27 mayo 2018

El camino de El Portal y de Sidueña.
Acerca de un curioso plano de 1755.




Como algunos lectores recordarán, en distintas ocasiones nos hemos ocupado del estudio de diferentes piezas de nuestro patrimonio bibliográfico y cartográfico (planos, mapas, grabados) que pueden ayudarnos a conocer cómo eran en el pasado los alrededores de la ciudad. En el artículo de hoy vamos a referirnos a un curioso plano que se conserva en el Archivo General de Simancas, fechado en 1755 y remitido por el cabildo jerezano al Marqués del Campo de Villar, ministro de Gracia y Justicia de Fernando VI. La obra lleva por título “Plano del Camino proyectado llamado de Zigüeña. Desde la ciudad de Xerez de la Frontera al término de la ciudad del Puerto de Sta. María, como la de una calzada desde el referido camino al Río Guadalete en uno de los parages más caudalosos de él para Embarque y desembarque de los frutos y géneros para la Bahía de Cádiz, y el referido Puerto de Santa María” (1).

Este curioso plano refleja el proyecto del “Camino de Sidueña”, entre la Puerta del Arroyo y el Puerto de las Cruces, límite de los términos de Jerez y El Puerto. Aunque no figura el nombre de su autor, creemos que puede atribuirse a Pedro de Cos, maestro mayor de la ciudad en la década de los cincuenta del siglo XVIII, donde lo encontramos trabajando en las obras de la capilla del Sagrario en San Marcos y, posteriormente, dando fin al edificio de la Panadería, que terminó en 1768 (2).

Del camino de Sidueña se tiene ya noticia en los siglos medievales citándose en diferentes documentos de amojonamiento. Así, por ejemplo, en el realizado en 1434 en la Dehesa de los Buhedos de Garciagos, ubicada a ambos lados del arroyo de Guadajabaque en las cercanías de Torrox, se sitúa uno de los mojones “…atravesando una entrada de marisma, que es de cara el camino de Çidueña". En este mismo paraje se menciona también la existencia de una “alcantarilla” (3).

Durante los siglos XVI y XVII los comerciantes vinateros no dejarán de denunciar el mal estado del camino de El Portal y las dificultades para el traslado de las botas, lo que favoreció en parte que algunos de ellos se establecieran en El Puerto de Santa María y Sanlúcar (4). Estas protestas se mantuvieron también en el siglo XVIII con el incremento de la exportación de nuestros caldos a través del embarcadero del Guadalete en El Portal, reclamándose la construcción de un nuevo camino o arrecife.

La construcción del arrecife o camino de Sidueña.

El origen del proyecto que refleja este curioso plano que hoy nos ocupa, pudo estar en la propuesta de obras de utilidad pública que el Ayuntamiento jerezano envió al Gobierno de la nación, y que fueron aprobadas por R.O. de 1-10-1754, entre las que F. Sánchez Martínez destaca “la construcción de un camino desde la ciudad al Puerto de Santa María, del que partiría un ramal hasta el embarcadero del Portal” (5).



Sea como fuere, el historiador Bartolomé Gutiérrez nos recuerda que “el día 5 de Abril del mismo año 1755 se dio principio á la obra del arrecife en Xerez para cuyo efecto vino D. Tomás Giraldino de la corte y para costearlo dio el Rey facultad de que se vendiesen 450 caballerías de tierra de los baldíos de esta ciudad y con efecto se ejecutó con asistencia del corregidor (que lo era el Marqués de Alcozebar) el dicho Don Tomás Geraldino y los Diputados Marqués de Casa-Pabon y D. Juan Riquelme” (6). Apenas dos años y medio después las obras se terminaron "en 23 de set. 1757 cumpleaños del Rey Fernando 6º, siendo Corregidor D. Nicolás Carrillo de Mendoza, marqués de Alcocebar, se celebró con fuegos artificiales, música etc. la conclusión de las obras del arrecife y muelle de Portal. En la memoria descriptiva de dichas obras, cabildo de 12 de Set, se dice entre otras cosas, que: "asimismo se registraba ya enteramente acabada y plantada una mui particular grande alameda que constituye un deleitable paseo, tomando principio desde la entrada de dicho arrecife y finaliza al cuarto y medio de legua en una platea inmediata al cerro que nombran de los Frutos" (7). El historiador F. Aroca Vicenti nos recuerda como las Actas Capitulares de 1757 recogen el momento de la inauguración y recuerdan que a la entrada del arrecife se colocaron “las Reales estatuas de sus majestades… construidas con el mayor esmero y primor y colocadas en el sitio de la glorietta entrada del camino” (8). Veamos en lo que sigue los aspectos más relevantes que se reflejan en este curioso plano

La Puerta del Arroyo y la Fuente de la Alcubilla.

La salida de la ciudad se realiza por la Puerta del Arroyo, abierta en 1500, conocida también como “de la Alcubilla”, como figura en el plano (A). A su izquierda existía entonces un “Pequeño Cuartel de Cavallería y Milicias” (B) adosado a la muralla, que por sus reducidas dimensiones debió ser un modesto puesto de guardia para controlar los accesos por esta parte de la ciudad. Hasta llegar a la Fuente de la Alcubilla, el arrecife dejaba a ambos lados “hornos de ladrillos y tejas de particulares” (C) que ocuparon los terrenos donde en la actualidad se levantan la Gran Bodega Tío Pepe y las antiguas viviendas de los trabajadores de Domecq. En este mismo entorno existieron siempre ladrilleras y tejares algunas de los cuales pervivieron hasta bien entrado el siglo XX. Así, en 1434 se mencionan junto a la cercana Puerta de Rota el Tejar de Antón García y el Tejar del Palomar, próximo a la Ermita de Guía (9). A mediados del XVIII el plano nos recuerda la presencia en el inicio de la Cuesta de la Chaparra del “tejar de la Cartuxa” (D), junto al antiguo camino del Puerto (“la Trocha”), conocido entonces como “de Buenavista” (G).

En la Fuente de la Alcubilla (E), comenzaba el “camino proyectado llamado de Zigueña” (H), que coincidía en su recorrido inicial con la que hoy día es la parte llana de la calle Cuesta de la Chaparra hasta la rotonda de Cuatro Caminos. En este lugar se iniciaba un gran tramo recto que cruzaba las Playas de San Telmo (coincidente con la actual Avenida de Blas Infante) y llegaba hasta el Cerro del Fruto (I), pequeña loma ya desaparecida, que se levantaba junto la actual rotonda del Balneario. A sus pies, el proyecto indica que se construyó una “plazuela y arboledas” donde confluía “el camino que va a la cuesta de San Telmo”. Como se puede ver, los principales ejes que organizan el actual trazado viario de esta zona de la ciudad tienen su origen en este ambicioso proyecto que cuenta ya con más de dos siglos y medio a sus espaldas.

La “segunda Platea” y el “Cerro del Fruto”.

Algo parecido sucede con las “rotondas”, de las que tenemos aquí los primeros antecedentes en nuestra trama urbana.

Estas glorietas o plazuelas, serían también denominadas popularmente como “plateas”, siendo la “primera platea” la que estaba próxima a la Alcubilla, junto a la actual de Cuatro Caminos y la “segunda Platea” al Cerro del Fruto tal como figura en el plano. “Platea” tiene aquí el significado antiguo de “lugar amplio y espacioso”, “plaza”, “explanada”, “patio” … que luego se emplearía para dar nombre al patio de butacas de un teatro.



Esta última acepción ha llevado a algunos autores a mantener la hipótesis de el origen del topónimo hay que buscarlo en la idea de que la loma del Cerro del Fruto servía de improvisado anfiteatro natural para ver las antiguas carreras de caballos que en siglo XIX se llevaban a cabo en las playas de San Telmo, siguiendo el trazado del arrecife (10). Otros incluso, mantienen esta misma idea aplicada a las carreras de motos que se llevaban a comienzos de los 70 del siglo pasado cuando se trazaron las avenidas del polígono El Portal, supuestos ambos, que como se ha visto no se corresponden con el origen de las “plateas”.

Con respecto al Cerro del Fruto (paraje conocido también como Cerrofruto o Cerro Frutos), su nombre original fue el de Cerro de los Frutos o de Frutos. Así se le denomina, por ejemplo, en las actas capitulares de 1757 en las que se alude a las obras del arrecife del Portal, y en otras fuentes documentales (11). Aunque desconocemos el origen de este popular topónimo que ha permanecido hasta nuestros días, apuntamos la posibilidad de que se deba a Juan de Frutos, carretero, propietario de tierras próximas a la ciudad en el Camino hacia la aldea del Portal -que pasaba por este lugar- cuyo nombre aparece en diferentes ocasiones en las sentencias de amojonamientos de 1524 (12). En todo caso, tanto el nombre, como el apellido Frutos eran comunes en el Jerez de los siglos medievales (13). Las lomas del Cerro de Frutos lindaban al norte con las Hazas Cirujanas, tierras que en 1434 pertenecieron al çirujano Alfonso Martínez, a quien deben este nombre que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX (14). Limitadas siglos más tarde por la traza del Ferrocarril, en parte de ellas se construyó la conocida barriada del MOPU.

A los pies del Cerro del Fruto, tal como se indica en el plano, se unía al camino de Zigüeña otro camino “que va á la cuesta de San Telmo” (K) que como el que venía desde la ciudad contaba con filas de árboles a sus lados, transformándose así en un “paseo” para el disfrute de los jerezanos. En la “segunda platea” o explanada situada junto al Cerro del Fruto se hizo, según se planeaba en el proyecto, “una plazuela -la “platea”- y se plantaron arboledas, probablemente de olmos o álamos, las especies más usuales en los paseos del XVIII (15).



A partir de este lugar (que se corresponde con la actual rotonda de El Balneario), el camino dejaba ya de estar arbolado y cambiaba su orientación hacia el este, en dirección a El Portal.

Camino de El Portal.



El camino seguía entre viñedos y olivares dejando a la derecha el Guadajabaque y continuaba por un trazado similar al que tiene actualmente la Avenida Alcalde Cantos Ropero que cruza el Polígono El Portal. Aunque este arroyo ha desaparecido hoy en día en este tramo, encauzado por los colectores urbanos, hasta mediados del siglo XX aún era visible en estos lugares, siendo denominado Arroyo de Morales.

A la derecha del camino, en un paraje próximo al que ocupó el antiguo Balneario, el plano nos muestra los viñedos (L) del Casería de Sarzana. Algo más adelante, a la izquierda, figura la Casería de Vidauri, con su olivar, en las tierras ocupadas hoy por la Azucarera del Guadalete. El nuevo camino proyectado, con grandes tramos rectos, deja a la izquierda al Arroyo de Aguabahaque, como también se conocía al Guadabajaque. Éste, nos muestra en su cauce una “alcantarilla antigua, casi derruida” (V) por la que cruzaba el camino que se dirigía a los olivares de Parpalana, que han vuelto a recuperarse en estos años. De una de estas antiguas alcantarillas da cuenta el profesor Juan Abellán en un interesante estudio sobre las estructuras viales en el Jerez del siglo XV (17).

Al llegar a las proximidades del Guadalete, el camino volvía a cambiar bruscamente su orientación, siguiendo hacia el sur, al encontrarse con el “Camino q va desde la Cartuxa al Pto. de Sta. María” (N). Se corresponde este entronque con la actual rotonda de la Depuradora donde se unía este camino, conocido como Cañada del Vado de los Hornos, que conducía hasta la Cartuja pasando por el actual emplazamiento de La Corta donde se cruzaba el río por el mencionado vado. Muy cerca de este cruce, el arrecife salvaba el Guadajabaque por un puente de nueva construcción (O), de un solo arco y de una anchura aproximada -según la escala del plano- de 8 varas, de las que 5 correspondían al vano del puente (una vara= 0,836 m). En sus cercanías, a la izquierda del camino, se encontraba la Casería de La Palma, nombre que delata la existencia de alguna gran palmera. Este enclave, ya desaparecido, se ubicó en las laderas situadas frente a la Depuradora, y aparece en el plano con gran olivar que se extiende en las laderas del pago de Parpalana.

Siguiendo el camino, y a la altura de las que hoy serían las primeras casas de El Portal, se trazó un ramal hasta el embarcadero de El Portal (Q), el que durante siglos fuera el “puerto de Jerez”. Este tramo resultaba fundamental para el acceso de las carretas a los muelles por donde se embarcaban los vinos jerezanos y por el que llegaban desde la bahía otros muchos productos para el consumo de los jerezanos.



El antiguo emplazamiento del embarcadero se situaba muy próximo a actual salida del aliviadero de Torrox y a la Azucarera Jerezana. Aguas arriba de este punto desembocaba el arroyo Guadajabaque, como nos muestra el plano.

Desde el Portal a Sidueña por el olivar de Cartagena.

Desde El Portal, el camino continuaba en dirección a Sidueña dejando el Guadalete a su izquierda y cruzando las tierras del Olivar de Cartagena, cuya casería (R) quedaba entre el arrecife y el río, como muestra el plano. Este paraje se encontraba ubicado frente a la actual entrada del Rancho de La Bola siendo una propiedad de gran extensión que se extendía por la vega, colindante también por el sur con el arroyo Mata Rocines, que desembocaba en el Guadalete junto al olivar. Como nos recuerdan Pérez Fernández y López Amador, apenas un siglo atrás, en 1648, en este paraje desviaron los jerezanos el río hacia la boca del San Pedro por un canal de unos 500 m que se cerraría después en 1654, lo que supuso que los barcos volvieran a bajar por la Madre Vieja desde El Portal. En el antiguo olivar de Cartagena los dos brazos del Guadalete estaban muy próximos (apenas 500 m), lo que, junto a su cercanía al embarcadero de El Portal, hizo de este lugar el elegido por las autoridades jerezanas para que los barcos pasaran del cauce del Guadalete (conocido como Albadalejo en este tramo) al Salado (18).



Tras el olivar de Cartagena, el camino cruzaba el arroyo de Mata Rocines, también llamado del Carrillo. El “puente de Matarrozocines” (S) era muy necesario ya que las furiosas crecidas de este arroyo hacían intransitable el camino. Aquí, el proyecto contemplaba una obra mayor que la prevista para el paso del Guadajabaque (de un solo ojo), y en este caso se construyó un puente de tres arcos y 13 varas de largo. Los arcos laterales eran más pequeños (vanos de 2 varas), mientras que el central era mayor (4 varas). Este mismo puente, una vez construido, dio paso a finales de siglo al camino Real de Madrid a Cádiz y aún en la actualidad se adivina bajo el actual, los arcos de sillería del que se construyó en el siglo XIX para el paso de la carretera nacional.

Tras cruzar el arroyo el camino de Sidueña subía una pequeña cuesta hasta un puertecillo, lugar donde se separan los términos de Jerez y El Puerto y donde el plano se termina. Este paraje se conocería como “Puerto de las Cruces” al instalarse a ambos lados del arrecife, dos columnas con sendas cruces, que aún se conservan junto al acceso a los Depósitos de San Cristóbal (19).

Como dato curioso, traemos lo referido por el historiador Bartolomé Gutiérrez, quien nos informa que a finales de mayo de 1756, durante la construcción de este tramo del camino, se produjo en este lugar un interesante hallazgo arqueológico al realizar los desmontes al pie del cerro de San Cristóbal donde se hallaron cenizas y huesos de unas personas humanas, como puesta de lado, pero tendida y todo tan corrupto, que solo los dientes tienen la mayor consistencia… era de 7 piés de largo, el Sepulcro, muy poco más, y de media vara de ancho, tasada”. El historiador, que vivía en aquellas fechas e incluso llegó a ver aquellos hallazgos, informa que los sepulcros tenían “dos piedras, á la cabecera una y otra á los piés, pero sin rótulos, y entre las cenizas que se encontraron, hallaron una moneda muy carcomida y corroída… Estaba esta moneda debajo de una teja que tenía como debajo de la cabeza y el sepulcro formado de piedra de cantería de la Sierra inmediata de S. Cristóbal y la cubierta de 3 piedras de la cantera de hácia Puerto real, estaba sobre el lado izquierdo, los piés al Oriente y la cara al Norte y junto se descubrió una forma de horno terraplenado y con varios huesos y cenizas y tiestos de barro, como de una olla sin vedrío, estaba delante del rostro este hornillo. A pocas varas de distancia se hallaron piedras de otros dos sepulcros como el dicho, pero desbaratados y terraplenados… Era la piedra de las Canteras de la próxima Sierra de San Cristóbal. Todo esto indica la vecindad á la Población de la antigua Asido, que poco más allá en la falda de Sidueña (de donde tomó el nombre de Pago) estuvo fundada. El Sábado 5 de junio se halló otro Sepulcro con la misma fábrica… y todos estos sepulcros está de oriente a poniente y los piés al nacer el sol” (20).

Desde el Puerto de las Cruces, donde terminaba el proyecto del camino de Jerez a Sidueña, el arrecife seguía en dirección a este enclave para llegar después hasta el Puerto de Santa María. El plano nos informa también de otros detalles técnicos del camino como su anchura (15 varas = 12,5 m), con pretiles laterales de una vara de alto. Su firme presentaba dos calzadas con una ligera pendiente lateral del centro hacia las cunetas para facilitar la evacuación del agua. Apenas unos años más tarde el firme del arrecife se hallaba ya deteriorado por el incesante tráfico de carretas hacia el embarcadero y fueron necesarias las primeras reparaciones… que tardaron décadas en realizarse. Pero esa ya es otra historia.

Para saber más:
(1) “Plano del Camino proyectado llamado de Zigüeña. Desde la ciudad de Xerez de la Frontera al término de la ciudad del Puerto de Sta. María, como la de una calzada desde el referido camino al Río Guadalete en uno de los parages más caudalosos de él para Embarque y desembarque de los frutos y géneros para la Bahía de Cádiz, y el referido Puerto de Santa María” Archivo General de Simancas. Gracia y Justicia, Legajos, 01031. Con carta de la Junta de Obras al Marqués del Campo de Villar. Jerez de la Frontera, 12 de agosto de 1755
(2) Moreno Arana, J.M.: "Aportaciones al estudio de la arquitectura civil del siglo XVIII en Jerez de la Frontera: El Palacio de Villapanés", Laboratorio de Arte 20 (2007), Nota 48. Con respecto a la atribución a Pedro de Cos de la autoría de este plano, encontramos similitudes con otro de su autoría: “Plano trazado de la Calle Larga, 1778, que figura en Aroca Vicenti, F.: Arquitectura y Urbanismo en el Jerez del siglo XVIII, C.U. de E. sociales-Caja San Fernando, 2002, p. 60. Por nuestra parte hemos consultado a nuestro amigo el Dr. J.M. Moreno Arana quien nos apunta que “el tipo de letra y la leyenda con orla de rocalla están en la línea de otros planos suyos”
(3) Martín Gutiérrez, E.: La organización del Paisaje Rural durante la Baja Edad Media. El ejemplo de Jerez de la Frontera. Universidad de Sevilla-Universidad de Cádiz, 2004, p. 240.
(4) Romero Bejarano, M.: De los orígenes a Pilar Sánchez. Breve Historia de Jerez, Ediciones Remedios, 9, pp. 65 y 103.
(5) Sánchez Martínez, F.: El Portal, su muelle, el arrecife y el ferrocarril (I), Diario de Jerez, 4 de Junio de 2013.
(6) Gutiérrez, B.: Historia de la Muy Noble y Leal Ciudad de Xerez de la Frontera, Jerez, 1886 edición facsimilar de 1989, t. II, p 3.10.
(7) AMJF: 1757, M. 4, fº 44: Paseo desde la platea de la Alcubilla hasta la de San Telmo, inmediata al Cerro de Frutos.
(8) Aroca Vicenti, F.: Arquitectura… Obra citada, pp. 173 y 155
(9) Martín Gutiérrez, E.: La organización… obra citada, p. 255. Otras referencias acerca de la presencia de alfarerías en la zona pueden verse en Álvarez González, T. y Martínez Glera, E.: Aproximación al estudio de la historia de la alfarería de Jerez de la Frontera a través de la documentación de su archivo municipal, Atrio, Revista de Historia del Arte, nº 6, 1993 pp. 7-26. Las imágenes aéreas del Vuelo Americano de 1956 muestran todavía la antigua fábrica de ladrillos y tejas existente junto a la Ermita de Guía.
(10) De la Plata, J.: Deportes en Jerez, Diario de Jerez, 30 de junio de 2008
(11) AMJF: 1757, M. 4, fº 44, obra citada. Gutiérrez, B.: Historia… obra citada.
(12) Tal como apunta el profesor E. Martín pasaba por este lugar: Martín Gutiérrez, E.: La organización… obra citada, pp. 251-253)
(13) Mingorance, J.A.: La colonia extranjera en Jerez a finales de la Edad Media, Peripecias Libros, 2014, p. 58; Muñoz y Gómez, A.: Calles y Plazas de Xerez de la Frontera. Edic. Facsímil 1903, BUC, p. H.
(14) Muñoz y Gómez, A.: Calles… obra citada, p. 313; Martín Gutiérrez, E.: La organización… obra citada, p. 241; López-Cepero, Adolfo.: Plano Parcelario del término de Jerez de la Frontera. Dedicado al Excmo. Sr. D. Pedro Guerrero y Castro y al Sr. D. Patricio Garvey y Capdepón. 1904. patrocinadores del proyecto, por D. Adolfo López Cepero.- Año de 1904. Escala 1:25.000.
(15) Aroca Vicenti, F.: Arquitectura… Obra citada, pp. 151-157.
(17) Abellán Pérez.:Construcción y reparación de estructuras viales. Jerez de la Frontera en el siglo XV”. Estudios sobre patrimonio, Cultura y Ciencias Medievales, nº 3, vol 1, pp. 7-21, 2002.
(18) López Amador J.J. y Pérez Fernández E.: El Puerto Gaditano de Balbo. El Puerto de Santa María. Cádiz. Ediciones El Boletín. 2013, p.191.
(19) García Lázaro, A y J.: Por tierras de Sidueña con el Padre Coloma, Diario de Jerez, 27 de diciembre de 2015
(20) Gutiérrez, B.: Historia… obra citada, pp. 311-312.


Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto. Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

Para ver más temas relacionados con éste puedes consultar: : Cartografía y grabados, Paisajes con Historia, Toponimia

Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 27/05/2018

20 mayo 2018

Una excursión botánica.
Con el Padre Vicente Jiménez Gámez por la campiña de Jerez en 1915.


Junto a los variados testimonios gráficos y documentales que sobre la flora y vegetación del entorno de la ciudad se conservan, sobresale por su especial valor didáctico el de D. Vicente Martínez Gámez. Presbítero, Camarero de honor de su Santidad y Catedrático de Historia Natural en el Instituto de Jerez, Martínez Gámez fue también un enseñante innovador en el campo de las Ciencias Naturales y en la utilización de los recursos del entorno como recurso didáctico.

Durante su etapa de trabajo en nuestra ciudad, en la segunda década del siglo pasado, publicó un curioso libro que con el título “Recuerdo de unas excursiones botánicas” (1) recoge una muestra de los trabajos que realizó con sus alumnos. En esta pequeña publicación de gran valor documental, deja testimonio de las especies arbóreas y arbustivas que podían ser vistas en el Jerez de 1915, así como una selección de las plantas herbáceas más significativas que crecían en los alrededores de la ciudad, con especial mención a las orquídeas.

Algunos apuntes biográficos.

Hijo de una familia acomodada, nació en 1870 en Jimena, Jaén. Se ordena sacerdote y estudia Ciencias Naturales, su gran vocación y ya desde 1897 figura como miembro de la Real Sociedad Española de Historia Natural. En 1906 lo encontramos como profesor de Ciencias Naturales en el sevillano Colegio Calasancio, formando también parte de la Junta Directiva de la citada Sociedad donde ocupa el cargo de vicesecretario en la sección de Sevilla (2). Será en este año cuando publique, como especialista en el estudio de las aves, sus “Apuntes para la Ornitología andaluza y de España en general” (3). Entre otros muchos datos de interés, se recogen en esta obra citas sobre la presencia de la rara malvasía en nuestro entorno (4).

En 1910, año de su llegada al Instituto de Jerez, La Correspondencia de España da cuenta en su sección de Mundo Eclesiástico que “el virtuoso sacerdote y doctor en Ciencias, D. Vicente Martínez Gámez, ha sido nombrado camarero de honor de Su Santidad” (5). Entre 1910 y 1015, durante su estancia en el Instituto jerezano que se ubicaba entonces en la Alameda de Cristina, realizará con sus alumnos diferentes excursiones. Además del libro ya mencionado, publicará también un folleto sobre orquídeas con láminas en colores (6). Del Instituto de Jerez pasará al de Cádiz, donde repetirá las excursiones y visitará con sus alumnos en diferentes ocasiones los pinares de Las Canteras de Puerto Real, desplazándose en tren desde la capital. De una de estas excursiones, la que realiza en la primavera de 1920, saldrán después las notas para su libro “El paraíso de las orquídeas”, que verá la luz en 1921, un delicioso trabajo en el que amplía y completa los estudios sobre estas plantas ya iniciado en Jerez unos años antes (7).

En 1934 lo encontramos en el Instituto Alfonso X el Sabio de Murcia y el curso siguiente, pasará a ocupar la plaza de catedrático de Historia Natural y Fisiología e Higiene en el Instituto de Castellón (8). En este mismo año publica “Fábulas Morales”, un libro para niños con deliciosos grabados a linóleo (9). Lamentablemente, su vida tendrá un trágico final y en plena Guerra Civil, el 15 de mayo de 1937, cuando contaba la edad de 67 años, fue asesinado, como otros sacerdotes, en Paterna (Valencia) (10).

Un profesor innovador.

Pero volvamos a sus años en el Instituto de Jerez, en la segunda década del siglo pasado, donde Martínez Gámez llega con 40 años y donde desarrolla una interesante labor educativa. Y es que, además del valor testimonial que tienen sus trabajos sobre la flora de nuestro entorno, vistos un siglo después, la aportación del padre Vicente Martínez tiene un marcado carácter pedagógico que conecta con las corrientes más innovadoras del momento. La utilización del medio como elemento didáctico estuvo presente en los movimientos educativos renovadores de finales del siglo XIX representados en España por la Institución Libre de Enseñanza. De la mano de su creador, D. Francisco Giner de los Ríos, el estudio de la naturaleza, las excursiones geológicas y botánicas y la observación científica, cobraron un inusitado protagonismo. Las experiencias de D. Vicente Martínez, así como la de otros profesores del Instituto de Jerez, entroncan con esta misma línea renovadora.

Como apoyo práctico a los programas académicos, no dudaba en combinar las explicaciones teóricas con los trabajos prácticos en el Laboratorio de Ciencias Naturales y las excursiones con finalidad didáctica. Entre 1910 y 1915, las memorias del instituto recogen las salidas con sus alumnos a los pinares de Las Canteras de Puerto Real, a la Estación Sericícola o las Dunas del Guadalete en El Puerto de Santa María, o a la Granja Escuela de Jerez (11). De la misma manera organiza excursiones por los alrededores de la ciudad al objeto de estudiar la flora y vegetación, los minerales, los animales... Entre los lugares destino de esas salidas se encuentran La Sierra de San Cristóbal, Cerro Frutos, Los Albarizones, La Cartuja, Los Garciagos, La Torre de Melgarejo, La Alcubilla, los llanos de Caulina, la Laguna de Torrox, La Corta o las playas de San Telmo.



De todas ellas el padre Martínez ofrece amenos relatos salpicados de los datos científicos de sus hallazgos y de consideraciones pedagógicas acerca del valor de la observación directa. Junto a las salidas al campo se aborda también el estudio de la naturaleza en la ciudad: "También pusimos empeño, por creerlo de interés, en que nuestros alumnos conociesen los árboles de los arrecifes, parques, jardines y paseos de la ciudad, así como las plantas ornamentales exóticas más principales -siquiera muchas no estaban en condiciones de clasificación- que se cultivan por doquier en tierra tan amante de las flores, puesto que en Jerez... cada azotea es un huerto, un jardín cada balcón y cada patio un edén. No de otro modo podrían darse cuenta del sinnúmero de plantas raras, de otras regiones, que saltan a la vista de un mediano observador en plazas, parques y jardines" (12).

Más de cincuenta especies de árboles y arbustos presentes en nuestras calles y plazas son mencionadas en sus trabajos (casuarina, araucaria, magnolio, aromo, acacia, árbol del amor, jacarandá, …). Mención especial merecen los ejemplares de boj y tejo presentes en el patio del Instituto, los cedros del Líbano, así como varias especies de eucaliptos (E. rostrata, E. amygdalina), hoy ausentes en nuestros jardines. En su librito, el padre Vicente Martínez, se lamenta del poco eco que han tenido entre sus paisanos los trabajos del célebre botánico jerezano José María Pérez Lara, a quien se debe la primera gran obra sistemática de la flora de la provincia “Florula gaditana”, y quien le acompañó en no pocas excursiones por los alrededores de la ciudad. Sobre él escribió “… es justo que aquí le rindamos tributo de respeto y consideración. Con un par de aficionados a las exploraciones botánicas, de su talla en cada provincia, pronto se llegaría a conocer la flora completa de nuestra Península, la más rica, interesante y variada de toda Europa” (13).

Las orquídeas de nuestra campiña.



En su librito realiza numerosos comentarios de carácter didáctico, así como de las ventajas de aprender de manera directa, en contacto con el medio natural. Apunta, por ejemplo, curiosas observaciones sobre el mimetismo de las flores del género Oprhys, así como sobre las características de las Orquidáceas, centrando su atención en la localización geográfica de las distintas especies encontradas. Algunas veces, exagera en cuanto a la presencia de especies en nuestro país en relación a la flora europea (“las cuatro quintas partes”) que en realidad no supera el 60%.

De gran interés son también sus referencias a la flora y vegetación de la campiña, apuntando las especies más significativas de arbustos y planteas herbáceas de los alrededores de la ciudad, así como su distribución en los diferentes rincones de nuestro término.

En ocasiones, algunos de los hallazgos que considera más significativos llegan a reflejarse, incluso, en las memorias anuales del instituto, como en el caso de la liliácea Fritillaria hispánica, anotado en la del curso 1910/11 (14). En sus excursiones, realizadas durante la primera quincena de abril de 1915, el padre Martínez Gámez menciona más de setenta especies de plantas herbáceas silvestres que crecen en torno a la ciudad.



Por citar sólo algunos ejemplos, en los Llanos de Caulina anota la existencia de numerosos palmitos, gamones, candilitos o lirios; en el parque de Tempul y sus alrededores cita nueza negra, aro, amor de hortelano, parietaria… En las zonas encharcadizas de Torrox y sus cercanías menciona los ranúnculos, lirios, hinojos. “Robustos ejemplares de la Scrofularia sambucifolia, que alcanzaban metro y medio de altura”, llaman su atención en el Balneario de San Telmo con sus inflorescencias rojas.



En el pinar junto a Las Cruces, donde confluyen los términos de El Puerto y Jerez, el padre Martínez Gámez se recrea en las delicadas flores del jacinto bastardo, o en las vistosas florecillas lilas y amarillas de Lupinus hirsutus y L. luteus, especies “que llenarían su cometido en los jardines mejor que muchísimas de las que se cultivan como de adorno”, al igual que otras, también muy vistosas, de los géneros Mathiola, Iberis, Lobularia, Arenaria… que describe en este mismo paraje (15).

Sin embargo, las que más atraen su atención, a juzgar por las descripciones que les dedica, son las Orquídeas: “las pertenecientes al género Ophrys llevan ese nombre, porque dicha palabra significa en griego, entre otras acepciones, arrogancia, lujo, fastuosidad…”. A estas especies dedicará no pocas observaciones realizando también varias acuarelas con cuyas láminas ilustra la publicación de sus trabajos. De la misma manera, detalla el lugar donde las encuentra: “las especies de orquidáceas recolectadas son la Ophrys apifera Huds, la



speculum Lk., la bombyliflora Lk., la lutea Cav., yla fusca Lk. La primera y la segunda crecen en abundancia en el pinar que hay, pasadas Las Cruces a la izquierda de la carretera de Jerez al Puerto de Santa María, y también cogimos un ejemplar… por encima de la fuente de Los Albarizones, próxima a Cartuja.

En este mismo sitio recolectamos diez o doce ejemplares de la bombyliflora, que luego recogimos en mayor cantidad en los Garciagos, pasada la llamada Torre de Melgarejo, así como también la Ophrys lutea, único punto donde pudimos estudiarla. La Ophrys fusca, la encontramos en las canteras de la mencionada Sierra de San Cristóbal, y solamente recogimos tres ejemplares en buen estado” (16).



Esta nómina de orquídeas la ampliará después con las que encuentra en el pinar de Las Canteras de Puerto Real en las excursiones que realiza con los alumnos de Jerez, y, especialmente, con los del Instituto de Cádiz. De ello da cuenta en una de sus publicaciones más conocidas que verá la luz en 1921: “El paraíso de las orquídeas” (17).

Junto a las ya citadas, encontradas en los alrededores de Jerez, presentes también en Las Canteras, se suman aquí nuevos hallazgos como Ophrys scolopax, O. iricolor, O. tenthredinifera y O. arachnites (hoy se la denomina O. fuciflora). Para completar el catálogo de orquídeas hallado, a estas nueve especies del género Ophrys, Martínez Gámez sumó la llamativa Orchis longicruris (conocida hoy día como O. italica), que halló también en Las Canteras (18).



Un siglo después hemos vuelto a recorrer en abril estos mimos rincones en busca de las especies descritas por el padre Vicente Martínez. Buena parte de estos lugares que se encontraban en ambientes rurales, han sido “colonizados” por la ciudad o afectados por obras públicas. Junto a Las Cruces, se conserva todavía un pinar y en sus proximidades, en S. Cristóbal hemos visto la llamativa Ophrys apifera. En el cerro de Lomopardo, aún pueden observarse algunas de las especies que se mencionan en esta publicación, como Ophrys fusca, junto a otra que no figura en sus listados pero que es verdaderamente hermosa, Orchis itálica (la O. longicruris que Martínez Gámez encontró en Las Canteras de Puerto Real). El entorno de Los Garciagos ha sido urbanizado, aunque en sus cercanías, junto al Cerro Naranja, hemos fotografiado también O. apifera. En Los Cejos, junto a la Laguna de Medina, hemos encontrado O. speculum. Las fotografías de todas ellas y de las otras especies citadas en Las Canteras por el padre Martínez Gámez, nos han sido facilitadas por nuestro amigo José Manuel Amarillo Vargas para ilustrar este artículo, que se acompañan de los dibujos en acuarela tomados de las obras del autor.



Como hiciera nuestro botánico, “no terminaremos sin consignar, en honor suyo, los nombres de los alumnos que nos acompañaron en las excursiones, de las cuales, a decir de ellos mismos, conservarán siempre gratísimo recuerdo: Manuel Sandoval, Pedro Máximo Ruiz, Vicente Chamorro Latorre, Eduardo Bohórquez Lacave, Pedro Ruiz-Berdejo, José Pomar Atienza, J.A. Fernández Azpitarte, Manuel Peñalver Ávila, José Mato Soto, J. María García Figueras, Ramón Pérez Más y Manuel García Pelayo” (19). En otra ocasión, “saldremos de excursión” con el Padre Vicente Martínez a la búsqueda de rocas y minerales y para hacer curiosas observaciones geológicas en torno a Jerez.

Para saber más:
(1) Martínez Gámez, V.: Recuerdo de unas excursiones botánicas. Imprenta y Litografía Jerezana, Jerez, 1915.
(2) Las referencias pueden consultarse en: http://bibdigital.rjb.csic.es/Imagenes/P0021_06/P0021_06_003.pdf y en el enlace: https://archive.org/stream/boletndelasoci06soci/boletndelasoci06soci_djvu.txt
(3) Martínez Gámez, V.: Apuntes para la Ornitología andaluza y de España en general, Edit. Ricardo Rojas, 1906.
(4) Ministerio de Medio Ambiente: Comentario de textos publicados sobre la Malvasía, disponible en el siguiente enlace consultado el 07/05/2018: http://www.mapama.gob.es/es/biodiversidad/temas/conservacion-de-especies-amenazadas/cap08_2_tcm30-195434.pdf
(5) La Correspondencia de España, “Mundo Eclesiástico”, Año LXI, nº 18.987 de 5 de febrero de 1910, p. 4.
(6) Rodríguez Doblas, M.ª D.: Instituto Padre Luis Coloma: 150 años de Historia, Cuadernos de Divulgación, nº 2, Biblioteca de Urbanismo y Cultura, p. 127.
(7) Martínez Gámez, V.: El paraíso de las orquídeas del género Ophrys en España, Instituto General y Técnico de Cádiz. Trabajos de Investigación y Vulgarización Científica. Escuelas Profesionales salesianas de Artes y Oficios, Cádiz, 1921
(8) Escalafón de los Catedráticos Numerarios de los Institutos Nacionales de Segunda Enseñanza, Redactado por la Revista Minerva, Imprenta de L. Rubio, Madrid, 1934
(9) Martínez Gámez, V.: Fábulas Morales, Imprenta de Joaquín Barberá, Castellón, 1934.
(10) Sobre esta cuestión puede consultarse Cobo Romero., F. y Ortega López, T. M.ª.: “Encarcelados, represaliados y ejecutados: La violencia política y el mundo penitenciario durante la guerra civil en una provincia de retaguardia: presos políticos y represión en las comarcas rurales jiennenses, 1936-1939”, en: Els camps de concentració i el món penitenciari a Espanya durant la guerra civil i el franquisme, Barcelona. Museo de Historia de Cataluña-Universidad Autónoma de Barcelona, 2002, p. 491. En esta fuente se señala que, junto a Vicente, fueron también asesinados sus hermanos Mariano y Francisco, propietarios. También: https://archive.is/pG5d0 y
http://www.memoriarepublicana.com/guerracivil/
(11) La cita figura en la Memoria del curso 1910-1911, p. 12 como se apunta en: http://museo.iescoloma.es/catalogo/index.php?option=com_content&view=article&id=239&Itemid=95&limitstart=2, consultada el 09/05/2018. También puede consultarse: Rodríguez Doblas, Mª D.: Instituto… op. cit., p. 80
(12) Martínez Gámez, V.: Recuerdo… op. cit., p. 42.
(13) Ibidem, p. 25.
(14) http://museo.iescoloma.es/catalogo/index.php?option=com_content&view=article&id=239&Itemid= 95&limitstart=2, consultada el 09/05/2018.
(15) Martínez Gámez, V.: Recuerdo… op. cit., pp. 37-41.
(16) Ibidem, p. 36-37.
(17) “El libro fue publicado en el tomo extraordinario de 1921 de las Memorias de la Real Sociedad Española de Historia Natural. Está considerado un clásico en la botánica española y es la referencia primigenia sobre la que se construye el trabajo inmenso de catalogación e identificación de las especies de orquídeas ibéricas”: cita tomada de http://www.puertorealweb.es/spip2/cultura/puerto-real-en-la-historia/article/puerto-real-en-la-historia-parque-de-las-canteras, consultada el 13/05/2018.
(18) Martínez Gámez, V.: El paraíso… op. cit. pp.25-39.
(19) Martínez Gámez, V.: Recuerdo… op. cit., p. 45.


Observación: situando el cursor sobre una fotografía, podremos leer el pie de foto. Si pulsamos sobre cualquiera de ellas, podrán verse todas a pantalla completa.

Para ver más temas relacionados con éste puedes consultar: Flora y fauna, El Paisaje y su gente, Parajes naturales

Artículo publicado en DIARIO DE JEREZ, el 20/05/2018