas en relación con la conservación de los humedales de Cádiz (J. Manuel López), aportándose un completo cuadro en el que se recogen hasta 43 humedales de la provincia, con datos sobre las figuras de protección que les amparan. Juan Clavero ofrece también un
interesante repaso por el papel que en todos estos años ha tenido el movimiento ecologista en lo relativo a la protección de los diferentes humedales gaditanos, haciendo especial hincapié en las “lagunas sin protección” que reclaman actuaciones urgentes de cara a su recuperación. Las lagunas de Los Tollos, de Las Quinientas, de La Vega, de San Bartolomé, o del Gallo son algunas de los humedales gaditanos que esperan su reconocimiento y su protección antes de que se pierdan definitivamente. Y junto a todas ellas, la de la Janda, la que fuera la mayor laguna de España, para la que J. Clavero reclama su restauración. El capítulo se cierra con unas interesantes reflexiones de Ricardo Reques sobre “Conservar humedales, conservar biodiversidad para el futuro”.
De gran utilidad práctica son las fichas que se aportan en el capítulo final del libro, en las que Francisco J. Bravo Rosano apunta datos básicos (localización, características generales, fauna, vegetación, equipamientos de uso público, mapas y fotografías) de cada una de las lagunas de Cádiz y que a buen seguro, facilitarán el acercamiento a estos espacios naturales a quienes se animen a visitarlos. Un completo glosario y una selección bibliográfica cierran esta publicación que será de gran interés para quienes quieran conocer mejor nuestro patrimonio natural y nuestros paisajes.Otras entradas sobre Lagunas y humedales "entornoajerez"...
- La imagen de la Malvasía cabeciblanca se ha obtenido de http://www.pajaricos.es/m/m1/malvasia.htm
construcción de un azud (“La Corta”) a comienzos del siglo XX, era conocido como el “Vado de Los Hornos”. Nada mejor para ilustrar esta generalizada costumbre de bañarse en el río que echar un vistazo a las Ordenanzas Municipales de Baños Públicos en el Guadalete, que publicaba en 1873 el ayuntamiento de Jerez. Veamos algunos de los artículos más llamativos:
hacerla más duradera, si la estación ó cualquiera otra circunstancia aconsejase alguna de estas variaciones.
Art. 284. Se prohíbe que se bañen los niños si no van acompañados de personas mayores: así como que lo hagan juntas personas de distinto sexo, aún cuando estén casados. Los individuos pertenecientes a establecimientos de Beneficencia necesitarán además el permiso de sus jefes.
nado, promover juegos ó alborotos dentro del agua, y en absoluto todo hecho ó dicho ofensivo á la moral.
Casa de Niños Expósitos la facultad de instalar barracas, cajones y aposentos para los baños "aplicando su producto al aumento del salario de las nodrizas o amas de cría y a las demás urgencias y necesidades que padece la casa y los inocentes niños". Pero será a partir de 1860 cuando empiezan a adquirir más relevancia. La temporada se iniciaba con el verano, por San Juan, debiendo ponerse fin a la misma después de la Virgen de los Milagros, el 8 de septiembre. Como sucedía en Jerez, también en El Puerto hombres y mujeres ocupaban espacios diferenciados, estableciéndose multas de cuatro ducados a los hombres que fueran sorprendidos en la zona reservada a las mujeres. En esta época operaban tres empresas de baños en el río y una en La Puntilla, lo que da idea de la importancia de los baños en el Guadalete frente a los de mar.
de otras rapaces, han llegado a desaparecer de nuestros territorios.
fondos “…se dá quatro ducados por cada lobo grande que se trae a la ciudad y otros cuatro por tres de los chicos; seis reales por cada zorra y todo con formal registro”.
Estas iniciativas tuvieron continuidad en nuestro territorio durante todo el siglo XIX y hasta mediados de siglo XX y si bien consiguieron acabar con los lobos, no se logró lo mismo con los zorros. Pérez Cebada ha estudiado estos registros de capturas de animales nocivos en el Ayuntamiento de Jerez, el último de los cuales, realizado entre 1945-1948, recoge todavía la existencia de pagos por la caza de águilas, turones, comadrejas y zorros. Los lobos ya habían desaparecido hace décadas.



De las 125 especies
genérico de “caracoles”, nos refiramos a todas ellas en conjunto sin distinguir así su rica variedad. En nuestro entorno, la más codiciadas son los tradicionales “caracoles” o “caracoles chicos”, pertenecientes a la especie Theba pisana, que tomamos en taza o en vaso saboreando también su sabroso caldo. En menor proporción, pero también muy consumidas, siguen a la anterior las populares “cabrillas”, pertenecientes a la especie Otala lactea, y los caracoles “burgaos” (Cantareus aspersus = Cornu aspersum), de mayor tamaño que lo anteriores.






























