Una Excursión Botánica con el Padre Vicente Martínez Gámez (1915)


Portada del libroJunto a los numerosos testimonios gráficos y documentales que sobre la flora del entorno de la ciudad se conservan, sobresale por su especial valor didáctico el del Dr. D. Vicente Martínez Gámez. Presbítero, Camarero de honor de su Santidad y Catedrático por oposición de Historia Natural en el Instituto de Jerez, D. Vicente Martínez fue también un enseñante innovador en el campo de las Ciencias naturales y en la utilización del entorno como recurso didáctico. En su obra “Recuerdo de unas excursiones botánicas”, recoge una muestra de los trabajos que realizó con sus alumnos a la vez que deja testimonio de las especies arbóreas y arbustivas que pueden ser vistas en el Jerez de 1915, así como una selección de las especies herbáceas más significativas que podían encontrarse en los alrededores de la ciudad, con especial mención a las orquídeas.

Orchis italicaAdemás del valor testimonial que tienen sus apuntes sobre la flora de nuestro entorno, vistos un siglo después, la aportación del padre Vicente Martínez tiene un marcado carácter pedagógico que conecta con las corrientes más innovadoras del momento. La utilización del medio como elemento didáctico estuvo presente en los movimientos educativos renovadores de finales del siglo XIX representados en España por la Institución Libre de Enseñanza. De la mano de su creador, D. Francisco Giner de los Ríos, el estudio de la naturaleza, las excursiones geológicas y botánicas y la observación científica, cobraron un inusitado protagonismo. Las experiencias de D. Vicente Martínez, así como la de otros profesores del Instituto de Jerez, entroncan con esta misma línea renovadora.

Como apoyo práctico a los programas de Ciencias Naturales organiza excursiones por los alrededores de la ciudad al objeto de estudiar la flora y vegetación, los minerales, los animales... Entre los lugares destino de esas salidas se encuentran La Sierra de San Cristóbal, Cerro Ophrys speculumFrutos, Los Albarizones, La Cartuja, Los Garciagos, La Torre de Melgarejo, La Alcubilla, los llanos de Caulina, la Laguna de Torrox, o las playas de San Telmo. De todas ellas el padre Martínez ofrece amenos relatos salpicados de los datos científicos de sus hallazgos y de consideraciones pedagógicas acerca del valor de la observación directa. Junto a las salidas al campo se aborda también el estudio de la naturaleza en la ciudad: "También pusimos empeño, por creerlo de interés, en que nuestros alumnos conociesen los árboles de los arrecifes, parques, jardines Ophrys fuscay paseos de la ciudad, así como las plantas ornamentales exóticas más principales -siquiera muchas no estaban en condiciones de clasificación- que se cultivan por doquier en tierra tan amante de las flores, puesto que en Jerez... cada Ophrys fuscaazotea es un huerto, un jardín cada balcón y cada patio un edén. No de otro modo podrían darse cuenta del sinnúmero de plantas raras, de otras regiones, que saltan a la vista de un mediano observador en plazas, parques y jardines".

Más de cincuenta especies de árboles y arbustos presentes en nuestras calles y plazas son mencionadas en sus trabajos (casuarina, aracauria, magnolio, aromo, acacia, árbol del amor, jacarandá,…). Mención especial merecen los tejos, los cedros del Líbano o varias especies de eucaliptos (E. rostrata, E. amygdalina), hoy ausentes en nuestros jardines. En su librito, el padre Vicente Martínez, se lamenta del poco eco que han tenido entre sus paisanos, los trabajos del célebre botánico jerezano José María Pérez Lara, a quien debemos la primera gran obra sistemática de la flora de la provincia “Florula gaditana”, y del que nos ocuparemos en próximas entradas.

Ophrys bombylifloraEn sus excursiones, realizadas durante la primera quincena de abril de 1915, el padre Martínez Gámez menciona más de setenta especies de plantas herbáceas silvestres que crecen en torno a la ciudad. Sin embargo, las que más atraen su atención, a juzgar por las descripciones que les dedica, son las Orquídeas: “las pertenecientes al género Ophrys llevan ese nombre, porque dicha palabra significa en griego, entre otras acepciones, arrogancia, lujo, fastuosidad…”. A estas especies dedicará no pocas observaciones realizando también Ophrys bombylifloravarias acuarelas con cuyas láminas ilustra la publicación de sus trabajos. De la misma manera, detalla el lugar donde las encuentra: “las especies de orquidáceas recolectadas son la Ophrys apifera Huds, la speculum Lk. la bombyflora Lk. la lutea Cav. y la fusca Lk. La primera y la segunda crecen en abundancia en el pinar que hay, Ophrys lutea Cavpasadas Las Cruces a la izquierda de la carretera de Jerez al Puerto de Santa María, y también cogimos un ejemplar… por encima de la fuente de Los Albarizones, próxima a Cartuja. En este mismo sitio recolectamos diez o doce ejemplares de la bombyflora, que luego recogimos en mayor cantidad en los Garciagos, pasada la llamada Torre de Melgarejo, así como también la Ophrys lutea, único punto donde pudimos estudiarla. La Ophrys fusca, la encontramos en las canteras de la mencionada Sierra de San Cristóbal, y solamente recogimos tres ejemplares en buen estado.”

Nosotros hemos vuelto a recorrer casi cien años después, también durante la primera quincena de abril, estos mimos lugares en busca de las especies descritas por el padre Vicente Martínez. Buena parte de estos lugares que se encontraban en Los protagonistasambientes rurales, han sido “colonizados” por la ciudad o afectados por obras públicas. Junto a Las Cruces, se conserva todavía un pinar y en sus proximidades, en S. Cristóbal hemos visto la llamativa Ophrys apifera. En el cerro de Lomopardo, aún pueden observarse algunas de las especies que se mencionan en esta publicación, como Ophrys fusca, junto a otra que no figura en sus listados pero que es verdaderamente hermosa, Orchis italica. El entorno de Los Garciagos ha sido urbanizado, aunque en sus cercanías, junto al Cerro Naranja, hemos fotografiado también O. apifera. En Los Cejos, junto a la Laguna de Medina, hemos encontrado otra de las orquídeas mencionadas por el padre V. Martínez: O. speculum.

Ophrys apiferaComo nuestro botánico, “no terminaremos sin consignar, en honor suyo, los nombres de los alumnos que nos acompañaron en las excursiones, de las cuales, a decir de ellos mismos, conservarán siempre gratísimo recuerdo: Manuel Sandoval, Pedro Máximo Ruiz, Vicente Chamorro Latorre, Eduardo Bohorquez Lacave, Pedro Ruiz-Berdejo, José Pomar Atienza, J.A. Fernández Azpitarte, Manuel Peñalver Ávila, José Mato soto, J. María García Figueras, Ramón Pérez Más y Manuel García Pelayo.” En otra ocasión, “saldremos de excursión” con el Padre Vicente Martínez para observar rocas y minerales en torno a Jerez.

Para saber más:
- Martínez Gámez, V.: Recuerdo de unas excursiones botánicas. Imprenta y Litografía Jerezana, Jerez, 1915.

- Las fotografías de Ophrys bombyliflora y O. lutea han sido tomadas de Flora Silveste Gaditana, a cuyos autores agradecemos la cesión para este artículo


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Foto denuncia:
S.O.S. por el Puente de Cartuja


Puente de Cartuja
En nuestra anterior entrada hacíamos un recorrido por aquellos elementos de nuestro patrimonio monumental repartidos por el medio rural que ya se han reconocido como Bienes Catalogados. De la misma manera nos referíamos a otros muchos que reclaman tener, a nuestro entender, una adecuada protección por reunir valores históricos, arquitectónicos, etnográficos o monumentales. Todos estos méritos los posee sobradamente el Puente de Puente de CartujaCartuja que merecería su inclusión en el catálogo de Bienes de Interés Cultural.

Levantado con grandes esfuerzos en la primera mitad del siglo XVI, el “Puente de Cartuja” permitió salvar el tradicional Vado de Medina, paso obligado de los caminos que se dirigían hacia el Campo de Gibraltar y hacia la Bahía de Cádiz. El facilitaba así, entre otras muchas cosas, acudir puntualmente en auxilio de los ataques de los piratas berberiscos y de las incursiones de la armada inglesa. Pocos discuten que el “Puente de Cartuja” forma parte de nuestra historia y que, más que una obra pública, es todo un monumento. Sobrevivió al terremoto de Lisboa, a la ocupación francesa y, durante quinientos años, a las avenidas del Guadalete. Sin embargo, no estamos seguros de que pueda sobreponerse al vandalismo, al deterioro, al desprecio y al olvido que parece haber caído en las últimas décadas sobre esta gran obra.

Puente de CartujaSentimos sana envidia de las restauraciones que últimamente se han llevado a cabo en viejos puentes como el de Piedra, en Zaragoza o como la más reciente del Puente Romano de Córdoba. Cuando vimos que hace tan sólo unos años se restauraban y consolidaban el puente de San Miguel, en Arcos, y el de La Barca, ambos en el Guadalete, pensamos que ya le llegaba el turno, siguiendo el curso del río “aguas abajo” a nuestro querido Puente de Cartuja. Pero nos equivocamos.

Desde el punto de vista funcional, el Puente de Cartuja perdió el papel predominante que había tenido como paso obligado de la carretera Jerez-Los Barrios con la construcción de los nuevos puentes de hormigón armado sobre el Guadalete, pasando entonces a desempeñar un papel secundario. Esta paulatina pérdida de uso ha ido acompañada de un preocupante deterioro a todos los niveles y el Puente de Cartuja ofrece hoy un aspecto “indigno” que no hace justicia a su historia ni a su valor monumental.

Puente de CartujaDe un tiempo a esta parte, hemos asistido a la progresiva ocupación del puente por estructuras metálicas “extrañas” que se han “incrustado” en la parte superior de sus arcos para sustento de conducciones, tuberías, y cables, sin la menor preocupación, no ya por el lamentable impacto visual que causan, sino por el deterioro que las mismas puedan haber provocado a los sillares originales. El estado de abandono se ha extendido también a la propia fábrica y resulta penoso comprobar cómo se Puente de Cartujahan cegado progresivamente sus arcos, cómo se han aplicado en los mismos penosos pegotes de mortero, cómo la valiosa lápida en la que se da cuenta de su construcción está semioculta, cubierta por sedimentos, basura y vegetación. Una edificación contigua ha realizado obras en uno de sus extremos y en el otro, se ha construido un corral, “integrando” sus barandillas como cerca. Entre sus sillares, en los tajamares o en el arranque de sus arcos, crecen eucaliptos e higueras que amenazan también sus centenarias piedras y han hecho mella en sus barandillas que se presentan rotas, oxidadas y dobladas en muchos puntos. Y los tubos, esos tubos que por delante y por detrás, por arriba y por abajo, han roto su estética y sus sillares…

Puente de CartujaJunto al Puente, su entorno ha sufrido también el deterioro y el olvido, sin que ninguna administración responsable parezca haber notado nada. El estado de las riberas y alamedas, con vertidos de escombros, de aguas fecales y de enseres domésticos, es lamentable. Construcciones colindantes al propio puente, cercados, vallados, casetas, aparcamientos, taludes de hormigón de una antigua gravera, tendidos de cables… contribuyen a que al deterioro de la propia obra Puente de Cartujaarquitectónica haya que añadir también un grave impacto paisajístico.

Algunos de sus arcos se han “cegado”, literalmente, con cercas de alambre, con somieres, con las vallas de un parque infantil… En otro de los arcos, el recubrimiento de protección de las roscas de ladrillo ha cedido a las llamas de las fogatas que se encienden bajo su abrigo. En otro más, cual vertedero improvisado, abundan los enseres domésticos y la basura. Bajo otro arco, el chasis de un automóvil es la imagen misma del abandono en el que se ha convertido este lugar.

Puente de CartujaEl Puente de Cartuja se merece un “trato” mucho mejor. Se merece el reconocimiento que le corresponde como “monumento”, se merece ser restaurado y reconocido como Bien de Interés Cultural. Y sus riberas, las hermosas alamedas que siempre le acompañaron, deben ser también restauradas y reforestadas para que este puente, que ocupa por méritos propios un lugar en la historia y en el “imaginario colectivo” de nuestra ciudad, deje de ser un lamentable monumento a la desidia y al abandono

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