En nuestra anterior entrada hacíamos un recorrido por aquellos elementos de nuestro patrimonio monumental repartidos por el medio rural que ya se han reconocido como Bienes Catalogados. De la misma manera nos referíamos a otros muchos que reclaman tener, a nuestro entender, una adecuada protección por reunir valores históricos, arquitectónicos, etnográficos o monumentales. Todos estos méritos los posee sobradamente el Puente de
Levantado con grandes esfuerzos en la primera mitad del siglo XVI, el “Puente de Cartuja” permitió salvar el tradicional Vado de Medina, paso obligado de los caminos que se dirigían hacia el Campo de Gibraltar y hacia la Bahía de Cádiz. El facilitaba así, entre otras muchas cosas, acudir puntualmente en auxilio de los ataques de los piratas berberiscos y de las incursiones de la armada inglesa. Pocos discuten que el “Puente de Cartuja” forma parte de nuestra historia y que, más que una obra pública, es todo un monumento. Sobrevivió al terremoto de Lisboa, a la ocupación francesa y, durante quinientos años, a las avenidas del Guadalete. Sin embargo, no estamos seguros de que pueda sobreponerse al vandalismo, al deterioro, al desprecio y al olvido que parece haber caído en las últimas décadas sobre esta gran obra.
Desde el punto de vista funcional, el Puente de Cartuja perdió el papel predominante que había tenido como paso obligado de la carretera Jerez-Los Barrios con la construcción de los nuevos puentes de hormigón armado sobre el Guadalete, pasando entonces a desempeñar un papel secundario. Esta paulatina pérdida de uso ha ido acompañada de un preocupante deterioro a todos los niveles y el Puente de Cartuja ofrece hoy un aspecto “indigno” que no hace justicia a su historia ni a su valor monumental.
han cegado progresivamente sus arcos, cómo se han aplicado en los mismos penosos pegotes de mortero, cómo la valiosa lápida en la que se da cuenta de su construcción está semioculta, cubierta por sedimentos, basura y vegetación. Una edificación contigua ha realizado obras en uno de sus extremos y en el otro, se ha construido un corral, “integrando” sus barandillas como cerca. Entre sus sillares, en los tajamares o en el arranque de sus arcos, crecen eucaliptos e higueras que amenazan también sus centenarias piedras y han hecho mella en sus barandillas que se presentan rotas, oxidadas y dobladas en muchos puntos. Y los tubos, esos tubos que por delante y por detrás, por arriba y por abajo, han roto su estética y sus sillares…
Algunos de sus arcos se han “cegado”, literalmente, con cercas de alambre, con somieres, con las vallas de un parque infantil… En otro de los arcos, el recubrimiento de protección de las roscas de ladrillo ha cedido a las llamas de las fogatas que se encienden bajo su abrigo. En otro más, cual vertedero improvisado, abundan los enseres domésticos y la basura. Bajo otro arco, el chasis de un automóvil es la imagen misma del abandono en el que se ha convertido este lugar.
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5 comentarios :
Haría falta solo un poquito de voluntad, pero claro con la crisis esa...
Crisis mental la que lleva instalada desde tiempo inmemoriales en las huecas cabezas de nuestros incorregibles regidores.
Cuando paso por allí, a menudo, me vienen a la mente los momentos más felices de mi infancia.
Mi padre iba andando hasta ese punto, en que se juntaba con otros amigos. Me paseba en una barquita, remabamos el y yo. También recuerdo la red que cruzaba de lado a lado y en su copo venian peces grandísimos llamados sábalos(así lo recuerdo).
En casa cuando lo limpiaban tenían casi un metro, los recuerdo impresionantes.
Entonces no había tanta contaminación...ya se sabe.
Teneis mi apoyo.
Gracias Pedro por tus comentarios. Muchas gracis Beli por los tuyos. Estoy recopilando datos sobre la pesca en el Gudalete y me interesa lo que cuentas. Tengo alagunos testimonios sobre la pesac con "zarampaña", un arte parecido a lo que dices. ¿Tienes más datos?
AGL.
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