San Telmo: el “puerto” de Jerez.
Un sueño de siglos.




A mediados del siglo XIX la ciudad estaba empeñada en uno de sus más grandes desafíos: tener una vía de unión directa con el mar para facilitar la exportación de vinos. La línea férrea Jerez-El Trocadero, la primera de Andalucía, haría realidad en 1856 buena parte de aquel viejo sueño que durante tantos años acarició la ciudad. Un sueño que se resumía en aquel grito de “¡Al Trocadero!”, que se hizo tan popular, como síntesis de todos los anhelos y que un poeta local resumía con un expresivo verso: “Fuera las dudas y el terror siniestro, demos un paso más y el mar ya será nuestro”. Llevar Jerez al mar … (1)

Siglos atrás, sin embargo, la gran aspiración de la ciudad era otra mucho más ambiciosa: traer el mar a Jerez. Desde el siglo XVI, de manera recurrente, el concejo anduvo embarcado en dos grandes empresas: la traída de aguas y la canalización del Guadalete y su unión con el Guadalquivir. Si bien la primera de ellos vio la luz avanzado ya el XIX, la mejora de la navegación por el Guadalete y el sueño de acercar el río y el mar a los pies de la ciudad, han conocido tantas frustraciones como proyectos se han sucedido en todos estos siglos.

Un embarcadero en la Puerta Nueva y la Ermita de Guía.



Al menos desde el quinientos, la historiografía local ofrece no pocas referencias sobre distintos estudios e informes que pretendían “hacer de Jerez puerto de mar”. De ellos nos da buena cuenta el investigador A. M. Cuadrado Román en sus documentados trabajos acerca de los proyectos de obra pública hidráulica en Jerez y apunta que, “por su elevado coste económico, las rivalidades de las ciudades vecinas o la desidia político administrativa” nunca llegaron a materializarse. El lector curioso podrá encontrar amplia información de ellos en las distintas publicaciones del citado autor (2).

Por reseñar sólo algunos de estos proyectos, citaremos que Fray Esteban Rallón, en su Historia de Jerez de la Frontera, recoge ya en 1563 el de Guillermo Banesque (o Guillermo Báñez, según el historiador J. Portillo), quien sostuvo ante el cabildo que el río “se podía traer hasta la Puerta Nueva” del Arroyo, o el de Martín Alemán (1573), ingeniero y relojero del rey, quien pretendía “volver a su madre el río Guadalete y acercarlo a la ciudad y ponerlo en el convento de Guía” (3).



Primera noticia de la traza. Atribuida conjuntamente a Juan de Herrera, que dibujaría la representación de la ciudad, y a Pietre Janson, que trazaría la canalización y muelle de embarque.



Igualmente sugerente es la propuesta atribuida por F. Íñiguez Almech (4) a Juan de Herrera y Pietre Janson (1566) de la que se conserva un curioso plano en el que se representa la ciudad de Xerez a cuyos pies aparece un puerto artificial, integrado por dos lagos circulares, con acceso desde la Puerta Nueva y la Cuesta de San Telmo. Estos lagos circulares se unen por un canal. Del lago superior nace hacia la derecha otro canal que conduce a un tercer estanque, ubicado junto al río en El Portal (5). Como dio a conocer N. García Tapia, este proyecto, basado en la traza anterior, sería desarrollado por el carmelita Fray Mariano Azaro y el ingeniero Francisco de Montalbán (1581) quienes lo presentaron al Consejo de Estado del rey Felipe II y que lleva por nombre: “Relación que el padre Mariano Ázaro hizo a su Majestad sobre el estuario navegable que se pretende hacer en Jerez de la Frontera s/f, aunque remitida al Consejo Real el 7 de Noviembre de 1582” (6). Las dársenas circulares estarían muy cercanas a la ciudad, en la Puerta Nueva y San Telmo, unidas por un canal navegable de 3.500 pies, comunicadas a su vez con una tercera ubicada en el Portal, junto al río a través de un largo canal de 9.400 pies y 30 de anchura. El canal se llenaba aprovechando las aguas del Guadajabaque y terminaba en el río Guadalete, situado a un nivel algo más bajo. Los barcos procedentes de la Bahía de Cádiz desembarcarían sus mercancías en el muelle del río y a través de los canales serían transportadas a la ciudad (7). El informe apuntaba también la interesante idea de que esta doble dársena a los pies de la ciudad permitiría que la flota de Indias pudiese atracar en Jerez sin necesidad de remontar el Guadalquivir y su peligrosa barra. ¡Se imaginan si se hubiese realizado…!



En 1604, el portugués Antonio Grafión, (8) quien dirigió la fábrica de pólvora de Cartagena, propone también la construcción de un canal desde El Portal a la Puerta Nueva… Y como éste otros muchos proyectos que pretendían acercar el río a la ciudad o la unión del Guadalete con el Guadalquivir…. Un sueño de Jerez que duró siglos.

Los proyectos de Juan Machimbarrena.



En el “ADN” de la ciudad debe estar –como se dice ahora- el sueño de "una salida al mar". Por esta razón no dejaron de sucederse proyectos y más proyectos. Tanto es así que, la última de estas iniciativas fallidas tuvo lugar hace apenas setenta años, en 1946, y se debe al ingeniero de caminos vasco Juan Machimbarrena Aguirrebengoa. Machimbarrena, quien fuera presidente del Partido Republicano Federal de Guipuzkoa en 1931, había ocupado la plaza de ingeniero municipal de San Sebastián en la década de los veinte del siglo pasado, interviniendo directamente en las grandes reformas urbanísticas que se llevaron a cabo en aquella ciudad, entre ellas la intervención en las obras de canalización y desvío del río Urumea.

En 1946 sustituye a Antonio Durán Tovar, como Director de la Comisión Administrativa de la zona portuaria de El Puerto de Santa María. Entre otras muchas iniciativas de mejora (drenajes, ensanchamiento y encauzamiento del río, construcción de muelles comerciales…) plantea también la conveniencia de mejorar las comunicaciones terrestres del Puerto de Cádiz a la vez que apunta la novedosa idea de establecer una “comunicación marítima fluvial entre Cádiz y Jerez de la Frontera” (9).

El ingeniero pretende ante todo “abaratar las comunicaciones de los puertos de la bahía de Cádiz” ante el auge que está empezando a tener el movimiento comercial en la zona y presenta su proyecto como una alternativa a la doble vía de ferrocarril que por entonces demandaban las autoridades de Cádiz. A juicio de Machimbarrena la solución ferroviaria no evitaría el gran coste económico que suponía “el volumen innecesario de toneladas-kilómetro a transportar por el contorneo de la bahía”. Junto a estas consideraciones reconocía también que “la zona servida por el Guadalete” tenía un enorme peso comercial y que Jerez era “el verdadero centro de gravedad de la provincia, convergiendo en ella el ferrocarril Cádiz-Madrid, el de Jerez-Almargen y el de Jerez-Sanlúcar, así como las carreteras a Algeciras, Medina, Arcos, Cortes, Sevilla, Cádiz, Trebujena y Sanlúcar”.

Como consecuencia de este diagnóstico basado en criterios técnicos y económicos, redacta en 1946 su anteproyecto denominado “Plan General de Habilitación del Puerto de Puerto de Santa María y enlace fluvial con Jerez de la Frontera”. En última instancia pretende con él establecer una comunicación marítima fluvial entre Cádiz y Jerez.

El Canal de El Portal.

Machimbarrena propone para ello el “encauzamiento y canalización del río Guadalete al Portal, en longitud de 10 kilómetros, y la construcción de un canal desde este último lugar a Jerez, con un desarrollo de 5 kilómetros”. Además de las razones económicas ya expuestas, argumenta como la canalización de ríos es algo habitual en los países europeos e insiste en un claro principio inspirador de la idea afirmando que introducir el mar, “adentrando la navegación hasta el propio corazón de una zona terrestre es, en buena economía, cosa mucho más deseable que lo contrario, esto es, alargar la tierra introduciéndola en el mar”.

El proyecto contempla realizar algunas modificaciones en un tramo de 12 km. del río, desde el Puente de San Alejandro hasta El Portal. A decir del ingeniero, el Guadalete presenta en su cauce entre estos dos puntos, “grandes alineaciones rectas y curvas perfectamente aprovechables”. Para facilitar la navegación, y dar al encauzamiento la traza adecuada, planea realizar 11 cortas con las que rectificará los meandros más cerrados y “las bruscas inflexiones y pequeños radios que hoy tiene el río”, reduciendo también con ello su recorrido en dos kilómetros (10).

Desde El Portal se proyecta un canal de 30 m. de anchura (que podría, incluso, reducirse a 20) con un calado mínimo de 2 m. calculado para la marea más baja de las previstas (la “Bajamar Viva Equinoccial”). Las márgenes del río se recrecerían con los materiales extraídos de los dragados y excavaciones de las cortas formando un malecón de 1 metro de altura por encima de la cota que alcanza la máxima pleamar prevista en la zona, cuya onda de crecida, como recuerda el ingeniero, se deja sentir hasta las “inmediaciones del Puente de Cartuja”. Conviene recordar, a este respecto, que antes de la construcción del azud de La Corta, la carrera de la marea llegaba hasta el citado puente y que en los siglos medievales pudo llegar hasta las cercanías de La Greduela. A los lados del río y del canal proyectado por Machimbarrena se trazarían caminos de servicio y sirga para los vehículos que remolcasen a las barcazas. “Como el volumen de la excavación para construir el canal navegable, incluidas las cortas, asciende a unos 2.000.000 de m3, de los que 1.200.000 corresponden al canal del Portal a Jerez, vemos podía disponerse de productos suficientes para rellenar y explanar caminos de servicio y sirga en las márgenes del río y zonas de embarcaderos, muelles y terrenos de expansión contiguos”.

El “puerto de San Telmo”.

El trazado del nuevo canal para llegar hasta la ciudad arrancaba del cauce del río a la altura de El Portal (aguas arriba de la vieja azucarera) y “discurre… por un primer tramo paralelo al ferrocarril, cruzando a éste en el kilómetro 114, y a continuación a la carretera general a Cádiz”. Este cruce se producía en la zona de la actual Estación Depuradora de Aguas Residuales y desde este punto, se proyectaba por los terrenos más bajos del actual polígono industrial de El Portal: “...desde aquí la traza seguirá el cauce seco que hoy existe paralelo a la carretera general, a la que nuevamente cruzará antes de llegar hasta las playas de San Telmo”.



Esta vaguada (cauce del antiguo rio Guadajabaque) fue utilizada posteriormente para la construcción del colector principal de aguas residuales de Jerez, actualmente canalizado a través de la depuradora.

El “mar”, o “el mar a través del río y de un canal”, llegaba así hasta las explanadas a los pies de la ciudad, donde años más tarde se levantarían las barriadas de Federico Mayo, San Telmo, Santo Tomás de Aquino y Cerrofruto, y donde Machimbarrena proyectó los embarcaderos y muelles del que hubiese sido el “puerto de San Telmo” o el “puerto de Jerez”. Este muelle terminal, perfectamente unido por carretera con la población, contaba también en el con un ramal de ferrocarril enlazada a la línea Jerez-Sanlúcar desde la cercana estación de La Alcubilla (11). Recordaba el ingeniero que “una vez concluidas las obras y construidos los muelles y embarcaderos en El Portal y Playas de San Telmo, la navegación podrá efectuarse, bien con carácter puramente fluvial, ente Jerez y el Puerto de Santa María, o mixto, fluvio-marítimo, entre Jerez y Cádiz”.



El canal estaba diseñado para permitir el paso de grandes barcazas automotoras o bien conducidas por remolcadores desde el río o arrastradas por sirgas desde las orillas, habiéndose calculado que el tiempo invertido para recorrer los 15 km. que separan Jerez y El Puerto no excediese de hora y media. El coste total del proyecto, que requeriría unos seis años de obras, rondaba los 91 millones de pesetas, estando previsto un volumen de tráfico fluvial de medio millón de toneladas.



Cuando desde el mirador situado junto a la Ermita de San Telmo contemplamos hoy la zona del polígono industrial de El Portal, o los populosos barrios de la Zona Sur, imaginamos por un momento el canal de Machimbarrena y nos parece ver, junto a la plaza de la Iglesia de Federico Mayo, los muelles y el embarcadero de las Playas de San Telmo, aquel Puerto de Jerez que –otra vez más- quedó en un sueño.

Para saber más:
(1) García Lázaro, A. y J.: Nuestro patrimonio ferroviario. Algunos elementos singulares de la línea férrea de Jerez a El Portal. Diario de Jerez, 11/01/2014
(2) Entre otros trabajos que hemos consultado citamos Cuadrado Román, A.M. “Los canales de Jerez”. Revista de Historia de Jerez, 14-15, 2008/09, pp. 67-90 y, especialmente, “Un proyecto económico revolucionario en la españa de los austrias: la construccion de un canal para la union de los rios guadalquivir con guadalete, y pasar la casa de contratacion de indias, a jerez de la frontera”, C.E.H.J., 18/03/2014. Recomendamos también al lector interesado la serie de 5 artículos publicados por este autor en Diario de Jerez que llevan por título El Canal de Guadajabaque (I-V), así como el titulado El puerto de Jerez. El proyecto secreto de Felipe II. Diario de Jerez 02/06/2013.
(3) Rallón, E.: Historia de la ciudad de Xerez de la Frontera y de los reyes que la dominaron desde su primera fundación, Ed. de Ángel Marín y Emilio Martín, Cádiz, 1997, vol. III, pp. 155. y 195
(4) Íñiguez Almech, F.: Los ingenios de Juan de Herrera, El Escorial, 1563-1963, IV Centenario de la Fundación del Monasterio de San Lorenzo el Real, II, Arquitectura, Artes, Madrid, 1963, pp. 181-214.
(5) La descripción de ha tomado de “Plano topográfico con canal navegable entre Jerez de la Frontera y el río Guadalete/ Fray Ambrosio Mariano Azaro y Francisco de Montalbán. IBIS. Base de datos del patrimonio bibliográfico del Patrimonio Nacional” , así como de Cuadrado Román, A.M.:Un proyecto…”. (véase cita 2).
(6) Cuadrado Román, A.M.:Un proyecto económico…”, p.3
(7) De los Ríos Martínez, E.: Los informes de Cristóbal de Rojas y Julio Cesar Fontana para hacer un muelle y un puente sobre el río Guadalete en Jerez de la Frontera. Laboratorio de Arte 14 (2001) 13-35. p. 16
(8) Cuadrado Román, A.M.: El Canal de Guadajabaque. Diario de Jerez, 20/11/2012.
(9) Todas las referencias al proyecto de J. Machimbarrena se han tomado de: Machimbarrena Aguirrebengoa, Juan.: Las comunicaciones terrestres del Puerto de Cádiz. Revista de Obras Públicas. Nº 2807, Marzo 1949, pg.97-104. De este artículo proceden los párrafos entrecomillados y los croquis.
(10) Algunos de las ilustraciones de los planos del proyecto de J. Machimbarrena y en especial los que muestran el trazado, se han tomado de: Barragán Muñoz, J. Manuel (1995):Un nuevo río para un nuevo puerto”, en Puerto, ciudad y espacio litoral en la bahía de Cádiz: las infraestructuras portuarias en la ordenación del espacio litoral de la bahía de Cádiz. Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz. Pg. 91-92.
(11) La fotografía de la Estación de la Alcubilla, derribada en 1990 ha sido tomada de la web del Club Ferroviario Jerezano.

Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto.  Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

Otros enlaces que pueden interesarte: Puentes y obras públicas, Río Guadalete, Paisajes con historia.

Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 12/10/2014

CAMINOS Y CAÑADAS EN TORNO A JEREZ

 


CAMINOS Y CAÑADAS EN TORNO A JEREZ

Un recorrido histórico y geográfico por la caminería del término municipal de Jerez.
Atendiendo a la amable invitación del Archivo y el Ateneo de Jerez, el próximo martes 10 de junio, si os apetece, estáis invitados a dar un “paseo” por los caminos y cañadas en torno a Jerez, en la conferencia que impartiré y que cierra el X ciclo “El documento del mes”.
Como es conocido, el vasto territorio del alfoz jerezano ha estado cruzado desde la antigüedad por una extensa red de caminos que hunde sus raíces en la protohistoria. Para acercarnos a su conocimiento, se pasará revista en la primera parte de la exposición, a las primeras manifestaciones de posibles vías en el entorno de Jerez con especial atención a la caminería romana y andalusí.
Los caminos medievales en la época cristiana, herederos en parte de aquellos trazados, ampliaron en gran medida la red tejida por todos los rincones de la campiña que tendrá su más clara manifestación en el entramado de vías pecuarias, caminos rurales y carreteras que, en buena parte y con modificaciones, ha llegado hasta nuestros días. De ellos se ofrecerá una clasificación tipológica tomando como referencia los distintos sectores geográficos de nuestro término municipal.
En la segunda parte de la conferencia se abordará la problemática por la que han atravesado los caminos públicos desde el siglo XV hasta nuestros días, tomando como base las numerosas referencias que de ellos ofrece la rica documentación conservada en el Archivo Municipal. En este apartado se hará hincapié en las ocupaciones, usurpaciones, catalogación, deslindes y protección de la red de caminos rurales y, muy especialmente, en los problemas más significativos que les han afectado en los dos últimos siglos, para llegar así a cómo se articula la actual red de vías pecuarias y a los nuevos usos que se prevén para ellas.
Finalmente, se realizará un recorrido geográfico y paisajístico, muy visual, por los principales caminos y cañadas del termino de Jerez ofreciendo imágenes del estado que presentan en la actualidad.
La conferencia tendrá lugar en el salón de actos del Ateneo de Jerez (C/ San Cristóbal, 8, 1ª planta) a las 19:30. La asistencia es libre hasta completar aforo.
¡Venirse con vuestros amigos!Todas las reacciones:

Con Vicente Blasco Ibáñez por la campiña jerezana.
Los paisajes que recorrió el autor de La Bodega




En otras ocasiones nos hemos ocupado en Entornoajerez, de los hermosos paisajes y rincones de nuestra campiña, de la mano de pasajes literarios o de las descripciones de viajeros ilustres que nos visitaron, algunas tan idealizadas e irreales. Junto a ellas, queremos también traer a estas páginas otras descripciones menos amables, pero tanto o más valiosas si cabe que aquellas, y que nos ayudan también a comprender lo que fuimos y lo que somos.

Una de estas visiones es la que nos ofrece el escrito valenciano Vicente Blasco Ibáñez en su novela La Bodega (1905). Formando parte de las filas de Unión Republicana, partido por el que ocupó un escaño en el Congreso de los Diputados entre 1898 y 1907, visitará Jerez por primera vez en mayo de 1902 acompañando a Alejandro Lerroux quien había venido a la ciudad para participar en un mitin político. Ese mismo año, dos meses más tarde, muere en un hospital de caridad de nuestra ciudad, Ramón de Cala, el célebre político republicano que en los últimos años de su vida, olvidado por todos, conocerá de cerca esa miseria que denunció especialmente en uno de sus libros.

No sabemos si Blasco Ibáñez llegó a entrevistarse con Ramón de Cala en esa primera visita, aunque estamos seguros de que le habría sido de gran utilidad para sus propósitos ya que dos años más tarde, en julio de 1904 volverá a nuestra provincia, en su condición de diputado, para conocer sobre el terreno los problemas de algunos pueblos y, en especial, la forma de vida de los jornaleros del campo de la que éste daba ya buena cuenta en su obra titulada El problema de la Miseria (1884).

Durante su estancia en Jerez, alojado en el Hotel Los Cisnes, Vicente Blasco Ibáñez aprovechará para documentarse y recabar datos de primera mano que le serán de gran utilidad en la nueva novela que proyecta: “La Bodega” (1). En ella pretende reflejar la realidad social de la vida de los jornaleros en la campiña jerezana que, en el último tercio del siglo XIX estuvo marcada por la aparición del anarquismo o episodios convulsos como los de la Mano Negra o la marcha de campesinos sobre Jerez de 1892. Como nos recuerda J. Luis Jiménez, con esta visita Blasco pretende recoger información “…sobre las circunstancias sociales y económicas en las que vivía el jornalero jerezano. De informarle en detalle se encargarían… dos grandes personajes de la ciudad, el cirujano, Fermín Aranda, y el sindicalista, Manuel Moreno Mendoza, que llegaría a ser alcalde de Jerez en la corporación municipal republicana”. (2)

Acompañado por Moreno Mendoza, líder obrero nacido en Medina Sidonia, cuyos padres habían sido jornaleros del campo y habían sufrido las duras condiciones de vida en las gañanías, Blasco Ibáñez recorrerá la campiña jerezana visitando algunos cortijos y viñas de nuestro entorno. Moreno Mendoza es entonces, junto a Fermín Aranda, una de las figuras más destacada del republicanismo jerezano. Líder jornalero, masón y sindicalista, quien sería en 1931 alcalde republicano de Jerez, es en 1904 editor del periódico La Unión Obrera. Eco de la clase trabajadora (3). Aspectos estos que no pasan desapercibidos para el escrito valenciano, quien acude también a la provincia con el propósito de dar un impulso al republicanismo.

La bodega: un libro plagado de referencias sobre nuestro entorno.



Fruto de estas observaciones directas de Blasco, en La Bodega descubriremos luego numerosas reflexiones y consideraciones de índole política y social sobre las condiciones de vida de los gañanes o sobre la explotación de los jornaleros por la oligarquía terrateniente y bodeguera que en el libro aparece nombrada como la familia “Dupont”. De la misma manera, por sus páginas desfilan también algunos conflictos sociales de la época como los sucesos de La Mano Negra o los ecos del Asalto Campesino a Jerez de 1892, y no faltan tampoco figuras políticas del momento como “Fernando Salvatierra”, que no es otro que el mítico anarquista gaditano Fermín Salvochea. En el personaje de “El Maestrico”, algunos han querido ver rasgos de la biografía del propio Manuel Moreno Mendoza, quien será su principal informante junto al médico republicano Fermín Aranda.

No es de extrañar por ello que desde este conocimiento directo del terreno, junto a la descripción de la “cuestión social” que constituye el núcleo de la novela, La Bodega esté plagada de referencias al paisaje e incluya descripciones de muchos rincones de la Campiña. Así, tanto en los nombres ficticios de los personajes, como en los escenarios reales que, de manera



más o menos explícita, se describen, es posible descubrir estas vinculaciones con el contexto y el entorno jerezano. Por citar sólo algunos ejemplos, Zarandilla o Matacardillo, son topónimos de sendos parajes que el autor utiliza como nombres o apodos de algunos de estos



personajes; la viña de Marchamalo, la propiedad emblemática de Pablo Dupont se asocia fácilmente a la de Macharnudo; el cortijo de Matanzuela, las dehesas cercanas donde se crían las toradas que Blasco describe en su novela, los llanos de Caulina… son parajes y lugares que perviven en la actualidad con estos mismos nombres. El Ventorrillo del Grajo puede asociarse a cualquiera de los más populares por aquella época, al de El Cuervo, por ejemplo. El de El Mojo es posterior.

La dura vida vida de los jornaleros del campo.

La Bodega es una novela de gran calado social pero también, en buena medida, una obra cargada de referencias históricas, sociológicas y antropológicas. Por esta razón, hemos querido rescatar algunos pasajes que ponen el acento en la descripción de las gañanías, donde el autor relata



con gran fidelidad las condiciones de vida de los jornaleros del campo. De especial crudeza es el relativo a la alimentación:

En verano, durante la recolección, les daban un potaje de garbanzos, manjar extraordinario, del que se acordaban todo el año. En los meses restantes, la comida se componía de pan, sólo de pan. Pan seco en la mano y pan en la cazuela en forma de gazpacho fresco o caliente, como si en el mundo no existiera para los pobres otra cosa que el trigo. Una panilla escasa de aceite, lo que podía contener la punta de un cuerno, servía para diez hombres. Había que añadir unos dientes de ajo y un pellizco de sal, y con esto el amo daba por alimentados a unos hombres que necesitaban renovar sus energías agotadas por el trabajo y el clima. Tres comidas tenían al día los braceros, todas de pan: una alimentación de perros. A las ocho de la mañana, cuando llevaban más de dos horas trabajando, llegaba el gazpacho caliente, servido en un lebrillo. Lo guisaban en el cortijo, llevándolo a donde estaban los gañanes, muchas veces a más de una hora de la casa, cayéndole la lluvia en las mañanas de invierno. Los hombres tiraban de sus cucharas de cuerno, formando amplio círculo en torno de él…

A mediodía era el gazpacho frío, preparado en el mismo campo. Pan también, pero nadando en un caldo de vinagre, que casi siempre era vino de la cosecha anterior, que se había torcido. Únicamente los zagales y los gañanes en toda la pujanza de su juventud, le metían la cuchara en las mañanas de invierno, engulléndose este refresco, mientras el vientecillo frío les hería las espaldas. Los hombres maduros, los veteranos del trabajo, con el estómago quebrantado por largos años de esta alimentación, manteníanse a distancia, rumiando un mendrugo seco.

Y por la noche, cuando regresaban a la gañanía para dormir, otro gazpacho caliente: pan guisado y pan seco, lo mismo que por la mañana. Al morir en el cortijo alguna res cuyas carnes no podían aprovecharse, se regalaba a los braceros, y los cólicos de la intoxicación alteraban por la noche el amontonamiento de carne adormilada en la gañanía. Otras veces, los que eran más brutales en su batalla con el hambre, si conseguían matar a pedradas en el campo un cuervo o algún otro pajarraco de rapiña, conducíanlo en triunfo al cortijo y lo guisaban, celebrando con una risa desesperada este banquete extraordinario
”.



Desconocemos si Blasco Ibáñez tuvo algún contacto con Ramón de Cala (cosa que dudamos). De lo que si estamos seguro es que conocía su libro “El problema de la Miseria” ya que esta última descripción sobre la comida de los gañanes parece estar inspirada en este otro pasaje de Ramón de Cala en el que relata la “alimentación de los jornaleros del campo: “Por la mañana el ajo, especie de sopa con aceite, que ni para los candiles, sal, pimiento y agua caliente. Al mediodía gazpacho con los mismos ingredientes en frío, y la agregación de vinagre, que parece legía, según está de turbio y mal formado. A la noche se repite el ajo. Y así un día y otro día, y todos los del año, como no sea que la suerte depare en alguno el festín de una res muerte de enfermedad o por accidente, cuya res se guisa y se devora en perjuicio de los buitres”. Como ven Blasco se ha inspirado, en lo esencial, en el relato de Cala. (4)

Niños yunteros en la campiña jerezana: los “rempujeros”.

Otro de los pasajes de La Bodega, nos recuerda a la figura del “niño yuntero”, a la que dedica un conocido poema Miguel Hernández. Es el que se refiere a los “rempujeros”: …“Los hombres empezaban de pequeños el aprendizaje de la fatiga, del hambre engañada. A la edad en que otros niños más felices iban a la escuela, ellos eran zagales de labranza por un real y los tres gazpachos. En verano servían de rempujeros, marchando tras las carretas, cargadas de mies, como los mastines que caminan a la zaga de los carros, recogiendo las espigas que se derramaban en el camino y esquivando los latigazos de los carreteros que los trataban como a las bestias. Después eran gañanes, trabajaban la tierra, entregándose a la faena con el entusiasmo de la juventud, con la necesidad de movimiento y el alarde fanfarrón de fuerza, propios del exceso de vida. Derrochaban su vigor con una generosidad que aprovechaban los amos, Estos preferían siempre para sus labores la inexperiencia de los mozos y de las muchachas. Y cuando no habían llegado a los treinta y cinco años se sentían viejos, agrietados por dentro, como si se desplomase su vida, y comenzaban a ver rechazados sus brazos en los cortijos…



La descripción del interior de las estancias donde los jornaleros hacían su vida, las gañanías, figuran también en varios pasajes de La Bodega. En el que sigue, el mítico anarquista Fernando Salvatierra, recién salido de la cárcel, llega por la noche a un cortijo y contempla la gañanía:



…“El aspecto de la gañanía, el amontonamiento de la gente, evocó en la memoria de Salvatierra el recuerdo del presidio. Las misma paredes enjabelgadas, pero aquí menos blancas, ahumadas por el vaho nauseabundo del combustible animal, rezumando grasa por el continuo roce de los cuerpos sucios.



Iguales escarpias en los muros, y colgando de ellas, todo el ajuar de la miseria, alforjas, mantas, jergones destripados, blusas multicolores, sombreros mugrientos, zapatos pesados de innumerables remiendos con clavos agudos… Los más dormían en esteras, sin desnudarse, descansando sus huesos doloridos por el trabajo sobre la tierra dura
”.

Apenas 25 años antes, Ramón de Cala describía las gañanías diciendo de ellas que eran “un departamento… no tan ventilado, ni tan higiénico como el establo de los bueyes, ni como la zahúrda de los cerdos. Desván en lo grande, no en lo alto, con poyetes de piedra corridos a lo largo de las paredes, que a la vez sirven de asiento y de cama, y por muelle colchón una estera. En medio, o en un extremo, está el fogari, donde arde rara vez leña, y de ordinario excremento de los bueyes. Que expide una humareda asfixiante”. (4)

El completo y rotundo estudio realizado por Juan Cabral Bustillo y Antonio Cabral Chamorro sobre Las gañanías de la campiña gaditana 1900-1930, en el que se analizan el estado de las gañanías de 72 cortijos de Jerez y 11 de Arcos en los años 1931-1932, tomando como referencia la información proporcionada por la Inspección de Sanidad del Ayuntamiento jerezano, confirma en buena medida los testimonios que se traslucen en La Bodega. Después de todo lo anterior, no es de extrañar que Blasco Ibáñez, en boca de uno de sus personajes exprese lo siguiente:



Zarandilla, que había presenciado todo esto, indignábase de que tachasen de holgazanes a los braceros. ¿Por qué habían de trabajar más? ¿Qué aliciente les ofrecía el trabajo…?...

-Y la tierra Rafaé, es jembra, y a las jembras, pa que sean agradecías y se porten bien, hay que quererlas. Y el hombre no puede queré a una tierra que no es suya. Sólo deja el sudor y la sangre sobre los terrones de que puede sacar el pan. ¿Digo mal, muchacho?




Como ya hemos escrito en otras ocasiones, cada vez que recorremos la campiña en torno a Jerez y estamos ante una gañanía… sentimos un profundo respeto en recuerdo de aquellos jornaleros del campo, de su explotación y de las penosas condiciones de vida que sufrieron. Que no se olviden y que no se repitan.

Para saber más:
(1) Blasco Ibáñez, Vicente.: La bodega. Plaza Janés Editores, 1979. A esta edición se refieren las citas.
(2) Jiménez García, J.L.: El Jerez y los escritores viajeros. www.jerezdecine.com
(3) Morales Benítez, A.: Prensa, masonería y republicanismo. Manuel Moreno Mendoza (1862-1936). Ayuntamiento de Jerez, 2008.
(4) Ramón de Cala: El problema de la miseria resuelto por la harmonía de los intereses humanos (1884) Edición Facsímil (2002), pp. 92-94. Editada por el Ayuntamiento de Jerez y coordinada por Joaquín Carrera Moreno, a quien agradecemos las referencias a la obra de Ramón de Cala y las condiciones de vida de los jornaleros del campo.
(5) Cabral Bustillos, J. y Cabral Chamorro, A.: Las gañanías de la campiña gaditana, 1900-1930: Una contribución al estudio de las condiciones de trabajo de los obreros agrícolas andaluces. Historia social, nº 9, 1991, pp. 3-16

Procedencia de las ilustraciones:
Vicente Blasco Ibáñez: wikiquote.org/wiki
Manuel Moreno Mendoza: tarifaweb
Fermín Aranda: commons.wikimedia.org/wiki
Fermín Salvochea: El Blog de Fita
Gañanía de 'El Sotillo': Cortijos, haciendas y lagares de la Provincia de Cádiz
Gañanía de El Chorreadero Viejo. S. José del Valle: Arte informado


Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto.  Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

Otros enlaces que pueden interesarte: El paisaje y su gente, El paisaje en la Literatura y Canción triste de las gañanías.

Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, 18/05/2014

 
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