Palmas, palmitos y palmares.
Algunas curiosidades sobre nuestras palmeras autóctonas.




La fitotoponimia, aquella parcela de la toponimia que se ocupa del estudio de los nombres de lugares relacionados con plantas o formaciones vegetales, aporta datos muy valiosos para el conocimiento de nuestro entorno. En ocasiones, supone una fuente de información de primer orden que permite explicar los cambios experimentados en nuestros paisajes al facilitar datos sobre la vegetación que, en tiempos pasados, motivó que algunos parajes fueran bautizados con el nombre de determinadas especies. Hoy vamos a centrar nuestra atención en los topónimos relacionados con el palmito (conocido también como palma), acercándonos también a algunas referencias históricas y literarias para conocer mejor esta curiosa palmera tan familiar en nuestro entorno.

El palmito: nuestra palmera autóctona.

El palmito (Chamaerops humilis L.), es una especie característica de la región mediterránea y es la única palma autóctona que crece en nuestro territorio. Presente en todos los rincones de la provincia de Cádiz, en la actualidad apenas constituyen masas puras y suele ser acompañante de otras especies propias del matorral mediterráneo en espacios y suelos muy variados, desde las cercanías del mar, hasta las laderas montañosas de la Sierra



de Grazalema, donde llega a crecer a más de 1.000 m de altitud. Con todo, se desarrolla con mayor profusión en las campiñas de Jerez, Medina y Alcalá de los Gazules, llegando a formar en algunos parajes extensas manchas, especialmente sobre terrenos margosos del triásico y en las lomas y mesetas de suelo arenoso del cuaternario. En estas formaciones, suelen presentarse asociados a lentiscos, retamas, coscojas, y otras especies arbustivas y herbáceas propias del matorral mediterráneo (1).

En los parajes donde los palmitos se presentan con mayor densidad, puede hablarse de palmares o palmitares, formaciones vegetales de talla baja o media donde llegan a ser la especie dominante. Entre ellos suele haber abundantes claros cubiertos por un pastizal pobre y, en muchas ocasiones nitrificado, “ya que el uso más habitual de los palmitares es el de pastadero”. Entre las herbáceas que colonizan los claros junto a los palmitos las más numerosas son las liliáceas (Asphodelus –gamones-, Urginea –cebolla albarrana-, Scilla), las gramíneas (Stipa) y las compuestas (Anthemis, Anacylus –manzanillas-) (2).

La persistencia en la actualidad de palmares, de extensión cada vez más reducida y confinados en terrenos marginales, podría explicarse por la resistencia al fuego del palmito y su gran capacidad de rebrote, y en su rechazo por el ganado, factores que le hacen competir con mayor éxito en matorrales y pastizales frente a otras especies más vulnerables o más apetecibles para ovejas y cabras (3). Con todo, conviene recordar que se trata de formaciones vegetales amenazadas y en regresión, por lo que los palmitos están protegidos por la legislación ambiental.

Un poco de historia.

El palmito y los palmares formaron siempre parte de nuestros paisajes. No es de extrañar por ello que existan muchas referencias en las fuentes documentales que confirmen su distribución



por todo nuestro término. Así, por ejemplo, se tiene constancia de su presencia en incontables parajes porque se les menciona en los expedientes de amojonamiento o en los pleitos por lindes
de tierras. Por citar sólo algunos casos de los estudiados por el profesor Emilio Martín Gutiérrez, en 1434 el juez de términos Alfonso Núñez utiliza en numerosas ocasiones a las palmas u otros arbustos y árboles como hitos naturales en la descripción de lindes. Se hace alusión así a cerros con palmares, ribazos o valladares cubiertos de palmitos, “cabeços palmosos”, “palmarejos”… Mención aparte merecen algunos ejemplares singulares y aislados citados en estos antiguos documentos (“en somo de una palma”, “en una palma grande”, “sobre una palmilla”…) que actuarían como mojones por ser elementos relevantes en los parajes descritos.

Este mismo autor, tomando como base un documento de 1621, “Ejecutoria de las tierras que querían vender”, depositado en el Archivo Municipal de Jerez, analiza, entre otras muchas cuestiones, la vegetación natural presente en el alfoz jerezano. En casi todos los rincones aparecen los palmares que abundan especialmente en las tierras comprendidas entre el Camino de Sevilla y el río Guadalete (Llanos de Caulina) y en los baldíos del camino de Medina. Son descritos también en otros lugares del término como en el pago de “Tosina”, en el donadío de Romanina, en la Dehesa de la Torre de Sepúlveda… (4).



Las fuentes históricas describen también la paulatina desaparición de nuestros palmares de la mano de las roturaciones de baldíos y espacios incultos que practicaban tanto vecinos sin tierra como los grandes propietarios, usurpando los terrenos comunales: lo mismo que sucede en la actualidad. El grito de “a desalambrar” tuvo un antiguo precedente: “a despalmitar” o “a despalmar”, si se nos acepta la licencia. De ello nos informa también el profesor Martín Gutiérrez que cita muchos ejemplos de vecinos instalados en espacios públicos o de propietarios como Alfonso López, quien en 1434 “había ocupado tierras, palmares y carrascales” junto a sus propiedades de la Dehesa del Almirante. El mismo autor apunta que “en 1630, el prior (de la Cartuja) don Sebastián de la Cruz despalmó y descarrascó 110 aranzadas de tierra… en la dehesa de la Greduela… y 120 aranzadas… en la dehesa de la Peñuela” para plantar viñas (5).

La progresiva desaparición de los palmares ya no tendrá vuelta atrás y durante los siglos posteriores la puesta en cultivo de baldíos, la pérdida de espacios forestales, el desmonte de dehesas y la ocupación de cañadas y vías pecuarias dejó los palmares relegados a su mínima expresión y confinados a los terrenos más marginales e improductivos. En el alfoz jerezano uno de esos espacios donde el palmito llegó a formar extensas masas que se mantuvieron durante siglos, fue la zona conocida como Llanos de Caulina. La escritora Fernán Caballero, deja testimonio literario de ello y en el comienzo de uno de sus cuentos, “Lucas García”, publicado en 1862, nos describe los palmares que pueblan estos parajes: Saliendo de Jerez en dirección á los montes de Ronda, que se van escalonando gradualmente, como para formarle un adecuado pedestal al bien denominado San Cristóbal, se atraviesa una extensa llanura, que lleva el nombre de Llanos de Caulina. El uniforme y desnudo camino, después arrastrarse dos leguas por entre palmitos, hace alto al pié de la primera elevación de terreno, donde se tiende al sol un perezoso arroyo, que en verano se estanta (sic) y trueca sus aguas en fango. Vese á la derecha el castillo de Melgarejo, que es de las pocas construcciones moriscas, que no han llegado á destruir el tiempo y la impericia, su fiel auxiliadora en la destrucción…” (6).

Tan sólo unos años más tarde (1869-1870), los ingenieros de montes y botánicos que realizan los trabajos de catalogación para la Comisión de la Flora Forestal Española, realizan una excursión a los alrededores de la Torre de Melgarejo, donde estudian las especies vegetales presentes. En su informe describen el camino de Jerez hasta la Dehesa de La Torre: "Ésta dista de la ciudad unas dos leguas, siguiendo la carretera de Arcos. Caminando por esta, se encuentran á ambos lados viñedos protegidos por grandes setos de tunas ó chumberas... Al cabo de unos tres cuartos de hora se entra en los "Llanos de Caulina", extenso palmitar de vegetación poco variada, destinado á pastos". El informe también los cita en la Dehesa de los Garciagos. Como dato curioso recogen la existencia de un palmito de dimensiones excepcionales en Vejer: "en un pequeño saliente de una de las paredes de la Iglesia hay una palma (Chamaerops humilis), cuyo estípite tiene unos seis metros. Hace pocos años, el viento derribó otro ejemplar parecido, y para conservar el que queda se le ha atado por su parte superior a una reja de la Iglesia” (7). Una década después, en 1879, el ingeniero de montes Salvador Cerón, cifraba en 90.000 Has la superficie ocupada por el palmito en nuestro país y en 10.000 las cubiertas por los palmares en nuestra provincia, incluyéndose aquí las formaciones de matorral en las que el palmito era especie dominante o secundaria. Tan sólo las provincias Alicante, Valencia, Murcia y Málaga superaban a Cádiz en la extensión de sus palmitares (8).

Pese a que los palmares como el de Caulina se mantuvieron hasta bien entrado el siglo XX, lo cierto es que en la actualidad, la puesta en cultivo de muchos de los espacios en los que crecían, ha hecho disminuir enormemente su presencia y en nuestros días esta especie rara vez forma masas puras, no quedando apenas palmares de mediana extensión. Los palmitos crecen hoy en terrenos marginales, donde han logrado sobrevivir a las roturaciones pudiendo verse todavía en bordes de caminos, roquedos, márgenes de vías pecuarias, convexidades de cerros de difícil laboreo, o acompañando a lentiscos y acebuches en bosquetes y dehesas.

Palmitos, palmas y palmares en la toponimia.

Sin embargo, ahí están todavía presentes en la toponimia para recordarnos que, como se desprende también de numerosas fuentes documentales de siglos pasados, buena parte de nuestros paisajes naturales y rurales contaron con la presencia de esta especie. Veamos algunos ejemplos:

Aunque en ocasiones su forma más sencilla, La Palma o Las Palmas, puede hacer referencia a la presencia de una palmera, lo más frecuente es que se haga alusión con este nombre al palmito, en especial con aquellos topónimos de los que se tiene constancia varios siglos atrás, cuando ni la palmera canaria (Phoenix canariensis) ni la datilera (P. dactylifera) estaban presentes en el medio rural. Así, La Palma está presente en Chipiona, Puerto de Santa María, Torre Alháquime o Jimena. En Jerez, tres viñas tienen el nombre de La Palma –Tizón, Añina, Balbaína- y una el de Las Palmas, aunque en estos casos creemos que se deben a las palmeras que había junto a ellas. En Tarifa un cerro tiene también este nombre.



Las Palmas bautiza al puerto que se encuentra justo en la linde de los términos de Jerez y Arcos, junto al depósito de aguas de Jédula y el Haza de La Palmas es un sector del cortijo de Casablanca al borde de las marismas. En Villamartín da nombre a un antiguo rancho como sucede también en Ubrique y Prado del Rey. Zahara es pródiga en Palmas y en su toponimia local se encuentran una loma, un cerro y un puerto de “las palmas”. En Rota están el pozo y la casa de Las Palmas y en Alcalá, la cañada de este nombre. En S. José del Valle se encuentra el Puerto del Palmito (Dehesa de Puerto Frontino) y en Jerez la Dehesa de El Palmito entre las de Picado y Los Castillejos. En Medina el Cancho del Palmito y la Colada de los Palmitos.



Los palmares, lugares donde crecen palmitos, están muy extendidos también en la toponimia provincial. No es de extrañar por ello que con el nombre de El Palmar se conozcan muchos lugares y parajes como sucede en Espera, Conil, Vejer (donde llevan este nombre una conocida playa y a una dehesa), Chiclana, Pto. Real, Sanlúcar… En Arcos se encuentra el Cerro del Palmar. En muchos casos, los palmares tienen “nombre propio”. En Medina encontramos el Palmar de Doña Ana o el Palmar de Lesmi; en Alcalá, el Palmar de Juan Gallo; en Puerto Real y en El Pto. De Sta. María, El Palmar de la Victoria; en Sanlúcar, el Palmar de San Sebastián. Uno de los más conocidos es el jerezano Palmar del Conde, paraje célebre por sus hallazgos paleontológicos. En Jerez se encuentra también el Palmar de las Monjas, junto a Las Quinientas, el arroyo del Palmar de Zacarías y el Haza del Palmar, junto a las Marismas de Maritata.

A veces encontramos el topónimo en su forma diminutiva y así, en Benaocaz está El Palmarejo; en Ubrique, el Descansadero del Puerto del Palmarejo; en los Montes de Propios de Jerez, junto al arroyo del Quejigal, la Cabezada del Palmarejo; en Medina, Las Palmitas y en Jerez, frente a Cerro Viejo, el Haza Palmilla, por citar sólo algunos ejemplos. Otras veces este topónimo se presenta en su forma aumentativa, como en la Hijuela de Palmones (La Carrahola, Jerez) o en Los Barrios; o en plural dando lugar a Palmares o Los Palmares, como en Olvera, Algodonales o Los Barrios, población donde también da nombre a un cortijo.



El sufijo –oso, alude a “abundancia de”. Palmoso o palmitoso se utiliza por tanto para referirse a un lugar donde abundan (o abundaban) especialmente las palmas. El Palmitoso es el nombre de un paraje de Medina o de un cortijo de Alcalá, municipios donde también encontramos el topónimo de La Palmosa. El paraje de La Palmosa en Alcalá es conocido porque en él se encuentra el Área de Servicio de la Autovía de Los Barrios, pero también da nombre a un polígono industrial, a un cabezo, a una vega, a un cortijo y a una fuente: la de la Hoya de La Palmosa. Su versión en diminutivo “La(s) Palmosilla(s)”, la encontramos en Tarifa y también en Villamartín, donde un cerro y un cortijo llevan este nombre. En el Haza Palmosa de Jerez se construyeron las nuevas Bodegas de W. & H.



Otras derivaciones de estos mismos nombres están presentes también en toda la geografía provincial. Es el caso del paraje de Palmarote (Sanlúcar) o de los cortijos de Palmarón (Villamartín) o, el de otro topónimo de más dudosa procedencia: Palmetín (Medina, Chiclana). La Dehesa del Palmetín o el arroyo, breña, cañada, suertes… del mismo nombre, aparecen también en S. José del Valle, siendo un paraje muy conocido, en las cercanías de la Sierra de Dos Hermanas, cruzado por el acueducto del Tempul. Por último, como testigo de la permanente regresión y desmonte de los palmares por las roturaciones, nos queda un elocuente topónimo que encontramos en Alcalá de los Gazules: Cortijo del Despalmado.

Volveremos en otra ocasión a ocuparnos de esta curiosa planta para hablar de sus aprovechamientos desde el punto de vista de la etnobotánica y de sus muchas utilidades en la artesanía tradicional.

Para saber más:
(1) Ceballos, L. y Martin Bolaños, M. Estudio sobre la Vegetación forestal de la provincia de Cádiz, I.F.I.E. 1930. Ed. Facsímil, Consejería de Medio ambiente, 2000, págs. 180-184
(2) Ceballos, L. y Martin Bolaños, M.: Estudio…, Op. cit., p. 181
(3) Mapa Forestal de España, Escala 1: 200.000 Cádiz, Hoja 3-12, ICONA, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, Madrid, 1992, p. 62
(4) Martín Gutiérrez, E.: La organización del Paisaje Rural durante la Baja Edad Media. El ejemplo de Jerez de la Frontera. Universidad de Sevilla-Universidad de Cádiz. 2004.
(5) Martín Gutiérrez, E.: La organización… Op. cit., p. 120
(6) Hemos extraído los fragmentos entrecomillados del cuento “Lucas García”, de Fernán Caballero, incluido en su obra “Cuadros de costumbres” pp. 209-210), editada en Leipzig, 1865, disponible en Internet .
(7) Comisión de la Flora Forestal Española. Resumen de los trabajos verificados por la misma durante los años de 1869 y 1870, Madrid, Tipografía del Colegio Nacional de Sordo-Mudos y de Ciegos, 1872, pp. 86 y 91. Debemos a nuestro amigo Pedro Oteo Barranco, la localización de este interesante estudio.
(8) Cerón, S.: Industria forestal-agrícola, Cádiz, 1879, p. 181. Agradecemos a nuestro amigo Francisco Jordi Sánchez las facilidades para consultar este libro.


Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto.  Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

Para ver más temas relacionados con éste puedes consultar Flora y fauna, Paisajes con Historia, Toponimia.

Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 4/12/2016

6 comentarios :

Antonio Cantizano dijo...

Gracias hermanos GARCIA Lazaro por la calidad de las entregas sobre temática tan variada como sugerente. OS sigo desde hace años con una fidelidad cuasi devocional.
Haceis un trabajo de calidad.

AGL dijo...

Muchas gracias Antonio CAntizano. Eres muy amable. comentarios como el tuyo nos animan a seguir aportando cosillas.

Jose Manuel A.V. dijo...

Que buen trabajo sobre el palmito y su presencia en nuestro entorno. Para guardar y consultar cuando haga falta. Gracias amigos.

Unknown dijo...

Muy buen artículo, espero con ansias el próximo, gracias saludos

Unknown dijo...

Muy buen artículo, espero con ansias el próximo, gracias saludos

Anónimo dijo...

Que buen artículo... Aunque ahora los palmitos están prohibidos, recuerdo cuando se vendían en la plaza y en los puestos de la carretera. Felicidades.

 
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