Paisajes alfonsíes en torno a Jerez.
Un recorrido por algunos lugares vinculados al rey Sabio.


Cada 9 de octubre, día de San Dionisio,  se conmemora la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla. Por nuestra parte queremos contribuir modestamente a esta celebración haciendo un recorrido por diferentes lugares y parajes de nuestro entorno rural que, de una u otra manera, se vinculan con Alfonso X y que aparecen mencionados en distintas fuentes documentales relacionadas con el "rey Sabio".

La aldea de Grañina.

Para el conocimiento del medio natural y el entorno rural de nuestro territorio en el último tercio del siglo XIII, constituyen un referente de primer orden los denominados libros de repartimiento. En el caso de nuestra provincia se han conservado los correspondientes a Cádiz-El Puerto de Santa María, Vejer y Jerez. Pero si bien podemos conocer con bastante detalle todo lo referente al reparto urbano de las casas y solares de estas poblaciones, en lo relativo a la distribución de tierras y heredades existe lamentablemente una gran laguna, ya que a diferencia de lo que sucede en otras ciudades, en Jerez se perdió el libro del repartimiento rural a finales del siglo XVI. Por esta razón, la información que se tiene de la organización del amplio término municipal jerezano, de las tierras, parajes y aldeas que integraban su extenso alfoz es muy reducida.



El profesor Emilio Martín Gutiérrez localizó en las Actas Capitulares de 1505 la copia de un capítulo del libro del repartimiento rústico: el de la aldea de Grañina situada al pie de la Sierra de Gibalbín. El texto está fechado en 1269, y da cuenta del reparto de las tierras de este lugar entre diez pobladores. La pervivencia en el tiempo de este enclave rural debió de ser muy limitado ya que la lejanía de la ciudad dificultaba su protección. E. Martín apunta que “las indudables dificultades de toda índole que tuvieron que sufrir los pobladores de la aldea de Grañina durante las incursiones de los meriníes, que utilizaron la Sierra de Gibalbín como centro de operaciones para sus razias, provocaron presumiblemente la huida y el abandono de este lugar” (1). Aunque se desconoce el emplazamiento exacto de esta antigua aldea alfonsí, el topónimo de Gratina ha llegado hasta nosotros dando nombre a una de las hazas que integran el cortijo de Romanina, tal y como puede verse también en el Plano Parcelario del término de Jerez que en 1904 realizara Adolfo López Cepera. Sus tierras lindan con la actual cañada de Romanina que, arrancando desde las cercanías de Nueva Jarilla, llega hasta el Cortijo de La Sierra, a los pies de Gibalbín. (2)

Por Tabajete y el Guadaxabaque.




En su estudio sobre el Libro del Repartimiento de Jerez, los profesores M. González y A. González aportan también interesantes referencias acerca de algunos enclaves rurales en los que se distribuyeron tierras a los primeros pobladores de la ciudad. Buena parte de los nombres de estos parajes o aldeas han pervivido hasta nuestros días, quedando así –de alguna manera- la huella alfonsí en muchos de nuestros topónimos.

En 1267 se concedieron a los franciscanos tierras y huertas junto a la Puerta Real y a los dominicos junto a los caminos de Sevilla y Sanlúcar. Estos últimos recibieron además 1.000 aranzadas en distintos lugares del término: “…ochocientas cabe é pasado Guadaxabaque en la media legua de carrera que va de Xerez a Solúcar,… é las doscientas á comprir, en un olivar, é mas tierra en el sitio de Tabayet por soma de un cerro antes del Arroyo” (3). En la actualidad Tabajete aún da nombre a un cortijo y aún extenso paraje ubicado al borde las marismas del mismo nombre, junto a Mesas de Asta.

Peor suerte ha corrido el Arroyo de Guadajabaque, cuyo tramo final ha “desaparecido”, literalmente, canalizado en parte a través de la laguna de Torrox y a través de los colectores que corren por el polígono industrial El Portal. Sin embargo, aún queda constancia en la actualidad de aquellos originarios repartos alfonsíes a la orden de predicadores, ya que las tierras que se extienden a ambos lados de la



carretera de Sanlúcar, en sus primeros kilómetros, conservan aún el nombre de Santo Domingo, al igual que el cortijo que las preside, del que nos llama la atención su edificio principal que fuera en otro tiempo una renombrada casa de viña. No debe extrañarnos la pervivencia en el tiempo de este topónimo ya que, no en balde, pertenecieron a los dominicos casi seis siglos hasta la desamortización de 1835. El actual Arroyo de La Loba, que cruza también la “carrera de Solúcar” y que linda con las tierras de Santo Domingo, formó parte en su día de la cabecera de aquel río Guadajabaque mencionado en los documentos alfonsíes. (Ver mapas).



En las donaciones realizadas por el Rey Sabio a diferentes Órdenes Militares aparecen también, desde los primeros días de la ocupación cristiana del territorio jerezano, otros nombres de distintos rincones de nuestro término que aún hoy nos resultan familiares. Como los que figuran, por ejemplo, en el documento de la donación a la Orden de Calatrava en 1269 de “…3 aranzadas de huerta, cerca de la muralla, 8 aranzadas de viña en Barbaina, 30 aranzadas de olivar y 12 yugadas de tierra de labor en Crespellina”. Según el mismo privilegio, la Orden de Alcántara, recibió también huertas junto a la muralla y a la Orden de Santiago se le asignaron tierras de viña y olivar en Casarejos, Vicos y Barbayna, parajes todos ellos que aún dan nombre a otros tantos pagos del alfoz jerezano. Las Mesas de Santiago o “de Santiago de Fe” figuran, así mismo, entre los lugares que en 1270 Alfonso X concedió a Fernando Alfonso de Mendoza, a quien quiso premiar entregándole “la aldea de Fe con su torre” (4).



El Portal y el Guadalete.

Junto a los ya citados, existen en los documentos alfonsíes otras referencias a distintos topónimos de nuestro entorno. Tal es el caso de las menciones a la aldea de El Portal y al río Guadalete.

La historiografía tradicional jerezana atribuye la fundación de la aldea de El Portal al rey Sabio. Así lo apunta por ejemplo, entre otros autores, Parada y Barreto, quien sostiene que tras la sublevación mudéjar, que acabo con la guarnición cristiana del alcázar de la ciudad, “…volvió D. Alonso el Sabio a aparecer por segunda vez en los campos de Jerez y con ánimo entonces decidido de asegurar para siempre la población […] sentó sus reales a alguna distancia de la ciudad […] Dícese que D. Alonso puso su campamento hacia el sitio que llaman del Portal y que dejó allí fundada una villa que ha desaparecido con el tiempo.



En dicho sitio que sirve de puerto a Jerez para el comercio de transporte por el Guadalete, existía una ermita de Nuestra Señora del Portal, cuya imagen, que había sido encontrada allí en un pozo en 1709, gozaba de gran devoción y se le atribuían multitud de prodigios. Dicha imagen fue trasladada en 1752 a la iglesia de San Miguel…
” (5).



Sea como fuere, el nombre de este antiguo enclave es mencionado ya en las fuentes alfonsíes y así aparece en un documento de deslinde (27/06/1269) de los términos de La Puente de Cádiz, donde se señala que en las salinas del Zurraque se encuentra el mojón que divide los términos de La Puente, Medina y El Portal (6). Es muy probable que el origen de esta población pudiera estar en la reutilización o ampliación de un antiguo embarcadero árabe que se ubicase en la zona y que recobraría una mayor importancia estratégica como puerto fluvial del Guadalete, una vez que la alquería musulmana de Alcanate situada aguas abajo, pasara a manos cristianas con el nombre de Santa María del Puerto controlándose definitivamente la desembocadura del río.

Un suceso milagroso.

De lo que no cabe duda es que tanto El Portal como el Guadalete aparecen también citados en las Cantigas de Santa María. En una de ellas, la nº 356, se glosa “como Santa María do Porto fez viir hua ponte de madeira pelo rio de Guadalete pera a obra de sa igreja que fazian, ca non avian y madeira con que lavrassen”. El supuesto milagro de la Virgen narrado en esta cantiga hace referencia a la curiosa forma en la que pudo obtenerse la madera



necesaria para erigir la iglesia-fortaleza (actual Castillo de san Marcos) que Alfonso X mandó construir en Santa María del Puerto y de la que se carecía (7). Así, las vigas que se precisaban para los andamiajes de los muros y las cimbras de las bóvedas pudieron levantarse gracias a que una providencial riada del Guadalete arrastró milagrosamente un puente de madera existente en El Portal que llegó flotando por el río hasta los pies del castillo. La versión en castellano actual del “milagro” narrado en la citada cantiga es la siguiente: “Hizo venir una riada de agua, que pasó por el Portal / y arrastró un puente de madera, tan íntegra / como en él estuviera; nunca se vio mejor. / Y por el río Guadalete la hizo llegar, / tal como estaba, allí donde / construían la iglesia, / para que no fallasen en terminar / a tiempo la obra” (8).

Este delicioso relato esconde algunos datos de gran interés que, como sucede en muchas otras cantigas, pudieran tener alguna base cierta. El río Guadalete se presenta aquí como un curso caudaloso y de grandes crecidas, característica a la que ya se aludía también en la Cantiga 328. El profesor Martín Gutiérrez nos recuerda como en esta cantiga, al enumerarse las bondades de la alquería de Alcanate (el actual Puerto de Santa María), se señala que está situada entre el Guadalquivir –“que es muy noble río en el que entran muchas aguas y por el que pasan grandes navíos”- y el Guadalete, “que corre con mucho brío” (9).

El texto de la Cantiga 356 confirma también la existencia del enclave de El Portal y de su relativa importancia, que deducimos por la posible ubicación en este lugar de un puente de madera (o de barcas), en las proximidades del embarcadero. De ser cierto, nos encontraríamos con uno de los primeros puentes documentados en la cuenca del Guadalete, levantado tres siglos antes del puente de cantería que en el s. XVI se construiría en el vado de Medina. Dado que en los siglos medievales no se tiene noticia de otros puentes en este sector del río -que se cruzaba por vados, pasadas y barcas- cabe pensar que en la elección de este lugar para su construcción pudo pesar el hecho de que por El Portal se accedía más directamente que por otros vados a la calzada que conducía hacia La Puente de Cádiz. Esta vía pasaba por las tierras del Tesorillo, Frías y Bolaños y circundaba las marismas situadas en la margen izquierda del Guadalete, un camino que aún hoy discurre por la antigua Cañada Real de la Isla y Cádiz.

Habría que esperar hasta el siglo XX para que, el viejo puente de madera de El Portal que por la intervención milagrosa de la Virgen fue arrastrado por una riada del Guadalete hasta Alcanate, fuese sustituido por uno de hierro, el conocido como “Puente de la Azucarera”.



Hoy, el “Puente de la Herradura” ocupa el lugar de aquellos para seguir comunicando Jerez con los caminos que conducen a las tierras de Medina y Vejer y, especialmente, con esos otros que, bordeando la marisma, se dirigen a Puerto Real, San Fernando y Cádiz. Como hace 750 años cuando Alfonso X, el rey Sabio batallaba por estas tierras.

Para saber más:
(1) Martín Gutiérrez, E.: Aproximación al repartimiento rural en Jerez de la Frontera: la aldea de Grañina. En la España medieval, 1999, nº 22, pg. 355-368. La cita está tomada de la p. 367.
(2) López-Cepero, Adolfo.: Plano Parcelario del término de Jerez de la Frontera. Dedicado al Excmo. Sr. D. Pedro Guerrero y Castro y al Sr. D. Patricio Garvey y Capdepón. 1904. patrocinadores del proyecto, por D. Adolfo López Cepero.- Año de 1904. Escala 1:25.000.
(3) Gutiérrez, B.: Historia de la Muy Noble y Leal Ciudad de Xerez de la Frontera, (Jerez, 1886 edición facsimilar de 1989, t. I, pp. 12-13.
(4) González Jiménez, M. y González Gómez, A.: Jerez de la Frontera en el siglo XIII. CEHJ, Jerez, 1984, pp. 27-28.
(5) Parada y Barreto D.I.: Hombres ilustres de la ciudad de Jerez de la Frontera. Imprenta del Guadalete, Jerez, 1878, pg. XXXIII.
(6) Abellán Pérez, J.: La cora de Sidonia, Málaga, 2004, p. 73.
(7) Cómez Ramos, R.: “Arquitectura y técnicas constructivas en la miniatura Castellana del siglo XIII”, en Sousa Melo, A. y Ribeiro, M.C.: História da Construção – Arquiteturas e Técnicas Construtivas, Braga, 2013, pp. 135-151, ver pp. 140-143.
(8) Montoya Martínez, J.: “Cancionero de Santa María del Puerto. Edición, traducción y notas”, en Alcanate I (1998-1999), Cátedra Alfonso X El Sabio, 1999, pp. 145-146 y 237. Citado por J.J. López Amador y E. Pérez Fernández: El Puerto Gaditano de Balbo, El Puerto de Santa María, 2013, p 190, nota 485.
(9) Martín Gutiérrez, E.: “Reflexiones en torno a los paisajes rurales en Jerez de la frontera durante el último cuarto del siglo XIII, en 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla 1264-2014. Ayuntamiento de Jerez, 2014, Colección Patrimonio. p. 184. Véase también la nota a pie de página nº 55.


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Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 9/11/2014

Como las ondas del mar.
El escudo de Jerez: un recorrido histórico e iconográfico (y 2)




En la anterior entrega iniciamos un recorrido histórico e iconográfico en torno al escudo de Jerez que, como se dijo, tiene su origen en las armas que el rey Alfonso X otorgó a la ciudad tras su conquista a los musulmanes.



Como apuntamos entonces, las primeras referencias proceden ya del siglo XIII y hay constancia de que además de en los blasones jerezanos y en el de algunas de sus familias más poderosas, las ondas del mar figuraban en el pendón y se utilizaban también en el sello “oficial” de la ciudad.

Al menos desde el siglo XIV se usaba ya en los documentos del Cabildo, tal como se deduce de un revelador testimonio que el historiador y archivero municipal Agustín Muñoz y Gómez halló en las actas capitulares correspondientes al 31 de agosto de 1468, donde se afirma que: "Fué dicho que el sello questa çibdad tiene, non era bueno, ni estaua en él las armas desta çibdad, tan perfetas como estauan en el pendón desta çibdad; que se deuia faser otro sello, é que fuesen en él puestas las armas desta çibdad é orladuras é campo dellas, segund é en la manera que en el dicho pendón estauan sennalados" (1).

“Con orla de castillos y leones”.

Si en nuestro anterior artículo apuntábamos referencias documentales al emblema jerezano en el siglo XV (Libro del Alcázar, Memorial de Juan Román…), en los siglos posteriores aparecen también en nuestros más renombrados historiadores locales. En su Historia de Xerez de la Frontera, Gonzalo de Padilla (s. XVI) abunda también en el significado de nuestras armas muy ligadas a las permanentes luchas fronterizas. Así relata que, tras la toma de la ciudad y el repartimiento de las casas, tierras y heredades “entre los más



beneméritos de los que se havían hallado en latoma de ellas y dioles grandes previlegios, preheminencias y livertades y les encargo mucho la guarda y defensa de la ciudad, pues veían quanto en frontera estavan de moros, y assi como gente que siempre havía de vivir con inquietud y alteración les dio por armas las ondas del mar a quien havían de imitar en el poco sosiego y reposo que havían de tener con la vecindad de los moros. Y por orla castillos y leones en memoria que havían de padecer qualquier trabajo por su señor natural, Rey de Castilla y de León
” (2).



Mayor dramatismo y expresividad aporta el padre Martín de Roa (1617) en su explicación, y relata cómo tras la toma de Jerez por el Rey Sabio y la obligada marcha de sus pobladores árabes “…poblola de caballeros, e hijosdalgo de su exercito, i dioles la mar por armas con orla de los castillos i leones de España: símbolo de los peligros en que los dexava por frontera de los enemigos; a quien con invencibles ánimos harían rostro, i aún harían como leones, i como fuertes castillos defenderían la entrada, y costa de Andaluzia, como verdaderamente la defendieron entonces, i la defienden en todos tienpos, i sucesos de guerra…” (3).



A mediados del s. XVII, el historiador Esteban Rallón aporta su visión con respecto al escudo heráldico local y su significación señalando que: “Poblada nuestra ciudad de tantos y tan buenos caballeros, como veremos en su lugar, le dio por timbre y divisa las ondas del mar azules en campo de plata, con una orla de castillos y leones de sus colores reales, por símbolo de la fortaleza de que se necesitaba para defenderse de los enemigos que por mar y tierra había de ser continuamente combatida y a quien como firme roca había de resistir, para cumplir con las obligaciones en que los ponía, dejando a su cargo plaza de tanta importancia; y



para que sus naturales viéndolas delante de sus ojos cada día, juzgasen que veían venir aquellas ondas enemigas, que habían de intentar contrastar la dureza de sus pechos. Esta explicación da el mismo rey don Alonso a nuestro escudo, como lo veremos adelante en un privilegio
” (4).

De gran interés es también la versión del historiador Bartolomé Gutiérrez (s. XVIII), por cuanto aporta en su versión un dato curioso del que no hemos encontrado referencias: la existencia de unas anteriores armas de la ciudad (estrellas y luceros), que fueron cambiadas por las concedidas por el Rey Sabio. Este es su testimonio: “habiendo pedido los caballeros que puso el Rey en éste Alcázar, armas para ella, les dio el Rey por armas, las olas del mar, orladas de castillos y leones, por ser cosa que siempre está en combate y movimiento y espuestos al peligro, y desde entonces mudó el senado el modo de armas antiguo, de esta Ciudad que eran las estrellas o luceros, que hoy se registra en sus principales puertas, hízoles el Rey otras mercedes… y les dio en fe sus armas Reales que son las que orlan al escudo de las olas del mar: fue su primer Alcaide el dicho Dn. Nuño de Lara, Alférez mayor, Fortún de Torres y su Teniente Garci Gómez Carrillo: al alférez fue a quien se le hizo entrega del primer Pendón que se enarboló por el Cristianismo en esta Regia fortaleza” (5).

Un itinerario por los escudos de la ciudad.

Tras este paseo por la historia, les proponemos realizar también un recorrido por la ciudad para conocer de cerca los muchos escudos que se conservan en calles y plazas y que, de una manera u otra, cobran significado a la luz de los anteriores relatos.

En  piedra caliza o arenisca, en mármol blanco o rojo; en yeso, escayola o cemento, en hierro fundido, bronce o latón; en madera…; en edificios públicos, en casas solariegas, en monumentos, en el mobiliario urbano…; de distintos materiales y épocas, sobre los más variados soportes y formas, el antiguo escudo heráldico está hoy más presente que nunca en muchos rincones de la ciudad.

Entre los más notables y conocidos destacan el de la fachada del antiguo Cabildo en la plaza de la Asunción (S. XVI), situado sobre la puerta principal y labrado en piedra de Martelilla, como otros dos antiguos y hermosos escudos que se exponen en el Museo Arqueológico. Ya en el interior del Cabildo, destaca en la primera sala –cubierta por bóvedas vaída- otro escudo de Jerez situado en el testero de la derecha, en altorrelieve sobre cantos de arenisca. Sobre la Puerta del Arroyo (siglo XVI) se conserva un escudo en caliza gris, de formas menos elaboradas que los anteriores.



En arenisca de la sierra de San Cristóbal se labraron también los escudos que se conservan en la Fuente de la Alcubilla (finales del XVI) y en la Ermita de Guía (S. XVII). El primero ocupa el centro del frontón trapezoidal que remata el muro de sillares almohadillados donde se ubicaban los caños de la fuente. Los segundos, son apreciables en la fachada de la ermita, en la base de sendos jarrones pétreos que flanquean el frontón triangular situado sobre la puerta de acceso. Ya en el interior del templo, otro gran escudo ocupa la parte central de la bóveda. También del siglo XVII, es el escudo de la antigua Casa de las Comedias, en  el patio trasero del palacio del Conde de los Andes, que aún puede verse sobre la puerta de acceso en la calle Santa Isabel. Otro notable escudo de interés, tal vez del mismo siglo, es el que corona el dintel de una casona de la plaza de Vargas. Apunta Muñoz y Gómez, que esta casa solariega perteneció a los descendientes de Garci-Pérez de Vargas, Alcaide de la ciudad en el s. XIII, de los que toma también nombre la plaza. “Dicha casa conserva en su portada el escudo, ó blasón de la familia, que consiste, á semejanza del de la ciudad, en la ondas del mar orladas de castillos y leones, si bien en menos número, según concesión que á dicho Garci-Pérez, hizo el ilustre conquistador de Xerez, D. Alonso el Sabio” (6). En la plaza de Silos puede verse también otro singular escudo sobre la casa del nº 13. Refiere el citado autor que esta casa fue labrada por la ciudad en 1710 para Panera o Granero del Pósito, siendo utilizada para este fin hasta 1850. Desde 1876 y hasta finales del XIX fue también cuartel de la Guardia Civil (7). La Catedral, cuenta también con algunos escudos de la ciudad en diferentes elementos del exterior y el interior del templo, como en los clavos de sus puertas principales o en algunas rejas. Del siglo XVIII es también el escudo de Jerez, inciso sobre la lápida de una inscripción conservada en la antigua alhóndiga de la ciudad, el actual Edificio Los Arcos, sede de la Delegación de Urbanismo, fechada en 1768.



Más modernos en el tiempo, realizados ya en el siglo XIX, son los escudos que lucen sobre el Arco del Triunfo de la Alameda Vieja (1862), levantado para la visita de Isabel II y labrado en arenisca, o el de mármol rojo que corona la Casa de las Aguas del manantial de Tempul (1866).





El escudo de piedra situado sobre la puerta de entrada del actual Ayuntamiento fue colocado cuando este edificio, antiguo Hospital de la Caridad, pasó a albergar las nuevas instalaciones del Consistorio jerezano en 1840. Como no podía ser de otra manera, el edificio del actual Ayuntamiento incluye en su interior numerosas representaciones del escudo de la ciudad (en las puertas de acceso, en sillones y sillas de madera, en los tapices que cuelgan en el salón de plenos o en las salas capitulares…).



De finales del XIX es la fachada remodelada del actual colegio Cervantes, obra del arquitecto municipal José Esteve, que presenta también dos escudos de la ciudad a ambos lados de la puerta principal.

En el siglo XX, con la proliferación de edificios y dependencias municipales, la presencia de la enseña local se multiplica por todos los rincones de la ciudad. Así, luce sobre las fachadas de diferentes edificios que se construyen o se adaptan para colegios públicos en las primeras décadas de este siglo.

Este es el caso del colegio Carmen Benítez (donado a la ciudad en 1912) y adaptado por el arquitecto municipal Rafael Esteve, quien construyó también el colegio Soto Flores, ubicado en la calle Santa Clara e inaugurado en 1929. Ambos tienen sobre sus puertas sendos escudos de Jerez de forma circular. La antigua escuela municipal de Santo Domingo, dirigida por el pedagogo Julián Cuadra y Orrite (hoy Sala Julián Cuadra del Museo Arqueológico), cuenta también con sendos escudos de hierro fundido en su fachada, mientras que otro de piedra preside la entrada del edificio del Museo.



La antigua Escuela de Comercio, creada por Juan J. del Junco y Reyes en 1921, y trasladada al edificio del antiguo convento de la Victoria en 1928, tuvo sobre sus puertas el escudo de la ciudad y aún se conserva sobre la antigua entrada de la calle Ponce. En el CEIP Al-Ándalus (antiguo Colegio Franco, inaugurado en 1940) se conserva un curioso escudo de ladrillo en su fachada y en la sede de la Biblioteca Municipal (plaza del Banco), los estantes de la gran sala central están presididos por un singular escudo de Jerez realizado en madera.


En otros muchos edificios y monumentos de Jerez, pueden verse distintas versiones del escudo de la ciudad. Este es el caso de la fuente de Los Albarizones, remodelada por el arquitecto Fernando de La Cuadra en 1944, donde luce uno labrado en arenisca. Notables escudos lucen también la antigua sede de la Caja de Ahorros de Jerez en calle Francos, o sobre la Puerta del Alcázar, de mármol, instalado en 1972 al reconstruirse la puerta de acceso desde sus cimientos.



Los monumentos –civiles o religiosos- incluyen también en sus pedestales una variada representación de escudos de la ciudad. Este es el caso del dedicado a Rafael Rivero (1883), con un pequeño escudo en mármol, o el del monumento al Sagrado Corazón de Jesús (1919) que se alza en los jardines de la Capilla del Calvario, que presenta un gran escudo ovalado de arenisca.

El  monumento a Miguel Primo de Rivera, en la plaza del Arenal, obra del escultor Mariano Benlliure (1929) tiene también un escudo de Jerez realizado en bronce, sobre el que figura una imagen con el perfil del general. El dedicado la Virgen de la Asunción, obra de Fernando de la Cuadra (1952) y con esculturas de Juan Luis Vasallo Parodi, tiene también en su pedestal un escudo de Jerez y el motivo de las ondas del mar en la base del monumento. Más cercano a nuestros días, el monumento a la Virgen del Rocío (2007) incluye también un escudo de la ciudad en bronce.



La descripción de la variedad de formas y materiales en los que se representa nuestra enseña en los distintos rincones de Jerez, daría para muchas páginas. Para terminar y no cansar al lector mencionaremos algunos singulares escudos de azulejos cerámicos como los que pueden observarse en la Estación del Ferrocarril (1930), en la Iglesia de San Dionisio (donde el escudo se muestra también en su vidriera central), en La Cartuja, en el Ayuntamiento de La Barca, en algunas calles de Guadalcacín... luciendo las ondas del mar rodeadas de castillos y leones.


Como dato curioso apuntaremos que los escudos de diferentes pedanías jerazanas han tomado como referencia el viejo escudo de Jerez y cuentan con el motivo de las ondas del mar como parte de su enseña local. Este es el caso de El Torno (con ondas amarillas sobre fondo azul sobre las que aparece la silueta de un cortijo), de Estella del Marqués (ondas azules sobre fondo blanco con una loma y tres árboles sobre ellas), el de Guadalcacín (similar al de Jerez pero cruzado en diagonal por una rama de algodón), y el de Nueva Jarilla (con ondas azules sobre blanco y dos vacas pasantes con una rueda de carro en el centro y dos espigas en los lados). También el escudo de San José del Valle, cuyo término se segregó del de Jerez, conserva en su escudo las ondas azules sobre fondo blanco, sobre las que vuela una paloma con una flor en la boca, sobre un campo verde.

Otros curiosos escudos se encuentran repartidos en muchas calles de Jerez (Ceniza, Granada…), en las farolas del alumbrado público, en el antiguo pavimento de la Plaza del arenal, en el reloj del Gallo azul, en las tapas de las arquetas del servicio de aguas, en bancos, en las puertas de muchas dependencias municipales… Dejamos para otra ocasión la presencia del escudo heráldico municipal en los tres últimos siglos en etiquetas de vinos, carteles de Feria, Semana Santa o Fiestas de Otoño, grabados, pinturas, folletos y libros, medallas, monedas…

A buen seguro que el Rey Sabio, autor de este “logotipo” que nos identifica como ciudad, no esperaba que fuese a pervivir tantos siglos… O quizás sí, porque las ondas del mar, símbolo del desasosiego y de los embates que los jerezanos tendrían que soportar ante los ataques permanente de las adversidades, siguen siendo un elemento muy actual para definir también los tiempos que vivimos en el presente.

Para saber más:
(1) http://www.jerez.es/ciudad/estadistica_y_demografia/simbolos_de_la_ciudad/el_escudo_de_jerez/, consultada el 09/10/2016
(2) Gonzalo de Padilla.: Historia de Xerez de la Frontera (siglos XIII-XVI). Introducción, edición e índices de Juan Abellán Pérez, Agrija Ediciones, 2008, p. 29.
(3) Martín de Roa (1617): “Santos Honorio, Eutichio, Eſtevan, Patronos de Xerez de la Frontera”. Edición Facsímil, Ed. Extramuros Edición S.L., 2007. Cap. VI, p. 21-22.
(4) Rallón, E.: Historia de la ciudad de Xerez de la Frontera… T. 1, p. 275.
(5) Gutiérrez, B.: Historia de la Muy Noble y Leal Ciudad de Xerez de la Frontera, (Jerez, 1886 edición facsimilar de 1989, t. II, p 22.
(6) Muñoz y Gómez, A.: Calles y Plazas…, p. 156
(7) Muñoz y Gómez, A.: Calles y Plazas…, p. 104


Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto.  Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

Para ver más temas relacionados con éste puedes consultar Paisajes con Historia, El paisaje y su gente, Patrimonio en el medio rural, Como las ondas del mar. El escudo de Jerez: un recorrido histórico e iconográfico (1).

Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 16/10/2016

 
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